Capitulo 61
Me tomó cada gramo de voluntad que tenía mantener la respiración, cuando miré los rostros del consejo. Amigos, enemigos, pero no los extraños que yo esperaba.
Docenas de preguntas
se lanzaron a través de mi mente, ninguna permaneció el tiempo suficiente para
forzarlas a salir. En general, era probablemente algo bueno, pero yo no
entendía… ¿este era el consejo?
—Estaré justo
aquí —dijo él
antes de moverse para
sentarse en uno de
los dos
tronos vacíos. Nunca me había sentido tan sola en mi vida.
—Y-yo no —comencé,
finalmente encontrando mi voz—. Cómo… quién.
Fue Afrodita quien
respondió.
—Lo siento por
mentirte, Lali todos lo somos. Pero esto es como tenía que ser.
—Necesitábamos saber
que tú eras capaz y digna de cumplir este papel —dijo Artemisa, todo resto de amargura
había desaparecido de su voz—.
Mientras que puedes sentir como si nosotros te hubiésemos traicionado, es en realidad lo opuesto. Ahora podemos decidir si eres apta o no para convertirte en
una de nosotros.
Me enfoqué en Peter,
él era el único en el que confiaba que sería honesto conmigo.
—¿Todo esto era una
mentira? Afrodita en el río, Dioniso, Apoloo, Hera…
—No. —Su voz era tan
firme que al instante me callé.
Yo estaba más que
dispuesta a callar y dejar que ellos continuaran. Si antes había estado
nerviosa, ahora estaba petrificada. Miré a Hermes, y noté que él se negaba a
mirarme a los ojos. Lentamente el resentimiento se filtró hacia las otras
emociones agitándose dentro de mí, y yo cerré mis manos en puños. No importaba
lo que Peter dijera, era imposible que esto fuera algún tipo de coincidencia.
Todo el mundo que conocía en Eden estaba aquí.
—Antes de comenzar
—dijo Peter, esta vez dirigiéndose hacia el consejo—. Creo que hay un asunto
que aún no se ha decidido.
Hera, quien estaba a
mi derecha, dio un paso al frente. Artemisa parecía furiosa
—Hermana —dijo él con
una voz como estruendo que hizo eco atreves del salón—.Tú has admitido haber asesinado a por lo menos a once mortales a
sangre fría durante los últimos cien años. ¿Te declaras culpable?
Artemisa suspiró y
entornó los ojos.
—Sí.
Peter miro hacia mí,
la gravedad de su mirada golpeó en mi corazón.
—Como la única
víctima sobreviviente, Lali, decidir su castigo te corresponde.
Desconcertada, miré
hacia atrás y a hacia adelante entre ellos, tratando de averiguar si él estaba
bromeando. No lo hacía.
—Yo no…
—Me quedé helada.
¿Cómo se suponía
que hiciera esto?
Tomando una respiración profunda,
dije en voz baja—. Um, ¿cuáles son mis
opciones?
—Lo que
tú desees —dijo Peter, sus
ojos tan duros como
diamantes cuando miró airadamente a Hera.
Abrí mi boca y lo
cerré otra vez. ¿Este era el trabajo, verdad? Lo que yo supuestamente estaba
firmando. Decidir los destinos de la gente. Si yo no podía decidir esto, cuando
había sido a mí
a quien ella
había tratado de
matar, ¿cómo se suponía que
decidiría por las personas que jamás había visto antes?
Cuando miré fijamente
el rostro pálido de Hera, me di cuenta de que no la conocía y me hizo sentir
helada. Era saber por qué lo hizo. Artemisa amaba a Peter y, como yo, ella
odiaba verlo herido. Viéndolo con Perséfone, sabiendo que no lo amaba, teniendo
que verlo pasar por su pérdida… y luego enfrentarse a las chicas que debían
ocupar el sitio de Perséfone,
¿cuándo ella
lo amo primero?
Nadie podría posiblemente haber sido
lo suficientemente buena para él,
no cuando ella estaba allí esperando que la notara. No era una excusa para el asesinato,
pero entendía que quisiera ser quien hiciera feliz a Peter.
Elegí mis palabras
con cuidado, manteniendo la mirada en ella cuando hablé. Se puso de pie frente
a mí, mirándome como si quisiera matarme otra vez.
—Sé que no te gusto.
Sé que piensas que no soy lo suficientemente buena para Peter, sé que quieres
que esté contigo.
Entiendo por qué, también.
