Capitulo 24
–Bueno qué, ¿qué te
parece?
– ¡Que es guapísimo y
está muy bueno! ¡Madre mía, qué tiazo,Lali!
–Dímelo a mí, que no
pienso en otro rabo desde que le conocí.
– ¡Gas! ¿Cómo es eso?
¿Ya no piensas en mi Nico? Oh Dios; traidor.
–Euge de mi corazón, Nico siempre será mi dios de los infiernos. Pero le tengo muy manoseado ya.
Necesito carne fresca.
– ¿Hola? ¿Podríais
poneros serios por mí unos, no sé, dos segundos?
–Lali, es genial. Me cae
muy bien. Se le ve muy majo, muy atento y cómo te mira, madre mía.
– ¿Cómo me mira?
–Joder nena, como si
fueras Mata Hari y estuvieras bailando solo para él.
Hago una risa histérica
y volvemos al salón con los vasos y el hielo. Cuando me siento sonrío a Peter y
le guiño un ojo. Se acerca a mi oído sonriendo y, mientras los demás gritan y
ríen, me susurra bajito.
– ¿He pasado el examen?
–Con sobresaliente y
matrícula de honor.
Se pasa por sus labios
el dedo que antes me ha hecho olvidarme de mi nombre y me guiña un ojo. Tengo
otro orgasmo atronador en mi pene imaginario.
Salimos de casa de Euge a la una de la madrugada, medio borrachos y con ganas de mambo. Yo, que como
hago esta noche de conductora apenas he bebido, tengo muy claro dónde quiero ir
(a la cama con mi hombre, por si había dudas), pero Nico y Euge quieren salir
de marcha e insisten en ir los seis a alguna sala de moda. Yo ya tengo el no en
la boca cuando Peter dice un « ¡Joder, sí, vamos a esa que está al lado de casa
de Lali y cojámonos una cogorza de las gordas!» que me hace mirarlo con cara
de cabreo.
– ¡Ohhh noooo! creo que
Lali se ha enfadado porque se acaba de quedar sin obús empotrándola. ¡Mirad
que morritos pone mi niña!
Mato a Gas con la
mirada pero me quedo de piedra cuando Peter, borracho peter, me agarra de la
cintura delante de todos y me da un mega beso peliculero echándome la cabeza
hacia atrás y cogiéndome del muslo. Todos silban y entontan el tariro tariro.
Qué horror.
–Tendrás tu obús
empotrándote, te lo aseguro.
Mira a Gas mordiéndose
la punta de la lengua, me da una palmada en el culo y entre risas, nos movemos.
Yeah.
En el bar, sala o como
se llame nos dedicamos a beber como cosacos y a hablar de chorradas. También
reímos como hacía años que no hacía. Hasta lloro de la risa con Peter que, si
ya de por sí es divertido, borracho es hilarante. ¿Puede ser más perfecto? Hace
buenas migas con Nico, aunque no sé si porque realmente se caen bien o si
porque son los dos únicos hombres del grupo que no desean sus respectivos
penes. Pero al menos esta noche parece que se lo pasan bien juntos y disfrutan.
Gas y Ple desaparecen un rato. Nosotras ponemos los ojos en blanco y les
decimos a nuestros chicos que no vayan al baño en veinte minutos porque hay
ensalada de pepino en colegio femenino.
Euge y yo bailamos como
posesas una canción tras otra, cantamos increíblemente alto e increíblemente
mal pero no nos importa. Estamos borrachas de amor y alcohol. Menuda
combinación. Y yo sin bragas. Ole. Suena la rumba «Barcelona es
poderosa» y nos desgañitamos porque Barcelona es, a parte de donde vivimos,
nuestra ciudad favorita del mundo mundial. De crías soñábamos con vivir aquí y
ya antes de venir a estudiar, vinimos las dos juntas muchas veces. Barcelona
siempre nos trajo tantas cosas buenas que ambas sabíamos que viviríamos aquí y
en ninguna otra ciudad. Para siempre.
Entre chupitos y cubatas
empieza la exaltación de la amistad. Eres mi mejor amiga, te quiero un montón.
Yo te quiero más, no podría vivir sin ti. Y claro, los piquitos en la boca que
tanto nos gustan. Nico y Peter se ríen poniendo cara de circunstancia en plan
«vaya dos locas». Gas y Ple vuelven y se unen a nuestro Living Las Vegas
particular y los cuatro hacemos una patética performance del «Enough is
Enough», con la que pensamos que somos divinos aunque en realidad no, pero nos
da taaaaaaaan igual. Joder qué pedo llevo y qué bien me lo estoy pasando.
Y como no es de
extrañar, cuando llegamos a mi casa, que está al lado del bar,
Peter y yo nos devoramos desde el portal. En el ascensor, sin parar de besarnos
con ansia, le desabrocho los botones del pantalón y cojo su miembro duro como
una piedra. Gruñe. Y yo también. Apoya una mano en la pared y la otra va
directa a mi sexo. Yo le acaricio su pene de arriba a abajo mientras Íñigo cambia
de posición y ahora me amasa el culo desnudo con una mano e introduce un dedo
en mí con la otra. Tal y como estamos salimos del ascensor a trompicones. Nos
da enteramente igual si alguien nos ve; estamos en otro planeta. Solo dejo de
tocarle el pene para abrir con dificultad la puerta.
