lunes, 16 de febrero de 2015

Capitulo 53



Doy el último sorbo a mi café antes de irme a la cuidad a trabajar y solo veo su cara en cada rincón. Las fotos de mi madre siguen por todas partes en casa. Me duele. Me duele verla. Cada foto es un momento, un recuerdo. Y ese recuerdo encadena otro y ese otro. Pero no quiero quitarlas de allí. Son ella. Y quiero que ella siempre esté aquí. Una lágrima está a punto de asomar a mis ojos, pero trago saliva y la contengo. Tienes que superarlo, me digo. Y superarlo empieza por eso: contener el dolor. Ser consciente de él y contenerlo. No ignorarlo, no darle la espalda fingiendo que no está, solo reconocerlo y contenerlo. Aprender a vivir con él. Bien. Un poco más animada por esa contención me monto en el coche para mis dos horitas de viaje. Y por primera vez me apetece hablar. 

Pienso en Peter, pero no sé si tengo derecho a llamarle cuando me venga en gana. Así que dudando un poco pongo el móvil en el manos libres y marco mientras arranco. –Perdona, ¿te conozco? Pongo los ojos en blanco. –Lo siento en el alma, Euge. Soy una mierda. Una rata traidora asquerosa y quiero suplicar perdón y misericordia.

 –Casi dos semanas sin saber de ti. No dice más. Sé cuánto enfado hay en esa frase y cuánta rabia por no haber contestado sus llamadas. 

–Lo sé, lo sé, Euge. Y no puedo decir más que lo siento. Pero necesitaba, necesitaba… 

– ¡Una bofetada es lo que necesitas! Y cuando Euge grita… 

– ¡Por idiota! ¿Cómo has podido dejar a Peter y dejar de hablarnos? Lali necesitas ayuda. 

–Estoy en ello ¿vale? Estoy mejor y más dispuesta a… bueno al menos a hablar. Perdóname. 

–No es cuestión de que te perdone o no, joder, es cuestión de qué coño estás haciendo y qué coño vas a hacer con tu vida. Te estás equivocando. 

Dios, sí que está enfadada. 

–Estoy tratando de reconstruir a Lali. Solo dame un poco de tiempo. 

Silencio. La oigo respirar.

–Lali, Lali, Lali. ¿Qué voy a hacer contigo? 

–Ya se te ocurrirá algo. 

Trato de sonar cómica. 

–Déjate de sandeces, anda, eso me cabrea aún más. Mira Lali, que quieras unos días sola en plan retiro espiritual lo entiendo. Que no quieras saber nada de nadie en ese tiempo lo entiendo. Que dejes a Peter y te niegues a explicarnos siquiera qué ha pasado no lo entiendo. 

–Voy conduciendo y no quiero ponerme a llorar ahora. Simplemente yo, no sé, no podía seguir con nada.

 Le estaba matando lentamente. 

–Eso es algo que debería decidir él, ¿no crees? 

–Él jamás me lo diría, Euge. Me quiere demasiado como para hacerme sentir culpable por cómo le estaba tratando. 

–Por Dios, Lalu, que no le estabas sometiendo a tortura verbal. Estás exagerando, nena. Es normal que se te vaya la pinza cuando tu madre muere, no es nada fuera de lo común y lo lógico es que lo pagues con quien más quieres y más cerca tienes, que casualmente ambas eran él. Solo tenías que dejar pasar el tiempo. 

–No estoy tan segura de eso. No creo que el tiempo hubiera hecho algo bueno. Más bien al contrario, lo hubiera empeorado todo. 

–Ya, pues ahora has destruido la relación más bonita que había visto en la vida. Más te vale volver con él. Y cuanto antes. 

–Quiero volver, si él me acepta, pero aún no puedo. Todavía no me siento con fuerzas de encarar nada. Pero estoy dando pasos. 

– ¡Pasos dice! Pues ya puedes ponerte a dar zancadas, guapa. No sé qué pretendes sacar de todo esto pero no te va a traer nada bueno. Te vas a arrepentir eternamente como no vuelvas con él, aunque sea para gritarle y llorarle. Euge dice las cosas tal y como son. Caiga quien caiga. 

