Atenea se puso de pie
después, su cabello que flameaba en una luz brillante.
—En la prueba de la Pereza, Lali pasó. —Artemisa
me dio una sonrisa traviesa—.Tus hábitos de estudio eran bastante inspiradores,
sabes.
¿Esto era lo que Peter
quiso decir cuando había dicho que posiblemente no podría fallar después de
casi matarme estudiando para esa estúpida prueba? Tenía que ser, pero ellas no podían
ser tan simples.
Hestia era
la siguiente. Artemisa
lucía tan cálida
y maternal como siempre,
y era difícil
de imaginar que pudiera ser parte de algo tan aterrador y oficial.
—En
la prueba de
la Codicia, Lali
pasó. —Artemisa debe
haber visto mi
mirada confusa, porque ella
sonrió y añadió—:
Tu ropa, querida.
Cuando te ofrecieron
un nuevo guardarropa, tú no
dudaste en permitir que tus amigos se ayudaran a sí mismos también.
Di un suspiro de
alivio, al parecer no tener gusto en los vestidos era una virtud.
—La Gula —dijo Artemisa,
de pie. Fruncí el ceño… de todos ellos, pensaba que Hera habría sido quien
manejaría eso—. Mientras
que Lali se
hizo consciente de
que ésta era
una prueba, y aunque estuvo inconsciente la mayor parte del tiempo,
voluntariamente tomó la decisión de dejar de comer. —Artemisa levantó una ceja—. Aunque yo te recomendaría por lo
menos tres comidas al día fuera de estas paredes.
Afrodita se puso de
pie luego, girando de un lado a otro con una sonrisa infantil en su
rostro.
—En cuanto a la
Envidia, Lali pasó con gran éxito.
—¿Envidia? —dije, mi
voz quebrada mientras trataba de recordar que podría ser.
—El día de la muerte
de Dioniso. —Ella me lanzó una mirada de disculpa y le guiñó un ojo a él—.
No dejaste que
los celos interfirieran
en tu decisión.
Quiero decir, no
estabas celosa… ése es el punto. Eras justa, y paciente conmigo, aunque
yo no lo merecía.
Entonces Dioniso —o
quien sea que él fuera— en realidad había sido asesinado. O lo que sea, porque
yo estaba bastantemente segura de que los dioses no podían morir. Encontré
algún tipo de alivio al saber que no todo sobre estos seis meses había sido un
guión. Hera era la
siguiente, esta pálida
y conmocionada, aunque
su voz sonaba sorprendentemente fuerte.
—La Ira —dijo ella,
levantando sus ojos para encontrarse con los míos. Por un momento, creí haber
visto la sombra de una sonrisa en su rostro, pero se fue tan rápido como había
venido—. Con tú decisión de hoy en cuanto al castigo por mis acciones, Lali has
pasado.
Estaba segura de que
lo que había hecho Hera no había sido planeado, lo que significa que no todas
las pruebas habían sido decididas antes de tiempo. ¿Qué habría sido lo que la
motivó a intentar matarme? De cualquier modo, cinco lista, faltan dos.
Zeus fue quien se
puso de pie después.
—La lujuria
—dijo él, y
mi corazón se hundió. Él
no me podía
reprobar por eso.
Ellos tenían que saber lo que Hera había hecho—. Tuviste relaciones
lujuriosas con nuestro hermano, un acto
que está estrictamente
prohibido antes de que el
concejo tome una decisión y que el matrimonio ocurra. —Él presionó sus delgados labios, y de
repente me faltaba el aire, ¿él no entendía que nosotros habíamos sido
engañados? Tenía que existir un truco, una escapatoria, algo que les hiciera
perdonar esa noche.
—Pero... —comencé,
pero la voz de Zeus cortó la mía.
—Lo siento, Mariana,
pero en la prueba de la lujuria, tú
has fallado.
Fallado.
Las palabras
se repetían sin
parar en mi
cabeza. La habitación
comenzó a girar
a mi alrededor. Y sólo mi
taburete de hierro fuerte me impido caer. Mi pecho dolía, Y yo sentí
como si el aire en sí
mismo presionara sobre mí. Haciéndome imposible respirar. Esto no podía estar
sucediendo.
—Hermano —dijo Peter con
la voz tirante—.
Me gustaría impugnar
la decisión del consejo sobre esto.
—¿Si? —dijo Zeus. Miré
esperanzadamente entre ellos,
luchando por mantener
una espiral descendente en la desesperación. Todavía había una
oportunidad.
—Como ustedes
saben, la prueba
en cuestión fue
comprometida. Ambos estábamos
con grandes dosis de
afrodisíaco que afectó
tanto nuestra mente
como nuestros cuerpos, permitiendo que nuestras
inhibiciones fueran reducidas. Si
alguien debe ser culpable por aquella noche, ese soy yo.
—No —dijo una pequeña
voz. Hera—. Soy yo. Yo soy quien lo hizo. Pensé… yo pensé que si ella fallaba
en la prueba...
Zeus frunció el
ceño.
—Sí, estoy
consciente. Pero tú sabes tan bien como yo que nuestras reglas son firmes. No importan
las circunstancias, ellas deben ser seguidas.
Peter suspiró, y algo
dentro de mí se rompió. Se veía tan destrozado como yo me sentía, agotado por
el dolor claramente, pero fue la forma en que me miró, esa agonía. Sus ojos estaban nublados por la angustia, y
ya podía verlo alejarse. Se había
atrevido a guardar alguna
esperanza en mí. Lo había intentado
porque yo lo había obligado, y era mi culpa que él se viera así. Era mi culpa
que a él le doliera tanto.
—No —solté—. Peter no
se merece esto. Hera dijo que esto era su culpa, y ella lo hizo a propósito.
