lunes, 29 de diciembre de 2014

Capitulo 23



 Yo subida a horcajadas de él, con la falda lady de mi vestidito marinero y media espalda al aire remangada hasta la cintura, y las bragas hechas añicos en sus manos (estupendo, voy de cena con vestido y sin ropa interior), me restriego y restriego en su polla dura como una adolescente con las hormonas revolucionadas. Hasta que no podemos más y saco un condón de mi bolso. Tras ponerlo a toda prisa entre los dos, me empalo en su miembro despacio, sintiendo cada gramo de placer que me proporciona su carne abriendo la mía. Gemimos fuerte entre besos.

Me agarra del culo, de la espalda, de la nuca, del culo otra vez. No para de tocarme todo el cuerpo, es una necesidad insaciable para él tocarme.
–Es una necesidad insaciable tocarte, joder.
–Sí cariño, sí. Tócame. Oh.

Me acaricia como puede el clítoris, vuelve al culo y sin decirme nada noto que uno de sus dedos se introduce en mi… parte de atrás. Antes de que pueda dar el respingo que quiero dar, me penetra con mucha fuerza moviendo sus caderas y con un brazo me sujeta de la cintura. Gimo tanto que creo que los violadores y asesinos en serie van a venir cuan zombis a nuestro encuentro, pero el orgasmo es tan intenso que se me nubla la mente. Él me sigue unos segundos después.
Casi no me doy cuenta de que su dedo sigue en mi culo hasta que lo saca. La verdad, nunca me habían tocado allí. Pero lo ha hecho de forma tan él, tan natural, que me ha excitado. A nivel puro de placer ha sido extraño. No me ha dolido pero tampoco es que me haya gustado. Ha sido raro tener algo ahí dentro pero no me ha molestado. Y en ese nanosegundo sé que tarde o temprano le abriré las puertas de Mordor toditas para él.

Ya en mi asiento, me paso por el pelo un cepillo de mano que tengo y me recompongo el maquillaje en espejito del parasol. +Peter tira el condón lleno de él por la ventanilla y se ríe diciendo que no tenía sexo en un coche desde los veinte años, pero que le vuelvo demasiado loco como para no echarse encima de mí. Yo también me río y nos ponemos en marcha. Apenas quedan diez minutos para llegar al adosado y me debato si decirle o no lo que estoy pensando. El filtro mente boca ya sabemos que no es lo mío.
–Peter.
–Dime.
–Quiero que sepas que nunca antes, nadie me había…
– ¿Te había qué?
–Tocado ahí.

Creo que estoy roja como un tomate.


– ¿En serio?
Se queda callado unos segundos ante mi negativa, pero está sonriendo.

– ¿Te ha gustado que lo hiciera?
–Pues… sí. Me ha gustado que no me lo preguntaras. Te habría dicho que no.
Nos reímos y pone una mano en mi muslo, acariciándolo. Solo ese gesto ya me tiene a mil.
–Nunca insistiré en hacer algo que tú no quieras, pero follarte ese culo tan de pecado que tienes está en mi larguísima lista de quehaceres contigo.
– ¿Larguísima lista de quehaceres?

Me guiña un ojo y me sonríe. Sube más la mano y yo ya estoy pensando en dónde podríamos parar de nuevo antes de llegar.

– ¿Y qué harás cuando la lista se termine?

Sonríe con picardía sin apartar la vista de la carretera. Una sonrisa de «te lo voy a demostrar» que va directa a mi vientre como un torrente eléctrico.
Tal y como me temía, su mano sube por mis muslos y toca mi desnuda entrepierna. Hace pequeños círculos por mi sexo y yo me revuelvo, dándole mejor acceso. ¡Dios pero qué estoy haciendo! Me da igual, ya estoy otra vez con necesidad de él. No me decepciona y comienza a acariciar mi mojado clítoris mordiéndose el labio. Yo me lo muerdo también como acto reflejo y me acomodo suspirando. Aminora la marcha. Sigue y sigue acariciándome rítmicamente mientras yo jadeo y me retuerzo, buscando el contacto pleno con su mano. Me da hasta vergüenza, pero lo que este hombre despierta en mí es incontrolable e imparable. Sus dedos se mueven implacables y de repente uno se cuela en mi interior. Gimo. Se muerde el labio inferior otra vez y ronronea. Yo he dejado de ver, oír y sentir nada salvo esa mano prodigiosa y el olor a sexo que impregnamos los dos.

–Córrete en el asiento de mi coche para mí.

Y eso ya me hace estallar en mil pedazos, sorprendiéndome ante el inesperado orgasmo que tengo en sus dedos. Mientras ahogo mis grititos y le miro alucinada, se lleva su dedo mágico a la boca y lo chupa. Me guiña un ojo y sonríe.

–Esa lista no se terminará nunca.

Cuando llegamos a la casa, Euge y Nico salen a recibirnos. Obviamente la primera en saltar como una leona hacia Peter es Euge. Le mira de arriba abajo y ni ella con su templanza puede disimular que mi chico es un auténtico dios griego de Danone. Nico le estrecha la mano y ambos se deshacen en simpatía hacia Peter, que la corresponde con creces. Ver a Barbie y Ken tan entusiasmados porque Peter se sienta cómodo me emociona y me hace ver lo preocupados que estaban por mí estos meses atrás. Les quiero tanto que voy a llorar.
Enseguida Nico y PEter se ponen a hablar de deportes y se ríen juntos mientras entramos al salón. Vera me tira del brazo hacia atrás y me susurra lo guapísimo que es y lo buenísimo que está mi máquina sexual de arrancar sonrisas, como ella llama a Peter. Me río y le digo que vengo de echar un polvo en el coche a mitad camino y una réplica orgásmica por masturbación mientras conducía. Se queda alucinada y me hace una reverencia. Me hace directamente la ola cuando le digo que voy sin bragas porque mi hombre me las ha roto en su arrebato. Y la muy perra se niega a dejarme unas bragas y se recrea en hacerme pasar vergüenza. Jodida Euge.

Sentados en el sofá con unas cervecitas, Peter le pregunta a Euge por su viaje, aunque como sabe que a Nico no le hace mucha gracia, cambia de conversación y nos centramos en reírnos de las chorradas que me pasan. Nos reímos de mí, vaya. De repente suena el timbre, Euge se levanta a abrir y Nico le pregunta a Peter si quiere un valium.Peter  le mira extrañado y enseguida oímos la voz de Gas entrando al salón en su estado más gay y la voz de su folloamigo Ple, de quien aún no sabemos su verdadero nombre, tratando de no avergonzarse.
– ¡Decidme que me he muerto y estoy en el cielo! ¡Mis dos amores, mis dos buenorrísimos juntos para hacerme feliz! ¿Una mamadita rápida chicos?
El pobre Ple no sabe dónde meterse. Él es serio y algo tímido. Está totalmente enamorado de Gas y quiere ganárselo. Nico le corta de inmediato.
–Hostia puta Gas, si vas a empezar con tus mierdas de marica te vas de esta casa pero ya.
–Uuuyy mi cariñito gruñón. No te pongas así, cielo, que luego destrozas a euge a pollazos y no puede ni andar.

