lunes, 3 de noviembre de 2014

Capitulo 35



Al final, necesité ayuda de Artemisa para desabrochar la monstruosidad 
en que me había obligado a entrar en la mañana. Aunque parecía triste al 
verlo irse, yo no podía estar más feliz, hasta que vi lo que tenía la intención de 
reemplazarlo. 
Cojeando por el pasillo de un ala desconocida, me apoyé en Peter por 
apoyo e hice mi mejor esfuerzo para no arañar la áspera tela. Era 
totalmente injusto. Peter podía llevar pantalones —incluso Afrodita tenía la 
opción, si quería—, pero con Artemisa a cargo de mi armario, me quedé 
atrapada en el vestuario de la Edad Media. Ella podía haber pensado que 
eran hermosos, pero yo hubiera preferido una toga a los instrumentos de 
tortura. Por más que los usara no me iba a hacer como ellos. Nunca. Y 
Artemisa lo sabía. Y por eso lo hacía, estaba segura de eso. 
Mientras me preguntaba si sería o no una marca en mi contra que 
estuviera por ahí en ropa interior, Peter abrió la puerta de una habitación en 
la que yo nunca había estado antes. Al principio no podía ver mucho desde 
detrás de él, pero cuando se hizo a un lado, quedé boquiabierta, y la nube de 
la miseria que me había perseguido desde haber visto mi puntaje disipó. 
La suite estaba repleta de ropa colgando de los bastidores, organizadas por el 
tamaño y el color, y sólo sabe Dios qué más. Abarcaban tantas épocas 
que parecía una tienda de disfraces, y había vestidos, zapatos, mantas y… 
Mis rodillas se debilitaron. 
Suéteres y jeans. 
—Artemisa mencionó que no te sentías cómoda con la ropa que eligió para ti —dijo Peter—. Como premio por fallar en una prueba con una puntuación más alta que la mía, creo que un nuevo guardarropa está a la orden. 
Lo miré fijamente y después a Artemisa, que me dio una extraña sonrisa. ¿Eran de verdad? 
—¡Oh, Dios mío! 
No fui la única en decirlo. A su vez un chillido agudo salió por detrás de mí, y 
cuando me di la vuelta, Afrodita estaba con la boca abierta. Hera se quedó 
cerca, mirando tan excitada como yo me sentía. 
—¿Son todos estos para ti? —exclamó Afrodita, pasando a Artemisa para estar junto a mí. —Creo que sí —dije con una sonrisa—. ¿Quieres algunos?
Me miró como si me hubiera crecido otra cabeza. 
—¿Que si quiero? 
Reí y miré a Peter. 
—¿Artemisa puede? 
—Por supuesto. 
Eso era todo lo que necesitaba oír. En un instante había desaparecido, 
seleccionando a través de los vestidos arcaicos que yo no tenía intención de 
tocar. En lugar de unirme a ella, me dirigí a Hera y Artemisa. 
—Ustedes dos pueden tener lo que quieran, también —dije, mirando a 
Peter—. Si está bien contigo, quiero decir. 
Él asintió con la cabeza. Al igual que Afrodita, Artemisa y Hera se precipitaron 
en la habitación, dejándome detrás a mí con Peter. Él hizo un gesto hacia mi 
tobillo. 
—¿Eres capaz de atravesar la habitación sin ayuda? 
—Estaré bien —le dije, mirando los montones de suéteres. Incluso desde 
la distancia, hicieron señas. Por mucho que me gustara estar cerca de 
Peter, me daba vergüenza todavía mi ruptura, y no quería que pensara que 
era incapaz de pasar el día sin él, a pesar de que parecía saber exactamente 
cómo hacer mejor las cosas. 
Fui cojeando hasta la mitad de la habitación antes de darme cuenta que él 
estaba detrás, a unos pocos metros. Mirando por encima de mi hombro, fruncí 
el ceño. 
—Peter, de verdad, estoy bien. Ni siquiera estoy herida. 
—No tengo ninguna intención de ayudarte a caminar —dijo en una voz 
inocente que no me creía—. Sólo iba a ofrecerme a llevar tus cosas. 
—Si tú lo dices. —Arqueé una ceja, pero al mismo tiempo no quería que 
supiera que estaba agradecida de que estuviera allí. 
Esa noche, mucho después de que Peter me dejara, yo estaba al borde del 
sueño, cuando un suave golpe en mi puerta me alejó. Gimiendo, me froté los 
ojos y me levanté de la cama, cojeando hasta la puerta. Había pasado toda 
la noche esperando para decirle a mi madre que había pasado una prueba y 
no había decepcionado a Peter todavía, así que quien sea que estuviera en 
el otro lado de la puerta tendría que tener una muy buena razón para 
interrumpir. 
—¿Qué? —dije mientras abría la puerta, entrecerrando los ojos contra la luz del 
pasillo. 
Era Afrodita. 
—¿Todavía estás despierta? —susurró, y me miró. 
—No, soy sonámbula. 
—Oh. —Artemmisa me miró como si estuviera tratando de averiguar si estaba 
