jueves, 19 de febrero de 2015

Capitulo 70



Cuatro minutos después mi padre me dice adiós con la mano desde el marco de la puerta de casa. Yo estoy arrancando el coche con las piernas temblorosas. 

Nada más escuchar ese «esperarte» he comprendido sin más que Peter le había pedido a mi padre llevarle todas mis cosas para que me dejara estar de tonterías y obligarme a volver a casa. Mientras salía de casa apresuradamente, mi padre me ha confirmado que, efectivamente, Peter le dijo que le llevara mis maletas porque no pensaba volver a dejarme escapar nunca más. Joder, y tengo dos putas horas en coche. 

Llamo a Peter con el manos libres pero antes de que suene el primer tono, se me acaba la batería. ¡Mierda! ¿Por qué me tiene que pasar esto a mí? ¿Y si tengo un accidente? Son casi once de la noche y no hay nadie por la autovía así que aminoro la marcha por miedo y trato de relajarme. Respiro hondo. Al menos él sabe que antes o después voy a ir a casa. Me conoce: sabe que estoy de camino. 

Bien, pues dos horas por delante para pensar. 

 No puedo pensar en nada. Todo me da demasiadas vueltas: mi padre, su historia, mi madre, saber que todo fue una farsa, que mis padres nunca se quisieron, que mi padre tuvo problemas con la bebida, que fueron violentos, que mi padre se fue por miedo y cobardía. Respiro hondo. Nada es lo que parece, parece ser. Y yo solo quiero llegar y verle. Peter…, ha convencido a mi padre para que me lo contara. Dios, qué poder de seducción tiene. Y ha dado no solo un puñetazo en la pared y dicho un «basta ya», sino que le ha gritado a mis traumas un «hasta aquí hemos llegado» que va más allá de nuestra relación. Me ha «curado». Y eso va más allá del mismo amor. 

Mi padre, Peter, mi padre, Peter, mi padre, Marcos, mi padre, mi madre, Peter. Dios, una hora y media más. Piso un poco el acelerador. Y decido una cosa: necesito perdonar a mi padre como necesito perdonarme a mí misma. Sí. Vale ya de rencores y culpabilizarme. Los errores que una buena persona puede cometer siempre se pueden enmendar. Y yo soy buena persona. Todo lo hice pensando en el bien de mi novio y mi familia. Así que lo enmendaré. Lo haré, Peter. Sonrío. Él ya me ha perdonado, si no mis cosas seguirían en el pueblo. Me perdonó incluso antes de meter la pata. Es un hombre. Y los hombres que se visten por los pies no viven del rencor ni de la culpa. Mi hombre. 

Luego caigo en la cuenta de que por correr hacia mi hombre he dejado a mi padre solo en casa después de hacerme la confesión más dolorosa de nuestra vida. Ay, Lali. Espero que al menos él sí pueda pensar y sentirse liberado. Le he dicho que hablaríamos con más calma y que retomaríamos el tema, pero quizá debería haberme quedado esta noche, al fin y al cabo Peter sabía que al día siguiente como tarde yo iría con él. Si es que no piensas, Lali. Aminoro la marcha y trato de encender el teléfono, a ver si consigo que la batería se haya recuperado un poco. Por suerte así es y al menos creo que me dejará hacer una breve llamada. Teléfonos. 

– ¿Paula? ¿Va todo bien? ¿Ya has llegado? 

–Todo bien, tranquilo. Manos libres. Me falta media hora. No me queda batería pero solo quería saber si estabas bien. Me he ido muy deprisa y después de lo que me has contado quizá debería haberme quedado. 

–Claro que no hija, tu lugar está con tu chico ahora mismo. Ya habrá tiempo de hablar y de retomar las cosas, pero tú tienes que volver con… 

Muerte de móvil segunda parte. Bueno al menos me quedo un poco tranquila.

Dios qué nervios. Estoy subiendo por el ascensor. No he querido llamar al portero automático porque en parte quiero darle una sorpresa. Si no cree que haya venido a estas horas, probablemente esté durmiendo así que me tumbaré en la cama con él y… O quizá haya salido con sus amigos; bueno pues le esperaré hasta que llegue. Aunque no creo que haya ido a ningún lado esta noche; él nunca haría eso sabiendo que mi padre me iba a contar lo que pasó. No. Se habrá quedado en casa esperando a que al menos le llamara para hablar. Estará cien por cien a mi lado. Siempre. Sonrío. 

Abro la puerta despacio. Todo está oscuro y en silencio. 

– ¿Peter? 

Pero no hay respuesta. Avanzo por el pasillo y llego al salón. Todas las luces están apagadas pero en la tenue penumbra veo dos cosas brillantes que resaltan en la oscuridad. Y mis ojos se llenan inmediatamente de lágrimas. No puedo controlarlo. Todas las emociones contenidas durante esta noche, durante esta semana, todas las lágrimas no vertidas, los nervios, los tirones de pelo y cabezazos contra la pared salen a relucir como si hubieran reventado el dique de mi entereza cuando veo los azules iris lacrimosos que me miran sin pestañear. Las llaves que tengo en la mano y el bolso que llevo en la otra caen sin que me dé ni cuenta. He perdido toda la fuerza. Y antes de que mis piernas se desplomen me invaden su olor y la calidez de su abrazo. Fuerte. Muy fuerte. Me abraza tan fuerte… Y yo solo puedo llorar. 

Y creo que él también porque suelta un tímido jadeo entrecortado. 


Continuará...

Chicas quiero aclarar que siempre leo vuestro comentarios, siempre. Y os lo agradezco. También a la chica que decía que le daba rabia que cuelgue de golpe capítulos y luego no le quería decir que no siempre son las cosas como uno quiere.  Eso es todo.

Besos

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