lunes, 16 de febrero de 2015

Capitulo 58


Asiento sin más. No quiero escuchar nada más que la explicación de las narices. El camarero le trae su café. Él respira hondo, cogiendo aire para soltar el discursito que probablemente tenía preparado desde hace meses. Yo también le conozco. 

–Sé que pedirte perdón por lo que te hice no tiene ningún sentido y no te sirve de nada, aunque te lo pido igualmente. Dejarte así estuvo mal y fue cobarde y mezquino. Quiero que sepas al menos que no me siento orgulloso de haber actuado así ni de hacerlo como lo hice después, desentendiéndome del todo de ti.

 –No era un bebé al que cuidar, Marcos. No tenías que «entenderte» de mí. Me dejaste y yo traté de pasar página igual que lo hiciste tú. 

–Lo sé, pero aun así no estuvo bien. Llevábamos diez años juntos y te traté como si te hubiera conocido hacía dos semanas. 

Trago saliva. Un poco sí, Marcos. 

–Tú eras la persona más importante en mi vida, Lali; quiero que tengas eso bien claro. Te quería y te quise hasta el último segundo. 

Levanto una mano. No quiero seguir escuchando estas tonterías. La explicación que yo espero o necesito no incluye estas cosas que no me dicen nada. 

–Quiero decir, que aunque hubo una tercera persona, yo te consideraba la mujer más importante de mi vida. 

–Eso no explica nada. Si solo querías decirme eso, no… 

–No, espera. Estoy tratando de explicarlo bien. 

Hace una pausa y continúa. 

–Yo era feliz contigo, de verdad. Al menos todo lo feliz que creía que podía ser un hombre. No aspiraba a mucho más que a crecer en mi trabajo y tener hijos contigo si te ponías muy pesada. 

Parpadeo. ¿Qué? 

–Pero cuando conocí a Rebeca toda la perspectiva de mi vida cambió. El mismo día de conocerla. Fue un día que nos llamaron para hacer la campaña publicitaria de un nuevo centro de estética y yo tenía que reunirme con la dueña para concretar detalles. Habíamos quedado a comer porque ella no tenía tiempo de venir a la oficina. Nada más verla… bueno no quiero entrar en detalles así que diré simplemente que me gustó. Mucho. Luego fuimos a comer y en la comida me sentí muy vivo. Más de lo que me había sentido nunca. 

Suspiro. Dios. Y lo que más me sorprende es que no siento nada al oírlo. Mi mente está pensando en que Gas me va a matar y en que esta noche llamaré a Peter a contarle este extraño encuentro. Marcos ve que no me afectan sus palabras y sigue.

 –Ese día traté de no darle importancia y seguir con la rutina, pero no me la quitaba de la cabeza. Y la siguiente vez que la vi fue lo mismo. Y la siguiente también. Y así fui comprobando que cada vez que la veía hablábamos de todo menos de trabajo, que tenía unas ganas locas de tirarme encima de ella y que, bueno, y que contigo ya no sentía esas cosas. 

Agacha la cabeza, avergonzado. Yo trato de esconder una sonrisa porque me da tan igual que no sintiera esas cosas conmigo… Y de pronto lo veo claro. Esa línea de pensamiento que un día cruzó mi mente y se quedó a mitad sin concretar: yo tampoco sentía esas cosas. Yo no sentía que tenía ganas locas de tirarme encima de él, ni me sentía viva a su lado. Ni siquiera recuerdo que hubiera deseo puro y duro. Ahora lo entiendo: realmente yo no amé a Marcos. Le quise, pero no le amé. Y por eso cuando me dejó lo único que me dio rabia y me costó superar fue el abandono en sí, la humillación, pero no el desamor. Sin embargo sí amo a Peter. Todo ha sido distinto con él. Desde el primer beso que me dio. Casi desde la primera vez que le vi todo cobró vida y de repente nada de que lo había vivido tenía sentido. Él me invadió. En un día. Y solo quiero salir de allí para correr a decírselo. 

–Creo que realmente ninguno de los dos sentía esas cosas, Marcos, solo que nos habíamos acostumbrado tanto a no sentirlas que no le dábamos importancia. 

–Sí. Después de darle muchas vueltas yo llegué a la misma conclusión. Cuando, bueno cuando Rebeca y yo… Cuando nos acostamos por primera vez creí que me sentiría miserable, culpable y que querría contártelo corriendo y no repetirlo jamás. Pero no fue así. No pensaba más que en ella y en volver a repetirlo y en cómo salir de ese berenjenal. Como te digo, le di muchas vueltas a eso y llegué a esa conclusión: yo ya no te amaba. Te quería, supongo como a mi mejor amiga, como a una hermana. Pero no como a una novia.

 – Lo que yo siento por Peter no tiene comparación con lo que he sentido por nadie así que quizá nunca nos quisimos, Marcos. Éramos críos cuando empezamos a salir y simplemente nos dejamos llevar. 