Nos echamos a reír todos porque en el fondo Gas tiene unas formas de decir las cosas que te partes, quieras o no. Es espontáneo y tiene desparpajo. Y nada de malicia. A veces resulta pesado y soez pero él mismo se da cuenta y recula, poniéndose más serio. A nico se le da bien ponerle más serio.

Por eso la cena transcurre con normalidad entre risas, historias, copas de vino y conversaciones sobre política. En la mesa de Nico y Euge siempre se habla de política. El tema se acaba pronto porque, por raro que parezca, los seis estamos bastante de acuerdo en los puntos principales. Pues nada, ¿sacamos los cubatas, no? dice Euge en su papel de anfitriona que tan bien sabe hacer. Fingiendo ayudarla, voy con ella a la cocina. Gas no tarda ni dos segundos en aparecer.


Holaaaa! Chicas espero que les haya gustado el capitulo no es mucho pero les subo hoy porque ayer no les subi ninguno, Que pasesis de maravilla lo que queda de día, ah1 y no olvideís de dejar vuestros tw si quereis que os avise.

Besos
@onlyespos_

sábado, 27 de diciembre de 2014

Capitulo 22



Euge volvió de Kenia hace cuatro días. Me moría por verla después de tres meses, pero siempre se toma unos días en soledad cuando vuelve de estos viajes. Necesita acostumbrarse a la rutina poco a poco. Nos mandó su clásico mensaje de «He llegado bien. Necesito soledad. Os quiero» y ayer nos llamó para quedar a comer hoy los tres.Gas no ha podido venir, pero se moría de ganas de estar con ella también. La hemos echado tanto de menos que estuvimos a punto de coger un avión e ir a verla. Así es Vera: deja un vacío terrible cuando no está. Mi Euge.

Cuando nos encontramos las dos en la puerta del restaurante donde hemos quedado para comer, no podemos parar de abrazarnos, gritar y llorar como descosidas. Nos pegamos más de cinco minutos a lo «Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón», loquísimas perdidas, y finalmente entramos a comer. Al principio Euge se siente rara, es normal. Le cuesta aterrizar y volver a habituarse a las comodidades que tenemos. Hasta usar cubiertos le parece extraño. Pero poco a poco se va soltando y empieza a contarme detalladamente cómo han sido estos tres meses. Nos ha traído regalitos tribales a todos. Mi niña. Y al final de la comida parece que vuelve a ser la Euge de siempre. Sí, ha vuelto menos tocada que la última vez. Se va acostumbrando a lidiar con la miseria.

Nos terminamos de poner al día tomándonos el café en una de las cafeterías más chic de la Barcelona. Es un bar biblioteca. Su decoración es impresionante, llena de modernidad y de toques hipster que tanto gustan ahora. Es un sitio de moda al que la gente acude a tomar café o tomarse una copa a la par que pueden coger un libro y leer. Por las noches proyectan películas de cine clásico mudo. Un sitio para modernos, como dice Euge, y divino. Y no lo digo porque yo fuera la decoradora del bar y esté más que orgullosa del resultado, que conste.

Como es sábado, se nos calienta la boca y decidimos pasar de los cortados a los gin tonics. No son ni las cinco, pero nos da igual. Con el calentón de los primeros sorbos terminamos de contarnos nuestro tiempo sin vernos y empezamos a hablar de lo que más nos gusta: sexo. Después de reírnos como locas, para no variar, comenzamos a hablar de relaciones, de la vida y de las complicaciones. A mitad cubata ya nos hemos puesto metafísicas.

– ¿Tú crees que las personas estamos condenadas a la infelicidad?

–Hombre, Lali, espero que no. Creo que en todas las vidas humanas hay momentos de tragedia y momentos de felicidad. Solo que en unas vidas hay más de uno y menos de otro.

–No, no me refiero a eso. Me refiero a que a veces me da la impresión de que somos nosotros mismos, cada persona, las que nos complicamos la vida y acabamos inventándonos problemas para no sé, condenarnos a no ser felices. 

Es como si no nos creyéramos que podemos serlo sin tener consecuencias negativas. Es un poco lo que me pasa a mí.

–Ya te entiendo. Que buscamos el drama; a lo «si soy tan feliz es que algo malo va a pasar».

Asiento.

–Es posible, sobre todo en los países del primer mundo. Como en general no tenemos problemas reales, parece que nos aburramos. Es curioso que, en todos los viajes que he hecho con la ONG, haya visto pobreza hasta llorar de rabia. Situaciones límite que te dejan en estado de shock, y no solo a nivel material, también a nivel emocional. Familias desestructuradas con problemas que aquí saldrían en las noticias sin parar. Madres abandonadas, hijas violadas, hombres desesperados… Y sin embargo, no he conocido nunca gente más feliz. En general, están siempre con la sonrisa en la boca. Siempre. Es increíble, con todo lo que tienen encima, son capaces de reírse hasta de su sombra. Así que sí, aquí nosotros nos complicamos la vida y nos sacamos problemas donde no los hay. Sencillamente, no sabemos ser felices con lo que tenemos y con lo que somos. Creo que estamos tan centrados en cumplir en el día a día que nos olvidamos de qué queremos y quiénes somos. Y entonces es cuando pensamos que nos falta algo para ser felices. En realidad no nos falta nada, solo a nosotros mismos y disfrutar de los momentos buenos.

–Sí. Solo que en general creo que nos asusta mucho preguntarnos a nosotros mismos qué queremos, porque quizá la respuesta no sea la más fácil ni la que luego decimos que es.

–Explícate.

–Por ejemplo, Gas. Él dice que desea pasarlo bien con cuantos más tíos mejor, que no quiere tener implicaciones emocionales con ninguno y como mucho tener un par de amigos recurrentes pero sin compromiso. Incluso cuando algún guaperazo ha querido algo más con él, lo ha rechazado de inmediato. Se siente cómodo en esa vida. Dice que así es féliz. Pero eso es lo que dice. Si se preguntara a sí mismo qué es lo que quiere, sé que se diría: una relación formal. Pero está tan acojonado a abrirse emocionalmente a una persona que desecha la idea de inmediato y sigue auto engañándose. Y por eso le dan esos arranques emocionales de vez en cuando y se siente vacío con su vida.

–Y eso hace que vuelva a buscar la diversión en vivir los veinte años perpetuamente.

