capitulo 26
Veinte días después
estoy en la consulta de mi ginecóloga esperando los resultados de todas las
pruebas que me hizo para darme la píldora anticonceptiva. No le bastaba con
extenderme la receta, no. Me hizo ecografía, citología, análisis de enfermedades
de transmisión sexual y la prueba del virus del papiloma humano. Le dije que no
había tenido relaciones sin preservativo más que un momento con 23 años, y los
últimos días con alguien que nunca había tenido relaciones sin protección, pero
insistió. Así que hoy por fin me va a dar los resultados y me dará la jodida
receta. Menos mal, porque Peter se tomó muy en serio sus palabras y la marcha
atrás tiene muchos riesgos. Pero es que en el fondo a mí me importaría tan poco
dar ese paso con él… Y creo que a él le pasa lo mismo. Sonrío al pensarlo.
Salgo de la consulta
dando saltos y lo primero que hago es llamarle.
– ¿Te han dado los
resultados? ¿Va todo bien?
Ni hola ni leches. Pero
es que estaba preocupado por si me salía algo malo. Le quiero. Sí. No se lo he
dicho aún por miedo a espantarle, pero le quiero.
–Somos libres, pequeño.
Podremos entregarnos al fornicio sin que me llenes los muslos de tus cositas.
Se ríe y yo
también.
–Uf, acabo de ponerme
muy malo. Mierda nena, tengo que dejarte, acaba de entrar un cliente. ¿Hablamos
luego, vale?
–Claro; ciao, nene.
–Ciao, cariño.
Entro en el estudio como
si me hubiera tocado la lotería.
–Vaya, vaya. Mirad quién
se va a poner ciega de follar sin capucha. Lali, así se pierde el morbo. Si
no hay riesgo, no hay excitación.
–Calla, cara culo. Si te
hago tío te da un síncope.
–Si tus futuros hijos
son mini Peters me encantará conocerlos.
–Eso sería incesto y
eres un guarro, cielo.
–Te invito a comer. Me
has puesto cachondo pensando en rabos sin capucha.
– ¿Y qué celebramos?
– ¡Que hace cuatro meses
conocí a mi Peter!
Nos reímos y salimos
cogidos del brazo a comer.
Es sábado y nos vamos de
cena con los amigos de Peter y sus novias, para celebrar San Juan, y después a
un fiestón que hay en una discoteca de la playa con su correspondiente hoguera.
Qué pereza ir de discotecas. Menos mal que en general simpatizo mucho con el
grupo; salvo Bárbara, que es insoportable, irritante y cabeza hueca, todas son
más o menos simpáticas. Sobretodo Leticia, que tiene un niño, y María, que se
casa con Gonzalo en Octubre, que son la caña. Las veo muy como yo, medio locas
y pasando también de tonterías. De hecho hemos intercambiado un par de
miraditas en alguna ocasión ante comentarios impertinentes de la arpía, como yo
llamo a Bárbara en secreto, porque es una cizañera y además se come
descaradamente a mi novio con la mirada y con lo que no es la mirada. La muy
zorra hasta se pasa la lengua lentamente por los labios cada vez que Peter habla; pero si se piensa que me voy a poner en plan territorial por ella, lo
lleva claro. Si supusiera una amenaza quizá, pero es tan poca cosa que no puedo
más que sentir pena por ella y por su novio Max, que es un encanto.
Hace un calor de muerte.
En la discoteca hay un agobio increíble, pero la música es buena y al final
matamos el bochorno con bailoteos de chicas y ginebra fresquita. Menos mal que
el vestidazo azul noche de encaje, cortísimo, ajustadísimo hasta dejarme sin
respiración y con prácticamente toda la espalda al aire que llevo no me da
calor. Ni las sandalias de raso negro de tacón de doce centímetros con un
enorme lazo en el talón. ¡Ja! Peter me ha follado dos veces antes de salir de
su casa, donde me he cambiado, cuando me ha visto: una en las escaleras del
dormitorio al salón y la otra de pie en la puerta justo cuando íbamos a salir.
¡Madre mía mi chico, cómo se ha puesto al verme!
Y no solo él.
–Tus amigos me miran.
Se lo susurro a Peter con la boca torcida para que nadie me oiga, porque en un momento que estoy de
espaldas a ellos noto una miradita de Carlos, un amigo de Peter, dándome un
señor repaso. Y cuando me giro muy disimuladamente para comprobarlo, veo que
Carlos está haciendo gestos con la cabeza a Sergio, otro de los amigos solteros
de Peter, que mira mi culo y mis piernas. Terror.
–Normal, eres la tía más
buena que han visto en su vida.
–Pues han salido poco de
casa.
–No seas boba. Si en
chándal ya estás para comerte, con este vestido empalmas hasta a un muerto.
– ¡Peter!
– ¿Qué? Es la verdad.
Le miro ceñuda y ahora
me siento muy incómoda. Me bajo la corta falda y él se ríe.
– ¡Oye!, no te pongas
así. Me encanta que este vestido te marque ese culo y ese cuerpazo tan sexy que
tienes y me encanta que todos vean la pedazo de hembra que tengo al lado. Pero
eso sí, si sales tú sola, ni se te ocurra ponerte así de buenorra o dejaré la
casa sin paredes.
Me toca el culo nada
disimuladamente. Yo ser Peter Lanzani, hombre caverna.
–Eres el eslabón
perdido.
–Tú callar boca y solo
abrir para chupar polla.
Codazo que te crío y
entre risas, comenzamos a bailar una canción de reggaetón fingiendo ser
provocativos, aunque al final acaba siendo un baile nada fingido. La cara de Bárbara es un
poema al vernos y entonces confirmo lo que imaginaba: tiene celos. Me río
mentalmente a carcajadas. Y no quiero ser mala pero es que en el fondo entiendo
que tenga celos. ¿Quién no estaría deseosa de Peter? ¡Si hasta las lesbianas le
dan repasos! Y a poco que lo conocieran caerían rendidas a sus pies, como lo
estoy yo.
Peter es lo mas en este capitulo
Espero que os guste
Besos
@onlyesops_
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