lunes, 17 de noviembre de 2014

Opciones



Acuerdos privados
Una relación malograda podría volver a renacer cuando ya todo parecía perdido, aunque se base en un pacto indeseable. En la esplendorosa y refinada Inglaterra de finales del siglo x i x, lord y lady Tremaine encarnan un matrimonio perfecto, basado en el respeto y la libertad, sobre todo porque cada uno vive a un lado del Atlántico. Sin embargo, cuando ella le pida el divorcio a fin de poder volver a casarse, él le pondrá una condición: que permanezcan juntos un año más para que le dé un heredero. Y, sin duda, un año dedicado a tales menesteres puede dar mucho de sí.
Excelente ambientación de un Londres aristocrático para una historia de amor inusual, que parece condenada al fracaso desde el principio. Una historia tierna y pasional, excelentemente recreada y con una trama original, muy alejada de las manidas fórmulas del género.

Mi alma gemela
¿Será capaz Lali de enfrentarse a todo por conservar al hombre al que ama de forma tan desesperada? Lali tiene una vida cómoda. Demasiada cómoda, pero tampoco tiene tiempo de pensar en ello… hasta que un día aciago, en un repentino e inesperado accidente fallece su mejor amiga, dejándole como recuerdo un misterioso regalo: una promesa que debió cumplir cuando ambas tenían dieciocho años. Deberá partir rumbo a Irlanda para encontrar lo que había perdido. Pero ¿realmente había perdido algo Lali? Por los avatares del destino, acaba en un pequeño pueblo de las Highlands escocesas, junto al lago Ness, donde descubrirá que su vida, tal y como existía, ya apenas tiene sentido. Y por fin encuentra lo que había perdido… A ella misma y su capacidad de amar más allá de los convencionalismos establecidos por la sociedad.

Cuaderno de Lali
Alocada, atolondrada, sexy e impulsiva, Lali es una decoradora que vive en Barcelona y que trata de reponerse de sus heridas. Necesita recomponerse después de una difícil ruptura amorosa. Pero un despiste tonto (deja abandonado su cuaderno, un objeto en el que apunta ideas para un proyecto editorial mezcladas con sus vivencias) cambiará su vida por completo y le hará volver a sentir el deseo y la atracción. Junto a sus inseparables amigos, Gastón y Eugenia, Lali descubrirá el amor, la pasión y los giros inesperados con los que te sorprende la vida.


Hola estas son las tres sinopsis subiré primero la que más votos tenga después subiré la que haya quedado en segundo lugar y después la tercera, y si alguna no os ha gustado nada nada lo comentáis. Nos leemos pronto
Besos
@heartespos

domingo, 16 de noviembre de 2014

Capitulo 67



Para cuando llegamos a nuestro destino, habíamos vuelto a encontrar la civilización. No era  la  Ciudad  de  Nueva  York,  pero  tampoco  era  sólo  tierra  y  árboles.  Varios  edificios pequeños  se  agrupaban para  formar  un pequeño  pueblo  cerca  del  hospital  adonde había estado  mi  madre.  Miré  alrededor,  intentando  encontrar  algo  familiar,  pero  sólo  había pequeñas fábricas e iglesias y tiendas.
Hermes condujo pasando unas puertas de hierro y abrí los ojos de par en par al notar dónde estábamos. Podía oír la grava crujir bajo las ruedas del auto, y él  lo llevó por el camino lentamente, deteniéndose unos cuatrocientos metros después.
Vamos —dijo abriendo la puerta—. Quiero mostrarte algo.
Salí  y  miré  el  cementerio  que  nos  rodeaba,  las  lápidas  y  estatuas  que  salían  del  césped amarillento.  Algunas  eran  más  nuevas,  los  nombres  claros  y  legibles,  mientras  otras estaban tan  antiguas  y tan desgastadas que apenas podía entender  lo que estaba escrito.
Hermes  mantuvo  la  distancia,  con  las  manos  en  los  bolsillos  como  si  temiera  tocarme,  y caminé  detrás  de  él,  manteniéndome  ocupada  intentando  esquivar  el  barro  y  la  nieve derretida.
Se detuvo frente a una tumba reciente, una que era tan nueva que no tenía lápida. Sólo un cartel temporal con un nombre escrito en marcador negro. Hermes se hizo a un lado para que yo pudiera verla, pero no había necesidad. Sabía exactamente dónde estábamos.
—Gimena  Esposito  —dije  suavemente,  pasando  mis  dedos  temblorosos por  las  letras  que formaban su nombre—. Pero pensé que ella estaba…