–Exacto. Tiene miedo a salir de lo que conoce. Se auto engaña. Como en general todos, con un aspecto u otro de nuestra vida. Si sabemos que queremos algo difícil, preferimos auto engañarnos diciendo que en realidad no lo queremos, a arriesgar y luchar por conseguirlo. Es como si no nos importase estar dentro de una mierda, con tal de que esté caliente.

–Bueno, a todos nos gusta estar calentitos en nuestra mierda de vez en cuando. Pero tú nos has dado una lección de fortaleza, porque has luchado mucho por salir de ese calorcito cómodo y conseguir lo que quieres, desde sentirte mejor contigo misma, a  mejorar en tu trabajo u olvidar a Marcos, pasando por volver a enamorarte. No sabes lo contenta que estoy de verte así,Lali. Joder, ¡quién lo iba a decir hace tres meses y pico, cuando conociste a Peter!

Sonrío como una boba con solo oír su nombre. Estos tres meses con él han sido increíbles. Maravillosos, aunque suene moñas. Nos hemos visto casi a diario y hemos ido conociéndonos un poquito mejor, sorprendiéndonos de lo mucho que conectamos. Hemos salido alguna vez de fiesta con sus amigos, o los dos solos, o con Gas, con quien ha congeniado. Dormimos juntos varias noches entre semana y los fines de semana enteros, incluso cuando salimos cada uno con su gente. Y me sonrojo al recordar las maratones de sexo que hemos practicado. Nunca había hecho el amor cuatro veces en una noche. Nunca había deseado una quinta. Nunca había tenido tantos orgasmos seguidos. Nunca había visto jadear y gemir así a un hombre. Nunca lo había hecho en la mesa de la cocina, en el suelo, en la bañera o empotrada en la misma puerta de entrada. Nunca me habían follado de esa forma tan carnal y salvaje y a la vez besado con tanta dulzura. Peter es posesivo, cariñoso, guarro y dominante en la cama y me encanta. Fuera de ella es impulsivo, entusiasta, impaciente, seguro de sí mismo y divertido, se mea con mis payasadas y con las cosas tontas que siempre me pasan. Es inteligente y brillante, tenemos conversaciones serias de todos los temas y nos retamos mentalmente hasta la estimulación. Es masculino, fuerte, atento; me inspira seguridad. Es de esos que si alguien te mira demasiado te rodea con el brazo, lo engulle con la mirada, el gesto serio y está dispuesto a pegarle un puñetazo; pero que le gusta que tenga mi vida, mi independencia y mis hábitos sin él, como el de tomarme un gin tonic con Euge a las cinco de la tarde. Sonrío otra vez.

–Sí, es alucinante. Llevamos tres meses saliendo y la cosa no para de crecer. 

Estamos muy encoñados, para qué negarlo. Y no sé por qué, pero se me ha ido todo el miedo que tenía los primeros días. Con él, desaparece nada más ver su sonrisa, es como el maná. Me da mucha seguridad porque me demuestra cada día no solo que va en serio, sino que le gusto cada vez más. 

Es increíble estar descubriéndonos, experimentando, sorprendiéndonos… Y claro, soy consciente que solo llevamos tres meses y que es el tiempo de la nube color de rosa, y que las tormentas llegarán y demás, pero no sé, como que veo que seremos una pareja más. Incluso más que una pareja más. Estoy en la fase en la que me creo que somos la puta mejor pareja del mundo, única y especial.

Nos reímos a carcajadas. Es la frase que usó euge cuando empezó a salir con Nico.

–Te hace feliz y eso se nota. Por cierto, aún no le conozco.

–Lo sé; con tu viaje a Kenya por medio… Tengo unas ganas locas de que le conozcas y él también a vosotros.

– ¿Qué te parece si cenamos hoy en mi casa? Nico está de buenas, estará encantando. Quiere conocer a Peter y saber si es más guapo que él.

Nos reímos. Saco el móvil para mandarle un mensaje a PEter y preguntarle. Veo que tengo otro de él de hace solo unos minutos.

« ¿Cómo va tu tarde de chicas, nena? ¿Ya estáis borrachas y apunto de sobaros en plan exaltación de la amistad? ¡Llámame si es así que voy corriendo!. Te echo de menos».

« ¡Mira que eres guarro! Nos tenemos muy sobadas ya y no necesitamos las manos ;). También te echo de menos :( Por cierto, Euge me pregunta si nos apetecería cenar en su casa esta noche. Si no has quedado con tus amigos, ¿Te apetecería?».

« ¡Claro! ¿Será un examen? ;)».

« ¡Qué vaJ! ¿Seguro que te apetece y no tienes plan, verdad?».

«Lali, no me cabrees ¿vale? Dime a qué hora te recojo y calla la boca».

«Con mi boca hago lo que quiero, corazón; no me mandes callar. A las nueve».

«Con tu boca haces maravillas y estoy deseando mandarte usarla ;)».

«Mojabragas insaciable».

«Bruja».

 A las nueve y cuarenta y cinco minutos, el coche de Íñigo está aparcado en un sitio oscuro y desértico a mitad camino del adosado donde viven Euge y Nico. La noche empieza a ser calurosa y tiene ese olor a primavera que tanto activa los sentidos. El coche, cerrado a cal y canto, respira calor y olor a perfumes y a sexo. Dentro, él y yo nos metemos mano como locos incapaces de controlar el deseo que tenemos con solo vernos.



Espero que les haya gustado co,o siempreos digo dejad vuestros tw asi os aviso cuando suba

Besos
@onlyespos_

Capitulo 21


Al cabo de unos minutos de dejarme en mi casa, no sin antes llenarme de besos, tengo un mensaje suyo.

«De nuevo en casa, que parece muy fea sin ti. Tendrás que venir a menudo para ponerle remedio ;). Voy a darme otra ducha y a sentarme un rato con una copa del vino que nos bebimos ayer, para celebrar que ha sido un fin de semana impresionante. Mil besos. Por todo el cuerpo».

«Haré lo propio y de paso calmaré mis tensos muslos al recordarte de pie en la ducha haciéndome muy feliz ;). Brindaré por lo mismo. Mil besos… dónde tú quieras».

«Mmmm nena, nena. ¿No me vas a dejar descansar ni un segundo? Lo cierto es que ni quiero. Yo me acordaré de ti arqueando la espalda en la alfombra de mi salón. Y del 69 en la cama. Solo de pensarlo…».

«Solo de pensarlo… sí. Yo TAMBIÉN. Te dejo, chato. Hasta luego ;)».

«Desténsate a gusto. Y piensa solo en mí, claro».

«Deseo concedido. Buenas noches, Peter».

«Buenas noches, bruja».

Hala, me he enamorado.

« ¿Venís a cenar a casa? Tengo mil cosas que contaros».

«Yo voy. Héctor está en plan soy Pérez-Reverte y no me hace ni caso esta noche. Llevo ginebra de la barata».

