Capitulo 46
–Peter.
–Cariño ¿pero qué ha
pasado? ¿Está tu madre bien?
–No…
Lloro.
–La están operando, pero
nos han dicho que no hay esperanzas. Un adolescente drogado se la ha llevado
por delante.
Lloro más.
–Voy para allá, nena. No
te preocupes, en nada estoy allí.
–No corras. Sobre todo,
tú no corras.No vuelvas a correr, Lali.
Al cabo de una hora y
cuarenta minutos Íñigo entra sudando a la sala de espera. Está muy nervioso. Me
abraza fuertemente y yo lloro y lloro en sus brazos.
– ¿Se sabe algo?
Niego con la cabeza.
Saluda a mi padre dándole otro abrazo y lo mismo con Raúl. Mis tres hombres,
pienso.
Mamá.
Todos estamos callados y
sentados. Creo que han pasado otras dos horas. O tres, a saber. Yo tengo las
manos en mi cabeza. No dejo de repetir mentalmente «que no le pase nada, que no
le pase nada» mientras pienso en la cantidad de veces que la he mandado a la
mierda, he discutido con ella, me ha sacado de quicio, la he odiado y ahora,
aquí, no puedo dejar de sentir que la quiero con una fuerza descomunal y que
sin ella no sé qué haré. Sobrevive mamá. Por favor. Te necesito.
Mamá.
La puerta se abre y
aparecen dos médicos. Dos. Sudor frío. Se encaminan hacia nosotros con caras
tristes y de haberse jugado a piedra papel o tijera cuál de los dos nos daba la
noticia. Ganó el alto porque es el bajito el que habla.
–Lo sentimos mucho. No
hemos podido hacer más por Gimena.
No. No. No. No. Cállate.
Cállate hijo de puta. No. Las piernas me flaquean. Creo que Peter me está
agarrando. No. Agarro instintivamente a mi hermano por el otro lado, que coge a
mi padre.
–Entró muy débil a
quirófano y prácticamente inconsciente. Las heridas internas eran profundas y
no la hubieran dejado respirar más de un par de horas. No podíamos hacer nada
más que intentar operarla, pero su corazón no lo ha resistido. Lamentamos
enormemente lo ocurrido.
– ¿Mi madre está muerta?
No puede ser. ¿Están seguros?
Raúl lo pregunta aún en
estado de shock.
El alto asiente y habla.
–Lo sentimos de corazón.
Somos conscientes de la dureza del momento y de la tristeza que sienten ahora
mismo. Pero deben saber que Gimena ha dejados intactos sus riñones y estos
servirían para salvar otras vidas que están ahora mismo pendientes de un
trasplante. Sabemos que es un momento delicado pero si pudieran sopesarlo, los
enviaríamos sin demora y salvaría una vida a la que quizá le quedan horas.
–Por supuesto. Hagan lo
que consideren necesario.
Lo digo con un hilo de
voz y mi padre firma un papel. En mi casa se habló mucho de esto. Todos éramos
donantes convencidos. El alto hace una mueca expresando condolencia y
desaparece.
– ¿Podemos verla antes
de…?
Mi padre es pura
tristeza.
–Lamentablemente los
órganos útiles de Gimena deben partir cuanto antes a sus destinos, de lo
contrario no podremos hacer nada por otras personas.
Asentimos. Rotos.
–No nos hemos despedido
de ella.
–Lo sentimos mucho.
Sabemos lo duro que es encajar este duro golpe tan repentino e inesperado.
Sepan que el Jefe de Psiquiatría está en camino para ayudarles a encarar estas
primeras horas de trance. Pueden quedarse aquí el tiempo que necesiten.
Nosotros nos encargaremos de todos los trámites necesarios.
Nadie dice nada. Al
final yo asiento. El bajito se despide y desaparece.
Besos
@onlyespos_
1 comentarios:
Es un trago muuuy amargo
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