jueves, 6 de noviembre de 2014

Capitulo 45



Los dos merecíamos disfrutar de la Navidad, en lugar de rebotar entre un 
montón de momentos difíciles. 
Mi madre y yo caminamos por Central Park, la bruma de la ciudad en el 
verano pesando bajo nosotros. Parecía complacida mientras le contaba lo 
que había sucedido entre Peter y yo, y me abrazó cuando le dije que lo había 
besado. 
—Esa es mi nena —dijo, sonando más feliz de lo que había sido en años. 
Pasamos nuestra última navidad juntas comiendo helado, paseando por los 
jardines bajo el sol caliente del verano, y señalando las flores que crecían 
silvestres. Ella nunca retiró su brazo de mis hombros, y cuando sentí que 
empezaba a despertar, le deseé Feliz Navidad por última vez. 
Sin embargo, mi alegría no duró por mucho tiempo. Lo primero que oí cuando 
me desperté fue que estaban tocando a mi puerta. Confundida, me 
senté, mi pelo saliendo en todas direcciones, y corrí mis dedos a través de él 
mientras Peter se levantaba y caminaba hacia la puerta. 
En ese momento, yo lo odié. Lucía impecable, ni un pelo fuera de lugar y se 
movía con tanta gracia como siempre. Mientras tanto, yo estaría 
pagando por dormir en el piso durante el resto del día. 
—¿Si? —dijo él, abriendo la puerta. Para mi sorpresa, Artemisa se deslizó dentro, seguida de cerca por Hera. Artemisa estaba llorando, su cara roja como 
remolacha, y Hera parecía aplastada con los hombros caídos y su rostro 
desdibujado. 
—¡Quiero que se vaya! —gritó Artemisa con furia, mirando hacia atrás y 
adelante entre Peter y yo. 
—¿Es esa una petición? —dijo Peter, moviéndose hacia el nido de almohadas 
y mantas en el suelo—. ¿O una exigencia? 
—¡Lo lastimó! —dijo Artemisa, ahora centrándose en Peter—. Lo lastimó 
y el trató de encontrarla y ahora… 
—Espera, ¿quién? —dije mientras luchaba por mis pies—. ¿Qué está pasando? 
Artemisa se disolvió en lágrimas. Ahora, de pie junto a mí, Peter miró 
expectante a Hera. 
Se quedó mirando el suelo, evitando la mirada. 
—Afrodita —dijo—. Artemisa pasó la noche con Dionisos, y esta mañana Apolo 
los encontró. Ellos lucharon, y… Peter se puso tenso, y mi sangre se congeló. 
—¿Y? —dijo. 
—Dionisos pasó al más allá. 
Afrodita estaba acurrucada en un rincón de su habitación, sin ni siquiera 
un rasguño, pero en la cama, la sangre permanecía como todo lo que 
quedaba del cuerpo de Dionisos. Un olor pútrido llenaba la habitación, y yo 
apreté la mano sobre mi nariz, pero no parecía molestarle a Peter mientras 
examinaba el cadáver. Artemisa y Hera no vinieron con nosotras, optando por 
permanecer en un ala separada de la casa con Apolo. Estaba herido, pero no 
era fatal, por lo que Hera había descrito. Así que podía esperar. 
Al parecer, para las personas que viven en la Mansión Eden, pasar hacia el 
más allá era lo mismo que la muerte en el mundo exterior. Era tanto un final 
para ellos como lo era para los vivos, nunca llegarías a ver a tus seres queridos 
hasta que pasaran al más allá también. 
Dionisos se había ido, estaba perdido para el mundo terrenal, y la única 
persona que podía encontrarlo ahora era Peter. Luché con el conocimiento 
de que éste no era el fin real de las cosas, y que podría perder a Afrodita de nuevo, junto con todos los amigos que había hecho desde septiembre, y esta 
vez no volverían a aparecer. Esta muerte era el paso final para la gente de la 