«Yo voy. Lito está en plan necesito follarte y tengo el culo dolorido de Ple. 

Llevo ginebra de la cara, que luego vomitas y no vienes a trabajar».

Cenar en casa con euge y Gas es una de las cosas que más me gustan en el mundo y que ya apenas hacemos. En general nos reímos sin parar de absurdeces y acabamos medio borrachos y durmiendo en la casa de turno porque no nos podemos ni menear. Y esta noche no es una excepción. La guinda para mi pasteloso fin de semana. Además me apetecía hacer una despedida en condiciones, porque esta semana Vera se va otra vez a Kenia tres meses, a colaborar como enfermera con una ONG. Así es Euge, se pide una excedencia de tres meses para ayudar a los más desfavorecidos. Ya lo dije: guapísima, buenísima y también solidarísima. Jodida Euge.

Entre tragos y fideos fritos chinos les cuento cómo ha sido mi fin de semana. Euge casi orgasmea. Gas casi erecta. Y los dos aplauden las hazañas de Peter que rima con, y me dan luz verde para volverme loca por él. Y que ambos me den luz verde es más importante para mí que cualquier palabra bonita u orgasmo intenso. Euge en su sensatez siempre me dice las cosas como son y nunca se equivoca. Que me dé su bendición me tranquiliza. Gas en su locura siempre me dice las cosas como no son y nunca se equivoca. Que me dé su bendición me pone eufórica. Y esas dos polaridades constantes en mi vida son necesarias para equilibrar esta brújula loca y descontrolada que a veces es Lali. Soy mi Gas para Gas. Mi Euge para Euge. Y así los tres nos complementamos tan bien que sabemos que jamás nos separaremos. Nunca.
Como era de esperar, ambos deciden quedarse a dormir en mi casa, pero cuando Vera llama a Nico para decírselo, tiene una bronca monumental con él. Cuando vemos que está a punto de salirle otra cabeza, Gas y yo nos vamos discretamente; sabemos de sobra lo que hay. Nico es en ocasiones muy obtuso e insensible y no entiende la necesidad de Vera de unirse a ONGs y hacer viajes solidarios. Vera se siente frustrada y poco apoyada y, como va borracha, en lugar de decirle que se quedaba aquí a dormir y ya, se ha encendido y le ha empezado a soltar todo tipo de insultos e improperios. Ya estamos acostumbrados: cuando Nico y Euge discuten, lo hacen con mucha violencia verbal. Luego follan como animales. Luego se aman locamente. Y vuelta a empezar. Es curioso porque Euge es la persona más tranquila que conozco, pero Nico saca la parte más animal que ella tiene escondida. Y supongo que al revés ocurre lo mismo. Si cada pareja es un mundo, Euge y Nico son dos galaxias a las que es mejor no analizar en profundidad. Se aman así y así son felices. Pues nada.

Cuando cuelga y conseguimos tranquilizarla, él la llama de nuevo y hacen las paces, así que Vera decide dormir en su casa. Al cabo de un rato Nico pasa a buscarla a casa y de paso se lleva a Gas, que se había quedado sobado en mi sofá. Así que cuando me vuelvo a quedar sola, me voy a la cama dando por concluido un genial fin de semana. Pero cuando me meto entre las sábanas se me ocurre…

– ¿Lali?


– ¿Te he despertado?

–Bueno son las dos de la madrugada, pero no importa. ¿Va todo bien?
–Sí. Es que yo… Bueno es que…

– ¿Vas borracha?

–Mmm un poco, sí.

Oigo silencio. Mierda.

–Han venido Gas y Euge a cenar a casa y hemos acabado bebiendo un poco. Solemos hacerlo de vez en cuando y siempre acaba igual: Gas sopa en mi sofá, Eueg discutiendo con Nico, éste llevándoselos a ambos y yo yéndome a dormir agotada. Pero hoy… bueno quería oír tu voz antes de acostarme. 

Espero que no te enfades por despertarte.

Debo parecer una borracha quinceañera porque él se ríe.

–Claro que no, nena. Me encanta que me llames así. ¿Cuánto les has hablado de mí?

–Mmm, lo suficiente como para que Gas deje a un lado a Nico en sus perversas fantasías y a Euge le hayan salido corazones en los ojos.

Se ríe. Mierda ¿he dicho eso?

–Eso último me gusta.

–No puedo creer que haya dicho eso en voz alta.

Se ríe más.

–Me encanta que siempre digas lo que piensas sin pensar. Lo haces todo muy fácil para mí.

–Vaya, ¿no te gustaría más que fuera misteriosa y complicada? Para mantener el morbo y esas cosas.

–El morbo ya está en niveles estratosféricos contigo, te lo aseguro. Y no, no me gustan las vampiresas misteriosas que tienes que estudiar para adivinar sus deseos.

–Eso desde luego te quita de la idea de guapo atormentado.

–Ya era hora. Me estaba agobiando en el papel de buenorro traumatizado porque papá no le quiere o cosas así.

Me río.

– ¿Nos quedamos con mojabragas entonces?

–Tampoco. Solo te mojo las bragas a ti. Y mucho, por cierto.

–Eres un guarro.

–Y lo que te gusta.

–Noto como estás mordiéndote el labio. Me estás poniendo mala.

– ¿Ah sí? ¿Quieres que me toque mientras hablamos y te haga tocarte a ti también?

–Guarro.

Nos reímos los dos.

–Sabes que podría hacer que te corrieras con solo oír mi voz.

–Dios, qué engreído eres.

Y qué cierto lo que dices.

–Pero certero, ¿a qué sí?

– ¿Me lees el pensamiento, Patrick?

–No, pero gracias por decirme que estabas pensando que tenía razón.

Se ríe y yo le quiero asesinar… a besos.

–Tengo que colgar. Mañana tendré una resaca espantosa y tenemos tres clientes nuevos. ¿Pensarás en mí?

Dios, Lali.

–Ni lo dudes. Tú ya sé que sí.

Se ríe y yo susurro un gilipollas que le hace reír aún más.

–Buenas noches, nena. Si puedes descansa, que igual me cuelo en tus sueños y hacemos un remember de esa ducha y suelo del salón.

–Ya te gustaría. Y a mí.

Nos reímos.

–Buenas noches, novio.

Mierda. Se me ha escapado con el pedal que llevo. Hay unos segundos de silencio. Lali, eres imbécil y no te has dado cuenta pero tranquila, que él sí.

–Vaya. Me gusta como suena. Y mucho. Buenas noches, preciosa.

Y cuelga. Y yo me muero.

Capitulo 20



– ¿Te gusta que te folle así?

– ¡Oh joder, sí!

