domingo, 9 de noviembre de 2014

Capitulo 51





Una oleada de sorpresa me llenó, y parpadeé para contener las lágrimas obstinadas que se había formado en mis ojos. 
—¿Por cuánto tiempo sería?
—No  sé  —dijo—.  Pero  sospecho  que  va a  durar hasta  tu muerte,  si se trata de eso.  Si todavía me quieres para cuando esto haya terminado.
Forcé una sonrisa. 
—Eso estaría bien —le dije—. Para ser tu amiga.
—Eres mi amiga —dijo, y no dije nada. Amigos. Sólo amigos y nada más. Traté de sentir alivio, recordándome a mí misma que no quería nada de esto para empezar, pero todo lo que podía sentir era mi mente nublada y herida.
Él  dijo  que  me  amaba,  y  yo  le  creí.  Pero nunca  sería  en  la  forma  que  quería.  No  sabía cuándo había decidido que quería más, tal vez en el momento en que lo había besado en Navidad, o cuando había perdido Afrodita de nuevo y no podía soportar perder a nadie más, pero era todo lo que sabía. Era algo que nunca me podía dar, y me perjudicaba más de lo
que podía soportar.
La mayoría de febrero pasó en el mismo patrón monótono que antes. Tomaba mis comidas a solas. Y tenía clases con Atenas casi todos los días. Después de ese primer examen, nunca me dio otro nuevamente, aunque si fue porque había querido o debido a que Peter le había pedio que no, no lo sabía.
Lo único que no era monótono en mi vida era mi tiempo con Peter. Nuestra conversación en el Inframundo había sido un punto de inflexión sin retorno, y mientras que pasar las noches  con  él era  la  mejor  parte  del  día,  había  un  dolor  subyacente  ahora  que  no  podía justificar. Había establecido lo que quiso, y supe que no tenía nada que hacer respecto a eso.
No podía tenerlo, pero con cada noche que pasaba, sentía que me enamoraba más y más profundamente  de  él,  cayendo  en  espiral  hacia  un  lugar  donde  la  palabra  amor  era sinónimo de dolor.
Cada  mirada,  cada  contacto,  cada  roce  de  sus  labios,  tan  inocentes  como  podrían  haber sido…  ¿cómo  podía  decir  que  sólo  quería  amistad  cuando  me  estaba  tratando  como  su compañera?  No  podía  entenderlo  y,  mientras  el  tiempo  pasaba,  más  me  confundía.  No sabía cómo se sentía esta clase de amor, pero cuando el invierno empezó a terminar, con la excepción de mi madre, me sentí más cerca de él que a nadie que haya tenido en mi vida.
Dolía estar lejos de él, pero a veces, cuando me contaba historias de su vida antes de mí —su  vida  con  Perséfone—  era  una  agonía  estar  con  él.  Aun  así,  nuestra  amistad  era  tan fuerte  que  se  sentía  como  la  cosa  más  natural  del  mundo.  No  había  nadie  con  quien preferiría pasar mi tiempo, sin importar cuánto doliera.
Al final,  a  pesar  de haber  tantas pruebas  restantes, era  marzo, el último mes  que estaba obligada  a  permanecer  en  la  Mansión  Eden.  Por  un  lado,  estaba  reluctantemente emocionada ante el pensamiento de salir y ver el mundo nuevamente; por otra parte, supe lo que estaba esperando por mí cuando me fuera. Si tenía suerte, tendría un último día para sentarme junto a mi madre y hablar con ella, ya sea si podía o no escucharme realmente.
Después, una vez que dijera adiós, ella moriría. ¿Cómo se suponía que le dijera adiós?
Unos  cuantos  días  al  mes,  Peter  se  encontraba  con  el  consejo.  Yo  no  tenía  permitido asistir —no quería ir y enfrentarme a Hermes— y me ocupaba de entretenerme con Pogo en la sala pintada de verde y dorado cuando él se iba. Sospechaba que tenía que ver con mis pruebas y cómo habían parecido detenerse en los meses que siguieron a Navidad, pero no se  lo había  preguntado  antes  de  que  se  fuera.  Lo único  de  lo  que  estaba  segura  era que ninguna chica  había  llegado  tan  lejos  como  yo,  y  con  cada día  que  pasaba,  el  peligro  se hacía  más  grande.  A  menos  que  realmente  hubiera  sido  Hermes  quien  había  asesinado  a todas esas chicas… y tan enojada como estaba de él, me negaba a creer que fuera capaz de asesinar…  quien  sea  que  lo  hubiese  hecho  todavía  estaba  allí  afuera,  esperando  el momento indicado.
—¿Crees que crecerá mucho? —dijo Hera mientras esperábamos que Peter regresara, y rascaba el vientre rosado de Pogo. Su lengua colgaba hacia un costado y parecía estar disfrutando.
—Lo dudo —dije—. No ha crecido mucho últimamente.
