miércoles, 14 de enero de 2015

Capitulo 39


Euge iba a venir a casa a maquillarme para la boda de María y Gonzalo, pero se ha levantado con fiebre y vómitos. Sonrío porque imagino qué lo causa. ¡DIOS, mi niña! Así que entre prisas, carreras por todo el piso e Íñigo desesperándose porque vamos a llegar tarde, me arreglo como puedo. Eye liner efecto cat, rímel sin talento, colorete de NARS, colonia de Gucci, americana negra, bolso plano negro y ya estoy casi lista.

–Bueno ¿qué tal?
– ¡Jo-der! Creo que tú, tu culo respingón y yo no vamos a llegar
a la boda. Me has puesto cerdísimo.

Me besa la frente y me palmea y agarra el culo gimiendo y mordiéndose el labio.

–Quita las manos de mi culo, me lo vas a desgastar.
–Que todos sepan que este culo es mío. Codazo que te crió.
–Tienes mente cavernícola ¿Me pongo los zapatos negros con
brillantitos o los del lazo de raso por detrás?

Me pongo un zapato de cada y me mira de arriba abajo.

–Pues, no sé. Los dos quedan bien, creo.
–Peter, hijo, esfuérzate un poco.

Se relame las comisuras de la boca con los brazos cruzados y mira los zapatos ceñudo.

– ¿No son iguales, no?

Le miro con ojos de asesina en serie. Duda unos segundos.

–Los de brillantes. Son más chulos y originales.

Sonrío y me calzo mis taconazos T-Strap negros acabados en punta estrecha, con minúsculos cristalitos brillantes y lacito al frente del tobillo, que hace de nexo entre la tira que baja por el empeine y las que salen del talón. Una auténtica joya hecha zapato. Resaltan, tal y como pretendía, en mi sencillísimo
vestido naranja de gasa, ajustado al cuerpo sin ceñirse, que cae justo encima de la rodilla. Por delante es un pelín soso: liso y laso de tirantes anchos con escote redondo; pero por detrás, desde el cuello hasta la mitad de la espalda, los tirantes se recogen haciendo una ancha X con un gran lazo en el centro, que roza mis omoplatos semidesnudos. El pelo está recogido en un sencillo moño ladeado.

–Nena, ¿está el nudo bien? Creo que me lo he dejado torcido.

Me acerco, le retoco el nudo de la corbata y sonrío por este  gesto tan de pareja.

–Así. Ahora está perfecto.

Rodea mi cintura con sus brazos y me besa la punta de la nariz.
–Como tú. Me gusta tu nuevo flequillo. Sonrió y soplo hacia el largo flequillo ladeado que me han cortado en la peluquería.
–Estás tan guapo de traje… Me hace mucha ilusión ir a una
boda contigo.
–Y a mí. Así podré follarte en el baño mientras bailan la puta conga.

Le doy un manotazo en el culo y nos reímos.

–No seas idiota. La conga me vuelve loca.

Bromeo, obviamente. Es el momento terror de toda boda.

–Y mi conga también. Venga, vámonos coño.

Como ratas traidoras que somos, Peter y yo nos escaqueamos del momento iglesia y, tras saludar al novio y ver llegar a la novia, nos vamos con otros amigos traidores a un bar cercano a empezar con las cañas mañaneras. Bárbara me mira de arriba abajo cuando me quito la americana y descubre la espalda con el lazo. Me siento en un taburete que me deja Íñigo y cruzo las piernas, lo que la lleva derecha a mis zapatos joya. ¡JA!. Qué cara pone, madre mía, Bárbara. Creo que hoy me espera un buen día.

En el cocktail ya siento los primeros chispazos subiendo por mi cabeza. Ya se sabe: cervezas y vinitos blancos es una combinación directa a bailar la conga antes del primer plato.

Así que escuchando al ángel bueno de mi conciencia, decido ir a por un vaso de agua con hielo. Ya me emborracharé en el baile, mejor. Dejo a Íñigo hablando con el padre del novio y voy hacia la barra al otro lado del jardín. Césped y tacones, combinación letal. Como puedo llego al camarero, que antes de servirme mi vasito se entretiene sirviendo doce cubatas.

Madre mía, aquí hay alguien más valiente que yo.


Hola a todas!
Espero que os guste el capitulo, nos seguimos leyendo el finde, las quiero

Besos
@onlyespos_

lunes, 12 de enero de 2015

Capitulo 38



Esa noche no hacemos el amor. Aunque el resto de tarde hemos estado bien y hemos ido al cine y a hacer unas compras, yo no estoy muy de humor para sexo. Creo que él tampoco porque ni lo intenta así que nos pegamos el rato pre-sueño escuchando música suave en la cama con dos copas de vino y hablando de lo que le cuesta al ser humano reponerse de las heridas. La conversación deriva al concepto de fortaleza y debilidad y de ahí a los estereotipos de hombres y mujeres, la inteligencia emocional, y cómo afrontamos uno y otro los
problemas cotidianos. Pasamos casi dos horas charlando, bebiendo vino, fumando y escuchando música. Me ha vuelto a pedir perdón un par de veces y un par de veces le he dado un beso dulce en los labios. Al final, me quedo dormida en su pecho sonriendo al recordar lo que decía Betty sobre que todos
los príncipes azules son a veces sapos… y también las princesas.

Pero de madrugada Peter me busca. Me despierto jadeando al notar como sus manos recorren mis piernas y su lengua sopla mi piel. «Mi nena» lo susurra con tanta necesidad como la que tengo yo por él. Y no por tener sexo y orgasmos, si no por sentirle a él. Por sentir su piel y sus manos y su miembro, todo en mí.
Sentirle en mí. Me quita el camisón y yo su camiseta. Bajo sus calzoncillos y consigo quitárselos con los pies. En otras ocasiones, cuando me ha hecho o yo a él asaltos en la madrugada, no nos ha dado tiempo de desnudarnos pero hoy, después de la discusión y de las fotos, necesito, necesita, sentir su piel y sentirle mío. Pero cuando voy a abrazarlo con mis piernas para que se
hunda en mí ya, coge mis muñecas y me las agarra juntándolas por encima de mi cabeza. Entonces, las envuelve con una mano y con la otra coge el camisón que yacía a un lado.

