lunes, 9 de febrero de 2015

Capitulo 50



Su tono empieza a subir y va in crescendo.

–He parado porque cada vez que te beso y trato aunque solo sea tocarte, tú me rechazas categóricamente y me gritas y te enfadas por querer sexo en un momento así de tu vida. ¡¿Qué coño hago entonces, Lali?! ¿Te toco, siendo un depravado por ponerme, en un momento así de tu vida, cachondo como un perro al besarte; o no te toco, siendo entonces acusado de querer buscarme a otra y no desearte? ¡Dime, joder! ¡Dime qué tengo que hacer! ¡Porque te juro que no lo sé! ¡Te juro por mi vida que no tengo ni puta idea de cómo cojones acertar!

Lloro. Y grito.

– ¡No lo sé, no lo sé! ¡Ojalá lo supiera y pudiera decírtelo pero es que no tengo ni puta idea! Soy consciente de lo que estás aguantando y de lo inmensamente bien que te estás portando y de que no me lo merezco porque te trato fatal y no tengo ni idea de por qué. Y créeme si te digo que me siento miserable por tratarte así pero no puedo evitarlo. No sé cómo coño hacer esto. Estoy perdida, estoy ausente, estoy que no sé qué cojones tengo que hacer. Me pego cuatro horas de mi día en el coche, mis noches llorando, mi padre no levanta cabeza, mi hermano pasa de todo y yo no tengo ni puta idea de cómo dejar de gritarte. Soy una bomba que lo destroza todo y no puedo con ese sentimiento ni un minuto más.

Inspira fuerte. Se lleva los dedos al puente de la nariz.

–Quizá… Peter, quizá sería mejor que…

–Ni te atrevas. Ni se te ocurra siquiera volver a decir semejante chorrada porque te juro que no respondo de mí.

–No. Escúchame. Escúchame.

Lloro desconsolada y trato de coger la cara de Peter con las manos, que se escabulle en un gesto de enfado. Sabe lo que voy a decirle y le cabrea. Pero empiezo a pensar que es la única solución para nosotros. Para que no le siga destrozando. Para que no siga destrozándome yo. Para que él no se vaya, irme yo. Finalmente me mira. Apoyo mi frente en la de él y como si me quemaran las palabras, como si se me terminara el aliento.

–Peter, no podemos seguir así. Voy a cargarme lo mejor que me ha pasado en la vida si seguimos así. Si sigo así. Y no tengo ni puta idea de cómo hacerlo, cariño, te lo juro. Pero no puedo, no puedo estar así. Y sé que lo intentas con todas tus fuerzas y todo lo que haces es inmenso. Has estado tan a la altura que no puedo más que quererte cada día más y más. Y por eso me destroza hacerte esto. No puedo más. Tú no puedes más. Y eso me mata, me mata hacerte daño y verte sufrir por mis arrebatos, y me mata pensar que me vas a acabar odiando, que vas a acabar yéndote si no por la puerta, con otra. Me mata verte desesperarte y me mata no tener fuerzas para escuchar cómo llevas el juicio o para saber cómo está tu mundo porque no puedo. No puedo.

Me agarra de la cabeza y me roza los labios. Lloro.

–Pero yo sí que puedo. Yo sí puedo y tiraré por los dos. Odio que pienses que me voy a ir; yo no soy tu padre, ni soy Marcos. No me voy a ir a ninguna parte ni quiero buscarme a otra, joder. Yo solo te quiero a ti. Y solo te deseo a ti. Y lo único que me hace sufrir de todo esto es que no te des cuenta, que aún dudes.

–Lo sé. Lo sé, Peter. Sé que lo dices de corazón y que lo crees fervientemente. Pero veo tus ojos día a día, veo cómo se apagan. No puedo con eso y es mi culpa. Tengo que dejarte respirar. Tengo que dejar que recuperes fuerzas. Tengo que alejarme de ti, por mucho que me parta el alma.

–No digas chorradas, Paula. No tiene ningún puto sentido. No pienso irme a ninguna parte ni voy a dejar que te alejes de mí por mierdas que piensas. Estás ofuscada, estás echa un lío y no ves las cosas con claridad. ¿Crees que es lo mejor para mí estar sin ti? Eso no es cierto. Yo solo quiero estar contigo, joder. Lo que me destroza son todas las horas que no te veo, coño.

Le abrazo y lloro. Me quema todo lo que me dice y me quema no ser capaz de creerlo a ciegas. Me quema pensar en el daño que le estoy haciendo.

–Me quema. Me quema cómo te estoy tratando porque te quiero. Te quiero con toda la fuerza de la que un ser humano es capaz. Nunca he querido así y sé que nunca jamás podría volver a querer así. Jamás. Pero necesito tiempo. 

Necesito respirar. Necesito irme a la cama sin pensar que te estoy amargando la vida. Por favor, Peter, te lo suplico. Por mí, por nosotros. Para superar lo de mi madre, para volver a estar como siempre, para volver a tenerte como siempre. Necesito alejarme un tiempo cariño. Soy tóxica y destructiva.
Aprieta mi abrazo.

–Lali, lo superaremos. Iremos a un psicólogo. Iremos donde tú quieras, pero juntos. Joder, tendré más paciencia cariño, lo siento. Siento ponerme gilipollas a veces. Siento si no lo he hecho bien pero estoy contigo.

Lloro hasta desbordarme.

–No, no. Tú lo has hecho perfecto, lo estás haciendo perfecto. No podría haber tenido mejor apoyo que tú y si no llega a ser por ti, no sé dónde estaría ahora. Pero ahora mismo no puedo ser la Lali que mereces, no puedo darte lo que necesitas y eso me mata. Peter, necesito recomponerme sola para poder dar lo mejor de mí. Por favor. Por ti, por mí. Por nosotros.

