Capitulo 56
—No hay ningún
problema, en absoluto ¿Te importaría si yo…?
—Para nada
—le dije—. Sírvete,
en serio. Y
no le hagas caso a
los gruñidos de mi estómago.
Artemisa comenzó a
desempacar la cesta y yo me senté frente a ella, doblando las rodillas al pecho.
No estábamos muy lejos del lugar donde yo había conocido a Peter. Dolía pensar en
eso, así que me volteé, concentrándome en Pogo y como saltaba sobre la
hierba.
—¿Hera? ¿Puedo
hacerte una pregunta personal?
Artemisa no levantó
la vista mientras desempacaba.
—Por supuesto.
Miré a Hefesto, que
todavía estaba al alcance del oído.
—Tiene que ver con
um… la cosa que había en el chocolate caliente.
—Oh. —Sus mejillas se colorearon—. Tal vez
sería mejor si Hefesto…
—Correcto. —Aclaré mi
garganta—. ¿Hefesto? ¿Te importaría darnos un momento?
Él miro de un lado a
otro entre nosotras con cautela.
—Te prometo que nadie
va a asaltarme o atacarme en medio del
bosque —dije con una sonrisa sombría—. Y si lo hacen, tengo a Hera y a Pogo
para protegerme. Sólo unos pocos minutos, te lo prometo.
—Voy a cuidar de ella
—dijo Hera y Hefesto cedió, él se perdió entre los árboles.
—¿Cómo lo
manejaste? Lo que me hizo
a mí y
a Peter… —Ahora era
mi turno de ruborizarme. En lugar de hacer lo mismo,
los ojos de Hera brillaron claramente.
—No estoy
saliendo con nadie,
y no tenía
suficiente dosis como
para treparme por
las paredes, como tú
debías tener, por
lo que sólo descansé. —Su
tono era plano
y poco amigable, y me frunció el
ceño. ¿Que había dicho?
—¿Por qué no estás
saliendo con nadie? —pregunté, pensando
que era una pregunta lo suficientemente segura—. Quiero decir, eres bonita,
inteligente y divertida, y sabes mucho acerca de todo el mundo aquí…
—Eres muy amable
—dijo con frialdad—. Pero creo que nunca
seré suficientemente buena para la persona que quiero
Mi ceño se
profundizó.
—Por supuesto que lo
eres. Cualquier sujeto tendría que estar loco para no quererte, ya sabes.
—No, Lali. —Su
tono era hielo ahora—.
Yo no soy lo suficientemente buena
para él y nunca lo seré. Él dejo
perfectamente claro que la única persona buena para él eres tú.
Aturdida, me encontré
sin palabras.
—Hera lo… lo siento,
no era mi intención… sea lo que sea estoy segura de que puedo hablar con él y
resolverlo y…
—¿Realmente tan eres
estúpida?
Me quedé en silencio.
Aparentemente lo era.
—Tu Peter —escupió ella—. Lo he estado observando pasar
a través de chicas como tú durante décadas. Él no se preocupa por mí, todo lo
que soy para él es alguien que cuida de sus invitados. —Sus ojos estaban brillantes por lágrimas—. Se lo dije una vez,
ya sabes, la primera vez que invitó a una muchacha aquí. Le dije que yo sería
perfecta para esto, que lo amaría, y lo trataría mil veces mejor de lo que
Perséfone alguna vez lo hizo. ¿Y sabes lo que hizo? Se alejó y no me dijo ni
una maldita cosa de nuevo a menos que tuviera algo que ver con sus mimadas
novias.
Yo no sabía que decir
o pensar. ¿Qué se suponía que debía hacer? ¿Era por esto por lo que estaba enojada conmigo? ¿Por
qué yo había
dormido con él bajo
la influencia de
unos estúpidos afrodisíacos?
—Lo siento —dije.
Luchando para mantener mi voz bajo control—. Yo
no elegí esto. Tal vez Peter nunca te notó… tal vez no estaba destinado a ser.
—¡Por supuesto que
estaba destinado a ser! —explotó ella—. ¿Cómo no podría ser? Lo amo.
Lo he amado mucho más
tiempo de lo que tú has vivido.
Su expresión se
aplanó y, por un aterrador momento, sus ojos se vieron tan muertos como lo
estaba ella.