–Tienes razón. Siempre tienes la puta razón. 

–Lo sé. 

–Euge, has… ¿has hablado con él? 

–Le he visto, Lali. Me quedo sin habla unos segundos. 

–Te llamé varias veces para contártelo pero no me cogiste el teléfono ni respondiste a mis mensajes. Así que me encabrité como una mona y lo dejé pasar. Vino a verme al hospital hace tres o cuatro días y salí un momento a tomar un café con él. 

– ¿Y cómo está? 

–Fatal. Está confuso y todavía no entiende qué te ha llevado a hacer esto y qué se supone que tiene que hacer él. Está perdido. Se me para el corazón. 

– ¿Y qué le dijiste? 

–Pues la verdad: que estás mal de la cabeza y que probablemente estés más confundida y perdida que él pero que no lo sabía porque te negabas a hablar conmigo o con Gas. 

–Lo siento. 

–Estoy enfadada contigo, Lali, pero sobre todo estoy preocupada. 

–Lo siento mucho, no te enfades, por favor. Solo necesitaba unos días alejada de todos. Solo necesitaba pensar en mí y en nada más. Y estoy mejor, de verdad. Me está yendo bien. Estoy más tranquila. 

– ¿De verdad? 

–De la buena. Me siento más relajada, en serio. Empiezo a saber contener el dolor, a saber redirigir mi rabia de forma sana. Empiezo a sentirme otra vez yo misma y a darme cuenta de todo lo que el abandono ha significado en mi vida. Estoy empezando a perder los miedos que tenía. Todavía voy a paso de pulga, pero estoy en ello. Ya no lloro tanto por las noches y he intercambiado varias frases amables con mi padre. Y, bueno, echo tanto de menos a Peter que quiero volver a sus brazos. No hay un solo segundo que no piense en él y que no me arrepienta de todo esto. Me cuesta dormir, apenas como, casi no puedo ni respirar bien y tengo ataques de ansiedad cuando recuerdo sus besos. Todavía necesito sentirme más fuerte para decírselo y volver con él, pero te juro Euge que haré todo lo que pueda para que, cuando llegue el momento, vuelva a quererme en su vida. 

Me sorprendo. ¡Está llorando! 

– ¡Euge! Euge cariño, no llores. De verdad que con peter trataré de arreglar las cosas, pero primero necesito arreglarme yo. No llores, Chini, por favor, por favor. Pero sigue. Yo trato de tranquilizarla aunque estoy al borde de la taquicardia. 

–Oye siento mucho no haberte llamado, de verdad. No es por ti, cielo, tú eres mi hermana y te lo cuento todo. Solo que esta vez necesitaba un poco de tiempo para pensar en mí. 

–Ay, Lali. No lloro por eso. Es solo que estoy contenta porque te oigo mejor. Y tengo las hormonas revolucionadas, déjame en paz. Reímos las dos. 

Mi Euge. Qué haría yo sin ella. 

– ¿Cómo está mi sobrino, Ián? ¿Me he perdido algo? 

–Odio que cambies de tema. 

–Ya, pero ¿cómo va la cosa? 

–Va bien. Me ha crecido otra talla de tetas. ¡Casi voy a parecerme a ti! Nico está encantado. Reímos de nuevo y nos pegamos el resto de viaje hablando de chorradas que me devuelven un poco a la realidad. 

 A la hora de comer voy al parque al lado del estudio. Me siento en la hierba e inspiro profundamente sintiendo el olor a césped y los primeros rayos tibios del sol. Me gusta. Hoy ha sido un buen día. La conversación con Euge me ha gustado, más o menos. Sabía que estaría enfadada y que me diría lo que había. 

Ella nunca me decepciona. Creo que necesitaba oír esa bofetada dialéctica para darme cuenta de que no puedo seguir ignorando lo mucho que necesito estar con Peter, más incluso que cualquier reconstrucción de mí misma.


Continuará...

0 comentarios:

Publicar un comentario

:3

:3

Wonderland life Designed by Ipietoon © 2008

Back to TOP