domingo, 9 de noviembre de 2014

Capitulo 56





—No hay ningún problema, en absoluto ¿Te importaría si yo…?
—Para  nada  —le  dije—.  Sírvete,  en  serio.  Y  no  le  hagas  caso  a  los  gruñidos  de  mi estómago.
Artemisa comenzó a desempacar la cesta y yo me senté frente a ella, doblando las rodillas al pecho. No estábamos muy lejos del lugar donde yo había conocido a Peter. Dolía pensar en eso, así que me volteé, concentrándome en Pogo y como saltaba sobre la hierba. 
—¿Hera? ¿Puedo hacerte una pregunta personal?
Artemisa no levantó la vista mientras desempacaba. 
—Por supuesto.
Miré a Hefesto, que todavía estaba al alcance del oído. 
—Tiene que ver con um… la cosa que había en el chocolate caliente.
Oh. —Sus mejillas se colorearon—. Tal vez sería mejor si Hefesto…
—Correcto. —Aclaré mi garganta—. ¿Hefesto? ¿Te importaría darnos un momento?
Él miro de un lado a otro entre nosotras con cautela.
—Te prometo que nadie va a asaltarme o atacarme en  medio del bosque —dije con una sonrisa sombría—. Y si lo hacen, tengo a Hera y a Pogo para protegerme. Sólo unos pocos minutos, te lo prometo.
—Voy a cuidar de ella —dijo Hera y Hefesto cedió, él se perdió entre los árboles.
—¿Cómo  lo  manejaste?  Lo  que  me  hizo  a  mí  y  a  Peter…  —Ahora  era  mi  turno  de ruborizarme. En lugar de hacer lo mismo, los ojos de Hera brillaron claramente.
—No  estoy  saliendo  con  nadie,  y  no  tenía  suficiente  dosis  como  para  treparme  por  las paredes,  como  tú  debías  tener,  por  lo  que  sólo descansé.  —Su  tono  era  plano  y  poco amigable, y me frunció el ceño. ¿Que había dicho?
—¿Por qué no estás saliendo con nadie?  —pregunté, pensando que era una pregunta lo suficientemente segura—. Quiero decir, eres bonita, inteligente y divertida, y sabes mucho acerca de todo el mundo aquí…
—Eres muy amable —dijo con frialdad—. Pero creo que nunca seré suficientemente buena para la persona que quiero
Mi ceño se profundizó. 
—Por supuesto que lo eres. Cualquier sujeto tendría que estar loco para no quererte, ya sabes.
—No,  Lali.  —Su  tono era  hielo  ahora—.  Yo  no soy  lo suficientemente  buena  para  él y nunca lo seré. Él dejo perfectamente claro que la única persona buena para él eres tú.
Aturdida, me encontré sin palabras. 
—Hera lo… lo siento, no era mi intención… sea lo que sea estoy segura de que puedo hablar con él y resolverlo y…
—¿Realmente tan eres estúpida?
Me quedé en silencio. Aparentemente lo era. 
—Tu Peter  —escupió ella—. Lo he estado observando pasar a través de chicas como tú durante décadas. Él no se preocupa por mí, todo lo que soy para él es alguien que cuida de sus invitados. —Sus ojos estaban brillantes por lágrimas—. Se lo dije una vez, ya sabes, la primera vez que invitó a una muchacha aquí. Le dije que yo sería perfecta para esto, que lo amaría, y lo trataría mil veces mejor de lo que Perséfone alguna vez lo hizo. ¿Y sabes lo que hizo? Se alejó y no me dijo ni una maldita cosa de nuevo a menos que tuviera algo que ver con sus mimadas novias.
Yo no sabía que decir o pensar. ¿Qué se suponía que debía hacer? ¿Era por esto por lo que estaba enojada  conmigo?  ¿Por  qué  yo  había  dormido con  él  bajo  la  influencia  de  unos estúpidos afrodisíacos?
—Lo siento —dije. Luchando para mantener mi voz bajo control—. Yo no elegí esto. Tal vez Peter nunca te notó… tal vez no estaba destinado a ser.
—¡Por supuesto que estaba destinado a ser! —explotó ella—. ¿Cómo no podría ser? Lo amo.
Lo he amado mucho más tiempo de lo que tú has vivido.
Su expresión se aplanó y, por un aterrador momento, sus ojos se vieron tan muertos como lo estaba ella.
Y lo amaré mucho más tiempo después de que te hayas ido.
