Capitulo 15
Peter vestido es un
Dios. Peter desnudo es EL DIOS. Y yo me hago su ferviente devota desde el mismo
segundo que veo su pecho fuerte, con un poco de vello bajando hasta el ombligo;
curtido, duro, ancho. Sus brazos y piernas musculosos. Su torso ligeramente
marcado. Espalda ancha, cintura estrecha. Todo su cuerpo es armonioso y viril.
Ni es una mole de proteínas ni un tirillas. Es… pluscuamperfecto. Pero es que
me hago la presidenta de la cofradía devota de mi Dios cuando veo su erección
apuntándome. Madre-mía. No había visto una tan grande en mi vida. Por un
segundo agradezco la lubricación que me da la regla. ¡MARIANA! No seas grotesca,
coño.
Sonríe porque ve que me
he quedado mirándole con la boca abierta y los ojos como platos. Le doy mil
repasos sin pudor alguno.
–Yo debí ayudarte a
acabar con la pobreza.
Me incorporo
levantándome hacia él como si fuera un zombi yendo a por un manjar. No puedo
resistirlo, es un imán de feromonas y yo soy débil y estoy cachonda. Llego a su
boca y le beso con fuerza; él me corresponde al nanosegundo. Nuestras bocas
encajan tan bien… Le toco el pecho, la espalda, vuelvo al vello; le toco el
culo y madre mía qué culo. Ya sé que quieres que te toque la cola, Peter,
pero déjame deleitarme un segundo más en este templo de testosterona y en tu
culo duro como el mármol.
Sus jadeos me indican
que le gusta… o que está ansioso. No le hago más de rogar, básicamente porque
yo tampoco puedo más, así que muevo mis manos y le acaricio el miembro,
deslizando la mano de abajo a arriba. Le pregunto susurrando si le gusta así.
Un poco más fuerte nena, me responde entre jadeos y besos. Pues a sus órdenes.
Un poco más fuerte y gime entrecortadamente. Me agarra el culo otra vez por
debajo de las bragas. Me pone a mil eso y siento que ya soy la Lali sexual de
hace años. Y la Lali sexual de hace años no tiene ningún prejuicio. Y como no
tengo prejuicios y estoy obnubilada por tanto deseo y me da enteramente igual
todo, cojo y me arrodillo frente a él. Oh, sí.
Me mira con los ojos
como platos. Y sin hacerle esperar empiezo a hacerle una mamada de manual,
empezando por sus testículos rasurados. Cuando he terminado con ellos, recorro
con mi lengua todo su pene duro como el cemento y lo lamo, ensalivándolo. Con
mi boca bien abierta y mis labios bien apretados, chupo, lamo y succiono de
arriba abajo, cogiendo ritmo. Creo que quiere sentarse porque le ha temblado un
poco una pierna, pero no debe poder moverse. ¡Ja! Y para mi alivio es un tío de
acción-reacción: dícese de aquel que si le haces algo que le gusta, gime,
grita, gruñe, te lo dice o te suelta una guarrada. Peter gime muchísimo; le
encanta. Y no deja de mirarme.
–Oh sí, así; cómo me gusta,
nena, qué bien la chupas.
Soy buena en esto, creo.
Así que con una dosis extra de confianza en mis dotes de chupóctera, me la
trato de meter entera; bueno eso imposible, no me llega ni a…, pero lo intento
hasta la arcada. Me mira excitado, como si con su miembro me fuera a abrir el
cuerpo en canal en cuanto pueda, pero a la vez me mira como maravillado, como
dulce. Dios, qué contrastes más raros. Y esos contrastes lejos de descolocarme me
elevan todavía más; hasta que sin pensar abro las piernas y me toco, no puedo
más. El gemido que da él me deja claro que le ha gustado más que mucho este
movimiento y la dureza que ha adquirido su erección despejan cualquier duda.
Pienso que quizá debería parar y seguir con la mano o algo porque creo que se
va a correr en segundos; pero antes de que pueda decidirlo, él me agarra la
cabeza y me guía. Y me sorprendo a mí misma cuando este gesto tan de peli porno
me hace gemir y sentir cosquilleos en mi sexo.
No me equivocaba. De
repente me mira abriendo mucho los ojos, se muerde el labio inferior y gruñe.
Sé lo que viene. Me debato. Ya somos mayorcitos y no vamos a poder hacerlo así
que sigo chupando y él echa la cabeza hacia atrás porque me ha entendido. Me agarra
más del pelo y mueve sus caderas follándome la boca a su antojo. Gime tan
fuerte que me excita y a los pocos segundos siento todo su semen bajando por mi
garganta. Le miro. Me mira. Sonríe mordiéndose el labio otra vez, ralentizando
sus caderas, hasta vaciarse del todo. Cuando lo hace, doy unos últimos
lametazos a su miembro y me aparto, mirándole.
–Dios mío, Lali, joder.