Frunzo el ceño extrañada y él lo besa. Me ata las manos a los barrotes del cabecero con el camisón. Sonrío. Me besa profundamente. Quiero tocarle. Se mueve y coge ahora su camiseta y doblándola, me la coloca sobre los ojos hasta
anudarla tras mi cabeza.
–Peter…
Jadeo.
–Sshh. Confía en mí.

Me dejo hacer. Solo siento. Las luces están apagadas y la camiseta-venda no me deja ver nada más que negra oscuridad. Solo sé dónde está Íñigo por sus respiraciones y su olor. Es embriagador. Se mueve. La expectación hace que me
excite. De los altavoces suena «The Only One» de los Black Keys. Sonrío; toda una declaración de sentimientos. Vuelve a mí y me besa en la boca como él sabe, me agarra la cabeza con una mano, con la otra toca mis pechos y mi torso mientras me canta susurrando al oído la parte de la letra que suena «all I do is baby dream of you…». Oh, cariño. Sollozo y el besa mis labios. Recorre con su lengua mi cuello y desliza una mano hacia mi sexo. Noto un dedo y otro en mí. Gimo. Los saca y gruño enfadada. Casi puedo oír su sonrisa, cabrón. Se mueve por la cama y noto la punta de su pene deslizándose por todo mi sexo. Mmm, uf. Siento su aliento y mi boca busca la suya. Pero su boca está susurrándome al oído.

– ¿Confías en mí?
–Sí. Balbuceo como puedo. Noto como su glande se abre camino.
–Quiero que confíes siempre en mí, como yo confío en ti.

Me besa. Ahora sé que no estábamos hablando de sexo y me dan ganas de llorar de lo mucho que le quiero y él a mí.

–Quiero que te convenzas de que eres la única. La única.
Como la canción. Jadeo. La siento entrando.
–Soy tuyo, Lali. Solo tuyo.
–Tuya. Solo tuya.

Lo digo sin pensar. Porque así lo siento. Y así entra en mí hasta el fondo y me hace el amor con su particular mezcla de ternura y brutalidad que tan loca me vuelve. Estoy muy cerca con solo sentirle. Después de la discusión y de todas las dudas que han visitado mi cabeza necesitaba esto. Quizá no antes, que estaba aún aturdida, pero sí ahora. Le necesito a él, sentirle, tocarle,
verle deshecho de placer por mí. Por mí. Madre mía voy a reventar. Mis caderas se mueven a su ritmo y mi cuerpo entero busca su contacto.

–Peter, por favor…

Baja sus dedos hacia mi sexo y mientras sigue penetrándome, mueve sus dedos entre mis pliegues, lo que provoca un orgasmo que aviva todos mis sentidos, hasta los que tengo cubiertos de camisetas. No puedo más. Le necesito.

–Quiero tocarte, por favor.

No me hace de rogar más. Me suelta las muñecas y me destapa los ojos. Le abrazo tanto que creo que se me van a desencajar los hombros. Entra de nuevo en mí embistiéndome despacio, dulcemente, sin dejar de besarme.

–Mi amor.

Y oírle decir eso hace que un orgasmo baje rápidamente por mi espalda y mi vientre y estalle en mi sexo pillándome desprevenida. Oh. Peter me besa con ternura y me acaricia la cara. Restriega su nariz contra la mía y yo le acaricio ahora la cara. Es tan nosotros este gesto… él y yo. Le siento en mí y él me
siente también, no hace falta que me lo jure por sus sobrinas porque lo sé. Sencillamente lo sé. Con una certeza tal que me abruma.

–Confío en ti, mi vida.

Peter respira aliviado y comienza a acelerar el ritmo hasta que, tras varios golpes secos, eyacula gimiendo «soy solo tuyo» con su voz ronca.
Y yo me olvido de fotos, de desengaños y de infidelidades. 


Espero que os hayan gustado los capitulo por hoy

Besos
@onlyespos_

Capitulo 37



Reconozco que quiero creer con todas mis fuerzas esa breve explicación, lógica y fácil. Sin embargo, una parte de mí se resiste; esa que tiene miedo de volver a ser engañada y vive en paranoica alerta. Así que aunque me odio a mí misma por no hacer callar a ese yo paranoide y escuchar lo que tenga que decirme, me levanto echa un miura, incluso resoplando por la nariz, al borde de un ataque de ansiedad, y le tiro las fotos a la cara. Lali en estado puro.

–Eres un cabrón y un cerdo. ¡¿Cómo cojones esperas que te crea, eh?! ¡He visto tu polla en el culo de una zorra!
–La, Lali, tranquila. Calmémonos. Sentémonos. Déjame explicarte.

Pero yo no oigo nada. Ni veo. Tiemblo y las lágrimas de furia ruedan por mis mejillas.

–No quiero que me expliques nada. No quiero saber nada. ¡Mierda! ¿Cómo has podido hacerme esto tú? ¡Tú! Con todo lo que sabes de mí ¿cómo has podido reírte de mí así?

–No, cariño. Te lo juro, son fotos de igual hace cinco años, de una tía con la que solo estuve unos meses y que un día nos hicimos fotos y las imprimí en mi ordenador. Joder, las dejé allí y me olvidé de que existían. Coño, te lo juro por mis sobrinas que es así. Yo jamás te haría daño.

Lo de jurar por sus sobrinas baja un poco mi cabreo. Él lo nota y se acerca para tratar de abrazarme. Pero yo sigo gritando como una energúmena.

