Capitulo 66
Casada un día e ida
al siguiente. De alguna manera no parecía justo. Podía regresar antes si
quería, lo sabía, pero mi madre insistió en que pasara el primer verano sin Peter.
La mañana
siguiente desayunamos en la cama,
yo con mis piernas
cruzadas usando mi pijamas a un lado y él en el otro. Se me
permitió comer ahora que era primavera otra vez, e incluso aunque yo no estaba
tan hambrienta como era usual, ataqué mis panqueques con inusitado vigor,
convirtiéndome un desastre en el proceso. A Peter
no pareció importarle; de vez en cuando se inclinaba hacia mí y besaba el
sirope de mis labios, sonriendo al ver que me sonrojaba.
Empacar no tomó
nada de tiempo, y
mucho más pronto de lo
que había anticipado, me paré
frente a la
mayoría de mi nueva
familia en el serpenteante
camino de entrada
que conducía a las puertas delanteras. Una vez más, Hera faltaba pero
era el espacio vacío de Hermes que hizo que mi interior diera un vuelco
desagradable.
Uno a uno los abracé
despidiéndome, incluso al hosco Poseidón, quien olía a caballos y lucía como si quisiera estar en cualquier
lugar menos siendo testigo
de esta demostración de sentimentalismo lleno de lágrimas. Incluso
antes de haber llegado a ella, Afrodita estaba llorando, y arrojó sus brazos
alrededor de mí tan fuertemente que pensé que nunca me dejaría ir.
—Oh, Lali… ¡voy a
extrañarte!
—Voy a
extrañarte, también. —No
importa lo que
haya pasado entre
nosotras ese invierno, esperaba
que esas lágrimas significaran que todo estaba perdonado y que la vería cuando
regresara en el otoño.
—Un día tendrás que
ponerme al corriente de todo lo que pasó cuando no estaba mirando.
Artemisa asintió, muy
abrumada para hablar y, con un último abrazo, finalmente nos soltamos.
Mi madre
era la próxima.
Artemisa se paró serenamente en
la luz del
sol, luciendo como si estuviera brillando y, por un
momento, estuve temerosa de tocarla. Artemisa arregló eso por mí, estrechándome
en un abrazo y dándome un beso húmedo en el cachete.
—Diviértete —dijo
ella cálidamente, pero había un brillo en sus ojos que dejaba claro que esperaba
que yo mantuviera nuestro trato. Me mantendría alejada durante seis meses, pero
éste era el único verano
que dejaría que me diera
órdenes—. Ve a experimentar la vida mortal antes de que pase de largo.
Yo no
estaba segura ni
siquiera de ser
capaz de disfrutar
de la vida
mortal de nuevo, sabiendo lo que me esperaba en el
otoño, pero asentí.
—Te quiero —dije, repentinamente
tan abrumada como Afrodita. Mi madre me observó, y por un largo momento se
sintió como si fuésemos las únicas dos personas en el mundo. Pero tan rápido
como había venido, el sentimiento se desvaneció, y luego era el turno de Peter.
No sabía qué decir,
así que en su lugar envolví mis brazos alrededor de él, y me abrazó. Yo estaba
llorando en serio ahora, haciendo un lío el poco maquillaje que Afrodita me
impuso en la mañana, pero no me importaba.
—Cuida de Pogo, ¿si?
—dije sorbiéndome la nariz, alejándome para limpiar mis ojos.
—Hera y yo prometemos
hacerlo —dijo sin apartar los ojos de los míos—. Lali… lo que sea que te esté esperando afuera de esa
puerta, recuerda que el
verano es tuyo para hacer lo que
quieras. —Su voz era tensa, pero él
parecía hacer un esfuerzo para forzarla más allá de eso—. No es asunto mío lo
que decidas hacer con ese tiempo.
—Lo sé —dije—. Y
también sé que lo que siento por ti no va a cambiar sólo porque las estaciones
lo hagan. Así que si no te importa mucho, voy a apegarme a los votos que hice.
—Le di lo que
esperaba que fuese una sonrisa tranquilizadora—. No puedes deshacerte de mí tan fácilmente.
Se las arregló para
devolvérmela.
—No puedo decirte
cómo me tranquiliza escuchar eso, pero eso todavía no cambia…
— Peter—dije
firmemente—. Es suficiente sobre eso. Estás atrapado conmigo te guste o no, así
que es mejor que te vas acostumbrado.