Y su gemido ronco, largo y como aliviado me indican que le gusta… que me guste. Y le debe gustar mucho porque se incorpora ligeramente, apoyando sus antebrazos junto a mi cara, y comienza a penetrarme rápido, duro, gruñendo y agarrando con fuerza mis manos.

–Dios, Lali ¡me corro!

Y se corre; cayendo totalmente sobre mí, aplastándome, sin que me queden fuerzas ni de rechistar.

Antes de que pueda pararme a pensar qué viene ahora, él empieza a besarme el cuello muy lentamente. Y la mejilla. Y sale de mí cogiendo y tirando el condón y me doy la vuelta. Se pone encima de mí y me mira sonriendo.

–Desde luego es cierto que todo lo bueno se hace esperar.

–No has tenido que esperar mucho, mojabragas.

Me da un besito riendo.

–Llevo toda mi vida esperándote.

Oh. Me da otro besito.

Y el besito se convierte en un beso.
Y el beso en EL BESO.
Y sin darme cuenta, estoy restregándome contra su creciente erección, alzando mis piernas y rodeando con ellas su cintura. Al calor de mi sexo, su pene se endurece rápidamente ¡Joder Peter! Y antes de que mi mano llegue a su miembro, Peter me besa salvajemente, comiéndome la boca y refrotando su erección contra mi sobrexcitado sexo. Él se estira, coge un condón de la mesilla y entre los dos lo ponemos. Nada más entrar en mí, se mueve despiadado. No deja de mirarme a los ojos y de acariciarme suavemente, pero sus caderas casi salen volando de las arremetidas que me da.
Los gemidos roncos sin apartar los ojos el uno del otro me llegan al alma. Siento que me invade, no solo su pene sino todo él. Le siento dentro, muy dentro de mí. Está en ese lugar oscuro, reservado, que hacía años que nadie exploraba. Quizá incluso nadie lo había explorado así. Ese lugar recóndito entre el corazón, el alma y las entrañas. Y sé que estoy completamente enamorada. Es tan revelador que creo que voy a llorar. Siento los ojos humedecidos pero no siento vergüenza ni pudor, al revés. Me siento tan en confianza, tan en compenetración con él que sencillamente me dejo llevar sin pensar. Y noto una lágrima rodando por mis sienes mientras le abrazo fuerte y se mueve bruscamente sobre mí.

–Oh, Dios.

Abro los ojos presa del pánico cuando caigo en la cuenta de que quizá él me esté mirando y se haya asustado. Pero solo me mira profundamente, como emocionado y sorprendido. Me besa otra vez deleitándome en su lengua; ese beso me dice muchas cosas y ninguna es soez, lasciva ni puramente sexual. 

No. Aquí hay más cosas. Y él lo nota tanto como yo. Gritamos tanto que se nos ha oído hasta en la China seguro. La clava brutalmente otra vez. De repente se yergue un poco y se agarra al cabecero de forja.

Y descontrol absoluto del movimiento.

Se mueve tan rápido y tan bestia que creo que me eleva de la propia cama. Yo hago círculos con mis caderas acompasando el movimiento, volviéndonos locos los dos. Los gemidos de ambos se entrelazan y se ahogan en los besos que no para de darme. Cada penetración tan animal es un paso hacia la gloria y tengo un orgasmo en menos de que pueda siquiera pensarlo. Y al cabo de un par de minutos, otro más. Increíble. Sublime. Y sigue.

–Oh sí, Lali, córrete para mí. Quiero follarte sin parar y llenarte de orgasmos, joder.

Joder, yo también lo quiero, cariño.

–Sí… fuerte. Muy fuerte.

Aprieta los dientes sonriendo, me besa lascivamente y me penetra una y otra vez muy duro. Muy fuerte. Clava sus ojos en mí, penetrándome también con ellos la mente y el alma y grita a pleno pulmón mi nombre. Se mueve más duro y para de repente. Cae todavía más si cabe sobre mí. Se destensa y sigue moviéndose despacito, besándome el cuello, mientras acaba de eyacular y gemir y moverse y decir Lali, joder La.

Me besa. Besitos tiernos. Poco a poco busco su boca, reviviendo, saliendo de algún sitio entre la subconsciencia y el paraíso. Me abraza y acaricia mi nariz con la suya, sonriendo. Otro besito más y se aparta ligeramente para salir de mí y quitarse el condón. Cierro los ojos y le acaricio la cara. Acabas de echarme los dos polvos más increíbles de mi vida, Peter. Quiero decírselo, pero no puedo ni hablar. Le sonrío a cambio y él me sonríe a mí. Se tumba a mi lado. Está sudando, me mira y me rodea con los brazos, atrayéndome hacia él.

–Si llego a saber que sería tan increíble no te hubiera dejado salir de la cafetería aquella mañana.

–Si pudiera articular palabra te diría que yo tampoco.

–Joder, Lali, por fin, por fin te encontré.

Oh. Eso… oh.

Ronronea y me besa. Me da una palmadita en el culo y se levanta hacia el baño. Yo me quedo tumbada boca abajo en la cama, con la sensación de estar totalmente bien follada y con el corazón contento lleno de alegría, como canta Marisol. Instintivamente agarro su almohada y la huelo, como una perrita que quiere empezar a reconocer a su hombre.

Estoy medio adormilada entre sus brazos porque estoy agotada y ultra relajada. Pero antes de que me duerma del todo notando sus caricias en mi espalda, Peter estira un brazo y coge de la mesilla el paquete de tabaco y un cenicero. Enciende dos cigarrillos y me da uno, acariciándome la cabeza y acurrucándome en su pecho. Mmm me lo comería entero. Huele a hombre, a sexo y a colonia cara. Miro hacia arriba y veo que por la ventana abuhardillada se dibujan dos tímidas estrellas. Es tan ideal que creo que me voy a romper.

– ¿Lali?

– ¿Sí?

– ¿Por qué, por qué has llorado antes?

Mierda.

– ¿Llorado? ¿Yo?

–No te hagas la ingenua conmigo. No pasa nada pero me gustaría saber por qué.

–Ah, pues no sé. Sería del placer y eso. 

–No te creo. Te lo preguntaré una vez más y quiero que seas sincera. ¿Por qué has llorado?

Echo una calada. Estoy un pelín cabreada con esa contundencia y esa insistencia.

–Por lo mismo que tú parecías emocionado.

Se queda callado. Creo que no lo esperaba. Sonríe. Sonríe mucho. Joder, pezones quietos, coño, que estamos en un punto serio y no es momento de reivindicar boca. Apaga su cigarrillo y yo hago lo mismo. Deja el cenicero en la mesilla. Qué tensión, no abre la boca. Se tumba frente a mí y se apoya la cabeza en una mano. Me acaricia la espalda y me besa. Ay.

–Me gustas. Me gustas mucho, Lali. Me gusta estar contigo y me gusta besarte. Me gusta hacer el amor contigo y me gusta lo que siento cuando lo hago. Son cosas nuevas para mí. Cosas que llevo mucho tiempo buscando. 