– ¡¿Por qué debería creerte?!
–Porque te estoy contando la verdad y porque si miras las fotos verás que tengo pelo… ahí. ¿Me has visto tú pelos en las pelotas alguna vez? No. Lali, son de hace años.

Echo una mirada de soslayo y fugazmente veo que tiene razón. ¿Eso demuestra algo? Bueno es cierto que nunca le he visto ni un solo vello púbico y en las fotos lo tiene a raudales, incluso por debajo del ombligo que yo jamás he visto. Sí, supongo que son de antes. Expiro y él se acerca a abrazarme. 

–Ni se te ocurra tocarme, joder. Es asqueroso, asqueroso ver esto.
–Lo sé, y lo siento, de verdad. Siento mucho no haber caído en que existían y haberlas tirado hace años, pero es que te juro que las había olvidado por completo.
– ¿Lo has hecho aposta, en plan para que vea lo bien que te lo montabas o para que las viera y así hacerlo más fácil?
– ¡Pero qué coño estás diciendo, Lali!

Peter se pasa dos dedos por el puente de la nariz y acto seguido
sus manos recorren su pelo.

–Respóndeme ¡¿Lo has hecho a posta?!
– ¡Pero tú qué clase de crápula crees que soy! ¡Claro que no lo he hecho a posta, cojones! Se me olvidaron allí por completo.
– ¿Y qué, las miras a menudo pajeándote? ¿Para recordar lo que es tener un pibón entre manos y así luego tener tragaderas para follarme?

Peter empieza a gritar y a gesticular como un loco.

– ¡¿Pero qué coño dices?! Lali, se te está empezando a ir la pinza. ¡Ni sabía que estaban allí! ¿Quieres calmarte y escucharme de una puta vez?

Yo grito más fuerte y siento que de la mala leche me va a salir otra cabeza.

– ¡No te me pongas chulo porque me largo de aquí cagando leches! ¿Me has sido fiel Peter, o te has reído de mí todo este? Al menos sé un hombre y sé sincero.
–Lali, te juro por mis sobrinas, ¡por mi familia entera que se mueran ahora mismo que te he sido completamente fiel! Jamás sentiría la necesidad ni de mirar a otra siquiera estando contigo.Y jamás te haría daño, ¡jamás!

Nos miramos encendidos. Dios, es tan complicado. Marcos, mi padre, la guarra esta… todo está en mi cabeza martilleándome como una coctelera. Quiero escuchar mi yo interior que todo lo sabe pero anda perdido. Se ha debido dar al alcohol. 

–Es la verdad, nena. Te quiero con toda mi alma y no hay nadie más que tú en mi vida, en mi cabeza y en mi cuerpo. De verdad.

Lloro desconsolada, aunque no sé si porque le creo y me siento
tonta o porque no le creo y me siento tonta. Él se acerca para
abrazarme pero doy un coletazo.

–No.
–Lali, basta. Te lo juro, joder.
– ¿Me lo juras, joder? ¡¿Y por qué siguen estas fotos aquí?!
– ¡Porque me olvidé completamente de ellas, coño! Así de poco importantes fueron y son en mi vida. ¡¡Ol-vi-da-bles!!
–Oh, claro, qué poca memoria tienes ahora, Lanzani. Y dime, ya que eres tan olvidadizo, ¿Hay más sorpresitas en esta casa de tus ex zorras o tengo que hacer una gymkana e ir de teta en teta?

Se desespera. Literal.

– ¡Me cago en la puta, Lali, basta ya, hostia! No te lo diré más veces, son fotos de hace ¡¡cinco años!! Con alguien que ¡¡no me importa!! Y que olvidé que existían ¡¡por completo!!
– ¡Bien! Pues toma tus olvidadas fotos y pajéate con ellas o haz lo que te dé la gana.

Les doy una patada.

–Estás sacando las cosas de quicio y me estoy conteniendo mucho para no perder los nervios.
–Oh, ahora soy una histérica. Me encantaría ver tu reacción si hubieras encontrado fotos de Marcos follándome por todos mi agujeros.
– ¡¡Joder!! 

Y le pega una patada a un mueble. Se ha debido hacer daño. Que se fastidie. Respira unos segundos y me mira feroz.

–Ya te he dicho que siento haberlas olvidado y sí, me habría sentado como el culo y estaría hecho un miura, como estás tú.
Por eso te entiendo e intento que te calmes y me dejes
explicarte todo lo que quieras saber.
Respiro. Esto no me lleva a ninguna parte.


– ¿Hay más? 
– ¿Más qué, fotos? No.
– ¿La guarra esta sabe que las tienes?
– ¡Y yo que sé! Hace cinco años que no sé nada de ella.
– ¡¿Pero sabe que le hiciste e imprimiste fotos?!

Dios, a ver si encima va a ser un psicópata.

– ¡Pues claro que lo sabe! Estuvo de acuerdo y las llegó a ver.
– ¿Las llegó a ver? ¡Ooooh, qué monos! Viendo fotitos cogiditos de las manos recordando viejos tiempos.
–Jooooodeeeer. ¿Alguna pregunta más o vas a seguir diciendo gilipolleces?

Suspiro fuerte, como si me hubiera quitado un peso de encima. A parte de lo del vello púbico, prueba bastante clara, que me lo negara con ternura, como al principio, y con cabreo, como ahora me ha convencido. Porque ha sido él en estado puro, sin disimulos, sin trampa ni cartón. Y porque ha jurado por sus
sobrinas y por su familia y porque me ha mirado con miedo a que no le creyera y porque tiene sentido lo que dice y porque le quiero, joder.

–No, he terminado.
– ¡Bien! Se dirige a la cocina y vuelve a donde yo estoy con unas tijeras en una mano y el cubo de la basura en la otra. Coge las fotos del suelo, sin mirarlas. 

Las pone boca abajo y empieza a cortar hasta convertirlas en pedacitos minúsculos de adivinar que caen a la basura.