Mansión Eden, esta vez no habría intermedio para Dionisos. A pesar de 
la dolorosa pérdida y vacío que dejaba Dionisos en la casa, tomé un poco de 
consuelo al saber que este lugar era parte de un mundo al que todavía 
comprendía. Un cuchillo con sangre era algo significativo, y mucha sangre 
significaba la muerte. 
—¿Afrodita? —le dije mientras me acercaba a ella. Parecía como un animal 
asustado, lista para saltar ante el mínimo movimiento. 
—Yo no quise que pasara —susurró ella, las lágrimas corrían por su rostro. 
Había manchas de sangre debajo de sus ojos, donde debía haber 
borrado las lágrimas de sus mejillas—. Yo… yo pensaba que no quería volver 
a verme, y Dionisos estaba allí, y yo… 
—Está bien —le dije, aunque era todo lo contrario. Yo estaba mareada y 
casi sin poder evitar estar enferma ante la vista de toda la matanza, pero me 
aparté de ello, centrándome en Afrodita—. Tenemos que limpiarte. 
La ayudé a entrar al cuarto de baño, mientras que Peter continuaba su 
inspección. Una vez que estuve segura de que ella no iba a perder el 
conocimiento, le encontré un vestido para usar y me ocupé de remover la 
sangre de su piel y de su pelo en el lavabo. Las dos estábamos calladas. No 
quería saber los detalles, y ella estaba demasiado alterada para decir 
algo. En el momento en que estuvo seca, asomé la cabeza hacia la 
habitación, evitando pasar los ojos por la horrible escena en la cama. 
—¿Qué quieres que haga con ella? —le dije. 
Peter no se había movido desde que lo había dejado. 
—Los guardias la escoltarán a otra habitación, donde permanecerá 
hasta que hayamos decidido si merece un castigo. 
Palidecí. 
—¿Es esto… es esta otra prueba? 
Él estuvo a mi lado en un instante, más rápido de lo que nadie podría moverse. 
—No —dijo—. Dionisos ha pasado. Ahora ven, Afrodita será cuidada. 
Peter me tapó para que no tuviera que mirar el cuerpo de Dionisos y me 
llevó hacia la puerta. Al salir, estaba una mujer vestida con uniforme, pero 
apenas me fijé en ella. 
—¿Adónde vamos? —dije, respirando una bocanada de aire limpio, una vez 
que llegamos al pasillo. 
—A ver a Apolo. —Él me guió de vuelta en la esquina, y yo seguí sin 
protestar. Mi estómago se sacudió con la idea de en qué condiciones Apolo 
podría haber estado, pero me negué a pensar en ello. Por lo que sabía, él 
estaba bien. Pero en el momento en que entramos en su habitación, era 
obvio que no lo estaba. Artemisa estaba junto a la cama de su hermano, 
con su rostro demacrado y manos temblorosas. 
Cuando Peter y yo entramos, ella me miró, y me detuve al pie de la puerta. 
—¿Cómo está? —dijo Peter, de pie al extremo de la cama de Apolo. Él estaba 
inconsciente. 
—Hay una herida profunda en el pecho que me preocupa, pero todo lo 
demás es superficial. 
Sin embargo, ha perdido mucha sangre —dijo Artemisa, con su voz áspera. 
—¿Se despertará pronto? —No hubo compasión o preocupación en la voz de 
Peter. En su lugar, estaba hueco y vacío, lo que me asustó más que 
nada de lo que había visto esa mañana. Artemisa negó con la cabeza. 
—No sé. 
— ¿Será capaz de manejar el dolor si lo despierto? 

Este si es el ultimo de verdad hasta mañana
Besos
@heartespos

1 comentarios:

Chari 7 de noviembre de 2014, 6:18  

La k se formo con esos dos .Espero k no le pase nada a Afrodita

Publicar un comentario

:3

:3

Wonderland life Designed by Ipietoon © 2008

Back to TOP