—¿Viva? —dijo Hermes, y asentí—. Como una deidad, sí. Pero tomó una forma mortal para concebirte, y esa forma mortal murió hace diez días.
Estaba en silencio, preguntándome qué esperaba que le dijera.
—Sigue siendo tu madre —dijo—. Pero debes comprender que las cosas no serán iguales entre  ustedes  ahora,  y  las  cosas  no  serán  iguales  entre  tú  y  Peter,  o  tú  y  el  resto  del consejo tampoco.
Se me erizaron los vellos al oír eso.
—¿Y nada será igual entre nosotros tampoco? —dije, pero en lugar de mostrarse enojado o frustrado, Hermes se encogió de hombros.
—De alguna manera diferente, dado que eres más cercana a ellos dos, pero sí. Algo así.
Me acerqué al cartel, pasando mis dedos sobre él mientras miraba el montículo de tierra que cuidaba el cuerpo humano de mi madre. No estaba segura de qué sentir… la tristeza era inevitable, pero había una mezcla de otras cosas que no entendía. Alivio, quizás, de que su batalla hubiese terminado. Temor por esta nueva realidad a la que me enfrentaba y las verdades que aprendí mientras ella estaba muriéndose en una cama de hospital. Pero por sobre todas las cosas sentía un dolor punzante en mí, y me tomó varios segundos notar que extrañaba la vida que habíamos tenido antes de venir a  Eden.  No  los años de enfermedades y dolor, sino los viajes al Central Park. Los árboles de Navidad. Los días que sabía  que  mi  mejor  amiga  estaba  a  unos  pasos  de  distancia  cruzando  el  pasillo.  Eso  se había acabado ahora, y una nueva existencia se abría ante mí, vacía salvo por los rostros de Peter, mi madre y el resto del consejo.
—Sé  que es  el fin  —dije, poniendo  una mano  en la  tierra—.  Lo  he sabido  por  bastante tiempo.
—No, no lo es —dijo Hermes, de pie detrás de mí—. Es el comienzo.
Nos quedamos ahí hasta que el frío se metió bajo mi ropa y el viento me alborotó el cabello, dejándome congelada y húmeda. Acepté su mano mientras me levantaba, y toqué el cartel una última vez, una prueba de la humanidad y de mi corta existencia en un mundo donde todo moría. Finalmente, con el corazón pesado, me alejé.
—¿Y qué vas a hacer en el verano? —preguntó Hermes mientras caminábamos al auto. 
Aunque era un obvio intento por subirme el ánimo, me tomó un tiempo responder, con mi mente  demasiado  saturada  con  pensamientos  sobre  mi  madre.  Me  sentía  anclada  a  su tumba, pero con cada paso, el peso parecía disminuir. Nunca se iría del todo, lo sabía, pero al menos estaba segura de que un día sería capaz de aceptarlo.
—No lo sé —dije, y miré el piso mugriento mientras consideraba mis posibilidades. Podía volver a Nueva  York, pero no había nada  para mí  ahí.  Podía  quedarme en Eden con  los árboles,  pero  me  imaginé  que  me  aburriría  después  de  un  mes—.  Quizás  probar  la verdadera comida griega. Nunca he ido a Grecia, sabes.
—Grecia —dijo Hermes, y había un vacío en su voz que me inundó—. Es linda en el verano.
Tentativamente me estiré para enganchar nuestros brazos, y él no se alejó. 
—¿Quieres venir?
Sus ojos se abrieron de par en par. 
—¿De verdad?
—Por supuesto. —Sonreí con esfuerzo, pero eso no la hizo menos real—. No quiero ir a Grecia sola, y no me imagino un mejor guía turístico que uno de mis mejores amigos.
Lentamente una sonrisa se extendió por su rostro, pero había algo distante en sus ojos que no podía ignorar del todo.
—Eso realmente me gustaría.
La grava crujía bajo nuestros pies mientras llegábamos al auto, y él me abrió la puerta, con el silencio entre nosotros ahora siendo cómodo, en lugar de feo y tenso. Me senté y me relajé contra el asiento mientras él se sentaba detrás del volante. Había una pequeña duda en mi mente mientras le sonreía y volvía a ver esa mirada en él, pero la alejé. Las cosas no eran perfectas ni de lejos, pero sin importar qué pasara, tenía otra vez a mi amigo.
Mientras nos alejábamos, me di vuelta para ver la tumba de mi madre, oscura  contra las pilas de nieve que quedaban. Hermes tenía razón; éste no era un fin. Era el comienzo que mi madre quiso para mí, y el comienzo que yo siempre quise para mí misma. Quizás no había planeado  vivir  para  siempre,  pero  ahora  que  era  así,  iba  a  aprovechar  cada  momento  al máximo.