–Te juro por mi vida que jamás te he sido infiel, ni había vuelto a mirar estas fotos desde que se hicieron. Esta mierda ni siquiera significó nada para mí. Nada. Fue otra relación vacía de tantas.Todo era vacío hasta que llegaste tú llenándolo todo, Lali.

Lo dice serio y cansado. Vuelve a llevar el cubo y las tijeras a la cocina y yo me quedo con la sensación de que me ha atropellado un tren. Un tren llamado desconfianza. Y lo peor es que en el fondo sé que es sincero. Sé que no me haría daño y lo sé porque le conozco y porque me lo demuestra cada día. No ha habido ni un solo momento en nuestra relación en el que dude de algo que hace o me dice. Nada. Ni siquiera cuando ha alabado la belleza de modelos, actrices o tías de la calle ha sonado mal intencionado y despectivo. No. Ha sonado como
todo hombre (y mujer) con ojos, pero nada más. Nunca ha traspasado esa línea del «creo que está pasando algo», ni se ha acercado si quiera. Ni se ve de lejos. Respiro hondo y chasqueo la lengua sabiendo que le he montado un pollo del quince porque no he confiado en él. Porque no he preguntado primero, negándole explicarse. Ay, Lali, qué voy a hacer contigo. 

Cuando vuelve al salón ambos estamos más calmados. Es lo que tienen nuestras trombas de agua: tan fuerte como llegan, se van. Solo tiene que mirarme para saber que una parte de mí se siente un poco tonta por dudar de él y un poco mal por insultarle. Y se aprovecha, el cabrón de él. Me mira y arquea las cejas.

–Vale, siento haberme puesto histérica. Pero entiende que no ha sido fácil para mí ver eso y no dudar.

Se acerca a mí y ahora sí dejo que me abrace y me bese tiernamente las mejillas. Restriega su nariz contra la mía y en este momento, ese pequeño gesto que siempre hace me dice tanto de él que sollozo de felicidad. 

–Claro que lo entiendo, nena. Otra vez, siento haberlas olvidado
allí.

Levanta mi cara y nuestras miradas se encuentran. Temerosas.

–Tienes que confiar en mí. Sé que tienes la confianza general minada por lo de tu ex y lo de tu padre, pero tienes que confiar en mí. Al menos darme la oportunidad de explicarte cualquier cosa. ¿Vale?
Asiento y me besa. Uno cortito. Me mira y me sonríe tímido y yo a él. Otro beso. Le abrazo más y él a mí. Otro beso. De los suyos.
De los nuestros. 

Vosotras que creís que le va a decir... 

@onlyespos_

Capitulo 36



El miércoles antes de mi vuelta al trabajo y a la rutina, me pego media tarde en mi nueva casa ordenando cajas y más cajas. Lo que se puede acumular en un piso de una habitación es increíble. Y eso que cuando me mudé del piso que compré con Marcos ya tiré buena parte de mis cosas de entonces. Peter se
asusta cuando me ve poniendo y quitando figuras, lámparas, cuadros o apliques; pero solo se ríe y pone los ojos en blanco.

De vez en cuando opina; me dice que «esa cosa ni de coña se pone en una casa donde viva yo» o «por esto sí que no paso,Lali». Así que aunque la decoradora oficial sea yo, lo cierto es que estamos redecorando y reorganizando nuestra casa entre los dos. Se implica. Y eso me encanta. Aunque como buena mujer, y encima profesional, acaba imperando mi opinión ante una duda. ¡Solo faltaría!
El caso es que sentada en el salón, removiendo cajones para hacer hueco a mis papeles, con Muse sonando a todo trapo desde el iPad, veo un horrendo salvamanteles de tela color… no sé ni si se le puede llamar color a eso. ¡Qué cosa más fea! Lo cojo para examinarlo y entonces veo lo que hay debajo.
Y un sudor frío recorre mi espina dorsal y llega hasta los pies para rebotar y subir de nuevo hasta la nuca.

Respiro hondo y cojo lo que parece medio carrete de fotografías de Peter con una chica… follando. No se les ve la cara en ninguna foto, pero reconozco su cuerpo. Una tras otra, paso las fotos y veo planos de su pene introduciéndose en la vagina de ella; de las tetas de la susodicha; de la polla de Peter entre sus domingas; de, oh Dios, de su pene en su culo; y una última de un primer plano de los dos. Vestidos. Sonrientes. Abrazados. Tengo ganas de vomitar. Creo que estoy a punto de desmayarme. ¿Cómo ha podido hacerme esto? ¡Él! Joder, ¿cómo es posible? ¿De verdad me ha sido infiel? No puede ser. ¿O son fotos de antes de conocerme?

Y si es así, ¿por qué coño las guarda? ¿Se masturba con ellas, le gusta mirarlas? Dios, mi cabeza da vueltas y más vueltas y yo siento que estoy a punto de convulsionar. Tengo el estómago revuelto de verdad y me tiemblan las manos. Inevitablemente me echo a llorar, de dolor, de incredulidad y de rabia. Tú no,
Peter. No.

Pero ahí están las fotos, aunque no puedo mirarlas otra vez. Tengo grabada en mi cabeza la cola de mi novio moviéndose por otras aguas. Pero como no veo nada más, me siento humillada, traicionada e imbécil. Sí, como con Marcos pero
elevado al cubo. Al menos Marcos no me lo refrotó con fotitos.
¿Cómo has podido hacerme esto, Peter? Trato de tranquilizarme. Quizá haya una explicación, quizá sean de antes. ¿Y por qué las guarda? Pensar en eso me pone celosa. Puramente celosa de ver cómo mi novio se trajinaba a
otra y siga queriendo verlo. Porque si son de antes y siendo que llevo meses durmiendo aquí, podría haberlas tirado ¿no? Se me empieza a ir la cabeza pensando si quizá él ha querido que las encontrara para hacerle el camino más fácil. No, Lali, eso no tiene sentido. Pero no atiendo a muchas razones. Los miedos de siempre vuelven a mí sin remedio y me doy cuenta de que en el fondo he estado en una nube rosa y cegada a la realidad, como con Marcos. Como con mi padre. Cierro fuerte los ojos tratando que mi padre no se cuele en mis pensamientos, porque su influencia atroz lo destruye todo. Me hace insegura. Y vulnerable. Y ver fotos de mi novio encauzándosela a un
pibonazo no ayuda en absoluto.

