lunes, 16 de febrero de 2015

Capitulo 55



Tres semanas ya. Tres semanas sin ver a Peter. Tres semanas infernales en las que le he echado de menos cada segundo y he deseado volver a esa tarde en la que se me cruzaron los cables y no haberle dejado nunca. Y tres semanas recomponiendo a Lali Espósito con cierto éxito. Me siento como si hubiera subido la mitad del Everest. Queda mucho para cima, pero pasito a pasito he ido escalando y venciendo a la rabia y al miedo. Desde los cimientos, desde los principios de mis miedos, reconociéndolos y siendo consciente de cómo ha afectado a mis sentimientos cada piedra que me he encontrado. Ha sido doloroso, la verdad. Recordar todo lo de mi padre, lo de Marcos, lo de mis amigas, lo de mi madre… Meterme en mí misma para hacer limpieza ha sido en ocasiones cruel, pero era necesario. Y ahora lo veo todo mucho más claro, más real y más accesible. Digamos que he dejado de estar enfadada con el mundo y conmigo misma y he permitido que lo que ocurrió fluya en paz. Sin olvidarlo pero sin recrearme; sin permitir que reaparezcan en mi vida cada dos por tres los sentimientos que tuve entonces: porque ahora he sido capaz de mirarlos a la cara, reconocerlos y más o menos superarlos. Sin ignorarlos, sabiendo que están allí y que forman parte de mí, pero controlándolos. Y eso me ha ayudado a centrarme. Dios, cómo me ha ayudado hacer limpieza de recuerdos. Y sin loqueros de por medio. 

También he hablado con mi hermano de mi madre y de cómo lo llevamos, con sinceridad. He reflexionado, meditado durante horas sobre cómo me siento y tratando de aceptar su muerte. Ya puedo decir la palabra muerte. Mi madre ha muerto. Ya puedo verbalizarlo. Con un nudo en la garganta, pero puedo hacerlo. También puedo recordarla sin que el dolor me oprima el pecho y ya no me dan ataques de ansiedad. Supongo que es un paso. Y evidentemente solo recuerdo los buenos momentos. Los malos los dejo enterrados para siempre en algún lugar inaccesible de mi mente. No me importa lo chalada que estuviera en su momento ni las veces que quise mandarla a la otra punta del mundo a vivir, era mi madre y lo dio todo por mí. No era perfecta, pero ¿quién lo es? Yo desde luego no lo soy. Cometo errores y tomo decisiones a tropicones, tropezándome casi siempre. Soy compleja y difícil. Ni siquiera Euge es siempre perfecta; sobre todo ahora, que está rabiosa porque va a tener un niño y no una niña. Jodida Euge. Ni siquiera Peter, que a veces querrías matarlo. Ya lo dice Amaral «A veces te mataría y otras en cambio te quiero comer». Así que creo que he pasado otra de las fases del duelo que leí en internet y que me explicó Betty y estoy pasando a la siguiente, que no recuerdo el nombre, pero que incluye la aceptación paulatina de la pérdida. 

Y tratando de aceptarlo un poco más, decido hacer algo doloroso y necesario: ordenar los armarios de mi madre. Sí, tras hablarlo con mi padre y hermano, decidimos que tenemos que ordenar sus cosas y hacer lo oportuno con ellas. Su ropa la vamos a donar. Guardamos su vestido de novia y su camisón de noche de bodas, una mantelería y alguna cosa más. Pero lo demás desaparece una tarde en la que los tres lloramos y nos abrazamos. Es la tarde que le decimos del todo adiós.

 Peter y yo hablamos de nuevo ayer por teléfono. Le llamé yo porque no podía estar un día más sin escuchar su voz. Y cuando la oí… madre mía. 

– ¡Paula! Me has leído el pensamiento. Estaba a punto de llamarte. 

Todo en mí se revolvió. Mi vientre, mi cabeza, mi corazón, hasta mi entrepierna. Fue un festival de emociones.

 – ¡Hola! No quería molestarte pero necesitaba escucharte. 

–Y yo también. Tú nunca molestas, nena, al revés. ¿Cómo estás?

 –Estoy mejor, la verdad. Estoy limpiando mi cabeza de traumas y miedos. Y me está yendo bien. 

–No sabes cómo me alegra oír eso, cariño. 

Cariño. Mi vida me llamó cariño y yo no pude acariciarle la cara mientras él restriega su nariz contra la mía. Estuvimos dos horas al teléfono en las que hablamos sinceramente de nuestros sentimientos y nuestras expectativas. Empezamos por lo fácil: el día a día. El trabajo, el juicio… Me contó que lo tienen casi ganado, que están muy cerca y que si es así no solo su reputación subirá como la espuma sino también sus honorarios. Ya han empezado a llegar más clientes y espera el resultado del juicio para incluso contratar a más gente. También me dijo que tras el veredicto, sea cual sea, su padre se jubilará y el bufet pasará a ser totalmente suyo. Está entusiasmado e ilusionado porque quiere hacer algunos cambios, hacerlo más moderno y más completo y yo me muero de amor por él. Le escuché, le aconsejé, le pregunté y volvimos a comunicarnos como solíamos hacerlo. Nos reímos también. Nos gastamos bromas. Todo fue fluido y natural. Yo le conté también cosas del estudio, de los proyectos nuevos que tenemos, de que he pensado crear un blog de decoración que sea también la antesala a nuevos clientes para el estudio. Le encantó la idea y prometió ayudarme en todo. 


Continuará...

1 comentarios:

Anónimo 16 de febrero de 2015, 16:35  

Me encanta que lali este mejor!! Massss

Publicar un comentario

:3

:3

Wonderland life Designed by Ipietoon © 2008

Back to TOP