FIN

Bueno chicas hemos acabado la primera novela en este blog, ahora me pondré a editar las sinopsis de las posibles novelas que leeremos a continuación de esta, espero les haya gustado esta novela tanto como ami. El final seguro no le va a gustar a todas pero bueno pensemos que van a estar juntos todo los Inviernos del año! Muchísimas gracias por haber leído conmigo la primera novela que cuelgo en mi blog y espero que sigan leyendo la otra que elijáis vosotras.

Besos
@heartespos

Capitulo 66




Casada un día e ida al siguiente. De alguna manera no parecía justo. Podía regresar antes si quería, lo sabía, pero mi madre insistió en que pasara el primer verano sin Peter.
La  mañana  siguiente  desayunamos  en  la  cama,  yo  con  mis  piernas  cruzadas  usando  mi pijamas a un lado y él en el otro. Se me permitió comer ahora que era primavera otra vez, e incluso aunque yo no estaba tan hambrienta como era usual, ataqué mis panqueques con inusitado vigor, convirtiéndome un desastre en el proceso. A Peter no pareció importarle; de vez en cuando se inclinaba hacia mí y besaba el sirope de mis labios, sonriendo al ver que me sonrojaba.
Empacar  no tomó  nada  de tiempo,  y  mucho más  pronto  de lo  que  había anticipado,  me paré  frente  a  la  mayoría de  mi  nueva  familia  en el  serpenteante  camino  de  entrada  que conducía a las puertas delanteras. Una vez más, Hera faltaba pero era el espacio vacío de Hermes que hizo que mi interior diera un vuelco desagradable.
Uno a uno los abracé despidiéndome, incluso al hosco Poseidón, quien olía a caballos y lucía como  si quisiera estar  en cualquier  lugar menos siendo  testigo de  esta demostración  de sentimentalismo lleno de lágrimas. Incluso antes de haber llegado a ella, Afrodita estaba llorando, y arrojó sus brazos alrededor de mí tan fuertemente que pensé que nunca me dejaría ir.
—Oh, Lali… ¡voy a extrañarte! 
—Voy  a  extrañarte,  también.  —No  importa  lo  que  haya  pasado  entre  nosotras  ese invierno, esperaba que esas lágrimas significaran que todo estaba perdonado y que la vería cuando regresara en el otoño. 
—Un día tendrás que ponerme al corriente de todo lo que pasó cuando no estaba mirando. 
Artemisa asintió, muy abrumada para hablar y, con un último abrazo, finalmente nos soltamos. 
Mi  madre  era  la  próxima.  Artemisa se paró  serenamente  en  la  luz  del  sol,  luciendo  como si estuviera brillando y, por un momento, estuve temerosa de tocarla. Artemisa arregló eso por mí, estrechándome en un abrazo y dándome un beso húmedo en el cachete.
—Diviértete —dijo ella cálidamente, pero había un brillo en sus ojos que dejaba claro que esperaba que yo mantuviera nuestro trato. Me mantendría alejada durante seis meses, pero éste  era el  único verano  que dejaría  que me  diera  órdenes—. Ve  a experimentar  la vida mortal antes de que pase de largo.
Yo  no  estaba  segura  ni  siquiera  de  ser  capaz  de  disfrutar  de  la  vida  mortal  de  nuevo, sabiendo lo que me esperaba en el otoño, pero asentí.
—Te quiero —dije, repentinamente tan abrumada como Afrodita. Mi madre me observó, y por un largo momento se sintió como si fuésemos las únicas dos personas en el mundo. Pero tan rápido como había venido, el sentimiento se desvaneció, y luego era el turno de Peter.
No sabía qué decir, así que en su lugar envolví mis brazos alrededor de él, y me abrazó. Yo estaba llorando en serio ahora, haciendo un lío el poco maquillaje que Afrodita me impuso en la mañana, pero no me importaba. 
—Cuida de Pogo, ¿si? —dije sorbiéndome la nariz, alejándome para limpiar mis ojos.
—Hera y yo prometemos hacerlo —dijo sin apartar los ojos de los míos—. Lali… lo que sea que te esté esperando afuera  de esa  puerta, recuerda  que  el  verano es  tuyo para hacer lo que quieras.  —Su voz era tensa, pero él parecía hacer un esfuerzo para forzarla más allá de eso—. No es asunto mío lo que decidas hacer con ese tiempo. 
—Lo sé —dije—. Y también sé que lo que siento por ti no va a cambiar sólo porque las estaciones lo hagan. Así que si no te importa mucho, voy a apegarme a los votos que hice.
—Le di lo que esperaba que fuese una sonrisa tranquilizadora—. No puedes deshacerte de mí tan fácilmente.
Se las arregló para devolvérmela. 
—No puedo decirte cómo me tranquiliza escuchar eso, pero eso todavía no cambia…
— Peter—dije firmemente—. Es suficiente sobre eso. Estás atrapado conmigo te guste o no, así que es mejor que te vas acostumbrado. 
Dudó, pero finalmente se rindió.
—Cada vez que me necesites, estaré a tu lado. Te doy mi palabra. 
Asentí, y el presionó sus labios en mi frente. Fue un beso tan casto que me preguntaba si me iba a dar un adiós adecuado o no. Probablemente no, me di cuenta. No con mi madre viendo.
—Estaré esperando por ti cuando regreses —dijo él—. Y te amo. 
Esta vez no lo había imaginado o soñado, él de verdad lo había dicho, y no por ninguna prueba, apuesta u obligación. Es porque lo decía en serio. Algo dentro de mí se hinchó, y sentí como si fuese a estallar.
—Yo también te amo. 
Con  eso,  él  hizo frente  al  desastre  que era  mi  cara  y  me  besó  profundamente. Traté  de hacer que persistiera, pero él se alejó, y yo sabía que era hora de irme.
Marchaba por el camino de entrada, mirando por encima del hombro cada pocos segundos mientras  me  tomaba mi  tiempo.  Mientras  que  la  presencia  de  Peter  detrás  de  mí  me empujaba hacia atrás, saber que tendría que salir antes de que pudiera verlo de nuevo me empujó hacia adelante. Ésta era mi casa ahora, y nada podría alejarme para siempre
Cuando llegué a la cima de la leve colina que ocultaba cualquier visión de la mansión al mundo exterior, me di vuelta y me despedí con la mano, sorprendida de ver que Peter era el único que seguía ahí. Levantó la mano en respuesta, y me obligué a seguir adelante.
La puerta quedó a  la  vista y con ella una visión que me  hizo parar  en seco. De repente, entendí exactamente porqué Peter había sido tan firme en recordarme que podía hacer lo que quisiera con mis veranos.
Hermes estaba recostado sobre el mismo carro que había usado para llevarme a la mansión, y usaba los mismos enormes audífonos que había tenido en septiembre. Lo único que era diferente era la falta de una sonrisa en su rostro.
Salí de entre las puertas y vacilé, sin saber qué decir. Sin mediar palabra dio la vuelta para abrir  la  puerta  para  mí,  y  yo  le  di  las  gracias,  pero  no  dijo  nada.  No  fue  hasta  que estuvimos  conduciendo  por  la carretera  de grava  que  finalmente  encontré  el valor  para hablar, y aun así mi voz salió como un chillido.
—Lo siento —dije, mis manos entrelazadas con tanta fuerza que mis nudillos se volvieron blancos—. Por todo. 
—No lo sientas. —Él giró en la esquina y el seto desapareció de la vista—. Hiciste lo que tenías  que  hacer,  y  lo mismo  hizo  Peter.  Lo mismo  hizo  el Consejo.  Sabía  que  era  una apuesta arriesgada de todos modos después de que te conocí. 
Yo apreté los labios, sin saber qué decir. Yo estaba segura de que lo había dicho como un cumplido, pero no ayudaba la culpa que me atormentaba sin cesar.
—Vas a vivir por mucho tiempo, ¿verdad? Es decir, el mundo no se va a acabar mañana.  
—No  lo  sé  —dijo  Hermes  y,  por  un  momento,  oí  un  atisbo  del  chico  que  disfrutaba construyendo cosas con papas fritas—. Con Hera a la carga, todo es posible.
Reclinándome contra mi asiento, me permití relajarme. Al menos él seguía en algún lugar ahí dentro. 
—¿Adónde vamos?
—A un lugar al que creo deberías ir antes de que te vayas por el verano —dijo. Cuando quedó claro  que no me daría  más detalles, me  resigné  a mirar  por  la  ventana e intentar pensar en algo que decir que no lo hiriera mucho.

Peter había dicho la verdad. Lo que una vez fue la calle principal del Eden ahora era una calle  sucia  rodeada  de  árboles  por  todas  partes,  y  el  lugar  donde  había  estado  la Preparatoria Eden ahora no era más que un prado. Aunque yo sólo había estado ahí unas semanas, sentí un  vacío en  el estómago al pasar. Ya  no habría regreso, no a la vida que había conocido como mortal, y era una pérdida para la que no estaba preparada.

