capitulo 27
Cada día estamos más
unidos. Cada día más enamorados. Yo nunca me había sentido así. Con nadie. Cada
día descubrimos más cosas del otro que nos encantan y alguna que no nos encanta tanto,
pero toleramos. Sí, ya hemos tenido nuestras primeras discusiones de pareja
también. Principalmente porque los dos tenemos mal genio y somos muy
temperamentales. Lo bueno es que tal como nos enfadamos, nos desenfadamos. Yo
soy muy de olvidar enseguida el cabreo y él también. Lo malo es que arde Troya
en cada riña.
Por ejemplo, sin ir muy
lejos, el domingo pasado fuimos a pasar el día a la montaña. Habíamos planeado
hacer un pequeño trecking, comer en algún sitio y dar paseos por los
pueblecitos, pero nos perdimos y acabamos enfadándonos como bestias, echándonos
la culpa el uno al otro de la equivocación. En medio de un bosquecillo yo le
gritaba histérica que era un energúmeno (sí, le dijo la sartén al cazo) y un
engreído y él chillaba como loco que yo era una histriónica y una despistada
patológica. Acabamos mandándonos a la mierda mutuamente. Pero nos duró poco; al
subir al coche ya estábamos morreándonos como quinceañeros.
Otro día me pidió
acompañarle al Ikea para comprarse una nueva estantería. Es suicidio marital ir
al Ikea con tu pareja y más cuando apenas lleváis cuatro meses, así que
evidentemente cayó bronca. Pero no quedó allí: montando el mueble Peter llegó
hasta a irse de su propia casa pegando un portazo. A los dos segundos ya estaba
entrando y, pidiéndome perdón, terminamos de montar la dichosa estantería Lack
y de montarnos el uno al otro. Discusiones que tampoco trascienden y nos dejan
dar rienda suelta a nuestros temperamentos. Pero más allá de ellas, cada día
vamos conociéndonos más y planeando más cosas juntos, como dónde ir de
vacaciones o el gran primer paso: conocer a nuestros padres.
Les hablé a mis padres
de Peter hace un par de semanas. Él hizo lo mismo. Mi madre se alegró mucho de
que hubiera conocido a alguien y estuviera ilusionada, aunque como madre que
es, me instó a no precipitarme y a no correr demasiado. Que sí, que sí. Mi
padre sonrió muy feliz de verme feliz. Y eso me partió el alma. Mi padre…Y mi
hermano se puso celoso y se enfadó porque entonces iría menos aún a casa. Qué
tierno.
La cara de Bárbara
cuando terminamos nuestro bailecito es un cuadro de Picasso. Madre mía, esto huele
fatal y yo decido no decirle ni mu a Peter. Euge sabrá qué hacer.
–Vaya lali, se te ve
muy acalorada. Y eso que llevas poca ropa.
Dios.
–Y a ti qué cojones te
importa cómo se vea mi chica.
Peter se lo espeta sin a
mirarla siquiera, mientras me agarra de la cintura y nos encaminamos a la barra
para pedir otra copa. Ahora directamente Bárbara se ha
convertido en la furia personificada y se va al baño sola. Cuando miro
estupefacta a Íñigo, él me sonríe.
–No te mosquees. Es una
zorra y todos lo sabemos.
–Pero…
–Sin peros. Gema es una
cabeza hueca antipática pero Bárbara es mala. ¿No te he contado nunca que se lió con un amigo
de la universidad de Max, ya saliendo con él? Se lo tiró en el baño de la casa
de éste mientras Max jugaba a la Play en el salón con más colegas.
Me quedo muerta.
– ¿Y Max lo sabe?
–Claro que lo sabe. Al
final la zorra, pensando que de un modo u otro se enteraría, se lo contó
haciéndose la víctima. Tampoco había que ser muy listo para ver el tonteo que
se llevaban. A él ya no le habla, claro, pero a ella la perdonó el muy tonto y
ahora hace la vista gorda.
– ¿La vista gorda?
