viernes, 9 de enero de 2015

capitulo 26


Veinte días después estoy en la consulta de mi ginecóloga esperando los resultados de todas las pruebas que me hizo para darme la píldora anticonceptiva. No le bastaba con extenderme la receta, no. Me hizo ecografía, citología, análisis de enfermedades de transmisión sexual y la prueba del virus del papiloma humano. Le dije que no había tenido relaciones sin preservativo más que un momento con 23 años, y los últimos días con alguien que nunca había tenido relaciones sin protección, pero insistió. Así que hoy por fin me va a dar los resultados y me dará la jodida receta. Menos mal, porque Peter se tomó muy en serio sus palabras y la marcha atrás tiene muchos riesgos. Pero es que en el fondo a mí me importaría tan poco dar ese paso con él… Y creo que a él le pasa lo mismo. Sonrío al pensarlo.

Salgo de la consulta dando saltos y lo primero que hago es llamarle.
– ¿Te han dado los resultados? ¿Va todo bien?

Ni hola ni leches. Pero es que estaba preocupado por si me salía algo malo. Le quiero. Sí. No se lo he dicho aún por miedo a espantarle, pero le quiero.

–Somos libres, pequeño. Podremos entregarnos al fornicio sin que me llenes los muslos de tus cositas.

Se ríe y yo también. 

–Uf, acabo de ponerme muy malo. Mierda nena, tengo que dejarte, acaba de entrar un cliente. ¿Hablamos luego, vale?
–Claro; ciao, nene.
–Ciao, cariño. 

Entro en el estudio como si me hubiera tocado la lotería.

–Vaya, vaya. Mirad quién se va a poner ciega de follar sin capucha. Lali, así se pierde el morbo. Si no hay riesgo, no hay excitación.
–Calla, cara culo. Si te hago tío te da un síncope.
–Si tus futuros hijos son mini Peters me encantará conocerlos.
–Eso sería incesto y eres un guarro, cielo.
–Te invito a comer. Me has puesto cachondo pensando en rabos sin capucha.
– ¿Y qué celebramos?
– ¡Que hace cuatro meses conocí a mi Peter!
Nos reímos y salimos cogidos del brazo a comer.

Es sábado y nos vamos de cena con los amigos de Peter y sus novias, para celebrar San Juan, y después a un fiestón que hay en una discoteca de la playa con su correspondiente hoguera. Qué pereza ir de discotecas. Menos mal que en general simpatizo mucho con el grupo; salvo Bárbara, que es insoportable, irritante y cabeza hueca, todas son más o menos simpáticas. Sobretodo Leticia, que tiene un niño, y María, que se casa con Gonzalo en Octubre, que son la caña. Las veo muy como yo, medio locas y pasando también de tonterías. De hecho hemos intercambiado un par de miraditas en alguna ocasión ante comentarios impertinentes de la arpía, como yo llamo a Bárbara en secreto, porque es una cizañera y además se come descaradamente a mi novio con la mirada y con lo que no es la mirada. La muy zorra hasta se pasa la lengua lentamente por los labios cada vez que Peter habla; pero si se piensa que me voy a poner en plan territorial por ella, lo lleva claro. Si supusiera una amenaza quizá, pero es tan poca cosa que no puedo más que sentir pena por ella y por su novio Max, que es un encanto.

Hace un calor de muerte. En la discoteca hay un agobio increíble, pero la música es buena y al final matamos el bochorno con bailoteos de chicas y ginebra fresquita. Menos mal que el vestidazo azul noche de encaje, cortísimo, ajustadísimo hasta dejarme sin respiración y con prácticamente toda la espalda al aire que llevo no me da calor. Ni las sandalias de raso negro de tacón de doce centímetros con un enorme lazo en el talón. ¡Ja! Peter me ha follado dos veces antes de salir de su casa, donde me he cambiado, cuando me ha visto: una en las escaleras del dormitorio al salón y la otra de pie en la puerta justo cuando íbamos a salir. ¡Madre mía mi chico, cómo se ha puesto al verme!
Y no solo él.

–Tus amigos me miran.

Se lo susurro a Peter con la boca torcida para que nadie me oiga, porque en un momento que estoy de espaldas a ellos noto una miradita de Carlos, un amigo de Peter, dándome un señor repaso. Y cuando me giro muy disimuladamente para comprobarlo, veo que Carlos está haciendo gestos con la cabeza a Sergio, otro de los amigos solteros de Peter, que mira mi culo y mis piernas. Terror.

–Normal, eres la tía más buena que han visto en su vida.
–Pues han salido poco de casa.
–No seas boba. Si en chándal ya estás para comerte, con este vestido empalmas hasta a un muerto.
– ¡Peter!
– ¿Qué? Es la verdad.

Le miro ceñuda y ahora me siento muy incómoda. Me bajo la corta falda y él se ríe.

– ¡Oye!, no te pongas así. Me encanta que este vestido te marque ese culo y ese cuerpazo tan sexy que tienes y me encanta que todos vean la pedazo de hembra que tengo al lado. Pero eso sí, si sales tú sola, ni se te ocurra ponerte así de buenorra o dejaré la casa sin paredes.

Me toca el culo nada disimuladamente. Yo ser Peter Lanzani, hombre caverna.

–Eres el eslabón perdido.
–Tú callar boca y solo abrir para chupar polla. 


Codazo que te crío y entre risas, comenzamos a bailar una canción de reggaetón fingiendo ser provocativos, aunque al final acaba siendo un baile nada fingido. La cara de Bárbara es un poema al vernos y entonces confirmo lo que imaginaba: tiene celos. Me río mentalmente a carcajadas. Y no quiero ser mala pero es que en el fondo entiendo que tenga celos. ¿Quién no estaría deseosa de Peter? ¡Si hasta las lesbianas le dan repasos! Y a poco que lo conocieran caerían rendidas a sus pies, como lo estoy yo.

Peter es lo mas en este capitulo
Espero que os guste

Besos
@onlyesops_

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