Ya nos queda solamente un capitulo y acaba 
Besos
@heartespos 

Capitulo 65


—Pero  no  tenemos  nombre  reales  —dijo  mi  madre—.  Fuimos  creados  antes  que  los nombres.
—Y sobreviviremos mucho tiempo después de que los nombres sigan siendo necesarios —dijo Peter.
Mi madre lo miró. 
—Algunos de nosotros, de todos modos.
Sus palabras me trajeron la imagen de Hermes estrellándose en mis pensamientos, y traté de alejarla, pero se mantuvo obstinadamente en el primer plano de mi mente. 
—¿Son en realidad los del Olimpo, entonces?
—Todos los trece —dijo mi madre—. Más Peter, en un buen día.
Él gruñó, y mi entrecejo se profundizó mientras luché por poner las piezas juntas. 
—Entonces… ¿quién es quién? Digo, sé quienes son ustedes, Hades y Deméter, ¿pero el resto?
—¿Quieres decir que no lo has descubierto todavía? —dijo Peter. Le di una mirada sucia.
—No todos son omniscientes, ya sabes.
—Tampoco lo somos nosotros —dijo él, sus ojos brillando con diversión.
Mordí mi labio inferior mientras pensaba en eso. 
—Tal  vez  podría  adivinar  si  tuviera  que hacerlo.  Aunque  no  creo  adivinarlos todos.  —Moví  mi  cabeza—.  Olímpicos.  Eso  es...  —Increíble.  Inexpresable—.  Una  advertencia hubiera sido buena.
Debí  haber  sonado  más amarga  de  lo  que  había intentado,  porque  mi  madre  me abrazó más fuerte y enterró su nariz en mi cabello. 
—No importa cómo me llamo o quién soy, todavía soy tu madre, y te amo, mucho, mucho.
Incliné la cabeza, sin confiar en mí misma para hablar. Artemisa era mi madre, pero mi madre no tenía una risa que se sentía como la luz del sol. Mi madre dio su vida por mí, y lo que quedaba  de  ella  era  frío  y  rígido.  No  este  caliente,  burbujeante  ser  que  era  mucho  más fuerte de lo que nunca sería yo.
—Vamos —dijo Peter, aparentemente sintiendo mi cambio de humor. Nos detuvimos en frente del par de puertas ricamente decoradas que  representaban la tierra y el mundo de abajo, y mi respiración quedó atrapada en mi garganta. El dormitorio de Perséfone.
—¿Peter? —dije, pero él movió su cabeza y me ofreció solamente una sonrisa de vuelta.
Tiré tímidamente del blanco encaje de mi vestido, asegurándome de que mis vendajes no se habían salido.
Las puertas se abrieron, y en lugar del santuario que había estado sólo meses antes, estaba vacío excepto por un pequeño arco blanco decorado con un arco iris de margaritas. De pie al  otro  lado  estaban  nueve  de  los  otros  miembros  del  consejo,  todos  menos  Hera  y Hermes, y Zeus estaba de pie bajo el arco, esperándonos.
—Espero  que  esté  bien  —dijo  Peter—.  No  estaba  seguro  de  si  querías  algo  más elaborado.
—No —dije sin aliento—. Esto es perfecto.
Mi madre tomó mi mano, sus ojos brillando con lágrimas. 
—Esa es mi chica —dijo ella, y aunque nunca quise que se fuera de nuevo, sabía que era el momento. Ésta era mi vida ahora, y mientras ella fuera siempre parte de eso ya no estaría en el centro. Era un cambio que no esperaba, pero de alguna manera aquellos seis meses pasados me habían preparado para esto.
Solté su mano, y ella se marchó para unirse a los otros. Peter me llevó al arco, y mientras Zeus habló, pude sentir todos los ojos sobre mí. Peter y yo repetimos nuestros simples votos, y con una voz de tal inquebrantable autoridad que las piedras de la casa parecieron temblar, Zeus nos proclamó marido y mujer.
Peter se inclinó para besarme, y cuando lo hizo, el calor comenzó en mis labios y corrió a través de mí, dejando frescura a su paso que sustituyó el dolor. En el momento que se alejó, mi cuerpo se  sintió completo de  nuevo,  curado  y  fuerte en una  manera  que nunca había estado antes.
Pero  eso  no  era  lo  que importaba;  lo que  importaba  era  la  forma  en  que  él  me  miraba, como si este momento fuera el más feliz de su larga vida. Y muy dentro de mí, supe que nunca estaría sola de nuevo.

Pasamos nuestra noche de bodas en mi cuarto jugando cartas y haciendo un gran  esfuerzo por evitar mencionar lo que pasaría al día siguiente. Era mi última noche en la Mansión Eden  por  seis  meses,  e  incluso  aunque  sabía  que  volvería,  algo  sobre  esto  se  sentía definitivo.  La  mitad  de  un  año  no  era  nada  de  tiempo  para  Peter,  pero  para  mí,  se extendía de frente, sin final a la vista.