–Puede ser. Al principio todo era nuevo y excitante, pero poco a poco todo se fue enfriando. No fue culpa tuya, ni fue culpa mía. Creo, sencillamente, que no nos quisimos dar cuenta que en nuestra relación faltaron muchos ingredientes desde el principio. Los dos pusimos toda la carne en el asador y los dos lo intentamos con ganas, pero supongo que yo fui más cobarde y más cabrón y me dejé llevar cuando otra se puso en mi camino. 

Y al decir eso pienso que si yo hubiera conocido a Peter saliendo con Marcos… no sé si le hubiera llegado a ser infiel, pero desde luego me hubiera replanteado toda la relación. Solo tengo que acordarme de mis piernas temblorosas la primera vez que lo vi y el deseo que me invadió en segundos. Sí, definitivamente, si le hubiera conocido entonces, hubiera caído. Marcos cayó antes, pero yo hubiera hecho lo mismo. Joder. 

–Supongo que no estábamos hechos el uno para el otro.

 –No. Pero creo que tuvimos una relación estupenda y espero que con el tiempo sepas guardar solo lo bueno.

 No puedo evitarlo.

 – ¿A qué vino entonces la escenita en la boda? Esos zarandeos, esos te quieros, ese te cansarás de ella… 

–Siento mucho ese momento, de verdad. En la boda Rebeca y yo habíamos discutido. Nos habíamos dado un tiempo; nuestra relación estaba siendo muy intensa y a mí me estaba dando miedo. Un puto cobarde, lo sé. Así que al verte, bueno supongo que sentí nostalgia de lo que teníamos. Y seré sincero, cuando te vi con tu novio, bueno, me puso celoso que otro ocupara mi lugar. Egoísta, sí, pero es lo que sentí. Así que supongo que actué como un hombre de las cavernas.

 –Bueno, supongo que has terminado la explicación.

 –Sí.

 Y yo me siento aliviada. Realmente, no sabría explicar bien por qué, me siento como si me hubiera quitado un peso de encima. Darme cuenta que mi relación con él no era lo que parecía, que no fue culpa mía, que no la jodí con mi carácter, que a él le fallaron las formas pero al final, el contenido hubiera sido el mismo en mi caso. Por primera vez en meses me siento descansada. Sin rencor. Y tengo más claro que nunca que debo volver con el amor de mi vida. Sí, pienso llamarle ya mismo. No puedo vivir sin ti, Peter. No puedo estar ni un segundo más sin sentir tus besos. 

–Deseo con todas mis fuerzas que seas feliz, Lali. 

Asiento con una sonrisa forzada.

 –Con tu novio, ¿todo bien?

 –Sí. ¿Rebeca? 

–Muy bien. Volvimos juntos y ahora, bueno, está embarazada. 

Sonríe de oreja a oreja. Y aunque no me lo creo ni yo, Dios, me alegro en el alma por él. De verdad.

 – ¡Vaya! Enhorabuena entonces. Me alegro mucho por ti. 

–Lo sé. Eres buena persona.

 –Serás un buen padre, Marcos.

 Sonríe y yo me levanto ya. No tengo nada más que oír aquí. Él se levanta conmigo y salimos juntos de la cafetería. Bueno ha sido casi media horita pero Gas me perdonará.

 Y pensando en el perdón me doy cuenta que yo hace días que perdoné a Marcos, aunque no me había dado cuenta. Las cosas pasan por algo, como decía mi madre, y supongo que para conocer a Peter, Marcos tuvo que pasar por mi vida. Es decir, Marcos tuvo que hacer lo que hizo para que yo conociera a Peter, lo mejor que me ha pasado nunca. Sí. Si Marcos no me hubiera sido infiel, probablemente yo seguiría con él, siendo un cuarto de feliz de lo que soy ahora. Lo que me hubiera perdido… Así que, ¿Qué más da un tiempo de pasarlo fatal si la recompensa es Peter Lanzani? Gracias, Marcos. 

No se lo digo, claro, una tiene su dignidad.

 Cruzamos la puerta y nos despedimos. Me da un abrazo y un beso en la mejilla que desprende cariño y adiós definitivo a partes iguales y a mí me pilla tan de sorpresa que no sé ni reaccionar. Me incomoda, la verdad, así que lo termino rápido. Me susurra un «espero que todo te vaya bien». Yo le deseo lo mismo. Sonríe cortésmente y se aleja calle abajo. Intento hacer lo mismo pero un sudor frío me recorre de arriba abajo. Me quedo hasta inmóvil de lo intenso que es. Incluso pienso que quizá sea un bajón de tensión. Pero no.

 Es Peter petrificado al otro lado de la calle. 


Continuará... 

0 comentarios:

Publicar un comentario

:3

:3

Wonderland life Designed by Ipietoon © 2008

Back to TOP