sábado, 27 de diciembre de 2014

Capitulo 20



– ¿Te gusta que te folle así?

– ¡Oh joder, sí!

Y su gemido ronco, largo y como aliviado me indican que le gusta… que me guste. Y le debe gustar mucho porque se incorpora ligeramente, apoyando sus antebrazos junto a mi cara, y comienza a penetrarme rápido, duro, gruñendo y agarrando con fuerza mis manos.

–Dios, Lali ¡me corro!

Y se corre; cayendo totalmente sobre mí, aplastándome, sin que me queden fuerzas ni de rechistar.

Antes de que pueda pararme a pensar qué viene ahora, él empieza a besarme el cuello muy lentamente. Y la mejilla. Y sale de mí cogiendo y tirando el condón y me doy la vuelta. Se pone encima de mí y me mira sonriendo.

–Desde luego es cierto que todo lo bueno se hace esperar.

–No has tenido que esperar mucho, mojabragas.

Me da un besito riendo.

–Llevo toda mi vida esperándote.

Oh. Me da otro besito.

Y el besito se convierte en un beso.
Y el beso en EL BESO.
Y sin darme cuenta, estoy restregándome contra su creciente erección, alzando mis piernas y rodeando con ellas su cintura. Al calor de mi sexo, su pene se endurece rápidamente ¡Joder Peter! Y antes de que mi mano llegue a su miembro, Peter me besa salvajemente, comiéndome la boca y refrotando su erección contra mi sobrexcitado sexo. Él se estira, coge un condón de la mesilla y entre los dos lo ponemos. Nada más entrar en mí, se mueve despiadado. No deja de mirarme a los ojos y de acariciarme suavemente, pero sus caderas casi salen volando de las arremetidas que me da.
Los gemidos roncos sin apartar los ojos el uno del otro me llegan al alma. Siento que me invade, no solo su pene sino todo él. Le siento dentro, muy dentro de mí. Está en ese lugar oscuro, reservado, que hacía años que nadie exploraba. Quizá incluso nadie lo había explorado así. Ese lugar recóndito entre el corazón, el alma y las entrañas. Y sé que estoy completamente enamorada. Es tan revelador que creo que voy a llorar. Siento los ojos humedecidos pero no siento vergüenza ni pudor, al revés. Me siento tan en confianza, tan en compenetración con él que sencillamente me dejo llevar sin pensar. Y noto una lágrima rodando por mis sienes mientras le abrazo fuerte y se mueve bruscamente sobre mí.

–Oh, Dios.

Abro los ojos presa del pánico cuando caigo en la cuenta de que quizá él me esté mirando y se haya asustado. Pero solo me mira profundamente, como emocionado y sorprendido. Me besa otra vez deleitándome en su lengua; ese beso me dice muchas cosas y ninguna es soez, lasciva ni puramente sexual. 

No. Aquí hay más cosas. Y él lo nota tanto como yo. Gritamos tanto que se nos ha oído hasta en la China seguro. La clava brutalmente otra vez. De repente se yergue un poco y se agarra al cabecero de forja.

Y descontrol absoluto del movimiento.

Se mueve tan rápido y tan bestia que creo que me eleva de la propia cama. Yo hago círculos con mis caderas acompasando el movimiento, volviéndonos locos los dos. Los gemidos de ambos se entrelazan y se ahogan en los besos que no para de darme. Cada penetración tan animal es un paso hacia la gloria y tengo un orgasmo en menos de que pueda siquiera pensarlo. Y al cabo de un par de minutos, otro más. Increíble. Sublime. Y sigue.

–Oh sí, Lali, córrete para mí. Quiero follarte sin parar y llenarte de orgasmos, joder.

Joder, yo también lo quiero, cariño.

–Sí… fuerte. Muy fuerte.

Aprieta los dientes sonriendo, me besa lascivamente y me penetra una y otra vez muy duro. Muy fuerte. Clava sus ojos en mí, penetrándome también con ellos la mente y el alma y grita a pleno pulmón mi nombre. Se mueve más duro y para de repente. Cae todavía más si cabe sobre mí. Se destensa y sigue moviéndose despacito, besándome el cuello, mientras acaba de eyacular y gemir y moverse y decir Lali, joder La.