Se casan!
Besos
@heartespos 

Capitulo 64



Casada  al  atardecer.  Lo  que  se  había  sentido  como  una  exagerada  fantasía  hace  horas ahora se apretaba contra mí, una realidad inminente que se  precipitaba más rápido de lo que podía huir. 
No era  que estuviera corriendo. Esto era lo que había querido,  ¿no? No ser  la esposa de nadie, pero si darle a Peter una oportunidad. Darle la misma esperanza que había querido para mí misma, y ahora con mi madre aquí, incluso si ella no era exactamente la misma, habíamos ganado, ¿no?
No... no todos. Hera no había ganado, y tampoco lo había hecho Hermes. Para que Peter estuviera vivo y feliz, para que yo tuviera a mi madre de vuelta, ellos tenían que perder.
Hera lo había llevado sobre sí misma, pero Hermes… ¿a qué había renunciado él para que yo tuviera esto?
Con  un  respingo,  me  di  cuenta  de  que  ambos, Peter  y  mi  madre,  estaban  mirándome.
Nosotros habíamos cruzado de alguna manera el salón de baile, y ahora estábamos parados entre  las  pesadas  puertas  dobles  que  estaban  abiertas  lo  suficiente  para  que  los  tres saliéramos.
—Sí,  por  supuesto  —dije,  mi  cara  enrojeciendo—.  Lo  siento,  no  estoy  dudando,  sólo estaba pensando y, por supuesto, que todavía quiero hacer esto.
No fue hasta que Peter se relajó que me di cuenta lo tenso que se había puesto.
—Estoy contento de escuchar eso —dijo él, su alivio claro en su voz—. ¿Podría preguntar en qué estabas pensando?
No quería decirle que estaba preocupada de Hermes, en caso de que fuera todavía una llaga para él, así que en su lugar hice la pregunta que había estado ardiendo en mi mente desde que Afrodita había caminado a través de aquellas puertas. 
—¿Fue todo una trampa?
Hubo un silencio incómodo, y esta vez vi que Peter y mi madre intercambiaban miradas, como si todo lo que ellos necesitaban comunicar fuera una mirada. No era tan imposible, en  realidad,  y  mordí  el  interior  de  mi  mejilla,  irritada  por  lo  que  ellos  estaban compartiendo.
—Sí  y  no  —dijo  mi  madre.  Continuamos  lentamente  por  el  pasillo,  cada  paso  más doloroso que el anterior, pero mis lesiones eran lo último de mis preocupaciones.
—Después de décadas que Peter pasó buscando una nueva reina, cuando se hizo evidente de que su búsqueda no estaban dando los resultados que necesitábamos...
—Yo iba a renunciar —dijo Peter—. Cada chica fallaba antes de que hubieran empezado, o si  se mostraban prometedoras,  aparecían muertas. Ahora sabemos que estaba pasando, pero  no  puedo  decirte  lo  desgarrador  que  era  ver  a  aquellas  jóvenes  mujeres  morir, sabiendo que era mi culpa. No me atrevía a poner a nadie más en aquel peligro, y estaba determinado a que terminara.
Y yo estaba determinada a que tratara hasta que no tuviésemos  más tiempo  —dijo mi madre—. Así que lo arreglamos. Perséfone... —Algo en su expresión cambió, y por el más breve de los momentos vi vergüenza—. Perséfone era mi hija. Tu  hermana. Es mi culpa que ella nunca fuera feliz y, por eso, Peter nunca fue feliz tampoco.
—No fue tu culpa —dijo Peter con bastante fiereza—. No fue culpa más nadie que de mí. Soy el único que no pudo hacerla feliz...
Y yo fui la única que los  empujé junto para empezar  —dijo mi madre—. No discutas conmigo, Peter. Lo digo en serio.
Él se quedó en silencio, aunque creí ver el más elemental indicio de una sonrisa.
—Como  estaba  diciendo  antes  de  que  fuera  groseramente  interrumpida.  —Artemisa  recorrió sus  dedos  en  medio  de  mi  cabello,  y  supe  que  la  brusquedad  en  su  voz  no  significaba nada—.  Tú  siempre  pudiste  elegir,  cariño.  Si  no  querías  hacer  esto,  todos  lo  habríamos aceptado y procedido sin ti. Siempre has tenido el control de tu vida… todo lo que hicimos fue ofrecerte la oportunidad.
Mi garganta se apretó cuando imaginé que podría haber pasado si no la hubiera tenido
—¿Por qué no me dijiste antes?
—Eso  te  habría  dado  una  ventaja  injusta  —dijo  mi  madre—.  Esto  necesitaba  ser  tu decisión,  no algo  que  yo  te  influenciara  a  hacer  o  una  que  automáticamente  desecharas porque sabías en lo que te estabas metiendo. Además —agregó suavemente—. Aunque  te lo hubiera dicho, ¿en verdad me hubieras creído?
Claro que no. Y cuando fuera al mundo real, ¿quién me creería si les dijera cómo pasé mi invierno? Nadie cuerdo, estaba segura de eso. 
—¿Existe siquiera Eden? Todo el mundo aquí, incluso Afrodita y Ares… ¿era parte de darme una elección?
—Eden no existe fuera de las pocas semanas que tú estuviste —dijo Peter—. Si decides volver a donde el pueblo se levantó, no verás nada excepto árboles y campos. Lo siento por el engaño. 
Yo  también.  Apreté  mis  labios,  tratando  de  encontrar  algo  que  decir que  no  me hiciera sonar como si tuviera doce años.
—Sólo…  no  lo  hagan  de  nuevo.  ¿De  acuerdo?  —Miré  entre  él  y  mi  madre—.  No  más mentiras, y no me oculten más cosas.
Para  mi  sorpresa,  mi  madre  rió,  pero  no  era  la  risa  que  solía  hacer.  Era  una  extraña combinación de sonidos… el borboteo de un arroyo,  el canto de  los  grillos y,  de alguna manera, el primer día de primavera. Era increíble. 
—De acuerdo —dijo ella, su voz llena de afecto que se extendió a través de mí e hizo más fácil caminar los próximos pocos metros—. Ahora, antes de que volvamos a su boda, ¿hay algo más que te gustaría saber?
Mi boda. Un nudo se formó en mi garganta, y fue todo lo que pude hacer para hablar a su alrededor. 
—Sí  —dije  con  voz  ronca—.  ¿Qué  clase  de  nombre  es  Diana  para  una  diosa,  de  todos modos?
Rió de nuevo, y el nudo en mi garganta se perdió. 
—Artemisa  estaba  bastante  incómoda  con  que  yo  usara  su  nombre  Romano,  pero  ella  no  lo quería, y siempre he estado muy encariñada con él. Todos elegimos nuevos a lo largo de los años.

—Unos  que  hacen  juego  con  dónde  y  cuándo  estamos  —dijo  Peter—.  Somos  los  más famosos  dentro  de  la  Mitología  Griega,  y  eso  es  porque  somos  conocidos  en  todo momento por nuestros nombres griegos.

