jueves, 13 de noviembre de 2014

Capitulo 61


Me tomó cada gramo de voluntad que tenía mantener la respiración, cuando miré los rostros del consejo. Amigos, enemigos, pero no los extraños que yo esperaba.
Docenas de preguntas se lanzaron a través de mi mente, ninguna permaneció el tiempo suficiente para forzarlas a salir. En general, era probablemente algo bueno, pero yo no entendía… ¿este era el consejo?
—Estaré  justo  aquí  —dijo  él  antes  de  moverse para  sentarse  en  uno  de los  dos  tronos vacíos. Nunca me había sentido tan sola en mi vida.
—Y-yo no —comencé, finalmente encontrando mi voz—. Cómo… quién.
Fue Afrodita quien respondió. 
—Lo siento por mentirte, Lali todos lo somos. Pero esto es como tenía que ser.
—Necesitábamos saber que tú eras capaz y digna de cumplir este papel —dijo Artemisa, todo resto  de amargura  había desaparecido  de su  voz—.  Mientras que  puedes sentir  como si nosotros te  hubiésemos traicionado,  es en realidad lo opuesto. Ahora podemos  decidir si eres apta o no para convertirte en una de nosotros.
Me enfoqué en Peter, él era el único en el que confiaba que sería honesto conmigo. 
—¿Todo esto era una mentira? Afrodita en el río, Dioniso, Apoloo, Hera…
—No. —Su voz era tan firme que al instante me callé.
Yo estaba más que dispuesta a callar y dejar que ellos continuaran. Si antes había estado nerviosa, ahora estaba petrificada. Miré a Hermes, y noté que él se negaba a mirarme a los ojos. Lentamente el resentimiento se filtró hacia las otras emociones agitándose dentro de mí, y yo cerré mis manos en puños. No importaba lo que Peter dijera, era imposible que esto fuera algún tipo de coincidencia. Todo el mundo que conocía en Eden estaba aquí.
—Antes de comenzar —dijo Peter, esta vez dirigiéndose hacia el consejo—. Creo que hay un asunto que aún no se ha decidido.
Hera, quien estaba a mi derecha, dio un paso al frente. Artemisa parecía furiosa
—Hermana —dijo él con una voz como estruendo que hizo eco atreves del salón—.Tú has admitido haber asesinado a por lo menos a once mortales a sangre fría durante los últimos cien años. ¿Te declaras culpable?
Artemisa suspiró y entornó los ojos. 
—Sí.
Peter miro hacia mí, la gravedad de su mirada golpeó en mi corazón. 
—Como la única víctima sobreviviente, Lali, decidir su castigo te corresponde.
Desconcertada, miré hacia atrás y a hacia adelante entre ellos, tratando de averiguar si él estaba bromeando. No lo hacía. 
—Yo  no…  —Me  quedé  helada.  ¿Cómo  se  suponía  que  hiciera  esto?  Tomando  una respiración profunda, dije en voz baja—. Um, ¿cuáles son mis opciones?
—Lo  que  tú  desees  —dijo Peter,  sus  ojos  tan  duros  como  diamantes  cuando  miró airadamente a Hera.
Abrí mi boca y lo cerré otra vez. ¿Este era el trabajo, verdad? Lo que yo supuestamente estaba firmando. Decidir los destinos de la gente. Si yo no podía decidir esto, cuando había sido  a  mí  a  quien  ella  había  tratado  de  matar,  ¿cómo  se  suponía  que  decidiría  por  las personas que jamás había visto antes?
Cuando miré fijamente el rostro pálido de Hera, me di cuenta de que no la conocía y me hizo sentir helada. Era saber por qué lo hizo. Artemisa amaba a Peter y, como yo, ella odiaba verlo herido. Viéndolo con Perséfone, sabiendo que no lo amaba, teniendo que verlo pasar por su pérdida… y luego enfrentarse a las chicas que debían ocupar el sitio de Perséfone,
¿cuándo  ella  lo  amo  primero?  Nadie  podría  posiblemente haber  sido  lo  suficientemente buena para él, no cuando ella estaba allí esperando que la notara. No era una excusa para el asesinato, pero entendía que quisiera ser quien hiciera feliz a Peter.
Elegí mis palabras con cuidado, manteniendo la mirada en ella cuando hablé. Se puso de pie frente a mí, mirándome como si quisiera matarme otra vez.
—Sé que no te gusto. Sé que piensas que no soy lo suficientemente buena para Peter, sé que  quieres  que  esté  contigo.  Entiendo  por qué,  también.  Sé  que  tú  lo  amas  y  que  sólo quieres que él sea feliz. Sé que probablemente pensaste que las chicas que vinieron antes de mí eran demasiado estúpidas o pequeñas o egoístas para amarlo como tú lo haces, y sé que el amor puede hacer que la gente haga cosas tontas e hirientes a veces.
