domingo, 16 de noviembre de 2014

Capitulo 66




Casada un día e ida al siguiente. De alguna manera no parecía justo. Podía regresar antes si quería, lo sabía, pero mi madre insistió en que pasara el primer verano sin Peter.
La  mañana  siguiente  desayunamos  en  la  cama,  yo  con  mis  piernas  cruzadas  usando  mi pijamas a un lado y él en el otro. Se me permitió comer ahora que era primavera otra vez, e incluso aunque yo no estaba tan hambrienta como era usual, ataqué mis panqueques con inusitado vigor, convirtiéndome un desastre en el proceso. A Peter no pareció importarle; de vez en cuando se inclinaba hacia mí y besaba el sirope de mis labios, sonriendo al ver que me sonrojaba.
Empacar  no tomó  nada  de tiempo,  y  mucho más  pronto  de lo  que  había anticipado,  me paré  frente  a  la  mayoría de  mi  nueva  familia  en el  serpenteante  camino  de  entrada  que conducía a las puertas delanteras. Una vez más, Hera faltaba pero era el espacio vacío de Hermes que hizo que mi interior diera un vuelco desagradable.
Uno a uno los abracé despidiéndome, incluso al hosco Poseidón, quien olía a caballos y lucía como  si quisiera estar  en cualquier  lugar menos siendo  testigo de  esta demostración  de sentimentalismo lleno de lágrimas. Incluso antes de haber llegado a ella, Afrodita estaba llorando, y arrojó sus brazos alrededor de mí tan fuertemente que pensé que nunca me dejaría ir.
—Oh, Lali… ¡voy a extrañarte! 
—Voy  a  extrañarte,  también.  —No  importa  lo  que  haya  pasado  entre  nosotras  ese invierno, esperaba que esas lágrimas significaran que todo estaba perdonado y que la vería cuando regresara en el otoño. 
—Un día tendrás que ponerme al corriente de todo lo que pasó cuando no estaba mirando. 
Artemisa asintió, muy abrumada para hablar y, con un último abrazo, finalmente nos soltamos. 
Mi  madre  era  la  próxima.  Artemisa se paró  serenamente  en  la  luz  del  sol,  luciendo  como si estuviera brillando y, por un momento, estuve temerosa de tocarla. Artemisa arregló eso por mí, estrechándome en un abrazo y dándome un beso húmedo en el cachete.
—Diviértete —dijo ella cálidamente, pero había un brillo en sus ojos que dejaba claro que esperaba que yo mantuviera nuestro trato. Me mantendría alejada durante seis meses, pero éste  era el  único verano  que dejaría  que me  diera  órdenes—. Ve  a experimentar  la vida mortal antes de que pase de largo.
Yo  no  estaba  segura  ni  siquiera  de  ser  capaz  de  disfrutar  de  la  vida  mortal  de  nuevo, sabiendo lo que me esperaba en el otoño, pero asentí.
—Te quiero —dije, repentinamente tan abrumada como Afrodita. Mi madre me observó, y por un largo momento se sintió como si fuésemos las únicas dos personas en el mundo. Pero tan rápido como había venido, el sentimiento se desvaneció, y luego era el turno de Peter.
No sabía qué decir, así que en su lugar envolví mis brazos alrededor de él, y me abrazó. Yo estaba llorando en serio ahora, haciendo un lío el poco maquillaje que Afrodita me impuso en la mañana, pero no me importaba. 
—Cuida de Pogo, ¿si? —dije sorbiéndome la nariz, alejándome para limpiar mis ojos.
—Hera y yo prometemos hacerlo —dijo sin apartar los ojos de los míos—. Lali… lo que sea que te esté esperando afuera  de esa  puerta, recuerda  que  el  verano es  tuyo para hacer lo que quieras.  —Su voz era tensa, pero él parecía hacer un esfuerzo para forzarla más allá de eso—. No es asunto mío lo que decidas hacer con ese tiempo. 
—Lo sé —dije—. Y también sé que lo que siento por ti no va a cambiar sólo porque las estaciones lo hagan. Así que si no te importa mucho, voy a apegarme a los votos que hice.
—Le di lo que esperaba que fuese una sonrisa tranquilizadora—. No puedes deshacerte de mí tan fácilmente.
Se las arregló para devolvérmela. 
—No puedo decirte cómo me tranquiliza escuchar eso, pero eso todavía no cambia…
— Peter—dije firmemente—. Es suficiente sobre eso. Estás atrapado conmigo te guste o no, así que es mejor que te vas acostumbrado. 