De la cesta de picnic ella retiró algo agudo y metálico. No tuve tiempo para correr. Artemisa se movió tan rápido que el cuchillo fue un borrón, y traté de moverme, de patear sus piernas y escabullirme, pero me agarró del pelo y tiró mi cabeza hacia atrás con tanta fuerza que tenía miedo de que hubiera roto mi cuello.
—¡Hefesto! —grité, pero ya era demasiado tarde.
 En  primer  lugar  sentí  la  presión,  un  extraño  empuje  contra  mi  costado.  El  dolor  no floreció  hasta  que  arrancó  el  cuchillo,  y  fue  entonces  cuando  grité.  Instintivamente  la golpeé con el codo, sintiendo cómo algo crujía cuando encontró su objetivo, pero eso sólo le dio otra oportunidad. Di un grito ahogado mientras me clavaba el cuchillo en el vientre, la herida de inmediato al rojo vivo. Ya podía saborear la sangre.
—Qué  decepcionante  —dijo  ella,  limpiándose  el  chorro  de  sangre  de  su  nariz  rota—.
¿Realmente eso es lo mejor que puedes hacer?
Con  un  último  estallido  de  adrenalina,  me  abalancé  hacia  ella,  mis  manos  se  cerraron alrededor de su garganta. Pero yo estaba perdiendo sangre muy rápidamente, y no tenía fuerza  para  hacerle  el  daño  que  quería  hacerle.  Impotente,  apreté  mis  ojos  cerrados mientras  ella  daba  su  golpe  final,  apuñalándome  el  centro  del  pecho.  Esta  vez  no  se molestó en retirar el cuchillo.
Apartó mis manos de su cuello y me levantó con facilidad. Oí ladrar a Pogo, el sonido era sordo  y  lejano,  y  traté  de  gritar,  pero  todo  lo  que  podía  manejar  era  un  gorgoteo repugnante.  El dolor  me quemaba  como  fuego. Me  mareé,  como si  estuviera cayendo  a través de un túnel, pero no había nada que pudiera hacer para aguantar.
El  chorro  de  agua  helada  me  despertó  lo  suficiente  para  abrir  mis  ojos.  Mi  visión  era borrosa,  pero  pude  ver a  Hera  sobre  mí.  Su  cuerpo  se aparto  del  mío,  pero  se quedó quieta. Mi mente estaba tan lenta, que me tomó varios segundos entender que estaba en el o y flotando lejos.
Eso fue todo. Así era como la muerte se sentía. Fría, húmeda y entumecida y quemándome mientras  luchaba  por respirar, pero  sin  llenar de  aire  mis pulmones.  En  lugar  de  sentir miedo,  me  sentí  aliviada.  No  le tendría  que  decir adiós  a  mi  madre,  después  de  todo. Si Peter me tenía un poco de misericordia, me dejaría ir en el instante que se diera cuenta de que estaba muerta. Peter.
Después  de  dejarlo  bajar la  guardia  y  aumentar  sus  esperanzas,  me  las  había  arreglado para que me mataran. Y si yo estaba muerta, él lo estaría, también. Él no había renunciado a mí, así que, ¿qué derecho tenía yo de renunciar a él?
Luché  débilmente  contra  la  corriente,  pero  fue  inútil.  Apenas  podía  moverme,  y  mucho menos tratar de nadar hasta la orilla. El río me llevaba, y si tenía suerte, podrían encontrar mi cuerpo flotando en la orilla del río en un lugar cercano.
Por encima de mí el sol entraba a través de las ramas desnudas, y me dejé desplazar hacia la oscuridad, sin más frío. En lugar de eso, me sentía caliente, como si Peter me abrazara, y me lo imaginaba tirándome hacia la orilla. El aire frío me golpeó en la piel mojada, y me estremecí. Él me iba a curar y, al final, todo estaría bien de nuevo

Pero ya era demasiado tarde para un final feliz. Yo estaba muerta.

Fin espero que les haya gustado  amo sus comentarios y gracias por haber leído esta novela muchísimas gracias ,pronto muy pronto nos volvemos a leer! (:
Besos
@heartespos

1 comentarios:

Chari 10 de noviembre de 2014, 13:22  

Ya dije ,la k mas a cuidaba ,la odiaba ,y todo x celos.
Fin.
Una novela un tanto rara,pero al fin y al cabo ,algo constructiva.
Espero k tenga segunda parte.

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:3

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