jueves, 19 de febrero de 2015

Capitulo 72



Un cosquilleo suave y placentero me recorre el cuello y se expande por todo mi cuerpo, pero algo me oprime las piernas y creo que tengo un brazo dormido. Abro lentamente un ojo. Cuánta luz y qué calor. Sonrío y lo vuelvo a cerrar. 

Estoy en casa. 

Peter duerme profundamente a mi lado, pegado a mi cuello. Sus piernas envuelven las mías, aprisionándolas. Todo su cuerpo está entrelazado con el mío. Me muevo ligeramente y él queda medio encima de mí, con la cabeza en mi hombro. No quiero despertarle así que intento ser más sigilosa que una pantera. Miro hacia arriba y veo a través de la ventana abuhardillada la plena luz de la mañana. Respiro hondo. Adoro despertarme así: con Peter abrazándome y la ventana sobre la cama señalando un nuevo día. 

Un nuevo día. 

Mientras Peter sigue resoplando en mi cuello, yo recuerdo nuestra charla de ayer. Nos acostamos a las cinco y media de la mañana… hablando. Sí. Hablamos de todo. De todo. Le conté todo lo que me dijo mi padre, lo analizamos en profundidad; y aunque sé que necesito darle más vueltas yo sola, me ayudó terriblemente destriparlo con él. Me contó su conversación con mi padre y lo que le llevó a tomar esa decisión «necesitaba que volvieras con todas las heridas cerradas y sabía que esa grieta siempre se interpondría en tu felicidad». Dios, cuánto le quiero. Hablamos de nosotros, de cómo habíamos estado estas semanas, lo tristes y desesperados, lo estúpidos que habíamos sido. Pero no hubo más perdones ni lo sientos. Los dejamos atrás. Finalmente, cansados y mentalmente agotados, nos fuimos a la cama. Sonrío cuando me acuerdo que nos tumbamos y nos quedamos mirando,sonriéndonos como bobos. Estábamos pegados, abrazados el uno frente al otro y me quedé dormida mientras Peter me acariciaba la cara. Recuerdo que a los minutos me desperté buscándole y él seguía mirándome. Me besó en los labios y me dijo un «duerme, preciosa» que me llegó al alma. Me muero por hacer el amor con él, pero me gustó que anoche solo habláramos. Lo necesitábamos más que los gemidos. 

Miro de soslayo el reloj despertador y veo que son las nueve menos cuarto. Solo he dormido tres horas. Y lo noto, porque estoy reventada. Peter da suaves ronquidos, debe haber dormido menos que yo, que ya es decir. Y no sé por qué, ese sonido gutural que normalmente odio e incluso se lleva algún que otro codazo, esta mañana me relaja. Estoy en casa y estoy con él. Y al rimo de sus respiraciones vuelvo a adormecerme. 

 Un ruido sordo y corto me despierta dándome un susto. ¿Qué? Me incorporo instintivamente y me froto los ojos. ¿Dónde está Peter? Vuelvo a oír ruidos en la planta de abajo así que supongo que se ha levantado y ronda por ahí. Bien, pues ya es hora de levantarse Lali, que son las ¡once! de la mañana. 

¡A por tu nuevo día! 

Bajo las escaleras todavía algo adormilada y veo desde el pasillo que Peter se mueve por la cocina. Avanzo despacio contemplando de refilón lo sexy que está con sus vaqueros lavados a la piedra y su camiseta blanca de macarra canalla. Mmm mi malote. Me miro de arriba abajo y me doy cuenta de que mi novio está de anuncio y yo llevo un pijama cutre que improvisé ayer basado en una camiseta vieja y medio rota de Peter y unos descoloridos pantalones cortos de algún perdido conjunto de pijama. Una piltrafa, vamos. 

–Eeeyy, buenos días dormilona.

 Le miro con carita de sueño y sonriendo. 

–Hola… me he quedado frita. No te he oído levantarte. 

Se acerca, me agarra de la cintura y me da un besito. Y yo le doy otro. Mm. 

–Quería dejarte descansar, sé que has dormido poco. 

– ¿Qué es todo esto?

 Señalo la cantidad ingente de bollería que hay en una bandeja.

 –Nuestro desayuno. Recién sacado del horno de la pastelería de abajo.

 ¡Me lo como! A Peter digo. 

 Peter insiste -y prácticamente me ordena- que vaya acomodándome en las ideales sillas que compré al poco de mudarme aquí, mientras él acaba de preparar las cosas del desayuno. Creo que lo ha hecho porque quiere que esté unos minutos a solas… pensando. Pero yo no puedo pensar en nada ahora mismo. Estoy en una terraza inmensa en la que hice un gran trabajo de decoración. Podría salir perfectamente en cualquier anuncio o catálogo. Es ideal con su tarima y sus macetas colocadas estratégicamente y una mesita de desayuno y un cenador y unas lamparitas. Y el sol calentito en mi cara. Y mi piel oliendo a Peter. Y ahora quiero café. 

 – ¿Qué te apetece hacer hoy? 

–Nada en especial. ¿Tienes algo pensado? 

–No, pero quizá debería ir a hablar con mi padre. 

–Vale, podemos ir ahora o después de comer, cuando tú quieras.

 –Mm. Igual mañana mejor. A comer. Así hablaremos con más tiempo. 

–Bien. 

Se queda callado unos segundos y de reponte alza las cejas sonriendo, como si se acabara de acordar de algo. Mira el reloj y sonríe. 

–Entonces ya sé qué vamos a hacer hoy. 

Se levanta de un salto. ¿Eh? 

–Date prisa y cámbiate, La, vamos a llegar tarde.

 –Pero… 

¿Y la dosis de mimitos y…? Debo llevar la pregunta escrita en la cara.

–Luego. Tenemos toda la tarde y toda la noche para eso. Corre. 


Continuará...

0 comentarios:

Publicar un comentario

:3

:3

Wonderland life Designed by Ipietoon © 2008

Back to TOP