Por fin entramos sin
parar de besarnos, de gemir y de tocarnos. Peter cierra la puerta con el pié y
yo tiro el bolso directamente al suelo. Me agarra de la cintura y tratamos de
avanzar hacia la habitación sin parar de mordernos los labios y la lengua. Su
aliento me recorre la garganta y baja directo a mi clítoris que está rogando
ser tocado de nuevo. Peter me conoce y no me hace esperar mucho: una mano va
directa a mi sexo mojado y jadeante, manoseándolo de arriba abajo a su antojo;
con su otra mano me agarra el culo, haciéndolo diminuto entre sus dedos grandes
y fuertes, y me lo estruja. Yo hago lo propio con su pene y ya no podemos dar
ni un paso más. No hemos llegado a la habitación pero ya me quita corriendo el
vestido, yo a él la camiseta y, sin darme opción a respirar, me arranca el
sujetador con sus fuertes manazas. Gemimos como locos y nos refrotamos en la
pared del pasillo.
–No puedo esperar ni un
puto segundo más a tenerla dentro de ti.
Me agarra de la cintura
y me tumba en el suelo. Yo le bajo los pantalones y calzoncillos como puedo
hasta dejarlos en sus rodillas y él se los quita a trompicones con sus propios
pies. Estamos desatados y descontrolados. Y tumbados en el suelo del pasillo de
mi casa me muero porque me penetre ya. Está encima de mí, besándome, y le
abrazo con las piernas y los brazos, urgiéndole que entre en mí, refrotándome
contra su obús como una perra en celo.
–Espera, nena; hay que
coger de tu bolso un condón de mierda.
Pero yo no escucho nada.
Solo tengo una bestia dentro de mí que me posee y me incita a que la calmen ya.
Peter se restriega contra mí incapaz de moverse. Está igual de ansioso que yo y
con la polla a punto de rompérsele de dura que está. Noto su glande entrando.
Empiezo a gemir como loca. Lo restriega a conciencia y lo mete y lo vuelve a
sacar. Me está matando. Me besa apasionadamente. Me muerde los labios y yo a
él. Nuestras lenguas parecen fuego. Sus manos recorren mi cuerpo,
electrizándolo aun más, y las mías se deleitan en su espalda, en su culo duro y
en su pelo. Jadea.
–Voy a coger… ¡A la
mierda!, te la voy a clavar a pelo.
Y me penetra como nunca
antes lo había hecho: con mucha ansia, mucha fuerza; como si lo necesitara por
encima de cualquier cosa. Gime como un animal y yo también. Me acoplo a sus
duras embestidas y me vuelvo literalmente loca. Sentirle dentro de mí así, con
tanta necesidad… Y piel con piel. Porque aunque voy algo borracha sé que
estamos piel con piel, pero no me importa. Me excita de forma sublime eso y además
siento algo que nunca había sentido al hacerlo así. Siento unión. Y él también.
–Te siento en mí y en mi polla,
nena. Es lo mejor del mundo.
Entre la intensidad de
sus embistes, sus palabras y el morbo de estar piel con piel, mi orgasmo no
tarda en llegar y me corro como una posesa entre sus brazos, llorando y todo,
pero esta vez por el sublime orgasmo que he tenido. El placer me sale por todas
partes y quiero más.
–Me encanta que te
corras en mí. Me encanta lo mojada que te pongo.
– ¡Más, quiero más; no pares!
–Mi chica quiere más,
¿eh?
Esta vez sus gemidos y
los míos nos traen a la policía fijo porque la vecina da un golpe en la pared
ante mis gritos de sublime éxtasis; pero antes de que pueda taparme la boca
oigo un « ¡qué os jodan!; grita fuerte nena, quiero oírte» de la bestia
que tengo encima. Peter agarra mi culo, elevando así mi pelvis, y eso hace que
note todavía más todo el esplendor del placer hecho carne.
– ¿Querías más? ¡Toma
más!
Creo que se le van a
salir las caderas de tanta potencia y a mí se me va a desenroscar la cintura de
tanto meneo pero tampoco puedo pensarlo mucho porque otro descomunal orgasmo me
barre el cuerpo entero desde la coronilla hasta los dedos de los pies. Y es tan
intenso que hasta me quedo como agarrotada, inmóvil. Solo puedo disfrutarlo. Y
gemirlo.
Dios bendiga al alcohol
y a su efecto retardarte de la eyaculación masculina, porque Peter me obsequia
con un glorioso orgasmo más antes de que él se vuelva completamente loco
empujando, como si quisiera taladrarme.
–Me corro, Lali.
Dentro.
Y la embestida es tan
fuerte que me deja sin respiración durante un par de segundos; los que tardo en
tener otro pequeño orgasmo réplica que recorre mi sexo de principio a fin. ¡Dios!
Peter me sigue, volviéndose completamente loco, gruñendo mi nombre y
corriéndose violentamente en mi interior mientras yo me quedo tan extasiada que
no puedo ni preocuparme.
Cae tumbado sobre mí
mientras los dos nos morimos de la risa ante el polvazo descomunal que acabamos de
echar. La verdad es que todos los polvos han sido descomunales pero este ha
sido ¡en el pasillo de mi casa! Estamos sudorosos y borrachos así que decidimos
darnos una ducha de agua tibia para refrescarnos y que nos baje el pedo.
Holaaa! perdón por la mega desapareción , no he tenido tiempo, hoy os subire una mini maratón Espero que les guste a todas!
Besos
@onlyespos_
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