Dudó, pero finalmente
se rindió.
—Cada vez que me
necesites, estaré a tu lado. Te doy mi palabra.
Asentí, y el presionó
sus labios en mi frente. Fue un beso tan casto que me preguntaba si me iba a
dar un adiós adecuado o no. Probablemente no, me di cuenta. No con mi madre viendo.
—Estaré esperando por
ti cuando regreses —dijo él—. Y te amo.
Esta vez no lo había
imaginado o soñado, él de verdad lo había dicho, y no por ninguna prueba,
apuesta u obligación. Es porque lo decía en serio. Algo dentro de mí se hinchó,
y sentí como si fuese a estallar.
—Yo también te
amo.
Con eso,
él hizo frente al
desastre que era mi
cara y me besó profundamente. Traté de hacer que persistiera, pero él se alejó, y
yo sabía que era hora de irme.
Marchaba por el
camino de entrada, mirando por encima del hombro cada pocos segundos mientras me
tomaba mi tiempo. Mientras
que la presencia
de Peter detrás
de mí me empujaba hacia atrás, saber que tendría que salir antes de que
pudiera verlo de nuevo me empujó hacia adelante. Ésta era mi casa ahora, y nada
podría alejarme para siempre
Cuando llegué a la
cima de la leve colina que ocultaba cualquier visión de la mansión al mundo
exterior, me di vuelta y me despedí con la mano, sorprendida de ver que Peter
era el único que seguía ahí. Levantó la mano en respuesta, y me obligué a
seguir adelante.
La puerta quedó
a la
vista y con ella una visión que me
hizo parar en seco. De repente, entendí
exactamente porqué Peter había sido tan firme en recordarme que podía hacer lo que
quisiera con mis veranos.
Hermes estaba
recostado sobre el mismo carro que había usado para llevarme a la mansión, y
usaba los mismos enormes audífonos que había tenido en septiembre. Lo único que
era diferente era la falta de una sonrisa en su rostro.
Salí de entre las
puertas y vacilé, sin saber qué decir. Sin mediar palabra dio la vuelta para abrir la
puerta para mí,
y yo le
di las gracias,
pero no dijo
nada. No fue
hasta que estuvimos conduciendo
por la carretera de grava
que finalmente encontré
el valor para hablar, y aun así
mi voz salió como un chillido.
—Lo siento —dije, mis
manos entrelazadas con tanta fuerza que mis nudillos se volvieron blancos—. Por
todo.
—No lo sientas. —Él
giró en la esquina y el seto desapareció de la vista—. Hiciste lo que tenías que
hacer, y lo mismo
hizo Peter. Lo mismo
hizo el Consejo. Sabía
que era una apuesta arriesgada de todos modos después
de que te conocí.
Yo apreté los labios,
sin saber qué decir. Yo estaba segura de que lo había dicho como un cumplido,
pero no ayudaba la culpa que me atormentaba sin cesar.
—Vas a vivir por
mucho tiempo, ¿verdad? Es decir, el mundo no se va a acabar mañana.
—No lo
sé —dijo Hermes
y, por un
momento, oí un
atisbo del chico
que disfrutaba construyendo cosas
con papas fritas—. Con Hera a la
carga, todo es posible.
Reclinándome contra
mi asiento, me permití relajarme. Al menos él seguía en algún lugar ahí
dentro.
—¿Adónde vamos?
—A un lugar al que
creo deberías ir antes de que te vayas por el verano —dijo. Cuando quedó
claro que no me daría más detalles, me resigné
a mirar por la
ventana e intentar pensar en algo que decir que no lo hiriera mucho.
Peter había dicho la
verdad. Lo que una vez fue la calle principal del Eden ahora era una calle sucia
rodeada de árboles
por todas partes,
y el lugar
donde había estado
la Preparatoria Eden ahora no era más que un prado. Aunque yo sólo había
estado ahí unas semanas, sentí un vacío
en el estómago al pasar. Ya no habría regreso, no a la vida que había
conocido como mortal, y era una pérdida para la que no estaba preparada.
Ya nos queda solamente un capitulo y acaba
Besos
@heartespos
1 comentarios:
Espero k se de la vuelta ya!!!
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