Espero que sí sea por lo mismo que yo.

Me quedo sin palabras. Ahogo un suspiro y le beso muy profundo y muy tierno. No me sale de otra forma.

–Por lo mismo, Peter.

–Sé que esto no es nuevo para ti pero no me importa. Quiero descubrir las cosas contigo y hacer que tú las redescubras conmigo.

Sonrío tanto que creo que mi cara se va a quedar paralizada. Tiene razón. No son cosas del todo nuevas para mí. Del todo. Porque hay algo aquí que es muy diferente. No quiero pensar en Marcos, no quiero comparar las relaciones, así que solo diré que aquí hay algo mucho, mucho más… distinto.

–Me gusta tu plan.

Sonríe y me besa.

– ¿Sí, eh?

–Sí. Pero tengo una condición.

–Pide por esa boquita del pecado.

Me saca la lengua y me besa. Cabrón. Me río.

–No quiero que veas a nadie más.

Me mira sorprendido. Muy perplejo. Oh, oh. ¿Qué pensaba, que íbamos a ser folloamigos? Me sube un escalofrío de indignación por todo el cuerpo.

–Hombre, eso lo di por supuesto cuando empezamos a quedar, ¿tú no?

Lo pregunta tenso. Le sonrío dulcemente y le acaricio la cara.

–Sí, claro que sí. Solo quería ser clara y estar segura. No lidio bien con las terceras personas.

Se relaja visiblemente. Dios, estaba sorprendido por mi duda. Mi encoñamiento sube a ¿cuánto llevo ya? ¿Trescientos por cien?

–Lo entiendo, pero no debes preocuparte de eso conmigo.

Y por alguna razón que no comprendo, le creo. Me refiero a que con mis antecedentes esperaba que mi siguiente relación fuera un hervidero de dudas, celos y sospechas, que la desconfianza se apoderara de mí y me ahogara. 

Pero con Peter no siento nada de eso, al contrario. Sus gestos, sus palabras, sus acciones me hacen sentir segura. Muy segura. Tanto que casi me asusta, pero ni eso. Es como si estuviera derrumbando las altísimas murallas que me había construido sin ni siquiera hacer ruido. Me acuerdo que eso es como la canción Halo, de Beyoncé y me sonrío.

– ¿De qué te ríes?

– ¿Has escuchado la letra de Halo, de Beyoncé, alguna vez?

–Pues… sé qué canción es pero no sé la letra, ¿por? ¿Qué tiene que ver eso ahora?

Sonríe desconcertado. Ya me conocerás Peter , y descubrirás que hago preguntas aparentemente sin sentido.

–Algún día te lo explicaré. Pero ahora me muero de sueño.

Bostezo disimuladamente y caigo en que quizá no quiera que me quede a dormir. Bueno él ha dormido dos veces conmigo así que ¡qué cojones! Por si me quedaban dudas veo que menea la cabeza negando, riendo.

–Qué voy a hacer contigo…

–Eso mismo me dice siempre Euge.

Sonríe, se acomoda a mi lado y apaga la luz. Me doy la vuelta por costumbre. Marcos odiaba dormir abrazados y yo llevo mucho tiempo durmiendo sola. Ni me doy cuenta hasta que él me arrastra y me pega a él, envolviéndome.

–Ven aquí, coño. Qué difícil eres.

–Eso mismo me dice siempre Gas.

–Sí, pero tu culo es mío; recuérdaselo.

Me dice riendo y me besa el cuello.

–Perdona, bonito, pero mi culo es solo mío. Y lo demás también.

–Ya no.

Me da un manotazo en el culo. Jodido. Gime y cierro los ojos, no sin antes notar su mano dirigiéndose de nuevo a mi sexo y oír un susurro que me electriza el cuello.

–Pero qué me das que estoy tan borracho de ti.

Borracha de él es como llego a casa al día siguiente por la tarde-noche. Ha insistido en que me quedara a cenar y dormir pero en el fondo sabía que no iba a hacerlo. A parte de por el sentido práctico: dícese ropa limpia, trabajo mañana, etc.; es que no quiero ir demasiado rápido. Y ya estamos poniendo quinta.


Hemos pasado el fin de semana juntos. De viernes noche a domingo. Y ha sido increíble. Sin parar de hablar, de reír, de hacer el amor y de beber vino. Solo salimos el sábado para ir a mi casa a coger algo de ropa limpia y para ir a cenar. El resto del tiempo hemos estado encerrados en nuestro micro mundo paradisíaco. Y eso incluye el dormitorio, la ducha e incluso la alfombra del salón bajo la chimenea humeante. Un completo de clásicos en solo un día y medio. ¡Mi titán! Y aunque casi me ha costado no quedarme ni a cenar hoy, creo que en el fondo él también se ha sentido aliviado. Supongo que ninguno de los dos quiere acabar agobiados por pasar tanto tiempo juntos.



Espero que les haya gustado mucho el capitulo me parece que ahora se pone un poco romantica la cosa 

Besos
@onlyespos_

Capitulo 19


Bajo a la calle y veo su coche en doble fila. Nada más verme, se baja del coche y viene a mi encuentro. Cuando llego a él me besa sonriendo y me derrite.

–Estás guapísma. Tenía muchas ganas de verte.

–Gracias. Yo también.

Nos subimos al coche dirección a la sala de conciertos. Le pregunto por el grupo y me comenta que es un grupo de música indie. A él le encanta la música indie, el rock, el jazz y el soul. Anda, como a mí. Bueno y también soy muy popera, le digo, y se ríe.

Al llegar a la sala vamos directos a una mesa donde hay una pareja. Me coge de la mano.

–Lali, te presento a mis amigos, Rober y Gema. Chicos, ella es Lali.

–Hola chicos. Encantada.

Dos besos y simpatía a raudales. Miss simpatía me llamaban a mí. Bien, noche con amigos. No nos hemos sentado aún que vienen dos chicos más y una chica. Más amigos, más presentaciones. Gonzalo, Max y Bárbara. Y tengo que decir que los chicos son encantadores. Las chicas… bueno las chicas son chicas. Me pegan un repaso de los de aúpa. Bárbara sobre todo. Gema es más discreta. Me observan como yo lo haría ante «la nueva». Se sientan juntas y parlotean de sus cosas aunque Gema trata de meterme en conversación. Es sosa y estirada, de las que a golpe de melena zanjan cualquier tema, se rompe con solo mirarse y no sabe hablar de nada que no sea moda y belleza. Puedo con ella. Bárbara en cambio… madre mía. Tiene «Zorra» escrito en la cara. Tiene mirada de mala persona, cara de ser alguien sucio. No me pega nada que esté con el simpático Max. Ella es excesivamente amable y excesivamente condescendiente pero sus gestos la delatan y de vez en cuando mete alguna pulla de las buenas. Y no le quita ojo a Peter.