Segundo por hoy y ya cada vez queda menooos.
Besos

@heartespos

Capitulo 63


Mi  madre  se  veía  exactamente  como  lo  había  hecho en mis sueños. Saludable y completa,  como  si  nunca  hubiera  estado  enferma  ningún  día  de  su  vida.  Pero había algo sobre  ella, alguna cualidad indeterminable  que la hacía ver como  si estuviera resplandeciendo desde adentro, como luz colándose para ser liberada.
—¿Qué estás  haciendo aquí?  —Mientras lo pregunté, supe que era obvio. La única  cosa que evitaba que me pusiera furiosa era la alegría de verla de nuevo, pero incluso eso fue rápidamente reemplazado por confusión.
—Lo siento —dijo ella con la misma simpática sonrisa que había visto en su rostro miles de veces antes. Cada vez que raspaba mi rodilla, cada vez que arrastraba en casa horas de tarea y apenas tenía tiempo para cenar, cada vez que el doctor nos decía que ella sólo tenía meses de vida.
En tantas formas ella era extraña, pero con esa sonrisa, todavía era mi madre. 
—El engaño era la única manera en que podías ser sometida a las pruebas. Nunca quise hacerte daño, cariño. Todo lo que hice fue para protegerte y mantenerte tan feliz como me fue posible.
Sabía que ella estaba diciendo la verdad, pero no podía dejar de sentir la humillación de ser engañada. Incluso  si hubiera sido  por mi propio  bien, eso  no  me hacía sentir  como algo menos que una idiota por no darme cuenta de quién era ella. Mi madre era una diosa. No era algo que pudiera simplemente encogerme de hombros y aceptar.
—Diana —dijo Zeus, y ella dio un paso hacia mí, la blanca bata de seda que ella usaba estaba moviéndose con ella como si estuviera sumergida en el agua. No estaba demasiado cerca  como  para  tocarla,  pero  estaba  lo  suficiente  cerca  para  ver  que  sus  ojos  estaban brillando. Si eso era de lágrimas u orgullo o poder, como Peter y sus ojos lo hacía a la luz de la luna, no podría decirlo.
En  la  séptima  y  última  prueba,  orgullo  y  humildad.  —Mi  madre  hizo  una  pausa  y sonrió—.Lali pasas.
No entendía.  La sentencia estaba  dictada, ¿no? ¿Ellos no  habían tomado su decisión  ya?
No  podía  fallar  ninguna  de  las  pruebas.  El  mismo  Zeus  lo  había  dicho.  Esperé  por alguna clase de explicación, pero eso no llegó.
—¿Los que están de acuerdo? —dijo Zeus.
Salvajemente me di la vuelta de cara en cara, pero ninguno de ellos me dio un indicio. Afrodita, Artemisa,  incluso  Peter no dieron signo alguno  de lo  que  estaba  pasando.  Uno  después del otro  murmuraba  sus  acuerdos.  Para  mi  sorpresa, Hera,  que  se  veía  tan  pálida  y miserable que no pude evitar sentir un pinchazo de simpatía por ella, también asintió con la cabeza. Ellos estaban diciendo sí, me di cuenta. Estaban votando.
A  pesar  de  que  había  dormido  con  Peter,  por  algún  milagro  no  había  fallado completamente.  Pero  cuando  el  voto  alcanzó  a  Hermes,  mi  respiración  se  quedó  en  mi garganta, y estaba segura de que él sacudiría la cabeza. Sin encontrar mis ojos, él también asintió. Los otros continuaron votando, pero lo miré a él, y cuando al final levantó la vista, yo vocalicé un simple gracias.
—Entonces está decidido —dijo Zeus cuando el voto llegó a él—. A Mariana Esposito le será concedida la inmortalidad, y se unirá a uno de nuestros hermanos, para gobernar el Inframundo  con  él  por  cuanto  tiempo  como  desee.  —Y  cuando  sonrió,  sus  viejos  ojos centellearon—. Bienvenida a la familia. Esta sesión del consejo esta terminada.
La resolución en su voz me confundió, y me dejó sin palabras, esperé mientras el consejo se ponía de pie y se dirigía hacia la puerta. Algunos —Artemisa, Hefesto, Atenea, Hestia, incluso Dioniso— apretaron mi hombro o me dieron una palabra de estímulo cuando pasaron. Afrodita sonreía ampliamente. Otros, particularmente Hera, no dijeron nada cuando se fueron.
Hermes, también pasó sin una palabra, sus hombros encorvados y su cabeza cabizbaja.  
Recordando su asentimiento y pensando en lo que eso debía haberle costado, quería llegar a él, pero estaba congelada en mi taburete, incapaz de moverme, con miedo de que todo eso se destruyera y se revelara por sí mismo para ser nada menos que un sueño. 
Pronto sólo quedamos tres de nosotros. Yo, Peter y mi madre. Artemisa se puso de pie una vez que  los otros se  habían ido y,  sin una  palabra, me  envolvió en sus  brazos, abrazándome suavemente. Apoyé mi mentón en su hombro y enterré mi nariz en su cabello. Manzanas y Fresas. En realidad era ella.
No sé  cuanto tiempo me sostuvo,  pero para el momento en  que nos dejamos  ir una a  la otra, mi pecho dolió y caí en la mitad del taburete. Artemisa me ayudó a enderezarme, pero fue Peter a unos cuantos metros de distancia quien captó mi atención.
—Fue...  —Hice una pausa y aclaré mi garganta, odiando lo pequeña que sonó mi voz—. ¿Fue una cosa buena o una mala?
Peter dio un paso junto a mí y ambos, él y mi madre, suavemente me ayudaron a ponerme de pie. 
—Pasaste —dijo él—. Espero que estés contenta.
Contenta no era exactamente la palabra para eso. Confundida, sí. Tambaleante, seguro. Y no iba a estar contenta hasta que entendiera qué había pasado.
—Él  dijo  que  fallé  —dije,  tambaleándome  sobre  mis  pies—.  ¿Cómo  pude  pasar  después que fallé?
—Era la séptima prueba, cariño —dijo mi madre—. No fallaste con la lujuria. Incluso si no lo hubieras  amado, Peter se aseguró de que todos fuésemos  conscientes de lo que pasó.
Esto sólo era el consejo probando tu orgullo. Al aceptar tú fracaso a pesar de que querías quedarte, y respetar la decisión del consejo, tú mostraste humildad.
—Y por mostrar humildad, pasaste la prueba final —dijo Peter.
—Así que... —Me detuve, odiando que me sentirme tan lenta y estúpida, pero se sentía tan bien que fuera verdad.  
—¿Qué significa eso? ¿Qué va a pasar ahora?
Peter aclaró su garganta.

 —Eso significa, que estaremos casados al atardecer.