diciendo la verdad o no—. Mientras te despiertas, vamos… quiero mostrarte 
algo. 
Alargó el brazo para tomar mi mano, y me mantuve firme. 
—El único lugar adonde quiero ir es a la cama. 
—Es una lástima. —Afrdoita se apoderó de mi mano con tanta fuerza 
que si trataba de alejarme probablemente terminaría con dedos rotos, y 
ya estaba teniendo bastantes problemas con mi tobillo—. Te voy a devolver 
a la cama antes que salga el sol, lo prometo. No era la garantía más reconfortante, pero ella no me estaba dando mucho para elegir. 
Finalmente, resoplando con fuerza para que ella se diera cuenta, la 
seguí, la alfombra áspera contra mis pies descalzos. 
—¿Adónde estamos yendo? —dije, pero Afrodita me hizo callar al doblar 
la esquina. Había guardias apostados arriba y abajo por los pasillos que 
conducían a mis habitaciones, y al menos tres de ellos nos habían visto hasta 
ahora, así que no tenía idea de porqué sintió la necesidad de andar 
furtivamente alrededor. 
El dolor sordo en mi tobillo se convirtió en un dolor agudo, y yo luchaba por 
mantenerme a la par de ella, pero no redujo la velocidad. Al final, cuando 
llegamos a un pasillo oscuro, se detuvo y señaló una puerta a tres metros de 
distancia. 
Era diferente a las otras en la casa, de madera oscura con tallas ornamentales 
que creaban una escena que no podía descifrar. La luz se derramó desde el 
otro lado, y Afrodita se puso de puntilla, haciendo un gesto para que la 
siguiera. 
Esta vez no hice ninguna pregunta. Me moví con ella torpemente, 
manteniendo una mano contra la pared para no tropezarme y anunciar 
nuestra presencia a quien estaba al otro lado de la puerta. Mientras más nos 
acercábamos, más clara se convirtió la escena en la puerta, y pronto me di 
cuenta de lo que era. En la mitad superior de la puerta había un hermoso 
prado, con pequeñas flores talladas en la madera y árboles a cada lado. De 
alguna manera el artista había logrado hacer que se viera soleado, y me 
recordó con tanta fuerza a Central Park que un nudo se formó en mi garganta. 
Pero en el fondo, la escena cambió. Una capa de tierra separaba la pradera 
de un río oscuro que corría por debajo y, junto a él, había un delicado jardín. 
En lugar de crecer desde la tierra, crecía desde una piedra irregular. Los 
árboles no eran árboles; estaban hechos de algo sólido, y aunque sólo era 
una obra de arte, me di cuenta de que no estaban destinados a estar vivos. Y 
en el centro de la imagen estaban pilares de joyas que formaban un arco por 
encima de una flor, diminuta y débil en su entorno
Tan hechizada como lo estaba por los hermosos tallados, escuché voces que 
se escapaban a través de la rendija de la puerta. Al principio no pude 
distinguir bien, pero Afrodita me dio un codazo acercándome y, reuniendo 
valor, me asomé a la habitación. 
Peter estaba de espaldas a mí, con los hombros encorvados mientras miraba a 
algo que yo no podía ver. Se volvió lo suficiente para que pudiera ver su 
perfil, y algo dentro de mí dolió cuando vi que tenía los ojos rojos. 
Pero él no era el único hablando. La segunda voz era más alta que la suya, 
pero todavía masculina y familiar, y quienquiera que era habló en 
palabras susurradas mezcladas con urgencia y frustración. 
—No la puedes mantener aquí. —No podía ver quién estaba hablando, pero 
estaba segura de que reconocía su voz—. Eso era parte del trato. No la 
puedes obligar a que se quede si ella no quiere. 
Me acerqué un poco más. Debajo de mí el piso crujió y me congelé. Desde mi 
punto de vista podía ver todavía a Peter todavía, y mi corazón latía tan fuerte 
que estaba segura de que él debía haber sido capaz de escucharlo. Pero 
después de unos tensos segundos, habló y yo exhalé. 
—No quería irse —dijo con voz cansada—. Artemisa pensó que nuestro trato 
había terminado porque no pasó el examen. 


Hasta aqui por hoy muchas gracias por leer de verdad me da una felicidad que no me la esperaba ayer llegamos a los 453 visitas!!! Ni yo me lo creo.
Besos!
@heartespos

3 comentarios:

Anónimo 4 de noviembre de 2014, 0:12  

++++++
@x_ferreyra7

Anónimo 4 de noviembre de 2014, 0:28  

Massss quierooo masss :) bessitos @zairasantos7

siempre 4 de noviembre de 2014, 5:33  

Aaaah pobree mi amoor..
Obvio que Lali quiere quedarse..
Que se lo digaa!!!
Mato a todos si no los dejan en paz..
Jajajaja..
Espero el prox cap :)
@pl_mialma

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