Sé que tú
lo amas y
que sólo quieres que él sea
feliz. Sé que probablemente pensaste que las chicas que vinieron antes de mí
eran demasiado estúpidas o pequeñas o egoístas para amarlo como tú lo haces, y
sé que el amor puede hacer que la gente haga cosas tontas e hirientes a veces.
Miré a Peter, pero su
expresión era imposible de leer.
—No puedo condenarte
a la tortura eterna, por haber amado a alguien lo suficiente como para querer
protegerlo, aunque recorrieras el camino equivocado, entiendo lo que estabas tratando
de hacer. Y eso lo hace muy, muy difícil.
Otra vez miré a Peter,
aunque esta vez él estaba mirando hacia el suelo.
—Quiero que pases
tiempo con cada chica que mataste —dije,
con mi voz rota—, quiero que llegues a
conocerlas y a apreciarlas por quienes son. Quiero que permanezcas con ellas, una
por una, hasta que entiendas
su valor individual. No para
que seas como ellas, pero quiero que las respetes y que las
aprecies como personas. No puedes ser superficial. Tienes que ser seria. Y
quiero que hagas las paces con ellas.
Hera me miró
airadamente con tal intensidad que me consideré afortunado de todavía estar en un pedazo. Enojar a una diosa no
era la cosa más inteligente que podía hacer si quería permanecer viva por mucho
más tiempo, pero confiaba en que Peter se aseguraría de que ella no me
convirtiera en un montón de cenizas.
—Cuanto todo
esto ocurra… y cuando ellos te
perdonen por lo que les hiciste, entonces puedes continuar
y vivir tu vida, o
lo que sea
que tengas. Pero
nunca volverás a
ver a Peter o a mí a partir de
hoy. No porque quiera hacerte daño, o porque te odie. No lo hago.
Como te
dije, entiendo el por
qué lo
hiciste, en cierto
modo. Pero ninguno
de nosotros puede confiar en ti
nunca más.
Incluso cuando estaba
segura de que estaba siendo justa, mi decisión se sentía cruel. Artemisa lo
amaba. La posibilidad de nunca volver a ver a Peter otra vez me desgarraba, y
sólo lo había conocido durante seis meses. ¿Cómo podría ser posible que yo
estuviera de acuerdo en separarla de
la persona que ella amó por el resto de su eterna existencia?
—Y quiero que sepas
que yo también lo amo —dije tranquilamente—. S-si yo paso, nunca voy a herirlo
como Perséfone lo hizo. Haré todo lo posible para asegurarme de que él sea feliz.
Pasó un largo momento
antes de que Hera reaccionara. Casi esperaba que ella gritara y vociferara y
me dijera cuan
injusta había sido,
pero ella asintió,
con sus ojos
llenos de lágrimas. Dando un paso
hacia tras a su trono hecho de cojines y encajes, se sentó mirando como si
le hubieran arrancado
el corazón de
su pecho. Me sentí
como la persona
más horrible del planeta. La única cosa que me impedía volver hacia atrás era el dolor en
mi abdomen desde donde había deslizado el cuchillo dentro de mí.
—Y entonces la
decisión ha sido tomada —dijo Peter con voz de sombría satisfacción—. Voy a
respetar la decisión de Lali, no importa lo que el consejo decida.
—Al igual que yo —dijo
Hermes débilmente. Sentí una punzada de compasión por él, pero no había nada
que yo pudiera decir que lo hiciera sentir mejor, no cuando no lo entendía en
primer lugar.
Peter volvió a
sentarse, y pasaron varios segundos antes de que alguien volviera a hablar. Miré hacia
mi regazo, demasiado
asustada de ver
las expresiones en
sus rostros. ¿Era justa? ¿O ellos pensaban que estaba
siendo cruel, también?
—Mariana Esposito —dijo Zeus,
cuando se puso de pie y miré hacia arriba—. Se te han encargado
siete pruebas, que
fueron distribuidas a
lo largo de
tu estancia en la Mansión
Eden. Si fallaste en cualquiera de éstas, volverás casa y vivirás tu existencia
sin ningún recuerdo de estos últimos seis meses. Si tienes éxito
en las siete, te casarás
con nuestro hermano, y
deberás gobernar su reino
con él
para siempre, durante
el resto de tiempo que tú desees. ¿Aceptas?
No había vuelta atrás
ahora.
—Sí.
Segundo capitulo de hoy!
@heartespos
1 comentarios:
Fue demasiado justa
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