Comenzamos hoy con el desenlace de esta novela, ya no nos queda casi nada espero que les gusten estos capitulos, para mi son los mas importantes y bonitos, nosé yo creo que los finales siempre son importantes y la parte mas triste pero bonita a la vez, ahora les subo otro.
Besos
@heartespos

jueves, 13 de noviembre de 2014

Capitulo 62


Atenea se puso de pie después, su cabello que flameaba en una luz brillante. 
En la prueba de la Pereza, Lali pasó. —Artemisa me dio una sonrisa traviesa—.Tus hábitos de estudio eran bastante inspiradores, sabes.
¿Esto era lo que Peter quiso decir cuando había dicho que posiblemente no podría fallar después de casi matarme estudiando para esa estúpida prueba? Tenía que ser, pero ellas no podían ser tan simples.
Hestia  era  la  siguiente.  Artemisa  lucía  tan  cálida  y  maternal  como  siempre,  y  era  difícil  de imaginar que pudiera ser parte de algo tan aterrador y oficial.
En  la  prueba  de  la  Codicia,  Lali  pasó.  —Artemisa  debe  haber  visto  mi  mirada  confusa, porque  ella  sonrió  y  añadió—:  Tu  ropa,  querida.  Cuando  te  ofrecieron  un  nuevo guardarropa, tú no dudaste en permitir que tus amigos se ayudaran a sí mismos también.
Di un suspiro de alivio, al parecer no tener gusto en los vestidos era una virtud.
—La Gula —dijo Artemisa, de pie. Fruncí el ceño… de todos ellos, pensaba que Hera habría sido  quien  manejaría  eso—.  Mientras  que  Lali  se  hizo  consciente  de  que  ésta  era  una prueba, y aunque estuvo inconsciente la mayor parte del tiempo, voluntariamente tomó la decisión de dejar de comer. —Artemisa levantó una ceja—. Aunque yo te recomendaría por lo menos tres comidas al día fuera de estas paredes.
Afrodita se puso de pie luego, girando de un lado a otro con una sonrisa infantil en su rostro. 
—En cuanto a la Envidia, Lali pasó con gran éxito.
—¿Envidia? —dije, mi voz quebrada mientras trataba de recordar que podría ser.
—El día de la muerte de Dioniso. —Ella me lanzó una mirada de disculpa y le guiñó un ojo a  él—.  No  dejaste  que  los  celos  interfirieran  en  tu  decisión.  Quiero  decir,  no  estabas celosa… ése es el punto. Eras justa, y paciente conmigo, aunque yo no lo merecía.
Entonces Dioniso —o quien sea que él fuera— en realidad había sido asesinado. O lo que sea, porque yo estaba bastantemente segura de que los dioses no podían morir. Encontré algún tipo de alivio al saber que no todo sobre estos seis meses había sido un guión. Hera  era  la  siguiente,  esta  pálida  y  conmocionada,  aunque  su  voz  sonaba sorprendentemente fuerte.
—La Ira —dijo ella, levantando sus ojos para encontrarse con los míos. Por un momento, creí haber visto la sombra de una sonrisa en su rostro, pero se fue tan rápido como había venido—. Con tú decisión de hoy en cuanto al castigo por mis acciones, Lali has pasado.
Estaba segura de que lo que había hecho Hera no había sido planeado, lo que significa que no todas las pruebas habían sido decididas antes de tiempo. ¿Qué habría sido lo que la motivó a intentar matarme? De cualquier modo, cinco lista, faltan dos.
Zeus fue quien se puso de pie después.
—La  lujuria  —dijo  él,  y  mi  corazón  se hundió. Él  no  me  podía  reprobar  por  eso.  Ellos tenían que saber lo que Hera había hecho—. Tuviste relaciones lujuriosas con nuestro hermano,  un  acto  que  está  estrictamente  prohibido  antes  de  que  el  concejo  tome  una decisión y que el matrimonio ocurra.  —Él presionó sus delgados labios, y de repente me faltaba el aire, ¿él no entendía que nosotros habíamos sido engañados? Tenía que existir un truco, una escapatoria, algo que les hiciera perdonar esa noche.
—Pero... —comencé, pero la voz de Zeus cortó la mía.
—Lo siento, Mariana, pero en la prueba de la lujuria, tú has fallado.
Fallado.
Las  palabras  se  repetían  sin  parar  en  mi  cabeza.  La  habitación  comenzó  a  girar  a  mi alrededor. Y sólo mi taburete de hierro fuerte me impido caer. Mi pecho dolía, Y yo sentí
como si el aire en sí mismo presionara sobre mí. Haciéndome imposible respirar. Esto no podía estar sucediendo.
—Hermano  —dijo  Peter  con  la  voz  tirante—.  Me  gustaría  impugnar  la  decisión  del consejo sobre esto.
—¿Si?  —dijo  Zeus.  Miré  esperanzadamente  entre  ellos,  luchando  por  mantener  una espiral descendente en la desesperación. Todavía había una oportunidad.
—Como  ustedes  saben,  la  prueba  en  cuestión  fue  comprometida.  Ambos  estábamos  con grandes  dosis  de  afrodisíaco  que  afectó  tanto  nuestra  mente  como  nuestros  cuerpos, permitiendo que nuestras inhibiciones  fueran reducidas. Si alguien debe ser culpable por aquella noche, ese soy yo.
—No —dijo una pequeña voz. Hera—. Soy yo. Yo soy quien lo hizo. Pensé… yo pensé que si ella fallaba en la prueba...
Zeus frunció el ceño. 
—Sí, estoy consciente. Pero tú sabes tan bien como yo que nuestras reglas son firmes. No importan las circunstancias, ellas deben ser seguidas.
Peter suspiró, y algo dentro de mí se rompió. Se veía tan destrozado como yo me sentía, agotado por el dolor claramente, pero fue la forma en que me miró, esa agonía. Sus ojos estaban  nublados por la  angustia, y  ya podía  verlo alejarse.  Se había  atrevido a  guardar alguna esperanza en mí. Lo había intentado porque  yo lo había obligado, y era  mi culpa que él se viera así. Era mi culpa que a él le doliera tanto.