Ha sido la mejor mamada de mi vida.
Ya. Es que soy una
marrana chupa todo en el fondo.
Y cuando pensaba que ya
habíamos acabado, me agarra, me tumba en la cama otra vez y comienza a lamerme
un empeine. La espinilla. La rodilla. Oh, Dios. El
muslo. Me lame el vientre, me lo besa. Dios, eso me gusta tanto… Tan tierno y a
la vez tan brusco. Me sopla por toda la cintura. Eso todavía me gusta más. Sube
por mi torso, vuelve a mis pechos y se deleita en ellos. Los toca, los agarra,
los besa, los muerde, los estruja, los acaricia. Cada contacto de él con ellos
llega directamente a mi sexo. Por Dios, qué agonía.
Sube por mi cuello y se
tumba totalmente encima de mí. Me acaricia el pelo y la frente con una mano.
Repite besos, lametones y soplos por mi cuello y finalmente me vuelve a BESAR.
Porque lo que me da es otro señor BESO. Brusco,
despiadado, visceral. Toma mi boca con su lengua invadiéndola sin dejar títere
con cabeza. Estoy tan desenfrenada que gimo como si fuera a tener un orgasmo.
De hecho estoy a punto de tener un orgasmo y eso nunca me había pasado ¡sin
tocarme ahí! Y claro, inconscientemente me refroto como puedo contra él, suplicando
por un poco de fricción que me destense. No tengo que suplicar mucho.
Su mano escucha mi
cuerpo y va bajando rápidamente, recorriéndome entera y solo ese roce ya me da
el primer cosquilleo pre orgasmo. Joder, Lali, cómo estás. Su mano está en mi
vientre, noto las puntas de sus dedos encaminándose bajo mi ombligo y eso es
una de las cosas que más me excitan en el mundo. Cada mujer tiene su punto y el
mío es ese, qué le vamos a hacer. Acaricia mi monte de Venus y gruñe. Creo que
su pene da un respingo y revive.
–Joder. Esto lo llevarás
siempre así para mí.
Le guiño un ojo y sonríe
con descaro. Sigue besándome pero no puede ocultar su regocijo. Vaya, sí que le
pone que lo lleve completamente depilado. Sus dedos bajan. Trago saliva. Le
agarro el pelo con una mano y con la otra sigo tocando su cuerpo hecho para
pecar. Me acaricia el clítoris. Y lo hace… ¡Dios! Me pregunta si me gusta así o
si prefiero así, presionando más fuerte y más adentro. El gemido ronco que doy
es su respuesta y sigue. Me susurra al oído que le gusto mucho y que le pongo a
mil. Y que,
–Quiero que te corras en
mis dedos, Lali.
Y yo me retuerzo y
retuerzo y me aprieto a su mano y gimo y me descontrolo y sí, me corro como una
loca en sus dedos. Él sigue besándome y tocándome hasta que mis espasmos cesan
y entonces ralentiza el ritmo. Pero no para. Me sigue besando y se vuelve a
recolocar totalmente encima de mí e instintivamente yo abro mis piernas y le
abrazo la cintura con ellas, sintiendo en mi pepita la pedazo erección que
vuelve a tener. ¡Madre mía, es un bloque de hormigón! Mete los dedos otra vez
por debajo de mis empapadas braguitas, pero no se detiene en el clítoris. Baja
un poco más y recorre la zona. Está como buscando algo, está…, oh Dios, ¡¿Me
quiere quitar el tampax?! Aprieto los muslos gimiendo un no que no sé ni cómo
he podido articular.
–Voy a hacértelo.
–No.
No deja de besarme.
–Lali, por favor,
quiero follarte.
–Yo también, pero no.
Con la… no.
–Quiero hacértelo tantas
veces que me importa una mierda lo que tengas.
Joder, Peter, vas a
hacer que me corra otra vez.
–A mí sí me importa. No
hoy, por favor.
Y le suplico porque como
insista un poco más sé que cederé porque me muero de ganas de más. Y de él.
Pero afortunadamente para mi sex appeal creo que entiende a qué me refiero con
el no hoy. A que cualquier otro día me dará igual hacerlo con la regla si antes
me besa y toca así, pero no la primera vez que me acuesto con él. Aunque solo
tengamos sexo, no quiero tener ese lastre.
Se levanta. Oh, oh.
Adiós. Me tira de un brazo y me levanta con él. Me coge en brazos y no puedo
más que enroscar mis piernas en su cadera. Se mueve sin dejar de besarme. Su
erección y mi vagina solo están separadas por mis empapadísimas bragas. Vamos
por el pasillo y me pregunta dónde está el baño. Se lo señalo con la cabeza y
entramos. Alarga el brazo hacia el grifo de la ducha y lo abre. Me besa el
cuello y los pechos. Me bajo de su cintura y se pone detrás de mí. Sus manos
acarician mis hombros, los besa y llegan a mi cintura. Desliza mis braguitas.