Me besa. Besitos tiernos. Poco a poco busco su boca, reviviendo, saliendo de algún sitio entre la subconsciencia y el paraíso. Me abraza y acaricia mi nariz con la suya, sonriendo. Otro besito más y se aparta ligeramente para salir de mí y quitarse el condón. Cierro los ojos y le acaricio la cara. Acabas de echarme los dos polvos más increíbles de mi vida, Peter. Quiero decírselo, pero no puedo ni hablar. Le sonrío a cambio y él me sonríe a mí. Se tumba a mi lado. Está sudando, me mira y me rodea con los brazos, atrayéndome hacia él.

–Si llego a saber que sería tan increíble no te hubiera dejado salir de la cafetería aquella mañana.

–Si pudiera articular palabra te diría que yo tampoco.

–Joder, Lali, por fin, por fin te encontré.

Oh. Eso… oh.

Ronronea y me besa. Me da una palmadita en el culo y se levanta hacia el baño. Yo me quedo tumbada boca abajo en la cama, con la sensación de estar totalmente bien follada y con el corazón contento lleno de alegría, como canta Marisol. Instintivamente agarro su almohada y la huelo, como una perrita que quiere empezar a reconocer a su hombre.

Estoy medio adormilada entre sus brazos porque estoy agotada y ultra relajada. Pero antes de que me duerma del todo notando sus caricias en mi espalda, Peter estira un brazo y coge de la mesilla el paquete de tabaco y un cenicero. Enciende dos cigarrillos y me da uno, acariciándome la cabeza y acurrucándome en su pecho. Mmm me lo comería entero. Huele a hombre, a sexo y a colonia cara. Miro hacia arriba y veo que por la ventana abuhardillada se dibujan dos tímidas estrellas. Es tan ideal que creo que me voy a romper.

– ¿Lali?

– ¿Sí?

– ¿Por qué, por qué has llorado antes?

Mierda.

– ¿Llorado? ¿Yo?

–No te hagas la ingenua conmigo. No pasa nada pero me gustaría saber por qué.

–Ah, pues no sé. Sería del placer y eso. 

–No te creo. Te lo preguntaré una vez más y quiero que seas sincera. ¿Por qué has llorado?

Echo una calada. Estoy un pelín cabreada con esa contundencia y esa insistencia.

–Por lo mismo que tú parecías emocionado.

Se queda callado. Creo que no lo esperaba. Sonríe. Sonríe mucho. Joder, pezones quietos, coño, que estamos en un punto serio y no es momento de reivindicar boca. Apaga su cigarrillo y yo hago lo mismo. Deja el cenicero en la mesilla. Qué tensión, no abre la boca. Se tumba frente a mí y se apoya la cabeza en una mano. Me acaricia la espalda y me besa. Ay.

–Me gustas. Me gustas mucho, Lali. Me gusta estar contigo y me gusta besarte. Me gusta hacer el amor contigo y me gusta lo que siento cuando lo hago. Son cosas nuevas para mí. Cosas que llevo mucho tiempo buscando. 

Espero que sí sea por lo mismo que yo.

Me quedo sin palabras. Ahogo un suspiro y le beso muy profundo y muy tierno. No me sale de otra forma.

–Por lo mismo, Peter.

–Sé que esto no es nuevo para ti pero no me importa. Quiero descubrir las cosas contigo y hacer que tú las redescubras conmigo.

Sonrío tanto que creo que mi cara se va a quedar paralizada. Tiene razón. No son cosas del todo nuevas para mí. Del todo. Porque hay algo aquí que es muy diferente. No quiero pensar en Marcos, no quiero comparar las relaciones, así que solo diré que aquí hay algo mucho, mucho más… distinto.

–Me gusta tu plan.

Sonríe y me besa.

– ¿Sí, eh?

–Sí. Pero tengo una condición.

–Pide por esa boquita del pecado.

Me saca la lengua y me besa. Cabrón. Me río.

–No quiero que veas a nadie más.

