Capitulo 51
Una oleada de
sorpresa me llenó, y parpadeé para contener las lágrimas obstinadas que se había
formado en mis ojos.
—¿Por cuánto tiempo
sería?
—No sé
—dijo—. Pero sospecho
que va a durar hasta
tu muerte, si se trata de
eso. Si todavía me quieres para cuando
esto haya terminado.
Forcé una
sonrisa.
—Eso estaría bien —le
dije—. Para ser tu amiga.
—Eres mi amiga —dijo,
y no dije nada. Amigos. Sólo amigos y nada más. Traté de sentir alivio,
recordándome a mí misma que no quería nada de esto para empezar, pero todo lo que
podía sentir era mi mente nublada y herida.
Él dijo
que me amaba,
y yo le
creí. Pero nunca sería
en la forma
que quería. No
sabía cuándo había decidido que quería más, tal vez en el momento en que
lo había besado en Navidad, o cuando había perdido Afrodita de nuevo y no podía
soportar perder a nadie más, pero era todo lo que sabía. Era algo que nunca me
podía dar, y me perjudicaba más de lo
que podía soportar.
La mayoría de febrero
pasó en el mismo patrón monótono que antes. Tomaba mis comidas a solas. Y tenía
clases con Atenas casi todos los días. Después de ese primer examen, nunca me dio otro
nuevamente, aunque si fue porque había querido o debido a que Peter le había
pedio que no, no lo sabía.
Lo único que no era
monótono en mi vida era mi tiempo con Peter. Nuestra conversación en el
Inframundo había sido un punto de inflexión sin retorno, y mientras que pasar
las noches con él era
la mejor parte
del día, había
un dolor subyacente
ahora que no
podía justificar. Había establecido lo que quiso, y supe que no tenía
nada que hacer respecto a eso.
No podía tenerlo,
pero con cada noche que pasaba, sentía que me enamoraba más y más profundamente de
él, cayendo en
espiral hacia un
lugar donde la
palabra amor
era sinónimo de dolor.
Cada mirada,
cada contacto, cada
roce de sus
labios, tan inocentes
como podrían haber sido…
¿cómo podía decir
que sólo quería
amistad cuando me
estaba tratando como
su compañera? No podía
entenderlo y, mientras
el tiempo pasaba,
más me confundía.
No sabía cómo se sentía esta clase de amor, pero cuando el invierno
empezó a terminar, con la excepción de mi madre, me sentí más cerca de él que a
nadie que haya tenido en mi vida.
Dolía estar lejos de
él, pero a veces, cuando me contaba historias de su vida antes de mí —su vida
con Perséfone— era
una agonía estar
con él. Aun así, nuestra
amistad era tan fuerte
que se sentía
como la cosa
más natural del
mundo. No había
nadie con quien preferiría pasar mi tiempo, sin
importar cuánto doliera.
Al final, a
pesar de haber tantas pruebas restantes, era marzo, el último mes que estaba obligada a
permanecer en la
Mansión Eden. Por
un lado, estaba
reluctantemente emocionada ante el pensamiento de salir y ver el mundo
nuevamente; por otra parte, supe lo que estaba esperando por mí cuando me
fuera. Si tenía suerte, tendría un último día para sentarme junto a mi madre y
hablar con ella, ya sea si podía o no escucharme realmente.
Después, una vez que
dijera adiós, ella moriría. ¿Cómo se suponía que le dijera adiós?
Unos cuantos
días al mes, Peter se
encontraba con el
consejo. Yo no
tenía permitido asistir —no
quería ir y enfrentarme a Hermes— y me ocupaba de entretenerme con Pogo en la
sala pintada de verde y dorado cuando él se iba. Sospechaba que tenía que ver
con mis pruebas y cómo habían parecido detenerse en los meses que siguieron a
Navidad, pero no se lo había preguntado
antes de que
se fuera. Lo único
de lo que
estaba segura era que ninguna chica había
llegado tan lejos
como yo, y
con cada día que
pasaba, el peligro
se hacía más grande.
A menos que
realmente hubiera sido Hermes quien
había asesinado a todas esas chicas… y tan enojada como
estaba de él, me negaba a creer que fuera capaz de asesinar… quien
sea que lo
hubiese hecho todavía
estaba allí afuera,
esperando el momento indicado.
—¿Crees que crecerá
mucho? —dijo Hera mientras esperábamos que Peter regresara, y rascaba el
vientre rosado de Pogo. Su lengua colgaba hacia un costado y parecía estar disfrutando.
—Lo dudo —dije—. No
ha crecido mucho últimamente.
—¿Vas a llevártelo
contigo cuando te vayas?
Me encogí de
hombros.
—Quizás. No lo he
decidido. Probablemente le guste más este lugar, ¿no?