–Te las romperé, te lo
prometo. Cuando te folle te romperé a ti y a todas las bragas que tengas.
Convulsiono. Me las
termino de quitar y las dejo a un lado. Nos metemos en la ducha. El agua está
caliente, casi hierve. Nos quemamos, chillamos entre risas y la regulo. Me
abraza y nos deslizamos hacia el suelo. Me siento encima de él, a horcajadas.
Nos besamos y empezamos a refrotarnos el uno contra el otro. El agua cae sobre
nosotros y lo llena todo de vapor caliente y acogedor. La ducha, él, yo, su
sexo, el mío… todo abre cada poro de mi piel y él se cuela sin resistencia
alguna. Dios, mañana voy a ser una boba enamorada.
Me agarra el pelo, la cara, me besa y balancea a su antojo. Y se refrota bien refrotado, además. Y yo también, ya que estamos. Parecemos dos adolescentes otra vez. Me echo hacia atrás, apoyando mis manos en sus muslos. Su pene erecto se mete entre todo mi sexo y me muevo como si lo estuviera montando. Él agarra su miembro y comienza a tocárselo y a la vez que lo hace, lo restriega por mi sexo, dándome una descarga eléctrica que me hace retorcerme. Él gime y yo también. Me agarra de la cintura, me empotra más hacia él, haciendo que note todavía más su carne masturbándome. Dios, es tan agonizante y erótico que estamos a punto. Yo por lo menos. Y él debe notarlo porque:
Me agarra el pelo, la cara, me besa y balancea a su antojo. Y se refrota bien refrotado, además. Y yo también, ya que estamos. Parecemos dos adolescentes otra vez. Me echo hacia atrás, apoyando mis manos en sus muslos. Su pene erecto se mete entre todo mi sexo y me muevo como si lo estuviera montando. Él agarra su miembro y comienza a tocárselo y a la vez que lo hace, lo restriega por mi sexo, dándome una descarga eléctrica que me hace retorcerme. Él gime y yo también. Me agarra de la cintura, me empotra más hacia él, haciendo que note todavía más su carne masturbándome. Dios, es tan agonizante y erótico que estamos a punto. Yo por lo menos. Y él debe notarlo porque:
–Córrete en mi polla, nena.
Y deja de tocarse para acariciar mi clítoris y mis labios con tanta firmeza que tan solo segundos después gimo tan fuerte al cumplir su petición que casi me da hasta vergüenza. Pero él me mira como con veneración, como si le gustara de verdad lo mucho que estoy disfrutando, y eso me da confianza y un chute de adrenalina que hacen que quiera más.
Cuando me tranquilizo me acerco a él. Me abraza. Le beso el cuello, la boca, sonreímos, le tiro del pelo… Te me comería entero, le digo entre gemidos, y él sonríe y se muerde el labio. Me muevo un poco y cojo su pene expectante. Quiero lamerlo otra vez, quiero succionar todo el grosor de semejante máquina de hacer orgasmos y volver a sentir su salado jugo caliente y espeso por mi garganta. Pero al notarlo duro al límite del dolor, sé que está tan a punto que no me dará ni tiempo a bajar mi lengua. Así que le acaricio haciendo la presión justa mientras él gime ferozmente, entrecerrando los ojos pero sin dejar de mirarme, hasta que en un impulso me quita la mano y me echa ligeramente hacia atrás, sujetándome por la cintura. Con la otra mano se coge el miembro y lo dirige hacia mi pubis y, en un par de sacudidas, se corre por todo mi sexo gritando «Lali; joder».
Esto… repaso en nanosegundo: ¿Alguna enfermedad que se pueda contagiar por este tipo de contacto sin contacto? No puedo pensar en nada. Me ha excitado tanto ver su esencia por toda mi pepita y mis labios que sigo moviéndome y le advierto con la mirada que no pare de tocarme porque viene otro.
–Joder; la pobreza, la drogadicción y el terrorismo fulminé en mi otra vida.
Me acaricia el sexo manchado de él y le doy un tercer orgasmo. Menos intenso, eso sí. Orgasmo réplica. Pero orgasmo.
En otro nanosegundo pienso que ahora mismo lo único que me apetece es acurrucarme en su pecho y quedarnos en silencio los dos, disfrutando del momento, aunque seguro que él prefiere levantarse y marcharse ya. Dejo de dudar cuando él se apoya en el respaldo de la bañera, cierra el grifo, me acomoda sobre su pecho y, tal y como yo quería, nos quedamos en silencio los dos, disfrutando del momento.
Y por si me quedaba duda de que al menos le ha gustado estar conmigo, me acaricia la espalda con una mano y con la otra me abraza, besándome el pelo de cuando en cuando.
Holaa chicas! tercer capitulo de hoy, la cosa se pone picante , ustedes lo harian con la mentruación? Que creen que hará Lali ahohra?
Espero que les guste
Besos
@onlyespos_
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