Capitulo 36
—Todavía la detuviste —dijo la segunda voz. Era dolorosamente familiar,
pero hablaba tan bajo que era difícil de ubicar—. Artemisa te dijo dos veces
que la dejaras sola, y la ignoraste.
—Debido a que ella no entendía. —Peter miró por encima del hombro a un
lugar detrás de la puerta donde estaba el otro.
—No importa. —Habló con rencor, y miré a Afrodita, pero ella estaba en la
esquina ahora—. Le impediste salir.
—Puedo argumentar semánticamente contigo toda la noche, pero el hecho
es que ella no ha salido de la propiedad —dijo Peter—. No tienes derecho
de pedirles a los otros miembros del consejo que den por terminado el
acuerdo.
—Lo hago, y lo haré. —Pasó una sombra sobre mí, y me eché hacia
atrás—. No voy a dejarte forzarla para que se quede como lo hiciste con
Perséfone. Artemisa no es tu prisionera, y tú no eres su guardián. No puedes
manipularla en esta situación y luego actuar sorprendido cuando ella te
odie tanto que quiera irse.
Malicia goteaba de sus palabras y su voz estaba llena de veneno. A través de
la sala Peter se puso tenso, pero no dijo nada. La urgencia de hablar por él era
abrumadora, y quería tan desesperadamente decirle a quienquiera que
fuera que era un idiota y que me quedaba porque quería ayudar a
Peter, no porque me estuviera forzando, pero las palabras murieron en mis
labios. Había pasado meses sin respuestas. No podía renunciar a cualquier
oportunidad que pudiera tener finalmente de conseguirlas.
—Déjala ir —dijo la voz, más tranquila esta vez—. Perséfone no te amó,
y no puedes reemplazarla por mucho que trates. Incluso si se pudiera, Lali no
es esa persona.
—Artemisa podría serlo. —Las palabras de Peter salieron ahogadas—. Mi
hermana piensa que lo es.
—Mi tía está demasiado cegada por la culpa y la determinación de ver la
situación con claridad. Por favor, Peter. —El piso crujió de nuevo mientras él
dio un paso hacia Peter.
Podía distinguir su brazo ahora, y llevaba una chaqueta negra que se
veía demasiado delgada para noviembre—. Deja que se vaya antes de
que muera, también. Los dos sabemos que es sólo cuestión de tiempo, y si te
preocupas por ella de verdad, la dejarás ir antes de que se convierta en otra
víctima. —Hizo una pausa, y contuve la respiración—. Once chicas ya han
muerto por tu culpa. No conviertas a Lali en la duodécima debido a tu
egoísmo.
El sonido de cristales rotos explotó a centímetros de mí. Di un grito
ahogado y me tambaleé hacia atrás, y mi tobillo se torció debajo de mí otra
vez. Grité, cayendo al suelo.
La puerta se abrió, y la sangre huyó de mi cara cuando vi quien estaba en el
otro lado. Hermes
También estás en esto? —Mi voz estaba ronca, y miré fijamente a Hermes con
incredulidad. Se veía exactamente como lo recordaba de la escuela: orejas
prominentes, su despeinado y rubio cabello, y sus gruesos auriculares
alrededor de su cuello.
—Lali... —comenzó, pero Peter apareció en la puerta, y empujó a un
lado a Hermes.
Cuando Peter me ofreció su mano, la tomé; mirando a Hermes. —¿Qué está pasando? —Las palabras salieron ahogadas, y casi no podía ver bien, pero no iba a concederles a ellos una salida—. Dime. Primero Sofía, luego
Atenea, ahora tú...
—Tal vez será mejor si continuamos esta conversación dentro —dijo Peter
con una mueca. Apreté mis dientes y asentí, apoyándome en él cuando me
ayudó a entrar en la habitación.
En el interior, me di cuenta de que era un dormitorio. Aunque no estaba lleno
de polvo, tenía la sensación de no haberse usado, y cuando Harry me ayudó a
moverme alrededor de los cristales rotos en el suelo de madera, vi un cuadro
destrozado tirado en el suelo, su imagen rota y doblada. Sonriéndome
estaba la fotografía de una chica que no podía ser mucho mayor que yo,
con sus mejillas pecosas y su cabello rubio. Junto a ella estaba Peter, y se veía
mucho más feliz de lo que nunca lo había visto, toda la tensión de su cuerpo
había desaparecido.
—¿Quién es? —pregunté, pero sentía dentro de mí, que ya lo sabía.
Peter miró la fotografía y el dolor cruzó su cara. Esperó hasta que me hubiera
ayudado a estar en la cama antes de responderme, e incluso cuando lo hizo
no me miró a los ojos.
—Perséfone —dijo con una frágil voz que amenazaba con romperse—. Fue
hace mucho tiempo.
—No demasiado tiempo —dije, mirando la imagen—. No sí tenían cámaras
entonces.
—No es una fotografía —dijo, inclinándose para recogerla—. Es un reflejo. Mira.
Sus manos temblaban cuando me entregó el cuadro, y cuando lo examiné,
me di cuenta de que tenía un espesor que las fotografías no tienen. Parecía
brillar como si fuera un charco de agua, y Perséfone y Peter estaban
moviéndose. Se parecía un poco a una película casera, pero ella
parpadeó y yo pude ver los brazos de Peter alrededor de ella.
—Artemisa es hermosa —dije en voz baja. Parte de mí estaba celosa,
sabiendo que nunca podría estar a la altura de su recuerdo, pero estaba tan
consumida por la tristeza de lo que Peter debió haber pasado, que la reprimí-.
Lo siento.
Él hizo un gesto con desdén, como si no fuera la gran cosa, pero cuando le di
la imagen la tomó suavemente y pasó su mano por la superficie. La alisó,
como si nunca hubiera sufrido daño.
—Como te dije, fue hace mucho tiempo.
Una leve tos rompió mi atención lejos de él, y miré hacia arriba para ver a
Hermes estando cerca de la puerta. Mis ojos se entrecerraron.
—¿Qué?
—Me preguntaste por qué estaba aquí. —Cruzó sus brazos y se apoyó contra
la puerta, cerrándola con firmeza. Detrás escuché un chillido. Afrodita
estaba todavía ahí, pero no era algo que ella quisiera oír.
—Y aún no me lo has dicho. —Hice una mueca cuando Peter tocó
suavemente mi tobillo.
—Él es mi sucesor —dijo, y lo miré fijamente—. Él asumirá mis deberes si yo
desaparezco.
Una ola de terror se apoderó de mí, y miré a Hermes, disgustada.
—¿Es por eso que trataste de impedirme venir aquí? Sabías que yo era
su última oportunidad, y pensaste que si me detenías tendrías una clara
oportunidad entre los ganadores.
Holaaa! ya estoy aquí de vuelta, hoy les subiré un par de capítulos y nos leeremos al largo de la semana.
Besos!
@heartespos
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