Estoy tan en estado de shock, tratando de no desmayarme, que no me entero de que tengo a Peter detrás hasta que no para la música con el mando de los altavoces. Me pego tal susto que doy un gritito y un salto aún sentada en el suelo. Le miro y al menos tiene la decencia de estar pálido.
–Lali, no…, no son… Son de hace años, nena, no sabía ni que
estaban aquí, te lo juro. 



Huy parece que las cosas empiezan a ir mal que creís que va a pasar ahora?
Espero que os guste

Besos
@onlyespos_

Capitulo 35



– ¡Mi culito moreno ha vuelto! Tengo dos casas y cuatro bares
para ti, amol, ¿por dónde te apetece empezar?
–Cállate, cerdo. Maldigo cada segundo que oigo tu asquerosa
voz y más si son las ocho de la mañana. Y más si es lunes. Y más
si acabo de volver de las vacaciones más increíbles de mi vida.
Tráeme café.
–Oh, qué bonito es el amor. Pero mueve el coño de una vez,
que tienes faena.
–Te odio, Ga.
–Mejor, así no me sentiré tan mal cuando ejecute mi plan para
tirarme a Lanzani sin que te enteres.

Bien, pues ya es lunes y he vuelto de mis dos semanas de
vacaciones. Gas me trae un café bien cargado a la mesa mientras me explica cómo ha ido el estudio estos quince días, durante los cuales no le he dejado ni mencionar el trabajo un segundo. Eso incluye la cena que hicimos el sábado en mi antigua casa, a modo de despedida del piso de la tristeza, como lo llama Euge, en la que solo hablamos de que Nico, por fin, ha aceptado intentar tener un bebé. ¡Mi Euge será mamá muy pronto, seguro, y yo me muero por verle la carita a mi pre-sobrino! Y por supuesto, les reconté con más pelos y señales mis increíbles vacaciones en Cuba.

Cuba.

He viajado por media Europa. He estado en las grandes capitales Europeas y en San Francisco. He recorrido muchas playas de España y visto cientos de pueblos perdidos. Me he maravillado con cientos de edificios, imponentes museos, calles
encantadoras, personas hospitalarias y tiendas de ensueño. Pero nada, NADA, puede compararse con Cuba. Y no lo digo por el precioso país en sí. Ni por la abundante comida, el alcohol y la buena música. Ni por la calidez de su gente o la belleza de sus playas. Lo digo porque para mí Cuba es y será ÉL.Peter y yo paseando acaramelados por las playas; dándonos besos furtivos en las hamacas de red; recorriendo la isla y maravillándonos con cada rincón; hablando y riendo con su gente; bebiendo mojitos sin parar de reír, de bailar y de decirnos cositas bonitas; haciendo el amor cada mañana y follando como bestias cada noche; él y yo discutiendo como energúmenos al perdernos o cuando un chico trató de ligar conmigo. Cuba es Peter y todas las cosas buenas que salen de
él.

La semana siguiente a nuestra vuelta, mi segunda semana de vacaciones, con todo el bajón post-Cuba, comencé a hacer la mudanza. Y como puro nervio y puro genio que soy, la mudanza me trajo más de un dolor de cabeza. Y a Peter. Pero sorteamos los obstáculos como dos personas adultas y maduras. Es decir, follando. A veces pienso que somos la versión light de Euge y Nico. Porque también discutimos, aunque por tonterías. Más por los prontos impulsivos que tenemos que por cosas que realmente nos afectan. Y debemos ser masocas porque esas peleíllas al final solo nos avivan más. Empiezo a creer que él a
veces las busca y a veces creo que las busco yo también. Peter dice que es porque no reñimos por nada importante, nada que duela. Qué razón tiene. Porque lo cierto es que las cosas importantes, las decisiones, los sentimientos o los problemas del día a día, los hablamos y expresamos con tranquilidad aunque no estemos siempre de acuerdo. Nos comunicamos bien. Y para mí eso es más importante que el sexo.

Pero hay una cosa todavía más importante que la comunicación y el sexo. Una que lo implica todo y sin la cual, no hay ni lo uno ni lo otro.

La confianza. 




Holaaa Chicas segundo por hoy
Espero que os gute

Besos
@onlyespos_

Capitulo 34


Mi madre se queda alucinada cuando conoce a Peter en la
entrega de premios. Aunque le había enseñado fotos y
advertido que es muy guapo, creo que no se esperaba
semejante macho. Y como no tiene pelos en la lengua le salta
un «Oh chico, qué guapo eres» que me deja a mí muerta y a mi
padre rojo como un tomate. Sin embargo, mi padre se recupera
pronto de su bochorno y, aunque es cortés y educado con
Peter, no deja de mirarle suspicaz, como si le estuviera
advirtiendo un «cuidado con hacerle daño a mi niña». Creo que
debería haberme traído una petaca con absenta. A pesar de todo, Peter se muestra relajado y charla animadamente con mis padres y mi hermano sobre nimiedades.

No sé cómo lo hace pero siempre sabe qué decir y cómo
decirlo para quedar bien y natural. Es de esas personas capaz
de convencerte con su sonrisa y su entusiasmo de que el coche
azul que ves ahí, en realidad es rojo. Se mueve como pez en el
agua en todos los ambientes y con todas las personas con las
que trata, ocupen el lugar que ocupen en la sociedad. Desde
altos ejecutivos sabuesos a clientes energúmenos, pasando por
personas de viperinas a histriónicas, sabe encontrarle el punto a
cada uno y camelárselos. Y no es que sea un hipócrita, porque
si tiene algo que decir, lo dice sin miramientos y caiga quien
caiga; lo que opinen los demás se la trae al pairo. No deja que
nadie se interponga en su camino. «Me llamo Peter Lazani, tú
mataste a mi padre, prepárate a morir». Pues así.