Antes de que ella
pudiera responder, las puertas se abrieron y un frío cayó sobre el cuarto.
Hera se puso de pie,
todavía sosteniendo torpemente a Pogo, y me giré para ver quién estaba ahí. Peter
estaba de pie en el marco de la puerta, la ira rodaba fuera de él como en ondas.
—Me… me tengo que ir
—dijo Hera, empujando a Pogo a mis brazos y apresurándose fuera del cuarto.
Cuando pasó a Peter,
le dio una mirada extraña y
persistente, aunque ella no le dijo nada.
Varios tensos
segundos pasaron antes de que Peter finalmente hablara.
—Necesito que dejes
de comer.
Acunando a Pogo en mi
pecho, me senté en uno de los sofás.
—¿Por qué? Me gusta
comer. Comer es algo importante para permanecer vivo, sabes, y a diferencia del
resto de ustedes, resulta que soy así.
—No necesitas
comer aquí. —Peter cerró
la puerta y
se movió hacia
mí, pero no se sentó—.
Es innecesario y debes adaptarte.
Lentamente bajé a
Pogo, y él tuvo el suficiente sentido común para correr detrás del sofá.
Yo, por otra parte,
estúpidamente me quedé donde estaba.
—Me gusta comer. No
tengo sobrepeso, y no ve que eso sea un gran problema.
Los ojos de Peter
eran una sombra tormentosa de gris que me hizo estremecer.
—¿Qué hay de Hera?
—¿Qué hay con ella?
—Cada vez que te
sientas a comer, la pones en peligro.
Lo miré fijamente.
—Eso es algo horrible
para usar en mi contra. ¿Qué se supone que conteste a eso?
—Es verdad —dijo con
dureza—. Y preferiría que dijeras que es bastante incentivo para hacer que
dejes de comer.
Apreté los dientes
—¿Por qué estás
trayendo esto a colación justo ahora?
Cerró sus ojos, un
frunce formándose en el medio de su frente. Nunca lo había visto tan molesto, ni
siquiera cuando Dioniso
había sido asesinado.
Pero era comida.
¿Cuál era el problema?
—Es una prueba —dijo
con suavidad, como si no quisiera que nadie lo escuchara—. Si no dejas de comer
antes de que el consejo tenga su veredicto, fallarás.
¿Comer era una prueba?
—¿Cómo es posible
que sea una
prueba? —solté—. ¿Cuál
es el punto?
¿Ver si puedo morirme de hambre hasta que esté tan
delgada que muera en vez de irme?
—Gula —dijo con
rudeza, y cerré la boca—. Y ver cuán bien te adaptas. Eso es lo que se prueba.
No me grites, Lali. No soy quien decide cuáles serán las pruebas.
Gula. Tuve que pensar
por un momento, pero una vez que escuché la palabra anterior, me congelé.
—¿Los siete pecados
capitales? ¿Eso es en lo que estoy siendo probada?
peter se retorció las
manos.
—No puedo responder a
eso. Si el consejo descubre que te he dicho esto, hay una buena probabilidad de
que fallemos automáticamente.
Nosotros. La manera
en que lo dijo con una voz gruesa tiró de algo dentro de mí, y en un principio me
di cuenta de
lo que él
estaba haciendo finalmente.
Junté mis manos
y las apreté, apenas atreviéndome
a la esperanza.
—¿Te importa? —dije—.
Pensé…
Se puso de pie y
empezó a caminar, negándose a mirarme.
—Has sido infeliz
conmigo. ¿Por qué?
Abrí mi boca para
protestar, pero nada salió. Tenía razón.
—Porque —dije
con una voz
miserable y odiándome
a mí misma—,
no quiero ser tu
amiga.
Peter se detuvo y se
volvió hacia mí, aunque no parecía sorprendido. En cambio, parecía como si
estuviera tratando de juntar las piezas.
—Pensé que no
deseabas actuar como mi esposa.
Hice una mueca
—Existen pasos entre
amiga y esposa, sabes. Quiero decir, sé que eres antiguo y todo eso, pero al
menos debes haber escuchado de las citas.
No sonrió, pero su expresión
se suavizó.
—Si pasas, serás mi
esposa. ¿Es algo que estás dispuesta a aceptar ahora?
Asentí, tratando de
no parecer nerviosa. O pensar en todo eso demasiado.
—¿Debido a que te
preocupas por mí?
—Si —murmuré,
avergonzada—. Y si sostienes eso en mi contra…
No tuve tiempo de
terminar. En un segundo estaba del otro lado del cuarto, y al siguiente estaba agachado
junto a mí,
besándome tan profundamente que
en el momento
en que finalmente se retiró, casi
jadeé por aire.
El primer beso beso!!
@heartespos
1 comentarios:
X fin Peter lo k siente
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