Capitulo 46
Ambas nos le quedamos
mirando. Yo buscaba algún rastro del Peter al que había besado la noche
anterior, pero él ya no estaba allí. Una gran parte de mí se sintió aliviada;
estacapa fría no era
alguien de quien quisiera enamorarme. Pero otra parte se preguntaba cuálparte era realmente
él.
—S-sí —dijo Artemisa, apartando la mirada tras
unos segundos—. Él lo va a manejar.
Incluso yo
podía oír la
incertidumbre en su
voz, pero al parecer esa
era toda la confirmación que
Peter necesitaba. Soltó mi mano y dio un paso más cerca de la cama, porencima de ella.
Un momento después,
sin ninguna pretensión o señal de que algo había cambiado, Apolo se quejó. Sus ojos
estaban tan hinchados que casi no podía abrirlos, y tosió débilmente. Huboun sonido de
confusión en su pecho que me hizo hacer una mueca de dolor.
—¿Qué pasó? —dijo
Peter con frialdad.
Apolo tenía
dificultades para responder, abriendo y cerrando la boca varias veces.
—¿Afrodita?
—Artemisa se ha ido —dijo
Artemisa con una voz sorprendentemente tierna—. Nunca tendrás quevolver a verla.
En vez de ser
consolado por esto, los ojos de Apolo se ampliaron y luchó por sentarse.
—No —dijo
con voz entrecortada,
e incluso desde
el otro lado
de la habitación
me dicuenta de cuánto
dolor esto le causaba—. Yo no quería… no quería hacerlo.
—Artemisa aún está aquí
—dijo erPet, y Artemisa lo miró, con pánico—. Dionisos se ha ido.
Apolo se dejó caer
sobre la cama, con los ojos cerrados.
—Él me atacó
—murmuró—. Yo fui a desearle una Feliz Navidad a Afrodita y los encontréjuntos. Dionisos… él
debe haber olvidado las reglas. Pensó que quería pelear con él. Sacó suespada y la giró
hacia mí, y… tuve que luchar.
Él estaba
sufriendo. ¿Por qué
Peter le estaba
haciendo pasar por
esto cuando podríafácilmente esperar a
preguntarle una vez que se sintiera mejor? Yo
no sabía, mejor aún,¿por qué
no lo curaba
como me había
sanado a mí? De alguna
manera dudaba que su capacidad se limitara
a los tobillos.
—Cálmate —dijo peter,
asintiendo con la cabeza a Artemisa, que puso una taza en los labios de Apolo. Él bebió,
aunque la mayor parte salpicó en su pecho. Artemisa lo limpió con una toallade forma metódica,
como si se tratara de algo que estaba acostumbrada a hacer, aunque su ceño estaba fruncido
profundamente. A pesar de lo poco que había tragado, lo que sea que fuera, trabajó con
rapidez. Unos segundos más tarde, Apolo volvió a relajarse
—¿Ésa es tu historia, entonces? ¿De que no
tenía malas intenciones hacia Dioniso, y que élera el agresor? ¿Que
no estabas más que protegiéndote?
—Y a Afrodita —dijo Apolo,
con sus ojos revoloteando cerrados—. Pensé que iría tras Afrodita.
Peter esperó mientras
Apolo volvía a dormirse. Una vez que su respiración se estabilizó,Peter se acercó a mí
y puso su mano en mi espalda, guiándome fuera de la habitación.
—¿Está diciendo la
verdad? —le dije.
Peter me miró con una
expresión aún carente de cualquier rastro de la humanidad que había visto la noche
anterior.
—¿Qué piensas tú?
Tragué saliva,
sintiendo como si de repente me hubiera zambullido de cabeza en el centro de un lago profundo,
sin una superficie a la vista.
—Creo que necesito
hablar con Afrodita.
Peter me
dejó ir a
la habitación sola,
aunque él y dos
guardias se quedaron junto a la puerta, sin duda
capaces de oír todo lo que dijera. No me
importaba: sacarle la verdad a Afrodita era mi prioridad,
no su privacidad. Si Apolo estaba siendo
honesto, entonces ella no había hecho nada
malo, ¿verdad? Sin embargo, Dioniso se había ido, y eso era algo que no
podía ser
ignorado.
Yacía en medio
de una gran
cama, con las
rodillas contra el
pecho. Cautelosamente, me senté en el borde del
colchón, llegando a tocar su mano.
—¿Estás bien? —La
respuesta era obvia, pero era lo único que se me ocurrió decir.
—No —dijo con voz
ahogada—. Dioniso está muerto.
—Él ya
estaba muerto —le
dije tan suavemente
como pude—. Él
acaba de pasar
alsiguiente nivel de
las cosas, eso es todo.
Afrodita estaba en
silencio. Yo pasé los dedos por su pelo color trigo, todavía húmedo por el lavado de la
sangre.
—¿Te duele algo? ¿Es
necesario consultar a un médico?
—No —murmuró—. Estoy
bien.
Estaba claro
que ella no
tenía nada, pero
el dolor de
perder a Dioniso
no negaba laposibilidad de que
hubiera algo más que hacer por ella.
—¿Qué pasó?
Artemisa vaciló y, por un
segundo, yo no esperaba que dijera nada. Cuando lo hizo, habló envoz tan baja que tuve
que esforzarme para oírla, a pesar de que la sala estaba en silencio.
—No sé.
Yo sólo me
desperté, y Apolo
estaba allí, mirándome
fijamente y luego a Dioniso… no sé.
Me mordí el
labio.
—¿Fue Apolo quien
atacó a Dioniso, o Dioniso atacó a Apolo?
—No lo
sé. Me desperté,
vi una espada,
grité, y corrí
hacia la esquina.
Yo no estaba mirando. Sólo… —Rodó
sobre su espalda y me miró, con los ojos enrojecidos y llenos de lágrimas—. Había
sangre y yo estaba gritando, y ellos se estaban insultando y no sé lo que pasó, ¿de acuerdo?
Asentí con
la cabeza. Mis
puños cerrados, y
mis uñas clavadas
dolorosamente en mis manos.
—¿Hay algo más que me
puedas decir? ¿Cualquier cosa que vieras o escucharas?
—No. —Rodó lejos de mí—. No importa de todos
modos, ¿no?
No estaba segura de
lo que pasó, pero algo dentro de mí debe de haberse roto. Yo había pasado meses, años,
tratando de impedir que la gente que me importaba muriera, y Afrodita no podía reunir
la suficiente compasión
por alguien que
decía amar para
descubrir lo que había sucedido.
Me levanté
rápidamente y, de repente, la habitación parecía mucho más pequeña que
antes.
—¿No lo entiendes,
Afrodita? Dioniso está muerto. Real y verdaderamente, nunca va a volver aquí, está muerto. Y
ahora, todo apunta a que Apolo le asesinó porque te metiste en la cama con él.
Besos
@heartespos
2 comentarios:
OH MI DIOS!! jajajjaja
tenes que seguirla!!!
@lectura_laliter
Gracias x los caps.
Afrodita haz memoria,k una cosa así no es fácil d olvidar.
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