Sentados en las butacas presenciamos la entrega de premios
que solo una revista tan pomposa como ArquiDeco es capaz
de hacer. ¿Quién hace entregas de premios con discursitos y
chorradas? Un coñazo con todas las letras que solo ameniza
Gas y sus mordaces críticas a todo lo que se mueve. Hasta mi
madre se ríe por lo bajini con sus tonterías. Pero se le corta la risa
de inmediato cuando, por fin, dicen mi nombre. ¡Me muero! Así
que temblando de nervios subo a recoger mi primer premio
importante.

Lo primero que pienso es en no matarme con estos tacones.
Llevo unas altísimas sandalias negras que solo tienen la punta, el
talón cerrado y doble pulserita en el tobillo. Complementan a la
perfección mi vestido burdeos de punto fino, por la rodilla,
ajustado al cuerpo pero sin ser ceñido, con un cinturoncito
cobre oscuro y bolso plano a juego; las mangas son largas y
ligeramente abullonadas en los puños y hombros. Me he
recogido el pelo en un discreto moño de bailarina así que creo
que voy bastante sobria a la par que chic. Pues hala, ya llego al
estrado.

Temblorosa recojo el premio y doy un escueto discurso de
agradecimiento. A lo gala de los Oscar. Para vomitar. Por
supuesto nombro a Gas y al estudio, sin el cual mi trabajo no sería (explotado, pienso) potenciado. También agradezco a la
familia Orgoya por dar rienda suelta a mi imaginación bla, bla.

A las autoridades de no sé qué, a los encargados de no sé
cuántas, a mi familia por su apoyo; y, levantando la vista,
–A ti, por tantos y tantos planos.

Sonríe ampliamente en su asiento. Y yo también. 


Holaaa chicas hoy os subo un par de capitulos espero que os guste!

Besos
@onlyespos_

viernes, 9 de enero de 2015

Capitulo 33


Peter está de rodillas y me agarra del culo para elevarlo y poder penetrarme una vez y otra y venga más. Cuando ya no siento las piernas me mueve dándome la vuelta rápidamente, poniendo mi culo en pompa. A cuatro patitas me la clava tan hondo que golpeo la pared porque el embiste hace mover hasta el cabecero donde estoy apoyada. Me da uno, dos azotitos en el culo al ritmo de sus frenéticas caderas. Sus gemidos se oyen tanto o más que los míos. Menudo espectáculo. Pero nos da igual, estamos desatados y no tenemos vecinos.

–Te gusta que te folle así, ¿eh? Te gusta que te dé fuerte.
–Sí, sí, fóllame así, más, más.

Tengo una bestia dentro que no puede parar. Joder con las bolitas chinas. En menos de un suspiro me deshago en otro orgasmo. Dios, este hombre va a agotar mis reservas. Se me nubla hasta la vista y baja un poco el ritmo. Me coge de la cintura y se apoya en mi espalda. Nos movemos despacito, como bailando con las caderas, me gira suavemente la cara y me besa con ternura. 

Despacito. Jadeamos. Despacito. Nos besamos.

Sale de mí, me tumba boca arriba y se echa encima de mí. Abro las piernas para dejarle entrar pero en lugar de eso me besa muy dulcemente. Le acaricio el pelo con ternura. Me mira y sonríe descaradamente con su media sonrisa de malote. Algo trama. Se levanta. Se pone de rodillas frente a mí y comienza a tocarme con sus dedos todo el sexo. Su erección está brillante de mí. Con cuidado va de mi clítoris a mi vagina a… mi ano. Lo unge con mis fluidos hasta que un dedo se cuela dentro. Le miro con deseo. Sé lo que viene y estoy ansiosa y nerviosa a partes iguales. Quiero hacerlo solo si es con él. Peter interpreta correctamente mi mirada y mueve más y más su dedo, abriéndome, hasta que introduce otro.

–Tócate, nena.

Al momento mis dedos están dándome placer. Gimo. Él hace lo propio y toca su erección mientras yo le observo muerta de deseo igual que él me observa a mí. Cuando considera que estoy lista, abre sus rodillas quedando a una altura más baja y abriéndome las nalgas se hunde poco a poco en mi retaguardia. El gemido que da se ha oído en todo el vecindario, seguro. Madre mía, solo oírle gritar me pone a cien. Es un gemido tan varonil, tan lleno de testosterona que quien lo haya oído se ha tenido que correr fijo. Su pene se adentra en mí y, en contra de lo que pensaba, no me duele. Pero cuando llega hasta el final y empieza a entrar y salir con un poco de ritmo noto como un pinzamiento en mis riñones. Dios, sí que la tiene grande. Cojo aire con los dientes apretados.

–¿Te duele, cariño? ¿La saco?
–No; no, espera. Solo un poco más despacio pero sigue, sigue por favor.