—Y lo amaré mucho más tiempo después de que
te hayas ido.
De la cesta de picnic
ella retiró algo agudo y metálico. No tuve tiempo para correr. Artemisa se movió
tan rápido que el cuchillo fue un borrón, y traté de moverme, de patear sus
piernas y escabullirme, pero me agarró del pelo y tiró mi cabeza hacia atrás
con tanta fuerza que tenía miedo de que hubiera roto mi cuello.
—¡Hefesto! —grité,
pero ya era demasiado tarde.
En primer
lugar sentí la
presión, un extraño
empuje contra mi
costado. El dolor
no floreció hasta que
arrancó el cuchillo,
y fue entonces cuando
grité. Instintivamente la golpeé con el codo, sintiendo cómo algo
crujía cuando encontró su objetivo, pero eso sólo le dio otra oportunidad. Di
un grito ahogado mientras me clavaba el cuchillo en el vientre, la herida de
inmediato al rojo vivo. Ya podía saborear la sangre.
—Qué decepcionante
—dijo ella, limpiándose
el chorro de
sangre de su
nariz rota—.
¿Realmente eso es lo
mejor que puedes hacer?
Con un
último estallido de
adrenalina, me abalancé
hacia ella, mis
manos se cerraron alrededor de su garganta. Pero yo
estaba perdiendo sangre muy rápidamente, y no tenía fuerza para
hacerle el daño
que quería hacerle.
Impotente, apreté mis
ojos cerrados mientras ella
daba su golpe
final, apuñalándome el
centro del pecho.
Esta vez no se molestó
en retirar el cuchillo.
Apartó mis manos de
su cuello y me levantó con facilidad. Oí ladrar a Pogo, el sonido era sordo y
lejano, y traté
de gritar, pero
todo lo que
podía manejar era
un gorgoteo repugnante. El dolor
me quemaba como fuego. Me
mareé, como si estuviera cayendo a través de un túnel, pero no había nada que
pudiera hacer para aguantar.
El chorro
de agua helada
me despertó lo
suficiente para abrir
mis ojos. Mi
visión era borrosa, pero
pude ver a Hera
sobre mí. Su
cuerpo se aparto del
mío, pero se quedó quieta. Mi mente estaba tan lenta,
que me tomó varios segundos entender que estaba en el río y flotando lejos.
Eso fue todo. Así era
como la muerte se sentía. Fría, húmeda y entumecida y quemándome mientras luchaba
por respirar, pero sin llenar de
aire mis pulmones. En
lugar de sentir miedo,
me sentí aliviada.
No le tendría que
decir adiós a mi madre,
después de todo. Si Peter me tenía un poco de
misericordia, me dejaría ir en el instante que se diera cuenta de que estaba
muerta. Peter.
Después de
dejarlo bajar la guardia
y aumentar sus
esperanzas, me las
había arreglado para que me
mataran. Y si yo estaba muerta, él lo estaría, también. Él no había renunciado a
mí, así que, ¿qué derecho tenía yo de
renunciar a él?
Luché débilmente
contra la corriente,
pero fue inútil.
Apenas podía moverme,
y mucho menos tratar de nadar
hasta la orilla. El río me llevaba, y si tenía suerte, podrían encontrar mi
cuerpo flotando en la orilla del río en un lugar cercano.
Por encima de mí el
sol entraba a través de las ramas desnudas, y me dejé desplazar hacia la oscuridad,
sin más frío. En lugar de eso, me sentía caliente, como si Peter me abrazara, y
me lo imaginaba tirándome hacia la orilla. El aire frío me golpeó en la piel
mojada, y me estremecí. Él me iba a curar y, al final, todo estaría bien de
nuevo
Pero ya era demasiado
tarde para un final feliz. Yo estaba muerta.
Fin espero que les haya gustado amo sus comentarios y gracias por haber leído esta novela muchísimas gracias ,pronto muy pronto nos volvemos a leer! (:
Besos
@heartespos
1 comentarios:
Ya dije ,la k mas a cuidaba ,la odiaba ,y todo x celos.
Fin.
Una novela un tanto rara,pero al fin y al cabo ,algo constructiva.
Espero k tenga segunda parte.
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