viernes, 9 de enero de 2015

Capitulo 29



–Te lo dejaste con las prisas encima de la mesa y lo vi. Nada más salir por la puerta me acerqué a la mesa y lo cogí. No lo abrí en ese momento, te lo juro.
– ¿Y por qué no saliste corriendo a dármelo? Me hubieras alcanzado.

Sonríe picarón.

–Porque te había visto. Te había observado y me habías llamado la atención. Quería volver a verte y sabía que si salía y te lo daba, como ibas con tanta prisa, no nos encontraríamos nunca más. Así que tenté a la suerte y esperé un rato a ver si aparecías reclamándolo y conseguía tu teléfono. Si no, la intención era llevármelo y al cabo de un par de días volver al bar para saber si alguien había preguntado por él. La jugada me salió redonda cuando apareciste y aquella mole de sudor no se había enterado de nada.

Debo parecer una tonta por la sonrisa de boba que llevo.

–Cabrón de camarero.
–Gracias a él estoy en tu sofá.

Me da un besazo de los suyos.

–Espera, cuéntame más.

Jadeamos por el beso y ahora es él quien pone los ojos en blanco.

– ¿Qué más?
– ¿Por qué te llamé la atención?
–Obviamente me pareciste muy atractiva desde el segundo uno. 
Sinceramente, y antes de que lo preguntes, sí, lo primero que pensé es qué tetas y qué polvazo tiene.

Le doy un cachete en el brazo entre risas.

–Pero luego me fijé un poco más y me intrigaste. Te vi allí tan concentrada y a la vez tan distraída que me hiciste gracia. Y supe en ese momento que no eras la típica chica que hubiera aceptado un ligoteo conmigo en ese momento.
–Tampoco te lo puse tan difícil. Debiste perder interés enseguida, atormentado mojabragas.
– ¡Qué va! Estuviste en el punto medio para mí. No me gustan las tías difíciles, ya te lo dije. Me parece absurdo negar lo que te apetece por hacerte la dura o la interesante. Al menos yo no voy a hacerme ideas preconcebidas de una chica porque se acueste conmigo enseguida. Pero las tías que solo con mirarlas se abren de piernas, ya me resultaban aburridas. Van a lo que van, que me parece estupendo, pero yo ya no llevaba ese rollo.
– ¡Qué suerte la mía!

Digo con ironía.
–Oye, solo digo lo que me gusta y lo que no. A muchas chicas les gusta que el tío en cuestión les de caña. A otras que sea una balsa de aceite. A cada uno nos pone lo que nos pone y a mí me pusiste tú.

Otra vez sonrisa de boba y esta vez beso al canto.

– ¿Y cuándo leíste el cuaderno?
–Fue esa misma tarde. Joder, me caí de culos.

Nos reímos con las manos entrelazadas.

–Al principio no entendía de qué iba la movida. Me parecía un diario pero no le pillaba el truco. Al final no sé en qué página leí algo de ideas para novela y todo cuadró. Lo iba a dejar estar cuando de repente leí algo de un tío que te inspiraba algo muy tórrido y muy sucio. Un gilipollas, seguro. Y seguí leyendo. Y cada vez que llegaba a tus ideas guarras me partía más y más. Pensé, no solo está buena y es ingeniosa sino que encima ¡es una perversa!

Le vuelvo a propinar un cachetazo. Esta vez en su durísimo culo. Nos reímos.

–Lo que me llamó la atención es que en todas las escenas sexuales los protagonistas son los que iban a ser los protagonistas de la novela. Hablabas en todas las ideas porno de X haciéndole a Y o cosas así. Salvo en una.

Arqueo una ceja sonriendo.

–La última.
–La última. Conmigo los protagonistas éramos tú y yo. Me reconocí enseguida en tu descripción y me puso cachondo tu fantasía come todo y rompe bragas.

Me mete la mano por ellas como tirando para romperlas.

–Y caí en la cuenta de que los otros te inspiraban escenas guarras para otros pero yo te ponía a ti. Y me lancé.
–O sea que sí me llamaste por lo que leíste en el libro, por las guarradas.
Me cruzo de brazos. Él me los descruza y se tumba encima de mí. Le abrazo con las piernas.
–No. Ya había decidido que te iba a llamar antes de leer la primera escena porno. Me pareciste divertida e inteligente. Me gustó que quisieras escribir una novela y quería, al menos, conocerte. Pero te seré sincero y sí, leer las guarradas me excitó y me dio una pista de cómo actuar contigo. De que podía ser un poco guarro sin recibir una hostia a cambio.

Me guiña un ojo y no puedo más que reírme. Me vuelve a besar.

– ¿Y tú? ¿Qué pensaste cuando viste que era yo quién tenía el libro?
–Me caí de culos haciendo un tirabuzón doble.

Se ríe.

–Y deseé con todas mis fuerzas llegar a donde estamos hoy, aunque tenía un miedo atroz a hacerme castillos en el aire e intenté frenar. No supe poner mucho freno, la verdad es que caí enseguida, pero si no hubiera sido por ese poco, te aseguro que te me tiro la misma tarde que te vi con el libro en la mano.

Se ríe a carcajadas.

–Pues bendito miedo atroz y benditos castillos en el aire.
–Benditos mojabragas atormentados y camareros bordes.

Sonreímos y me acaricia mi nariz con la suya.

–Te quiero, bruja. 


EL BESO parte dos. Gemidos. Fin de la conversación.


Espero que les guste

Besos!
@onlyespos_

0 comentarios:

Publicar un comentario

:3

:3

Wonderland life Designed by Ipietoon © 2008

Back to TOP