—¿Vas a llevártelo contigo cuando te vayas?
Me encogí de hombros. 
—Quizás. No lo he decidido. Probablemente le guste más este lugar, ¿no?
Antes de que ella pudiera responder, las puertas se abrieron y un frío cayó sobre el cuarto.
Hera se puso de pie, todavía sosteniendo torpemente a Pogo, y me giré para ver quién estaba ahí. Peter estaba de pie en el marco de la puerta, la ira rodaba fuera de él como en ondas.
—Me… me tengo que ir —dijo Hera, empujando a Pogo a mis brazos y apresurándose fuera del cuarto. Cuando pasó  a  Peter,  le  dio una mirada extraña y persistente, aunque ella no le dijo nada.
Varios tensos segundos pasaron antes de que Peter finalmente hablara. 
—Necesito que dejes de comer.
Acunando a Pogo en mi pecho, me senté en uno de los sofás. 
—¿Por qué? Me gusta comer. Comer es algo importante para permanecer vivo, sabes, y a diferencia del resto de ustedes, resulta que soy así.
—No  necesitas  comer  aquí.  —Peter cerró  la  puerta  y  se  movió  hacia  mí,  pero  no  se sentó—. Es innecesario y debes adaptarte.
Lentamente bajé a Pogo, y él tuvo el suficiente sentido común para correr detrás del sofá.
Yo, por otra parte, estúpidamente me quedé donde estaba. 
—Me gusta comer. No tengo sobrepeso, y no ve que eso sea un gran problema.
Los ojos de Peter eran una sombra tormentosa de gris que me hizo estremecer. 
—¿Qué hay de Hera?
—¿Qué hay con ella?
—Cada vez que te sientas a comer, la pones en peligro.
Lo miré fijamente.
—Eso es algo horrible para usar en mi contra. ¿Qué se supone que conteste a eso?
—Es verdad —dijo con dureza—. Y preferiría que dijeras que es bastante incentivo para hacer que dejes de comer.
Apreté los dientes
—¿Por qué estás trayendo esto a colación justo ahora?
Cerró sus ojos, un frunce formándose en el medio de su frente. Nunca lo había visto tan molesto,  ni  siquiera  cuando  Dioniso  había  sido  asesinado.  Pero  era  comida.  ¿Cuál  era  el problema?
—Es una prueba —dijo con suavidad, como si no quisiera que nadie lo escuchara—. Si no dejas de comer antes de que el consejo tenga su veredicto, fallarás.
¿Comer era una prueba?  
—¿Cómo  es  posible  que  sea  una  prueba?  —solté—.  ¿Cuál  es  el  punto?  ¿Ver  si  puedo morirme de hambre hasta que esté tan delgada que muera en vez de irme?
—Gula —dijo con rudeza, y cerré la boca—. Y ver cuán bien te adaptas. Eso es lo que se prueba. No me grites, Lali. No soy quien decide cuáles serán las pruebas.
Gula. Tuve que pensar por un momento, pero una vez que escuché la palabra anterior, me congelé.
—¿Los siete pecados capitales? ¿Eso es en lo que estoy siendo probada?
peter se retorció las manos. 
—No puedo responder a eso. Si el consejo descubre que te he dicho esto, hay una buena probabilidad de que fallemos automáticamente.
Nosotros. La manera en que lo dijo con una voz gruesa tiró de algo dentro de mí, y en un principio  me  di  cuenta  de  lo  que  él  estaba  haciendo  finalmente.  Junté  mis  manos  y  las apreté, apenas atreviéndome a la esperanza. 
—¿Te importa? —dije—. Pensé…
Se puso de pie y empezó a caminar, negándose a mirarme. 
—Has sido infeliz conmigo. ¿Por qué?
Abrí mi boca para protestar, pero nada salió. Tenía razón. 
—Porque  —dije  con  una  voz  miserable  y  odiándome  a  mí  misma—,  no  quiero  ser  tu amiga.
Peter se detuvo y se volvió hacia mí, aunque no parecía sorprendido. En cambio, parecía como si estuviera tratando de juntar las piezas. 
—Pensé que no deseabas actuar como mi esposa.
Hice una mueca
—Existen pasos entre amiga y esposa, sabes. Quiero decir, sé que eres antiguo y todo eso, pero al menos debes haber escuchado de las citas.
No sonrió, pero su expresión se suavizó. 
—Si pasas, serás mi esposa. ¿Es algo que estás dispuesta a aceptar ahora?
Asentí, tratando de no parecer nerviosa. O pensar en todo eso demasiado.
—¿Debido a que te preocupas por mí?
—Si —murmuré, avergonzada—. Y si sostienes eso en mi contra…

No tuve tiempo de terminar. En un segundo estaba del otro lado del cuarto, y al siguiente estaba  agachado  junto  a  mí,  besándome tan  profundamente  que  en  el  momento  en  que finalmente se retiró, casi jadeé por aire.  

El primer beso beso!!
@heartespos

1 comentarios:

Chari 10 de noviembre de 2014, 4:50  

X fin Peter lo k siente

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:3

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