Sonríe como diciendo esta es mi chica y continúa metiendo y sacando lentamente su centro de placer en mi trasero.
Poco a poco me voy relajando y comienzo a disfrutar del nuevo placer que se abre camino. Es… diferente. Morboso. Íntimo. Y como Peter parece un experto en artes amatorias, pone una mano en mi vientre, estira la otra para coger mis amadas bolitas que habían quedado tiradas en la cama y me las mete lentamente otra vez. Madre.Mía.De.Todos.Los.Santos. Y encima me acaricia el clítoris. SÍ, QUIERO. Tengo todo mi sexo ocupado con algo y no puedo más que, evidentemente, morirme ante el orgasmo; no, ante el ORGASMO más intenso que he tenido en mi vida. El que más. Y ya van unos cuantos de gran calibre. Es tan fuerte y tan inabarcable que me quedo muda y totalmente quieta, como muerta. Lo absorbo y lo absorbo y lo siento como si fuera el movimiento de una lenta estrella fugaz que se eleva y eleva y cuando parece que se va a apagar, continúa iluminando el cielo con su estela. En este caso la estela es Peter sacándome las bolas de nuevo, llevándome al Nirvana directamente. No dejo de mirarle con los ojos nublados de placer. Sigue moviéndose dentro de mí una y dos veces más hasta sacarla y correrse sobre mi depilado pubis y mis labios. Estelitas que me da mi chico. Me excita tanto eso que involuntariamente muevo mis caderas. Él me pilla enseguida y restriega la punta aún erecta por todo mi sexo manchado. Me recuerda al primer contacto sexual que tuvimos. Gimo un poco de nuevo y ante mi sorpresa, penetra mi vagina de nuevo. Hola infección, qué tal. Y cuando pienso que ha sido su pequeña estela hasta bajar por completo su erección… me penetra otra vez. Y otra. Y otra más. Y lo siento tan duro otra vez que le miro alucinada. POR DIOS Y TODOS LOS SANTOS.

– ¡Joder cómo me pones, La; no puedo parar de follar contigo!
– ¡Ni yo!

Saco la poca fuerza que me queda y con las piernas le muevo hasta quedar yo encima de él. Pobrecito, vamos a darle un descanso. Se me pasa por la cabeza que siendo que ha eyaculado dos veces ya, igual no hay una tercera… qué poco conozco a mi hombre. Arriba estoy en mi salsa. Revivo. Dios mío lo que consigue hacerme Lanzani. Yo que era de un polvito, como mucho dos, y ya no podía más; y aquí estoy, moviendo la cintura y las caderas como una loca encima del obús de mi novio buscando mi ¿quinto? Orgasmo. Y llega, ya lo creo que llega. Solo hace falta que me ponga de cuclillas encima de él para que un, vale un pequeño, orgasmo réplica me llegue y él se deshaga de nuevo conmigo. Caigo en su pecho sonriendo. No puedo más.
Me besa el pelo, la cara, los labios. Muy lento, muy bonito. Le quiero tanto… Me abraza y yo le acaricio la nuca y su sedoso pelo. Nos balancea ralentizado, saboreándome; saboreándole. Es tanta la dicha que siento que hasta me duele.

–Te quiero tanto,Lali.
–Y yo a ti. Mucho, mi amor.

Sí. Nos ponemos empalagosos after sex; qué pasa.

–Nunca pensé que pudiera querer así, que encontraría a alguien a quien querer así. Eres única, Lali. Única.
–Y tú. Me llenas. Me llenas completamente y me haces feliz.
Intento no llorar pero es imposible cuando se pone así de dulce con su vozarrón de macho ibérico y su ronquedad después de haber follado como un semental.
–Y tú a mí. Por eso quiero que vivamos juntos, que construyamos una vida juntos. Lali, me he dado cuenta de que, pase lo que pase, tú ya nunca saldrás de mí, porque yo ya no puedo vivir sin ti.

Sonrío como una idiota entre lágrimas de amor y ahogo una risita histérica de felicidad empalagosa mientras él ríe en mis labios tarareando el «No puedo vivir sin ti» de Coque Malla.

Ni que decir tiene que decidimos, por el bien de nuestra higiene, darnos una ducha para quitarme su jugo de amor que me recorre medio cuerpo y limpiar de paso las bolitas. Nos enjabonamos como tontos sin parar de decirnos cositas cursis. Tan cursis, tan cursis que mejor no las cuento.

Caemos a peso plomo en la cama rendidos, agotados, extasiados, abrazados y enamorados.


Esto es todo por hoy espero que os haya encantado, es un placer que sigais leyendo mi blog, muchisimas gracias, Feliz año nuevo, que logreís alcanzar vuestras metas este año y las del año pasado jajaja 

Besos
@onlyesps_ 

Capitulo 32



Me toca por debajo de las braguitas. Todavía llevo el vestido puesto pero a él le he dejado sin camisa y me deleito en su torso desnudo. Agarra una silla y sentándose, aparta a un lado las braguitas y acerca su implacable lengua a mi hambriento sexo. Es un maestro en esto. Lo lame despacio primero, más fuerte después. Lo mordisquea, juega con él y con mis labios, le da golpecitos, soplidos… y hunde un dedo en mí y luego otro. Me tortura una y otra vez hasta que noto como me acerco al orgasmo.

De repente abre el cajón que tengo justo al lado. Me pide que cierre los ojos y que por nada del mundo los abra y obedezco. Su lengua sigue moviéndose en mí, acercándome, pero sus manos están en algún otro lado. Noto que algo me roza el sexo. Algo duro y frío. Creo que Íñigo lo chupa y luego noto como algo entra en mí. Lo empuja hacia dentro y gimo, dando un respingo.

–No abras los ojos.
–Mmhhmm.

Empuja otra vez y noto algo más metiéndose y gimo más fuerte. No noto nada más hasta que Peter vuelve a la carga con su lengua ahora despiadada y todo mi ser me abandona. Siento tantas cosas juntas que no puedo ni abrir los ojos, solo gemir como una auténtica posesa. Peter jadea.

–Córrete, cariño.

Yo grito y grito porque el orgasmo que estoy teniendo me invade todo. Es intenso a niveles estratosféricos. Cuando termina estoy moviendo las caderas involuntariamente y al hacerlo ¡Dios! ¡¿Qué es esto?! Algo muy, muy placentero se está moviendo en mi interior. Me da pequeños golpecitos vibratorios y miro estupefacta a Íñigo que despliega su sonrisa.

– ¿Qué…?
–Te he puesto unas bolas chinas. Son mi regalito para que disfrutes todavía más. 
–Oh Dios, es… joder, qué gusto.

Se ríe. Se pone de pié y vuelve a abrazarme entre mis piernas.