—No —solté—. Peter no se merece esto. Hera dijo que esto era su culpa, y ella lo hizo a propósito. Esto no debería contar. No puede contar.
—Me temo que esto no depende de ti. —Zeus frunció el ceño, y contra mi buen juicio, lo fulminé con la mirada.
—Él es tu hermano, y si tú haces esto, él morirá… o dejara de existir o lo que sea. No me importan  cuán  estrictas  sean  sus  reglas.  Si  lo  amas  la  mitad  de  lo  que  yo  lo  hago,  no entiendo por qué no consigues ver que esto no es justo.
—Esto no siempre es acerca de la justicia.  —La voz  de Zeus era más suave de lo que esperaba,  y  su  expresión  era  extrañamente  compasiva—.  A  pesar  que  la  evidencia demuestra lo contrario.  —Miró a Afrodita, y ella rodó  sus ojos—. Nosotros no  toleramos la lujuria.
¡Pero no fue lujuria! —Estúpidamente trate de ponerme de pie, y el dolor explotó en mi pecho, pero yo me negué a dejar que esto fuera el final—. No soy culpable  de  la lujuria, porque lo amo. Tú no puedes acusarme de algo que no hice, no cuando Peter tiene que morir por ello. Algo más. Está bien… hagan lo que quieran conmigo, no me importa. Pero no  le  hagan  esto  a  Peter  —dije,  las  lágrimas  borraban  mi  visión—.  Por  favor.  Haré cualquier cosa.
—Lali  —dijo  Peter.  Su  rostro  endurecido  y  sus  hombros  estaban  tensos,  como  si estuviera luchando para quedarse quieto—. Está bien.
—No, no lo es. No es justo.
—Mariana —dijo Zeus—. Tú dices que harías cualquier cosa, pero no estás haciendo lo único que te pedimos.
—¿Qué? —Limpié mis mejillas con la manga de mi vestido.
—¿Aceptas tu fracaso y las consecuencias de ello?
No,  desde  luego  que  no.  Esto  era  una  broma  cruel,  una  burla  a  la  justicia.  Peter  y  yo finalmente teníamos una oportunidad de ser felices, y ahora ambos habíamos perdido. No podía  mirar  el rostro de Peter  o  de  cualquiera  de  las  otras caras que me rodeaban,  no podía soportar ver su decepción.
—Acepto  que  el  consejo  ha  decidido  que  fracasé,  sí  —dije  con  la  voz  ahogada—.  Y entiendo  lo  que  esto  significa…  pero  no  creo  que  sea  justo  lo  que  están  haciendo  con Petery si hay algo que pueda hacer para a hacerles cambiar de opinión, lo haré.
Zeus me miró, y había algo tan intimidarte sobre él que me pregunte si iba a golpearme o cualquier cosa que los dioses hacían a las personas que no le gustaban.
—Has fallado, Mariana. No hay nada que puedas decir que pueda cambiar ese hecho.
Parpadeé  con  rapidez,  tratando  de  recuperarme.  No  quería  que  el  último  recuerdo  que Peter tuviera  de  mí  fuera  éste,  de  vuelta  en  mi  asiento  con  mucho  esfuerzo  para afrontarme al fin a él, me las arreglé para dejar salir un pequeño: 
—Lo siento.
Él no mantuvo mi mirada, y yo no podía culparlo. Había fallado, y ahora él tenía que sufrir por ello.
Atrapada entre la ira y la desesperación en esta sala que parecía presionar alrededor de mí, entregaba golpe tras golpe aplastante, cuando lo único que yo deseaba más que nada era poder volver hacia atrás el reloj a esa noche con el fin de evitar que sucediera. Peter se merecía mucho más que esto, y yo no fui capaz de dárselo, no importa lo mal que lo hice.
El  silencio  parecía  hacer  eco  en  el  salón  de  baile,  ya  que  nadie  dijo  ni  hizo  nada.  Los segundos sólo pasaban, pero se sentían como horas. Como una amargada decepción que se asentaba en la boca del estómago,  cuando un pensamiento racional vino a mi mente:  ¿Y ahora qué?
Un ruido detrás de mí me llamó la atención, y traté de darme la vuelta para ver qué era, pero con cualquier movimiento que hiciera sentía como si mi pecho estuviera en llamas. Oí el  ruido  de  una  puerta  cerrándose,  y  el  suave  clic  de  los  tacones  contra  de  mármol haciendo eco a través del salón de baile.
—Hermana —dijo Peter, con su voz de oro que provocó que mi dolor menguará. Cuando miré las caras de los otros miembros del consejo, me di cuenta de que todos parecían estar felices  y  aliviados.  Y petulantemente,  me  di  cuenta,  mirando  a  Afrodita.  Que  Incluso  Hermes parecía contento de verla.
—Hola, Peter.
Solté  todo  el  aire  de  mis  pulmones  cuando  su  voz  llenó  mi  cabeza,  espantando  mis pensamientos  hasta  que  no  quedaba  nada más que su  voz.  Olvidando  el  dolor,  estiré  mi cuello  para  verla,  mirando  como  saludaba  a  todos,  especialmente  a  Hera con  una sonrisa y un beso en la mejilla. Haciendo su camino alrededor del círculo y cuando llegó a donde estaba Peter, la recibió con los brazos abiertos.
En  el  fondo  de  mi  mente  me  di  cuenta  que  estaba  boquiabierta,  pero  yo  no  podía demostrarlo. Artemisa se separó de Peter y se sentó en el trono a su lado, en el de las ramas y las  enredaderas  que  había  estado  anteriormente  vacío,  y  algo  dentro  de  mí  cayó  en  su lugar.
—Hola, Lali —dijo, y abrí y cerré la boca varias veces, pero no salió nada. Por último, me obligué a tragar, y cuando me las arreglé para hablar, me salió algo más como un graznido.

—Hola, mama

Bueno chicas eso es too por hoy el final ya esta cerca muy cerca así que decidme que queréis para la próxima novela, una adaptación, una novela mía... O sino yo ya entre estoy días tengo pensado en seguir con una adaptación pero estoy entre tres os parece bien que os suba las sinopsis y vosotras mismas elegís? 
Que tenga un maravilloso día.
Besos
@heartespos

:3

:3

Wonderland life Designed by Ipietoon © 2008

Back to TOP