Me mira sorprendido. Muy perplejo. Oh, oh. ¿Qué pensaba, que íbamos a ser folloamigos? Me sube un escalofrío de indignación por todo el cuerpo.

–Hombre, eso lo di por supuesto cuando empezamos a quedar, ¿tú no?

Lo pregunta tenso. Le sonrío dulcemente y le acaricio la cara.

–Sí, claro que sí. Solo quería ser clara y estar segura. No lidio bien con las terceras personas.

Se relaja visiblemente. Dios, estaba sorprendido por mi duda. Mi encoñamiento sube a ¿cuánto llevo ya? ¿Trescientos por cien?

–Lo entiendo, pero no debes preocuparte de eso conmigo.

Y por alguna razón que no comprendo, le creo. Me refiero a que con mis antecedentes esperaba que mi siguiente relación fuera un hervidero de dudas, celos y sospechas, que la desconfianza se apoderara de mí y me ahogara. 

Pero con Peter no siento nada de eso, al contrario. Sus gestos, sus palabras, sus acciones me hacen sentir segura. Muy segura. Tanto que casi me asusta, pero ni eso. Es como si estuviera derrumbando las altísimas murallas que me había construido sin ni siquiera hacer ruido. Me acuerdo que eso es como la canción Halo, de Beyoncé y me sonrío.

– ¿De qué te ríes?

– ¿Has escuchado la letra de Halo, de Beyoncé, alguna vez?

–Pues… sé qué canción es pero no sé la letra, ¿por? ¿Qué tiene que ver eso ahora?

Sonríe desconcertado. Ya me conocerás Peter , y descubrirás que hago preguntas aparentemente sin sentido.

–Algún día te lo explicaré. Pero ahora me muero de sueño.

Bostezo disimuladamente y caigo en que quizá no quiera que me quede a dormir. Bueno él ha dormido dos veces conmigo así que ¡qué cojones! Por si me quedaban dudas veo que menea la cabeza negando, riendo.

–Qué voy a hacer contigo…

–Eso mismo me dice siempre Euge.

Sonríe, se acomoda a mi lado y apaga la luz. Me doy la vuelta por costumbre. Marcos odiaba dormir abrazados y yo llevo mucho tiempo durmiendo sola. Ni me doy cuenta hasta que él me arrastra y me pega a él, envolviéndome.

–Ven aquí, coño. Qué difícil eres.

–Eso mismo me dice siempre Gas.

–Sí, pero tu culo es mío; recuérdaselo.

Me dice riendo y me besa el cuello.

–Perdona, bonito, pero mi culo es solo mío. Y lo demás también.

–Ya no.

Me da un manotazo en el culo. Jodido. Gime y cierro los ojos, no sin antes notar su mano dirigiéndose de nuevo a mi sexo y oír un susurro que me electriza el cuello.

–Pero qué me das que estoy tan borracho de ti.

Borracha de él es como llego a casa al día siguiente por la tarde-noche. Ha insistido en que me quedara a cenar y dormir pero en el fondo sabía que no iba a hacerlo. A parte de por el sentido práctico: dícese ropa limpia, trabajo mañana, etc.; es que no quiero ir demasiado rápido. Y ya estamos poniendo quinta.


Hemos pasado el fin de semana juntos. De viernes noche a domingo. Y ha sido increíble. Sin parar de hablar, de reír, de hacer el amor y de beber vino. Solo salimos el sábado para ir a mi casa a coger algo de ropa limpia y para ir a cenar. El resto del tiempo hemos estado encerrados en nuestro micro mundo paradisíaco. Y eso incluye el dormitorio, la ducha e incluso la alfombra del salón bajo la chimenea humeante. Un completo de clásicos en solo un día y medio. ¡Mi titán! Y aunque casi me ha costado no quedarme ni a cenar hoy, creo que en el fondo él también se ha sentido aliviado. Supongo que ninguno de los dos quiere acabar agobiados por pasar tanto tiempo juntos.



Espero que les haya gustado mucho el capitulo me parece que ahora se pone un poco romantica la cosa 

Besos
@onlyespos_

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