Miré a Peter, pero su expresión era imposible de leer.
—No puedo condenarte a la tortura eterna, por haber amado a alguien lo suficiente como para querer protegerlo, aunque recorrieras el camino equivocado, entiendo lo que estabas tratando de hacer. Y eso lo hace muy, muy difícil.
Otra vez miré a Peter, aunque esta vez él estaba mirando hacia el suelo.
—Quiero que pases tiempo con cada chica que mataste  —dije, con mi voz rota—, quiero que llegues a conocerlas y a apreciarlas por quienes son. Quiero que permanezcas con ellas, una por  una, hasta  que entiendas  su valor individual.  No para que  seas como  ellas, pero quiero que las respetes y que las aprecies como personas. No puedes ser superficial. Tienes que ser seria. Y quiero que hagas las paces con ellas.
Hera me miró airadamente con tal intensidad que me consideré afortunado de todavía estar en un pedazo. Enojar a una diosa no era la cosa más inteligente que podía hacer si quería permanecer viva por mucho más tiempo, pero confiaba en que Peter se aseguraría de que ella no me convirtiera en un montón de cenizas.
—Cuanto  todo  esto  ocurra… y cuando ellos te perdonen por lo que les hiciste, entonces puedes  continuar  y  vivir  tu  vida,  o  lo  que  sea  que  tengas.  Pero  nunca  volverás  a  ver  a Peter o a mí a partir de hoy. No porque quiera hacerte daño, o porque te odie. No lo hago.
Como  te  dije,  entiendo  el  por qué  lo  hiciste,  en  cierto  modo.  Pero  ninguno  de  nosotros puede confiar en ti nunca más.
Incluso cuando estaba segura de que estaba siendo justa, mi decisión se sentía cruel. Artemisa lo amaba. La posibilidad de nunca volver a ver a Peter otra vez me desgarraba, y sólo lo había conocido durante seis meses. ¿Cómo podría ser posible que yo estuviera de acuerdo en separarla de la persona que ella amó por el resto de su eterna existencia?
—Y quiero que sepas que yo también lo amo —dije tranquilamente—. S-si yo paso, nunca voy a herirlo como Perséfone lo hizo. Haré todo lo posible para asegurarme de que él sea feliz.
Pasó un largo momento antes de que Hera reaccionara. Casi esperaba que ella gritara y vociferara  y  me  dijera  cuan  injusta  había  sido,  pero  ella  asintió,  con  sus  ojos  llenos  de lágrimas. Dando un paso hacia tras a su trono hecho de cojines y encajes, se sentó mirando como  si  le  hubieran  arrancado  el  corazón  de  su  pecho.  Me  sentí  como  la  persona  más horrible del planeta. La única cosa que  me impedía volver hacia atrás era el dolor en mi abdomen desde donde había deslizado el cuchillo dentro de mí.
—Y entonces la decisión ha sido tomada —dijo Peter con voz de sombría satisfacción—. Voy a respetar la decisión de Lali, no importa lo que el consejo decida.
—Al igual que yo —dijo Hermes débilmente. Sentí una punzada de compasión por él, pero no había nada que yo pudiera decir que lo hiciera sentir mejor, no cuando no lo entendía en primer lugar.
Peter volvió a sentarse, y pasaron varios segundos antes de que alguien volviera a hablar. Miré  hacia  mi  regazo,  demasiado  asustada  de  ver  las  expresiones  en  sus  rostros.  ¿Era justa? ¿O ellos pensaban que estaba siendo cruel, también?
—Mariana Esposito  —dijo Zeus,  cuando se puso  de pie y  miré hacia arriba—.  Se  te han  encargado  siete  pruebas,  que  fueron  distribuidas  a  lo  largo  de  tu  estancia  en  la Mansión Eden. Si fallaste en cualquiera de éstas, volverás casa y vivirás tu existencia sin ningún  recuerdo  de estos últimos  seis meses. Si tienes  éxito  en las siete,  te  casarás  con nuestro  hermano,  y  deberás  gobernar su reino con  él  para  siempre,  durante  el  resto  de tiempo que tú desees. ¿Aceptas?
No había vuelta atrás ahora. 

—Sí.


Segundo capitulo de hoy!
@heartespos 

1 comentarios:

Chari 15 de noviembre de 2014, 13:46  

Fue demasiado justa

Publicar un comentario

:3

:3

Wonderland life Designed by Ipietoon © 2008

Back to TOP