Capitulo 40
Por las siguientes semanas, pasar tiempo con Peter fue casi insoportable.
Mientras aún pasábamos nuestras tardes juntos, no fue mucho más fácil, y
cada conversación y toque accidental se sentía tenso. Nunca me miraba
a los ojos, y mientras estábamos acercándonos a Navidad, más parecía que
se alejara. Cuanto más se alejaba, más quería arrancarme el cabello y decirle
con palabras directas que, o adoptaba otra actitud, o me alejaría.
El problema era que esta sería una vana amenaza, y él lo sabría. Peor, estaba
temerosa que se interesara por ello.
—No entiendo —dije, caminando de arriba abajo en la acera—. Él actúa
como si no quisiera nada más conmigo.
Mi madre y yo estábamos cerca de un parque infantil en Central Park,
y a pesar de la profunda nieve que rodeaba la Mansión Eden mientras el
solsticio de invierno se acercaba y la primera parte de mi estadía estaba
terminando, era pleno verano aquí. En la distancia pude escuchar a un niño
llorar, pero estaba tan concentrada en el comportamiento de Peter como
para preocuparme.
—¿Por qué crees que sea? —dijo mi madre. Se sentó en un banco y me
observó, viéndose completamente tranquila.
—No lo sé —dije frustrada—. ¿Qué tal sí ha perdido las esperanzas? ¿Qué se
supone que haga después?
—Mantente intentándolo hasta que no te queden más oportunidades —
dijo mi madre.
Había un atisbo de acero en su voz que me hizo preguntarme si era tan
paciente sobre esto como aparentaba—. Y, aún luego, sigues haciéndolo.
Metí mis manos en los bolsillos. No era así de fácil y ella lo sabía.
—Hermes dijo que ninguna de las otras chicas había sobrevivido después
de Navidad.
¿Piensas que quizá por eso está evadiéndome? ¿Piensa que voy a caer
muerta en cualquier momento?
—Quizás —dijo—. O quizás se dio cuenta de que realmente se preocupa
por ti, y teme perderte.
Bufé.
—Ésa es una gran posibilidad. Él ni siquiera me mira.
Suspiró.
—Eres quién está pasando tiempo con él, Lali, no yo. Sólo puedo suponer en
base a lo que me dices, y si Peter es realmente tan miserable como suena,
dudo que alguien más vaya a ser capaz de sacarlo de esto.
—¿Y cómo sugieres que lo haga? —dije, tratando que mi voz no se quebrara,
pero lo hizo de cualquier forma. E inmediatamente me sentí culpable, y
caminé hacia ella. Se hizo a un lado, haciendo un lugar el banco, y me senté
a su lado.
—De cualquier forma que puedas —dijo, sacando un puñado de cabello de
mis ojos—. Si quieres hacer esto por él, entonces no será fácil. No va a ser
fácil pasar el resto de las pruebas, y tampoco será fácil darle una razón para
continuar.
Fruncí el ceño, atormentando a mi mente por enésima vez en las últimas
semanas, tratando de que surgiera algo, pero nada llegó. Mi último destello de
ingenio se había ido con su regalo de Navidad, pero incluso eso era un riesgo. —Aún estás siendo cautelosa, ¿no? —dijo mi madre, la preocupación se
grabó en sus fracciones—. No quiero que nada te pase, y si lo que dice es
cierto, y hay peligro afuera...
—Estoy bien —dije—. En serio. Nadie ha tratado de quitarme la vida aún, lo
prometo. Y si no puedo convencer a Henry de que vale la pena quedarse,
ellos también me matarán, de cualquier forma.
—No hables así. No me importa lo que pasé en los próximos tres meses, pero no te vas a rendir, ¿me entiendes? —Habló con tanta ferocidad que me
asustó, y me enderecé en el banco.
—No me voy a rendir —dije—. Pero si Peter ni siquiera lo intenta, él morirá. Y tú...
Y mi madre moriría también. Sabía que era inevitable, pero aún no estaba lista
para decirle adiós. Todavía tenía tres meses antes del equinoccio de
primavera, y me propuse empaparme de cada momento que pasábamos
juntas. No iba a dejar que Peterse metiera en el camino.
—No importa lo que me pase a mí o a Peter, seguirás intentándolo —dijo mi
madre, con voz gentil—. Ninguno de nosotros está rindiéndose y, si lo
haces, no serás mejor que Peter. Pero sé que lo eres, ¿correcto?
Asentí calladamente. Si tenía la fuerza y certeza de mi madre, sería
positiva de que convencer a Peter de lo mismo no sería demasiado difícil.
—Quizás deberías hablarle. Apuesto a que te escucharía.
—Probablemente lo hará. —Algo destelló en sus ojos, algo que no pude
entender.
—Pero ese es tu trabajo, cariño. Y sé que puedes hacerlo.
Era eso o dejar que alguien a mi alrededor muriera.
—Espero que tengas razón.
Me dio un ruidoso beso en la mejilla.
—Siempre tengo razón.
Antes de que cualquiera de nosotras pudiera decir algo más, el cielo se
oscureció, y miré hacia arriba, confundida. Cuando me di vuelta hacia mi
madre para preguntarle qué estaba pasando, se había ido; y en su lugar
estaba la persona que menos quería ver.