Pero a mí no me importa porque lo único que veo es a él. Peter y su esplendor en vaqueros gastados ocupan toda mi mente. Peter trayéndome una cerveza guiñándome un ojo.Peter cogiéndome de la mano y acariciando mis nudillos. 

Peter pasando una mano por mi cintura mientras habla con Max de fútbol. Peter preguntándome si me gusta la música que toca su amigo. Peter contándome historias de ellos. Peter susurrándome lo a gusto que está conmigo.Peter relajado entre amigos sin dejarme sola un segundo.

 Llegamos a su portal y me quedo maravillada. Es un edificio antiguo rehabilitado, con una fachada preciosa llena de balcones de forja y mosaicos. El interior del portal es como de ensueño: con baldosines amplios, techos altísimos, escalera amplia de forja y ascensor estilo antiguo de los que se ven por el hueco. Subimos por el ascensor mirándonos sin hablar, pero sonriendo. Qué extraño es todo pero con él me siento tan cómoda que no necesito las palabras. El corazón me va a mil y el cuerpo hasta me duele de la tensión sexual que llevo. Sé que esta noche no lo podré evitar pero sobretodo es que yo ya no quiero evitarlo.

Entramos y me asombro al ver que vive alquilado en un dúplex. Bien amueblado, bien distribuido. Es bastante grande y además tiene el espacio muy aprovechado. La lata de ser arquitecta es que cuando veo una superficie solo veo líneas, ángulos, decoración y fallos, pero este piso me resulta acogedor. Huele a familia. A hogar. Huele a niños correteando por los pasillos y a padres amándose en las esquinas.

Es uno de tantos pisos con techos altos, doble altura en el salón, chimenea, grandes ventanales con enorme terraza, suelos de mosaico en el pasillo y en la cocina, parquet oscuro en el salón y en las habitaciones, y cientos de recovecos. Lo que más me gusta: la escalera de forja que sube desde el salón al dormitorio principal. El dormitorio principal es abuhardillado y como todo el salón de grande. Parece un piso dentro del piso. Y siento que quiero vivir en un sitio así. Tiene hasta saloncito con sillones, pufs, estantería llena de libros y CDs, altavoces para el iPod y minibar. Me encanta el cabecero de forja y que justo encima de la cama haya una ventana abuhardillada. No puedo evitar imaginarme con las manos atadas al cabecero mientras Peter me recorre el cuerpo entero a besos. Trato de no dar rienda suelta a mi imaginación lasciva pero me es casi imposible cuando veo el amplio baño con bañera de esas antiguas con patas, debajo de una larga ventana y una ducha enorme al lado. Mega ideal.

–No me lo digas, estás viendo raíces cuadradas y revistas de decoración.

– ¿Tanto se me nota?

–Llevas arquitecta escrito en la cara. ¿Quieres una copa de vino? Tengo uno tan exquisito como tú.

–Mojabragas…

Me  coge de la cintura y me besa como solo él sabe hacerlo. Y me hierve la sangre y siento que voy a explotar de un momento a otro. Me susurra al oído.

–Me ha encantado presentarte a mis amigos. Has estado genial y para mí era importante. Son casi como mi familia.

–Y a mí me ha encantado conocerlos. Son muy majos.

– ¿Las chicas también?

Sonríe. Ya sabe de qué va la movida.

–Las chicas son chicas, Peter. Pero sí, también.

–Estas dos son insoportables, que lo sepas. Pero jamás admitiré haberlo admitido.

Me guiña un ojo y yo le beso. Y el beso se profundiza. Es lento, lleno de caricias y gemidos susurrados. Su mano baja por mi espalda y llega a mi culo. Lo toca y lo estruja. Ya ha empezado.

Algo ha cambiado desde la noche en mi casa. El deseo se me sale por cada poro y creo que él va a reventar los pantalones; se ve a la legua. Nos besamos como locos, comiéndonos la boca y la lengua y magreándonos en el dormitorio. Pero es distinto. Es… menos ansioso. Más profundo, más íntimo. Diría, si no fuera porque apenas llevamos una semana viéndonos, que hay más… sentimentalismo.

Pero el deseo es deseo y estamos gimiendo cada vez más fuerte mientras nos quitamos la ropa a trompicones. El sentimentalismo se aparta a un lado y mis leggins, mis calcetines y mis botas moteras acaban hechas un gurruño junto con mi jersey marinero y sus vaqueros y camiseta de El Gran Lebowski, una de mis comedias favoritas. Me quedo en mi conjuntito de ropa interior azul oscuro semitransparente, recién estrenado, y él en sus impresionantes calzoncillos negros y ajustados de Armani. Dios, está tan bueno que creo que voy a tener un orgasmo ya. Gime al verme, dándome un repaso.

–Cariño, estás buenísima. Y este conjunto… Vas a hacerme perder la cabeza.

¿Cariño? La alarma interna de la rapidez deja de sonar cuando me atrae hacia él y me coge en volandas. Le abrazo con mis piernas para no caerme, pero no me lleva a la cama como creía. Me apoya contra la pared y comienza a restregarse contra mí. Cada vez suspiramos más desesperados. Me da uno, dos, tres y cuatro empentones dejándome entrever lo que me hará luego… y lo excitado que está. Madre mía. Está tan dura que puedo notarla casi taladrando mi culotte. Gimo fuerte y me empuja otra vez, haciendo que un cosquilleo me recorra el vientre. Oh Dios, Peter.

Me vuelve a mover y ahora sí me lleva a la cama. Se sienta en el borde conmigo encima y yo me acomodo en su regazo, sentada a horcajadas. 

Moviéndonos al unísono entre gemidos cada vez más consecutivos, me besa el cuello y me quita el sujetador hábilmente. Casi grita maravillado otra vez, mordiéndose el labio inferior y sonriéndome. Me inclino y se recuesta en la cama, conmigo debajo. Nos movemos hasta quedar completamente tumbados y me toca todo el cuerpo sin descanso. Me electriza la piel y me hace desearle más y más, tanto que hasta me duele. Joder, ¡entra en mí ya!

De repente para y me mira.

–Chúpamela, nena. Regálame otra vez esa boquita sublime.

Un chúpamela nena en la boca de cualquier hombre conllevaría una patada en las pelotas. Pero en la boca de Peter hace que mi culotte a poco se desintegre. Lo dice con esa voz sensual, con ese tono entre cariñoso y lascivo… Es irresistible. Y yo cumplo con su orden y mando como un cordero feliz.

– ¡Joder, qué bien lo haces! Uf, para, para.

Le miro extrañada y él sonríe.

–Esta vez quiero descargarlo todo dentro.