–Vamos La, seguro que
te has dado cuenta de que nos mira a todos como queriendo devorarnos.
–A decir verdad he
notado como te quería devorar a ti.
Sonríe y me agarra de la
cintura.
–Lo hace con todos.
Alguna vez lo hemos comentado, pero por respeto a Max hacemos como si nada y
simplemente la ignoramos.
– ¿Y no habéis hablado
con Max de esto?
–No, eso son cosas entre
ellos.
Frunzo el ceño y él me
lo besa.
–Si yo viera que Nico hace eso, se lo diría a Euge en menos de un minuto.
–Las tías sois así. Los
tíos, no. Si tu amigo quiere salir con una zorra, no es tu problema. Las cosas
ya caerán por su propio peso.
Inevitablemente pienso
en Marcos y en el día que me dijo que se iba con otra. Cierro los ojos sin
querer e inspiro fuerte. Abro los ojos ante un tierno beso en los labios.
– ¿Qué pasa, nena?
–Que me da mucha pena
Max. Que te engañen es horrible, Peter. Es una sensación vomitiva y humillante.
Él parece muy buen chico y no se lo merece.
–Lo sé. A todos nos da
pena. Pero también es cierto que él es el que no quiere ver lo que hay.
Asiento. Tiene razón en
eso. Me pregunto si yo tampoco quise ver lo que había.
–Siento haberte
recordado a tu ex.
Lo dice serio, tenso y
enfadado. No hemos vuelto a hablar de él desde nuestro primer beso y no ha
hecho falta. Con los hechos le he demostrado a él y a mí misma que está más que
superado el amor que sentía por Marcos, pero recordar la humillación y el dolor
que sentí es desagradable. Sonrío y le acaricio la cara.
–No me has recordado a
mi ex. Me he acordado de lo mal que se pasa cuando te enteras de que has sido
imbécil, que es distinto.
Me abraza. Yo me lo
quiero comer.
–Sé que es pedir un
deseo impredecible pero por favor, Peter, tú no me hagas eso. Nunca me hagas
eso. Si conoces a otra persona y te enamoras, sencillamente dímelo en cuanto lo
notes. Si te apetece tirarte a otras tías cuando no estoy, sencillamente
déjame. Pero no me engañes. De Marcos lo sufrí y lo superé. De ti,
directamente, no lo soportaría.
– ¡Lali!
Me lo dice muy
tiernamente, como si se lo dijera a una niña, que a veces es lo que soy,
cogiéndome la cara entre sus manos y mirándome muy fijamente.
–No tienes que pedirme
nada, claro que no te haría eso. Soy un hombre honesto, nena. Sé que te
resultará más difícil confiar en mí después de lo que te pasó y que no hay
palabras que puedan asegurarte nada, pero, simplemente mira los hechos, mira
cómo me comporto contigo y confía en tu instinto.
Sonrío tranquilizándome.
Qué tonta me pongo con este tema. Le beso porque no puedo hacer más que
adorarle.
– ¿Por qué has dicho que
de mí no lo soportarías?
–Porque te quiero,
Peter. Como nunca he querido a nadie.
Se lo suelto a bocajarro
y sin edulcorantes. En medio de un bar mientras suena «I will wait for
you» de Mumford & Sons y me sigue agarrando de la cintura. Menuda frase he
elegido para deshacer el poco filtro mente boca que me quedaba. Estupendo,
pienso, y espero que ponga alguna cara de circunstancia o que me dé un beso
para callarme y sigamos la noche sin más. Pero de nuevo me sorprende, mirándome
con los ojos muy abiertos y susurrando:
–Por fin.
Suspira como aliviado al
decirlo.
– ¿Por fin?
Frunce sus labios en
media sonrisa que me vuelve loca y repite:
–Sí, por fin.
Sonríe mucho.
–Por fin.
Restriega su nariz
contra la mía y yo le acaricio la cara. Sonreímos y nos besamos como dos tontos
enamorados mientras sigue sonando «I will wait for you».
Espero que os guste
Besos!
@onlyespos_
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