Hermes.
—¿Qué diablos estás haciendo aquí? —Salté para pararme—. ¿Qué hiciste
con mi madre?
—Está todo bien —dijo, parándose también. Me moví deprisa camino abajo,
buscando a mi madre, pero él fácilmente mantuvo mi ritmo—. Lali... escucha.
Tu madre está a salvo.
Quiero hablar contigo.
—¿Así que robaste el único momento que tengo para estar con ella? —Me di
la vuelta, y él se detuvo en su camino, unos centímetros lejos de mí—. Sólo
porque eres algún tipo de Dios, no te da el derecho de hacer esto. Te dije que te mantuvieras lejos de mí.
—Lo sé. —Metió las manos en sus bolsillos, y la mirada en su rostro era tan
lamentable que por un momento olvidé que era el chico malo—. Sólo
necesito unos minutos. Y prometo que todo volverá a ser normal. Por favor.
Suspiré irritada.
—Bien. Tienes cinco minutos.
—Más que suficiente. —Sonrió abiertamente, pero cuando todo lo que hice
fue mirarlo fijamente, su sonrisa se desvaneció poco a poco—. No soy quien
intenta matarte.
Parpadeé, sorprendida. Ésa era la última cosa que esperaba que dijera. —Eres la opción más lógica —dije suavemente—. Niégalo todo lo que quieras, pero sería estúpida si creyera tu palabra sin alguna prueba.
Inclinó su cabeza en una extraña, casi anticuada, forma de asentimiento. Era
un molesto recordatorio de quién y qué era él.
—No te lo pediría. Pero, si quieres, podrías preguntarle a Peter. Nunca he
estado involucrado en el proceso de pruebas por obvias razones. Eres mi
amiga, y nunca te lastimaría.
—¿Es por eso que he sobrevivido tanto? —dije sarcásticamente—. ¿Por
qué somos amigos?
Su expresión se oscureció.
—Te lo dije, no soy el asesino. Deberías conocerme mejor.
—Últimamente no parece que te conociera del todo —repliqué, y al menos
tuvo decencia de verse avergonzado.
—Has sobrevivido tanto tiempo porque todos hemos tomado medidas
extraordinarias para mantenerte a salvo —dijo—. Los guardianes, los
escoltas, los degustadores de comida... no tienes ni idea desde qué tan
cerca has sido vigilada.
Un escalofrío recorrió mi espina dorsal.
—Después de un siglo, ¿realmente no tienen idea de quién está haciendo
esto? Pensé que se suponía que los dioses eran omniscientes.
Se rió, pero fue hueco.
—¿No sería agradable? Solucionaría un montón de problemas. Pero no,
no lo somos.
Hemos seguido indicios, cambiado al personal, interrogado a todos los
involucrados, pero nada aparece. Incluso Peter ha ido al Inframundo para
interrogar a las chicas que fueron asesinadas, pero nunca lo vieron llegar.
Fruncí el ceño. Tan difícil como era el hecho de que estaba en peligro por
Peter, podría imaginar lo mucho que debía lastimarle hablar con la chicas que
han muerto por eso. Las chicas que él creía que habían muerto por su culpa.
—¿Entonces qué? —dije desesperadamente para enmascarar mi miedo—.
Si ustedes no pueden descubrir esto, no hay esperanza de que yo pueda
hacerlo, así que, ¿por qué me estás diciendo esto?
—Porque quiero que estés a salvo —dijo—. No tienes que confiar en mí, pero
al menos escucha lo que te estoy diciendo, y haz lo que tengas que hacer
para protegerte. Peter ha interrumpido todos los métodos que el asesino ha
usado antes para atacar. Significa que intentarán algo más. Peter lo sabe,
todos lo sabemos, y tú también deberías.
—Genial —dije, rodando mis ojos—. Así que, en lugar de comida
envenenada, ¿debería estar alerta por un enjambre de abejas asesinas? ¿Por
un yunque que está a punto de caer en mi cabeza? ¿Qué?
—Nada —dijo—. Nada fuera de lo normal. Y si alguna vez sospechas de algo,
aléjate de allí, ¿bien? No me importa cuánto parece que les gustas a ellos.
Alguien en ese lugar te quiere muerta, y si quieres tener alguna posibilidad de
sobrevivir, no puedes olvidar eso. No respondí. Me había ajustado a vivir en la
Mansión Eden, y aunque no era perfecto, al menos ya no era miserable. Pero
el pensamiento de que la persona que estaba intentando matarme quizás era
alguien que conocía —y conocía bien—, debilitaba mi confianza más
de lo que quería admitir.
Por primera vez, realmente entendí que no sólo estaban en juego la vida de mi
madre y la de Peter. La mía también.
Besos!
@heartespos
3 comentarios:
Holaaa! me encanto el cap podes subir otro mas hoy? porfa
.Tengo dos preguntas de donde sos? y si tenes planeado hacer un maraton
me encanto
Hola!!!.
Nueva en tu blog,leí todos los caps ,pero no comenté hasta ahora xk me pide verificación d palabras ,y en tantos caps era un follón.
Si pudieras quitar la verificación d palabras sería mejor.
Gracias.
Han pasado tres pruebas ,jajajajaja,y ya quiero saber cuales son ,tengo una intriga enorme.
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