Capitulo 58
Él hizo una mueca, y mi estómago se convirtió en un cubito de hielo. Estaba muerta, ¿cierto? Él apenas podía mirarme.
—No —dijo Peter,
mirándose las manos. Estaba sosteniendo la mía—. Sigues viva.
Mi corazón se las
arregló para detenerse y dar un salto al mismo tiempo. Eso quería decir que no
había terminado, que aún podía hacer esto, que quizás pasaría… Pero luego
recordé las últimas palabras de mi madre, y noté lo que quiso decir. No había sido mi tiempo
de irme; fue el
suyo. El horror
me llenó, y no
pude evitar las
lágrimas, demasiado agotada para retenerlas. Luché por sentarme, pero el
dolor en mi pecho estaba matándome.
—Quédate quieta —dijo
Walter firmemente, poniendo
un vaso con algo
en mis labios.
Bebí la dulce
medicina, con los ojos aún húmedos.
Todos me estaban
mirando, pero yo nunca dejé de mirar a Peter, demasiado devastada para sentirme
avergonzada.
—¿Peter? —susurré,
mientras la medicina surtía efecto—. ¿Por qué…? —No podía hacer la pregunta.
Luchando contra las ganas de cerrar los ojos, intenté mover los dedos de los pies
para mantenerme despierta, pero incluso eso dolía.
—Duerme —dijo—.
Estaré aquí cuando despiertes.
Al no tener opción,
me dejé ir, pensando en sus palabras y esperando que fueran ciertas.
Esa noche, no soñé
con mi madre, y supe que ya nunca lo haría. Las pesadillas llenaron las horas,
imágenes de agua y cuchillos y ríos de sangre, y sin importar qué tan fuerte
gritara, no podía despertar. Eran diferentes de las que tuve cuando llegué a la
Mansión Eden, esas habían significado algo, una advertencia. Éstas eran
recuerdos.
Después de
lo que pareció
una eternidad, desperté.
Mis ojos se
abrieron de golpe,
mi cuerpo seguía doliendo y la tensión en mis músculos no ayudaba.
Esperaba luz, pero por varios segundos sólo hubo oscuridad. Mientras mis ojos
se ajustaban, vi a Peter.
Había empujado
un sillón junto a la cama, y
aunque los otros tres lados
de las cortinas estaban cerrados, había suficiente
espacio abierto para que lo viera. Aún sostenía mi mano.
—Buenos días —dijo. Había algo distante en su voz que no
comprendía.
—¿Días? —murmuré,
intentando mover la
cabeza para mirar
por la ventana,
pero las cortinas estaban
cerradas.
Peter pasó
su mano sobre
un candelabro que
había en la mesita
de noche, y
la vela se encendió. No era mucha luz, pero me
bastaba para ver.
—Muy temprano en la
mañana. Aún está oscuro. —Dudó—. ¿Cómo estás?
Buena pregunta.
La consideré un
momento, sorprendida al
notar que el dolor había disminuido considerablemente. Pero no
se refería a eso, y ambos lo sabíamos.
—Se ha ido, ¿verdad?
—Pidió tomar tu
lugar, y lo permití —dijo, con la vista fija en nuestras manos—. Era la única forma en que podía traerte
del Inframundo. Una vida por otra vida, ni siquiera yo puedo romper las reglas
de la muerte.
Sus palabras me
golpearon con fuerza, y me lamí los labios resecos.
—¿Dio su vida por mí?
—Sí —dijo,
ofreciéndome un vaso con agua. Lo tomé con manos temblorosas, derramando más de
lo que tomé. Peter volvió a llenarlo, y esta vez lo llevó a mis labios.
—Estabas muerta, y no
podía curarte. Fue su último regalo para ti.
Sollocé mientras el
dolor se apoderaba de mí. Se había ido, y todo por mi error. Porque había
dejado a Hera
acercarse demasiado. Porque
había confiado en
la persona equivocada. Sentía
como que una parte de mí había desaparecido, como si hubiera perdido algo
esencial que nunca recuperaría. Estaba vacía y llena de dolor al mismo tiempo,
y todo se sentía mal.
Pasaron varios
minutos antes de que pudiera
mirar a Peter,
y mucho más
antes de hablarle. Cuando lo
hice, mi visión estaba empañada y mi voz sonaba forzada.
—¿Qué pasó después de
lo del río?
Su agarre en mi mano
se hizo más fuerte.
—Afrodita encontró
tu cuerpo. Pasó mucho
tiempo intentando salvarte,
pero a pesar de sus
esfuerzos, todo fue inútil.
Mi garganta se cerró.
Después de todo lo que le había hecho, Afrodita intentó salvarme.
—¿Y Hera?
La expresión de Peter
se endureció.
—Hefesto la detuvo.
Será juzgada y castigada por sus actos, y te prometo que mientras yo esté a
cargo del Inframundo, no tendrás que volver a verla.
Temblé, y Peter me
cubrió mejor con la sábana. No se me ocurrió decirle que no era por el frío.
—Fue la que envió
esas pesadillas —dijo—. Y la
que intentó sacarte del camino. Vio el potencial
en ti como todos, y supongo que pensó que sólo podría detenerte si llegaba a ti
antes de que entraras a Eden.
Casi lo hizo. Si
antes tenía mis dudas, ahora era seguro que la única razón por la que el auto no terminó contra un árbol,
fue porque Peter estaba ahí para
protegernos.
—¿Qué va a ocurrirle?
—Aún no lo sé. Debe
haber sabido que no podría salirse con la suya,
porque no intentó huir ni negar su participación, pero… —Dudó—. Sospecho
que creyó que estaría sobre el castigo. A la luz de todo lo ocurrido, creí que
sería apropiado que tuvieras voto en qué va a ocurrirle.