Dudó, pero finalmente se rindió.
—Cada vez que me necesites, estaré a tu lado. Te doy mi palabra. 
Asentí, y el presionó sus labios en mi frente. Fue un beso tan casto que me preguntaba si me iba a dar un adiós adecuado o no. Probablemente no, me di cuenta. No con mi madre viendo.
—Estaré esperando por ti cuando regreses —dijo él—. Y te amo. 
Esta vez no lo había imaginado o soñado, él de verdad lo había dicho, y no por ninguna prueba, apuesta u obligación. Es porque lo decía en serio. Algo dentro de mí se hinchó, y sentí como si fuese a estallar.
—Yo también te amo. 
Con  eso,  él  hizo frente  al  desastre  que era  mi  cara  y  me  besó  profundamente. Traté  de hacer que persistiera, pero él se alejó, y yo sabía que era hora de irme.
Marchaba por el camino de entrada, mirando por encima del hombro cada pocos segundos mientras  me  tomaba mi  tiempo.  Mientras  que  la  presencia  de  Peter  detrás  de  mí  me empujaba hacia atrás, saber que tendría que salir antes de que pudiera verlo de nuevo me empujó hacia adelante. Ésta era mi casa ahora, y nada podría alejarme para siempre
Cuando llegué a la cima de la leve colina que ocultaba cualquier visión de la mansión al mundo exterior, me di vuelta y me despedí con la mano, sorprendida de ver que Peter era el único que seguía ahí. Levantó la mano en respuesta, y me obligué a seguir adelante.
La puerta quedó a  la  vista y con ella una visión que me  hizo parar  en seco. De repente, entendí exactamente porqué Peter había sido tan firme en recordarme que podía hacer lo que quisiera con mis veranos.
Hermes estaba recostado sobre el mismo carro que había usado para llevarme a la mansión, y usaba los mismos enormes audífonos que había tenido en septiembre. Lo único que era diferente era la falta de una sonrisa en su rostro.
Salí de entre las puertas y vacilé, sin saber qué decir. Sin mediar palabra dio la vuelta para abrir  la  puerta  para  mí,  y  yo  le  di  las  gracias,  pero  no  dijo  nada.  No  fue  hasta  que estuvimos  conduciendo  por  la carretera  de grava  que  finalmente  encontré  el valor  para hablar, y aun así mi voz salió como un chillido.
—Lo siento —dije, mis manos entrelazadas con tanta fuerza que mis nudillos se volvieron blancos—. Por todo. 
—No lo sientas. —Él giró en la esquina y el seto desapareció de la vista—. Hiciste lo que tenías  que  hacer,  y  lo mismo  hizo  Peter.  Lo mismo  hizo  el Consejo.  Sabía  que  era  una apuesta arriesgada de todos modos después de que te conocí. 
Yo apreté los labios, sin saber qué decir. Yo estaba segura de que lo había dicho como un cumplido, pero no ayudaba la culpa que me atormentaba sin cesar.
—Vas a vivir por mucho tiempo, ¿verdad? Es decir, el mundo no se va a acabar mañana.  
—No  lo  sé  —dijo  Hermes  y,  por  un  momento,  oí  un  atisbo  del  chico  que  disfrutaba construyendo cosas con papas fritas—. Con Hera a la carga, todo es posible.
Reclinándome contra mi asiento, me permití relajarme. Al menos él seguía en algún lugar ahí dentro. 
—¿Adónde vamos?
—A un lugar al que creo deberías ir antes de que te vayas por el verano —dijo. Cuando quedó claro  que no me daría  más detalles, me  resigné  a mirar  por  la  ventana e intentar pensar en algo que decir que no lo hiriera mucho.

Peter había dicho la verdad. Lo que una vez fue la calle principal del Eden ahora era una calle  sucia  rodeada  de  árboles  por  todas  partes,  y  el  lugar  donde  había  estado  la Preparatoria Eden ahora no era más que un prado. Aunque yo sólo había estado ahí unas semanas, sentí un  vacío en  el estómago al pasar. Ya  no habría regreso, no a la vida que había conocido como mortal, y era una pérdida para la que no estaba preparada.

Ya nos queda solamente un capitulo y acaba 
Besos
@heartespos 

1 comentarios:

Chari 17 de noviembre de 2014, 1:48  

Espero k se de la vuelta ya!!!

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