– ¿Las has puesto bien, verdad? ¿Sabes lo que te haces?
–Sí, tonta. Anda ven, vamos a darnos un paseíto por la casa, ya verás cómo te gusta el movimiento. Y así mientras te quito el vestido y te arranco por fin en esa lencería tan sexy que llevas.

Entre risas y gemidos vamos andando hasta llegar al salón. Peter está detrás de mí y me coge con una mano de la cintura. Me aprieta el vientre y eso debe hacer presión en las bolas o algo porque cada vez que lo hace me vuelvo loca. Es una tortura de placer. Me va desabrochando el vestido, deslizándolo por mis brazos; se va quitando el cinturón, pantalones, zapatos… hasta quedar él completamente desnudo y yo en lencería. Silbando y ronroneando me hace dar una vuelta delante de él.

–Joder, qué buena estás. Dios, qué cuerpazo. No dejes de llevar lencería nunca.

Eso me envalentona y dándole un suave empujón, hago que se siente en el sofá. Enciendo el equipo de música y elijo «Everlasting Light» de los Black Keys. Si voy a hacerlo, voy a hacerlo bien.

Comienzo a mover mis caderas al ritmo de la sensual canción, bajando y subiendo los finos tirantes de mi sujetador de transparente plumeti. Me muerdo los labios, él sonríe perversamente. Se me come con los ojos. Me quito el carísimo sostén y me toco los pechos. Resopla. Bajo mi mano por mi torso y mi vientre y él abre mucho los ojos. Doy una y otra vuelta preguntándome cómo puedo seguir de pie porque con cada movimiento las bolas me catapultan a un pre orgasmo. Pero consigo parecer una stripper casera medianamente digna. Me acerco a él, alzo un pie y lo apoyo en la base de su miembro erecto. Él me lo agarra y lo acaricia. Me suelto un liguero. Peter me recorre la pierna con las manos y la boca y al llegar a la liga de la media tira de ella hacia abajo con los dientes. Mmmm, Dios. Repetimos la misma operación con la otra media pero esta vez sus dedos se posan en mi sexo. Tengo un espasmo. Me doy la vuelta y meneando el culo me voy quitando el liguero, dejando solo mis braguitas. Noto una palmada fuerte en la nalga y ya lo tengo de pié detrás de mí.

–Eres increíble, increíble. Me excita tanto mirarte… ha sido lo mejor que he visto nunca.

Coge mis pechos y los manosea a su antojo. Gimo muy fuerte y más cuando restriega su pene contra mi culo. No tarda ni dos segundos en coger las braguitas y desgarrarlas. Me hace avanzar hacia las escaleras y acariciándome el sexo, creyendo morir, vamos subiéndolas peldaño a peldaño. Nada más llegar a la habitación me doy la vuelta y le beso con todas mis fuerzas, mis ganas, mi amor y mi deseo. Pongo el alma en ese beso y él lo capta porque gime y jadea y suspira y me acaricia sin parar.

Sin preámbulos, que sé que no le gustan, me arrodillo ante mi particular monumento y comienzo a lamerle los testículos, agarrando su pene y moviendo mi mano de arriba abajo. Gime. Me meto uno y luego otro en la boca, jugando con ellos. Eso le vuelve loquísimo, y me agarra la cabeza ejerciendo una ligera presión. La quiere en mi boca ya, pero le hago de rogar un poco y sigo mi atención a los testículos. Aprieta un poco más en mi cabeza y yo le miro sonriendo.

–Bruja.

Jadea y yo sonrío. Sabe mi juego y en el fondo sé que le encanta porque cuando me la meto en la boca me coge la cabeza y me la mantiene quieta unos segundos. Se está controlando para no eyacular. Resopla y vuelve a soltarme un poco, y comienzo mi particular tortura por todo su miembro. A los segundos vuelve a agarrarme la cabeza con las dos manos y a dejarme quieta, pero esta vez comienza a mover sus caderas completamente fuera de sí. Me dan arcadas de lo profundo que llega y él afloja y se retira un poco, acariciándome el pelo y susurrando:

–Lo siento, cariño.

Pero a mí no me importa y vuelvo a metérmela todo lo que puedo. Eso le hace dar un respingo y la noto ya al borde del derrumbe. Madre mía, estoy a punto yo también. Me toco a mí misma de inmediato. Las bolas ya me están matando y chupársela a Peter es de las cosas que más me excitan en el mundo; necesito otro orgasmo. Pero al verme acariciándome él llega antes, y con la cara desencajada de placer comienza a correrse en mi garganta y mis labios gimiendo mi nombre. Se muerde el labio inferior y me mira sonriendo, con cara de absoluta veneración.

–Eres una Diosa. No hay nadie como tú.

Me vuelve a agarrar de la cabeza, esta vez para levantarme. Le encanta llevar el timón. Me abraza y me da un besito fugaz en los labios.

–Me encanta hacértelo, me pone muchísimo sentirla dentro, saborearte y hacerte feliz.

Sonríe y me da otro beso en la comisura, dándome un cachete en el culo.

–Pues a mí ni te cuento.

Nos reímos y me besa, esta vez un beso de verdad.
Le necesito ya. Las bolas están rozando el dolor. Mi deseo está rozando el dolor. Me muerdo un labio y él me tira a la cama y desliza su lengua por mi vientre. Vuelve a mi clítoris y lo acompañan sus dedos esta vez. Llega, llega, llega y justo cuando empiezo a convulsionar, tira de la cuerda, sacándome las bolas de un tirón. Y OH DIOS MIO. Eso es… Eso es… Convulsión tras convulsión tras convulsión mi cuerpo se arquea y se retuerce tanto que parezco la niña del exorcista. Oigo un «grita nena, grita» de la boca que ha tomado mi entrepierna y yo obdecezco. Vaya si obedezco cuando su otra vez erecto pene me embiste llenándome entera.


Espero que os guste

@onlyespos_

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