– ¿Por qué no podemos superarlo juntos?
–Porque creo que tengo muchas cosas que superar aparte de la muerte de mi madre y son cosas que debo hacer yo sola, que debo intentar yo sola. Creo que nunca dejaré de dudar de ti hasta que sepa ponerme en pié sin tambalearme con traumas del pasado.

–Lali, vayamos a un psicólogo. Ve tú sola si lo prefieres, pero no me dejes, por favor. No tiene sentido.

Solloza. Y a mí se me parte el alma.

–No puedo mi vida, no puedo. Te quiero con locura y con toda mi alma, pero sé que esto irá a peor si sigo teniendo un saco al que golpear. Y ese saco eres tú. Prefiero no llegar al punto en el que me odies tanto que me abandones sin más. Y ya fui a un psicólogo Peter, sé lo que me diría. Sé lo que me haría. Y sé que esto necesito hacerlo sola.

–Joder La, no puedo con esto. ¿Por qué no nos vamos un tiempo? Dejamos todo y no sé, nos vamos una temporada fuera, a dónde tú quieras y nos alejamos de toda esta mierda.

–No puedo hacer eso; no puedo dejar lo que me queda de familia. Y además al volver todo sería igual. Tengo que atajar esto. Tengo que superarlo. Dame tiempo. Por favor, cariño. Y luego quizá, si tú quieres…

– ¿Cuánto tiempo? ¿Cuánto necesitas? ¿Quieres, no sé, quieres que no nos veamos en un par de días, una semana?

–Sí; no; no sé. No puedo prometerte nada. Ahora mismo no sé qué rumbo va a tomar mi cabeza. Por eso necesito asentarla.

–Esto va a matarme.

–Lo sé. Y a mí también. Pero seguir así nos destrozará del todo y lo sabes. Por favor.

– ¿Entonces esto es un adiós? ¿O qué coño es esto, Lali?

–No lo sé. No lo sé, mi vida. Ojalá pudiera darte respuestas. Quizá en unos días todo se haya calmado y me sienta más segura para tener esta conversación de forma coherente. Pero ahora mismo solo sé que necesito estar completamente sola.

– ¿Y se supone que yo me tengo que quedar de brazos cruzados mientras tanto? ¿Qué tengo que dejarte marchar? Lali, yo no voy a poder hacer eso. No sabiendo que tú me quieres tan colosalmente como yo a ti. No sabiendo que no me dejas porque ya no me amas o por cosas así sino porque estás confundida y deprimida. No estás decidiendo esto con claridad. Entiendo que quieras estar sola y puedo respetarlo. Pero no me dejes por eso.

–Yo no quiero dejarte. Hacer esto va a acabar con mi vida y lo sé. Sin ti sencillamente no sé respirar, no sé sentir. Y por eso necesito alejarme de ti. Todo ahora mismo me resulta demasiado intenso, demasiado fuerte, demasiado desbordante y no sé manejarlo. No te estoy diciendo que sea algo definitivo. Ni si quiera sé si mañana te llamaré desconsolada rogándote que olvides esta conversación. Pero no puedo ser una veleta y esperar que tú me sigas en todos mis vendavales. Necesito pararlos Peter, necesito que deje de soplar el viento en mi cabeza y entonces, entonces, volver a intentar recuperarte.


Se pasa las manos por el pelo y posa sus dedos en el puente de su nariz. Su típico gesto de desesperación que a mí me mata.

–Nada de lo que dices tiene sentido para mí, Lali. Nada me explica de forma convincente por qué me estás dejando. Pero supongo que no puedo hacer otra cosa que esperarte. Yo estaré aquí nena, estaré aquí cuando te quites los demonios de encima.

Nos abrazamos entre mis sollozos.

–Si no me quieres esperar lo entenderé, Peter. Tienes derecho a hacer tu vida al margen de mis rarezas.

Y al decirlo me quema el pecho y el corazón se me acelera. La bilis sube hasta mi garganta y tragarla para que baje es menos desagradable que la idea de que Peter rehaga su vida con otra.

–Deja de decir gilipolleces, por favor.

Le abrazo otra vez. Un abrazo desesperado.

–Lo siento. Lo siento todo. Siento no ser fuerte. Siento no saber gestionarlo bien. Siento alejarme de ti y hacerte daño.

–Pero si eres fuerte. Solo tienes que darte cuenta.

Me abraza muy fuerte y así pasan varios segundos. En silencio. Él lo rompe con su voz rota.

– ¿Podré llamarte?

Sonrío con ternura.

–Claro que sí. Y si a ti no te importa, yo también lo haré.

Sonríe y me restriega la nariz con la suya y yo le acaricio la cara. Me da un beso y otro más. Le beso yo. Es un beso de adiós. Es un beso de un tiempo. Es un beso que va a la deriva.

–Tengo que irme.

Nos levantamos y encaminamos a la puerta. Otro abrazo. Otro beso. Un conduce con cuidado. Un llámame cuando llegues. Un adiós. Un adiós.

Adiós, Peter.



Chicas, si voy a ir haciendo maratones cada vez que pueda, hoy dudo mucho que la acabemos queda mas o menos la mitad asi que.. con unas cuantas maratones lo acabaremos. Lo siento mucho por las veces que os dejo colgadas, espero que me perdoneis y leasis la novela 

Besos
@onlyespos_

0 comentarios:

Publicar un comentario

:3

:3

Wonderland life Designed by Ipietoon © 2008

Back to TOP