domingo, 9 de noviembre de 2014

Capitulo 52





—¿Qué…? —empecé a decir, pero presionó su dedo contra mis labios.
—Me importa —dijo con voz temblorosa—. Me importa tanto que no sé cómo decirlo sin que parezca intrascendente comparado  a lo que siento. Incluso si a veces soy distante, y pareciese que no quiero estar contigo, es sólo debido a que me importas mucho, también.
Lo  miré  fijamente.  Se  inclinó  y  besó  mis  labios  hinchados  nuevamente,  y  esta  vez  le devolví  el  beso.  El  tiempo  pareció  menguar  alrededor  nuestro  y,  todo  lo  que  pude  ver, escuchar, saborear, oler, sentir, fue él. Una deliciosa especie de calidez se extendió a través de mí, pero esta vez no era mi tobillo lo que él estaba curando.
Cuando se retiró un segundo después, dejé caer mis manos de su cabello a mis costados, y lo miré, insegura de qué hacer ahora. Se  enderezó y se puso de pie, aunque no quitó sus ojos de mí. 
—Por favor —dijo—. Deja de comer.
Asentí, demasiado desarmada para que surgiera algo que decir en protesta.
—Gracias. —Extendió su mano  para acariciar sus  dedos contra mi mejilla, y después se fue hacia la puerta. Antes que pudiera formar cualquier tipo de pensamiento en mi cabeza, se había ido.
Lamí mis labios, todavía siendo capaz de saborearlo, y sonreí. Finalmente, después de casi seis meses, él lo estaba intentando.   
Esa noche, como siempre lo hacía, Peter se deslizó en el interior de mi cuarto una hora después de que yo terminara de cenar. Había pasado la tarde preguntándome que pasaría, si volvería todo a la normalidad o si habría más de esos excitantes besos, pero para cuando llegó, había decidido que no importaba. Era suficiente saber que ya no estaba más sola en la batalla por su existencia.
—Lo  siento  —dijo,  permaneciendo  cerca  de  la  puerta.  Estaba  en  la  cama  jugando  con Pogo,  quien tenía  una nueva  variedad de  juguetes  para  mantenerlo  entretenido.  Alcé  la vista  a  tiempo  para  ver  a  Peter  cerrar  la  puerta—.  Mis  acciones  anteriores  fueron injustificadas.
Por un terrible momento, pensé que se estaba disculpando por besarme. No fue hasta que sentí mi cara empalidecer que me di cuenta que se estaba disculpando por enojarse porque había estado comiendo y, entonces, pude manejar una risa nerviosa. 
—Sólo estabas tratando de advertirme. Tuve una última comida esta noche, pero ahora he terminado, lo prometo.
La pasta de mariscos griega, que por lo general me hacía delirar de hambre, había sabido a aserrín  en  mi  boca,  y  sólo  había  conseguido  un  par  de  bocados.  Pero  ya  habría  ningún alimento más. Le había hecho una promesa a Peter, y no iba a quebrarla más de lo que ya lo había hecho.
Dio un paso tentativo hacia mí. 
—Aun así, no debería haberte gritado como lo hice. No hiciste nada para merecerlo.
—Estabas preocupado.  —Me encogí de  hombros—.  Quiero pasar, y no habría dejado de comer si no me lo hubieras dicho. Así que gracias.
Cruzó el cuarto y tomó asiento junto a mí en la cama, recogiendo uno de los juguetes de Pogo. Ladrando felizmente, mi perrito abandonó el hueso que yo le había dado y fue tras Peter, tirando y gruñendo sin descanso del trozo de cuerda.
—Es bastante determinado —dijo Peter con una sonrisa tímida.
—Terco como una mula —dije—. Piensa que es del tamaño de uno, también.
Peter  sonrió  y  estuve  tan  aliviada  de  verlo  feliz  otra vez  que  casi  no  escuché  el  suave golpe en la puerta.
—¿Lali?
Era Hera. 
—Entra —dije, y empujó la puerta para abrirla mientras llevaba una bandeja con dos tazas de  chocolate  caliente  que  nos  traía  cada  noche.  Miré  a  Peter,  preguntando silenciosamente  por  su  aprobación,  y  él  asintió.  Cuando  ella  asentó  la  bandeja  sobre  la mesita  de  noche,  alzó  su  mano  para  detenerla.  A  pesar  de  que  ella  estaba  mirando  la alfombra, se detuvo.
—¿Estás segura de que está a salvo?
Era la primera vez que la había cuestionado en frente de mí. Desde el incidente en Navidad, nada  más  había  pasado,  ni  amenazas  o  paquetes sospechosos,  pero  Hera  todavía probaba todo lo que yo comía.
—Estoy segura.  —Hera habló tan suave que apenas pude escucharla, y un rubor tiñó sus mejillas—. ¿Puedo irme, por favor? 
Él  asintió  y  ella  dejó  el  cuarto  tan  rápido  que  no  tuve  tiempo  de  agradecerle.  Miré  la puerta,  preguntándome  qué  estaba  mal,  pero  el  aroma  del  cacao  alcanzó  mi  nariz  y  me distrajo. Después de tenderle una taza a Peter, levanté la mía y le di un sorbo. Peter me miró detenidamente, y mi pulso se incrementó, aunque no estuve segura de si era porque pensé que algo podría suceder, o por la manera en que me miraba. Quizás ambos.
Puse los ojos en blanco juguetonamente.
 —No voy a morir hoy, Peter, lo prometo. Ahora, ¿vas a decirme por qué Hera está asustada de ti?
Sonrió y bebió, sin dudas una técnica dilatoria. 
—Me  temo  que  ella  ha  estado  así  por  varios  años.  La  facilidad  que  tienes  de  pasar  el tiempo conmigo es bastante rara. La mayoría me teme.
—Eso  es  ridículo.  —Aunque  parte  de  mí  supo  que  no  lo  era.  Estaba  segura  que  él  se contenía cuando estaba cerca de mí.
—Cuando eres el gobernante de la muerte, no es tan difícil ver por qué no le gustas a los otros. —Agitó una mano despectivamente—. Pasa lo mismo con la mayoría del personal. Aquellos quienes me miran a los ojos cuando les hablo son unos pocos y distantes entre sí.
—No te tengo miedo.  —Y para demostrar mi punto, me incliné hacia adelante y lo besé como  me  había  besado  en  la  sala  pintada,  con  cuidado  de  no  derramar  mi  bebida.  Mi corazón latió con fuerza en mi pecho mientras esperaba su respuesta, esperando que no se alejara  y  declarara  que  todo  lo  que  había  pasado  había  sido  un  error.  Para  mi  alivio, finalmente me respondió. Sus labios eran cálidos contra los míos, y sabía a chocolate.
Finalmente rompió el beso y me quitó la taza, poniendo ambas sobre la mesita de noche. 
—No creo que Pogo aprecie ser ignorado.

Pogo estaba sobre su vientre y nos miraba atentamente. Cuando vio que lo estaba mirando, movió su cola.

Pogo de aguanta velas 
@heartespos 

1 comentarios:

Chari 10 de noviembre de 2014, 5:20  

Pobrecito k solo se debía sentir antes.

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:3

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