Ñam. Me lo como. Me da la vuelta y se pone encima de mí, pero ladeado. 

Agarra mi cintura y sigue magreándome los pechos y el culo.

–Dios, qué culo tienes. No veo el día de follármelo.

¡¿Cómo?! Si no fuera porque estoy al borde del orgasmo, me quedaría perpleja. No, no y no. Por encima de mi cadáver. Es un guarro. No estoy acostumbrada a ese lenguaje en la cama, pero para mi sorpresa me excita todavía más. De verdad que como no la clave ya voy a vomitar de lo que le deseo. Nunca me había sentido así, tan necesitada, tan excitada. Se me están agarrotando los músculos y todo de tanta tensión. ¡Dios! Se levanta, se encamina hacia el cajón de su mesilla y saca un condón. Aprovecho para acomodarme mejor en la cama y observar cómo se mueve. Tan sutil, tan viril. 

Parece una pantera de verdad. Me mira encelado. Le arden los ojos y hace que mis pezones se endurezcan tanto que podrían romper mármol. Se arrodilla en la cama, me recorre a besos las piernas, me toca por encima del culotte.

–Mmm, qué mojada te tengo.

Gimo de nuevo. Engreído, pienso. Pero, ostras, es que es verdad. Sigue por mi vientre. Lo besa y lo lame y lo mismo mi torso, mis pechos, mis pezones. Mis pezones arden con su boca y creo que voy a convulsionar. Se recrea en ellos hasta que al final sube por mi cuello. Llega a mis labios. Se apoya en sus antebrazos, quedando un poco suspendido y nos acoplamos el uno en el otro, yo abriendo las piernas para recibirle. Me mira mordaz y me da un beso.

–Hola, nena.

Sonríe.

–Hola.

–Hay algo aquí que no debería estar, ¿no crees?

Y antes de que me pueda parar a pensar a qué se refiere, se separa un poco de mí y con una sola mano rompe mi culotte sin ningún esfuerzo. Jadeo tan fuerte que él también lo hace. Vuelve a recorrer mi torso a besos en dirección descendente. Dios. Me da vergüenza, lo reconozco. Olores, sabores, demasiada humedad, pasan por mi mente pero estoy tan sobre excitada que sencillamente no pienso con claridad, menos mal. Cuando su lengua saborea mi sexo me vuelvo loca. Literalmente. Solo un lametón por todo y oír su ronco gemido de excitación sublime y siento los cosquilleos de un orgasmo. Trato de contenerme para que no piense que soy pura necesidad andante pero me es dificilísimo con el segundo lametón. Y con el tercero jadeo su nombre.

–Joder, Lali, es delicioso. No voy a poder dejar de comértelo nunca.

Dos dedos se cuelan en mi entrada y con eso ya empiezo a convulsionar. Sin poder aguantar ni un segundo más, tengo un orgasmo que lo arrasa todo a su paso. Es tan intenso que arqueo la espalda, agarrándole de la cabeza porque no puedo absorber tanto placer. Gimo como una actriz erótica y trato de controlarme, pero me es imposible cuando oigo sus gemidos, que me demuestran lo mucho que disfruta haciéndome esto. Cuando dejo de correrme, para, me mira y me sonríe. Le devuelvo la sonrisa entre alucinada y avergonzada. Peter se muerde el labio y se seca la boca. Acto seguido se pone de rodillas delante de mí y coge el condón. Pero yo no puedo resistirme.

–Oh, cariño. Sí… Sigue, sigue un poco. ¿Te gusta comérmela, nena?

–Sí, me encanta. Es tan enorme…

Gime y me agarra la cabeza. Yo me retuerzo como puedo. Tiene el condón en la mano pero no puedo parar, es como una droga. Me pongo tan cachonda otra vez que empiezo a sentir cosquilleos, Dios. Me agarra la cabeza y me tira hacia atrás, tumbándome. Parece que se haya quitado una garrapata amorrada a su pene. Elevo mis caderas mordiéndome el labio, deleitándome en su sonrisa. Su miembro está casi acariciando mi sexo mientras él saca el condón del envoltorio. Dios mío, eso es… de las cosas que más pueden excitarme en este mundo. Se me escapa un gemido de lo más carnal. Me mira y se da cuenta de que está casi tocándome con su verga y de que eso me pone hasta el infinito. Se la agarra por la base y, mirándome, pasa la punta descaradamente por todo mi sexo, a la vez que yo muevo mis caderas para refrotarla aún más. Él gime profundamente.

–Me estás volviendo completamente loco.

–Y tú a mí.

Sonríe y finalmente se pone el condón. Y en medio de tanta brutalidad me mira de forma tierna, dulce. Otra vez el contraste. Me dice tanto su mirada que no sé si estoy más excitada o enamorada. O ambas por igual. Se cierne sobre mí. Vuelvo a notar su pene entre mis labios, tratando de encontrar el camino. Me besa dulcemente, suave. Luego el beso se vuelve brusco y hosco y luego otra vez tierno. Sus besos me matan y sería capaz de asesinar por uno de ellos. Lo veo claro: haré lo que sea por este hombre, seguro. Me susurra al oído un «Joder, Lali, me gustas tanto» que me hace arquear la espalda. Y por fin, ella solita se hace hueco y, sin necesidad de ayuda, la noto colmando mi interior de forma bestial. Gemimos los dos muy fuerte entre besos. Se mueve  suavemente, haciendo que poco a poco entre hasta el fondo. Y cuando está entera dentro de mí, Oh Dios, es tan grande el placer que me invade que no puedo contenerlo y gimo tan fuerte que él empieza a moverse rápido, gimiendo también. No deja de besarme y agarrarme la cabeza, entre ronquidos sensuales de su garganta y la mía, mientras se mueve cada vez más rápido. Me mira. Le miro. Tenemos los ojos hinchaditos, de deseo y de algo más. Yo muevo mis caderas a su ritmo, haciendo que un continuo escalofrío de placer me recorra de arriba abajo.

–Joder, qué gusto.


Peter se mueve otra vez y antes de que me dé cuenta, estoy boca abajo, debajo de él. Oh, Dios. Se mueve rítmicamente, sin parar, una y otra vez me llena y me llena y yo me dejo llevar en su rudeza. Me empiezan a temblar las piernas y él, al notar que es una de mis posturas favoritas, empieza a arremeter contra mí con dureza animal mientras lleva su mano a mi clítoris. Y gimo como una loca ante el orgasmo más intenso que he sentido en mi vida. Incluso más que el que me ha regalado su boca antes. Es… inagotable. Mi vientre tiembla y mi sexo no para de convulsionar. Él gime y grita en mi oído.

Espero que les guste deje sus tw si quieren que las avise 

Besos
@onltespos_

:3

:3

Wonderland life Designed by Ipietoon © 2008

Back to TOP