lunes, 16 de febrero de 2015

Capitulo 63



– ¿Cuánto más vas a estar sin hablarme? Mi rabo ha dejado de erectar desde que no oigo tu voz de camionera. 

–Mira que eres imbécil y grosero y soez y mariconaza. Y mal amigo. 

–El peor. 

–No, el peor no, Gas, pero te pasaste veinte pueblos. Me conoces y sabías de sobra que estaría histérica. Escuchaste los mensajes, me oíste llorar, joder. ¿Y no me llamas ni me mandas un mensaje ni nada? Ni siquiera para decirme un «Peter está bien, luego te cuento» Gas, llegué a pensar si habría hecho alguna tontería. ¿Cómo pudiste? 

–Lo siento en el alma, de verdad. Realmente no me hice a la idea de la gravedad del asunto. Pensé que os habríais peleado a lo Barbie y Ken y que en que se le pasara el pedo haríais las paces. Hasta que no hablamos esa noche no me di cuenta de la preocupación que habías llevado y de que él no te había llamado. 

–Joder, Gas, pareces tonto. No me hago a la idea de la gravedad, dice. ¡Me vio con Marcos, hostia! Dándome un abrazo. ¿Qué crees que pensó? 

–Me lo dijo: que querías volver con él. 

– ¡¿Y eso no te dio una idea de la gravedad del asunto?! 

Me sale hasta voz de pito. 

– ¡Yo que sé!, yo también empezaba a ir borracho. Seguirle el ritmo a Peter me hizo empifolarme en diez minutos. Le dije que ni de coña querías volver con Marcos y que era pasado y él no paraba de repetir que te quería mucho y que no podía vivir sin ti y que no entendía cómo le habías hecho eso. Pensé que lo hablaríais y luego follaríais hasta caer muertos. Esto no va a ningún lado. 

–Esto no va a ningún lado. Pero supongo que soy la menos indicada para restregarte errores y cagadas por la cara. 

– ¡Mi culito me perdona la vida! 

–Auméntame el sueldo y dóblame las vacaciones y quizá me digne a mirarte. 

–Ni lo sueñes. Y maquíllate con ese set de la Nancy que tienes. Traes unas ojeras y un careto que espantas a la clientela. 

 A media mañana le pongo a Gas una excusa y me voy del estudio. Me mira con cara de «a quién quieres engañar» pero me da igual: hoy va fino Gas y yo me aprovecho como la mala zorra que soy. 

Tres días. Tres. Sin saber nada más de él. Desde su «algo» no he vuelto a tener noticias suyas. Yo le he seguido mandando correos, intentando llamarle (creo que le dejé sin batería), le he mandado cientos de mensajes hasta que por agotamiento he desistido de tratar de comunicarme con él vía nuevas tecnologías. Así que aquí estoy: en la puerta de su bufet reuniendo el valor para entrar. Venga, allá voy. 

– ¡Hola, Lali! ¡Qué sorpresa! ¿Cómo estás? 

– ¡Hola! ¿Bien y tú? ¿Cómo van los preparativos? Miriam se aparta el micrófono de sus auriculares a lo Madonna y sonríe de oreja a oreja.

 – ¡Estresantes! Ahora estamos con las invitaciones. Le daré la vuestra a Peter, pero como seguro que se la olvida en la mesa, te lo digo a ti ya. 

Sonríe. ¿Llegaré a ir yo a esa boda? 

– ¡Gracias, Miriam! Ánimo con los preparativos, ya verás como luego todo merece la pena y no te acuerdas del estrés. 

–Sí. 

–Oye, ¿está Peter? 

–Sí, está en su despacho. Pasa, no tiene visitas esta mañana. 

–Gracias. Ah, Miriam, no le avises que voy; quiero darle una sorpresa. Y le guiño un ojo para que parezca una novia enamorada y no una ex desesperada por que no me eche a patadas al saber que me acerco. Ella me sonríe y asiente. Respiro hondo y trato de controlar el temblor de mis manos y mis piernas. Llamo a la puerta con los nudillos temblorosos. 

–Adelante. 

Su voz. Su voz. Abro y mi estómago se cierra en un nudo. Entro despacio y de primeras no me ve porque ni levanta la vista de unos papeles. Eso me da cuatro segundos para que se me caiga el alma -y las bragas- al ver lo guapísimo que está con las mangas de su camisa remangadas y su barbita de tres días. Pero está más delgado. Como yo. 

– ¿Qué coño haces aquí? 

–Algo. 

Sonrío al soltar la estúpida respuesta que había preparado a esa pregunta que sabía que iba a hacer.


Continuará..

1 comentarios:

mimii 16 de febrero de 2015, 18:36  

Arreglenseeeee porfaaaaa, y muestrenos lo mucho q se aman

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:3

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