Comencé a preguntar
por qué creyó que no sería castigada, pero una parte de mí lo sabía
—Te ama tanto que no
soporta la idea de que estés con alguien más. Creyó ser la única capaz de
hacerte feliz.
—Y en su lugar fue la
que casi destruyó mi existencia. —Peter se inclinó y me besó los nudillos. Otro
escalofrío me atravesó, completamente diferente al primero.
—Soy quien falló, no
tú, y haré lo posible durante toda nuestra existencia para intentar compensártelo.
—Tú no
me fallaste. —Intenté
ponerme de costado
para verlo, pero
el movimiento únicamente me hizo
ver las estrellas—. Fui yo quien te falló.
Debe haber sabido que
me refería a la prueba, pero igualmente sacudió la cabeza.
—Nunca podrías
fallarme. Debería haber
visto las señales
mucho antes de
esto, y no debería haberla tenido cerca de ti y, por
eso, me siento muy apenado.
Hubo silencio un
momento y finalmente dije en voz baja:
—¿Estás bien? No, no esto, pero por la bebida
y…
—Sí —dijo—. Me disculpo por cómo actué esa mañana. No
estoy enojado contigo, estaba enojado.
—Se detuvo, con
la furia contorsionándole el rostro,
pero cuando parpadeé, su
expresión estaba en blanco—. No fue tu
culpa. Fue una bebida contaminada, nada más.
—Incluso si fallé,
aún te amo, lo sabes.
Varios segundos pasaron, y cuando quedó claro que no iba
a responder, cerré los ojos y
suspiré. Mi cuerpo
pedía dormir, y
con mi mente
atontada por la
pérdida de mi madre, estaba segura de que no podría
resistir. No podía estar segura, pero mientras encontraba el borde de la
inconsciencia, su voz me llegó, amable y cálida y todo lo que necesitaba oír
tan desesperadamente.
—Yo también te amo.
Durante la semana
siguiente, Peter se quedó a mi lado. Lo que sea que tuviera el dulce tónico de Zeus
se mantuvo deslizándose por mi garganta
trabajando, y pasé la mayoría del tiempo dormida. Finalmente, las
pesadillas se desvanecieron, aún despertaba jadeando, incapaz de olvidar como
el agua helada del río se sentía como si se cerrara en torno a mí.
El dolor de la muerte
de mi madre no era opacado, pero lentamente me las arreglé para aceptar que
estaría allí por un largo tiempo, y revolcarme en la miseria cuando se suponía que
estaba sanando sólo perjudicará a Peter. Sería un insulto al regalo que ella me
había dado ignorar lo
que quería para
mí, y los
últimos seis meses
me habían preparado para esto. Me habían dado la oportunidad de
decir adiós de una manera que nunca habría sido capaz de
hacer sin Peter.
Incluso a pesar
de que dolía
tanto, había una
especie de paz dentro de mí que de ningún otro modo
habría estado allí. Me sostuve en la esperanza de que si el consejo decidía
aceptarme a pesar de lo que había pasado entre Peter y yo, sería capaz un día
de visitarla, hablarle y volver a caminar con ella. La muerte no era el final;
Afrodita era la prueba de eso. Todavía la lloraba. Aún la extrañaba.
Tuve un flujo
constante de visitantes. Al principio fue Peter y Zeus, pero después de que
insistí, a Afrodita se le permitió entrar mi habitación también. En el momento
en que ella me vio, voló hacia el otro lado de mi cama, sus ojos rojos e
hinchados.
—¡Lali! Oh,
Dios, estás bien,
ellos dijeron que
estabas bien, pero
tenía miedo de que
dijeran eso simplemente
porque tú sabes cómo
la gente puede
ser, pero realmente estás aquí y despierta y oh, Dios mío.
Artemisa envolvió sus
brazos alrededor de mí tan flojos que yo apenas podía decir que estaban ahí, no
me importaba si dolía un poco. La abracé
tan fuerte como pude y luego pasé los siguientes treinta
segundos pagando por
ello. El dolor
se disparó a
través de mí, desplazándose por todo el camino hasta la
punta de los dedos de mis manos y pies, pero lo valía.
—¡Lo siento! —dijo
ella, enrojecimiento profundamente
mientras yo jadeaba.
En el otro lado de la cama, Peter
parecía preocupado, pero por ahora se estaba acostumbrando a que me pidiera
mucho a mí misma. Mientras mis puntos de sutura no comenzaran a sangrar, todo
estaba bien.
—No —le
dije una vez
que pude hablar
de nuevo—. Yo quería
abrazarte. Lo siento inmensamente tanto por todo. Por gritarte acerca de Apolo,
por decirte todas esas
cosas horribles… no lo merecías, nada de eso.
Artemisa agitó la mano con
desdén.
—No importa. Tenías
razón… estaba siendo una idiota. ¡Pero tú estás viva! Vas a lograrlo, y no voy
a estar atrapada aquí sin mi mejor amiga. —Me dio una mirada que debe haber intentado
que fuera severa, pero me hizo sonreír—. Ya
sabes, nada de esto habría pasado si me hubieras dejado enseñarte como nadar.
—Sí, estabas
en lo cierto
sobre eso —dije,
ignorando la parte
donde yo había
sido apuñalada antes de ser arrojada al río. Yo dudaba que esto le
importara mucho a Afrodita—.
Te diré que… una vez
que Peter diga que estoy bien, podemos encontrar un lugar en los terrenos y me
puedes enseñar cómo.
La sonrisa en la cara
de Afrodita valía más que lo que me costaría entrar en el agua otra vez.
Espero que les guste el capitulo, Comenten y compartan
Besos
@heartespos
1 comentarios:
dato importante ,todos vieron el potencial d Lali
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