Esto no debería contar. No puede contar.
—Me temo que esto no
depende de ti. —Zeus frunció el ceño, y contra mi buen juicio, lo fulminé con
la mirada.
—Él es tu hermano, y
si tú haces esto, él morirá… o dejara de existir o lo que sea. No me importan cuán
estrictas sean sus
reglas. Si lo
amas la mitad de lo
que yo lo
hago, no entiendo por qué no
consigues ver que esto no es justo.
—Esto no siempre es
acerca de la justicia. —La voz de Zeus era más suave de lo que esperaba, y
su expresión era
extrañamente compasiva—. A
pesar que la
evidencia demuestra lo contrario.
—Miró a Afrodita, y ella rodó sus
ojos—. Nosotros no toleramos la lujuria.
—¡Pero no fue lujuria! —Estúpidamente trate
de ponerme de pie, y el dolor explotó en mi pecho, pero yo me negué a dejar que
esto fuera el final—. No soy culpable
de la lujuria, porque lo amo. Tú
no puedes acusarme de algo que no hice, no cuando Peter tiene que morir por
ello. Algo más. Está bien… hagan lo que quieran conmigo, no me importa. Pero no le
hagan esto a Peter —dije,
las lágrimas borraban
mi visión—. Por
favor. Haré cualquier cosa.
—Lali —dijo Peter. Su
rostro endurecido y sus hombros
estaban tensos, como
si estuviera luchando para quedarse quieto—. Está bien.
—No, no lo es. No es justo.
—Mariana —dijo Zeus—.
Tú dices que harías cualquier cosa, pero no estás haciendo lo único que te
pedimos.
—¿Qué? —Limpié mis
mejillas con la manga de mi vestido.
—¿Aceptas tu fracaso
y las consecuencias de ello?
No, desde
luego que no.
Esto era una
broma cruel, una
burla a la
justicia. Peter y yo finalmente
teníamos una oportunidad de ser felices, y ahora ambos habíamos perdido. No podía mirar
el rostro de Peter o de
cualquiera de las otras
caras que me rodeaban, no podía soportar
ver su decepción.
—Acepto que
el consejo ha
decidido que fracasé,
sí —dije con
la voz ahogada—.
Y entiendo lo que
esto significa… pero
no creo que
sea justo lo
que están haciendo
con Petery si hay algo que pueda hacer para a hacerles cambiar de
opinión, lo haré.
Zeus me miró, y había
algo tan intimidarte sobre él que me pregunte si iba a golpearme o cualquier
cosa que los dioses hacían a las personas que no le gustaban.
—Has fallado, Mariana.
No hay nada que puedas decir que pueda cambiar ese hecho.
Parpadeé con
rapidez, tratando de
recuperarme. No quería
que el último
recuerdo que Peter tuviera de
mí fuera éste,
de vuelta en
mi asiento con
mucho esfuerzo para afrontarme al fin a él, me las arreglé
para dejar salir un pequeño:
—Lo siento.
Él no mantuvo mi
mirada, y yo no podía culparlo. Había fallado, y ahora él tenía que sufrir por
ello.
Atrapada entre la ira
y la desesperación en esta sala que parecía presionar alrededor de mí, entregaba
golpe tras golpe aplastante, cuando lo único que yo deseaba más que nada era poder
volver hacia atrás el reloj a esa noche con el fin de evitar que sucediera. Peter
se merecía mucho más que esto, y yo no fui capaz de dárselo, no importa lo mal
que lo hice.
El silencio
parecía hacer eco en el
salón de baile,
ya que nadie
dijo ni hizo
nada. Los segundos sólo pasaban,
pero se sentían como horas. Como una amargada decepción que se asentaba en la
boca del estómago, cuando un pensamiento
racional vino a mi mente: ¿Y ahora qué?
Un ruido detrás de mí
me llamó la atención, y traté de darme la vuelta para ver qué era, pero con
cualquier movimiento que hiciera sentía como si mi pecho estuviera en llamas.
Oí el ruido de
una puerta cerrándose,
y el suave
clic de los
tacones contra de
mármol haciendo eco a través del salón de baile.
—Hermana —dijo Peter,
con su voz de oro que provocó que mi dolor menguará. Cuando miré las caras de
los otros miembros del consejo, me di cuenta de que todos parecían estar felices y
aliviados. Y petulantemente, me
di cuenta, mirando
a Afrodita. Que
Incluso Hermes parecía contento
de verla.
—Hola, Peter.
Solté todo
el aire de
mis pulmones cuando
su voz llenó
mi cabeza, espantando
mis pensamientos hasta que
no quedaba nada más que su voz.
Olvidando el dolor,
estiré mi cuello para
verla, mirando como
saludaba a todos,
especialmente a Hera con
una sonrisa y un beso en la mejilla. Haciendo su camino alrededor del
círculo y cuando llegó a donde estaba Peter, la recibió con los brazos
abiertos.
En el
fondo de mi
mente me di
cuenta que estaba
boquiabierta, pero yo
no podía demostrarlo. Artemisa se
separó de Peter y se sentó en el trono a su lado, en el de las ramas y las enredaderas
que había estado
anteriormente vacío, y algo dentro
de mí cayó
en su lugar.
—Hola, Lali —dijo, y
abrí y cerré la boca varias veces, pero no salió nada. Por último, me obligué a
tragar, y cuando me las arreglé para hablar, me salió algo más como un
graznido.
—Hola, mama
Bueno chicas eso es too por hoy el final ya esta cerca muy cerca así que decidme que queréis para la próxima novela, una adaptación, una novela mía... O sino yo ya entre estoy días tengo pensado en seguir con una adaptación pero estoy entre tres os parece bien que os suba las sinopsis y vosotras mismas elegís?
Que tenga un maravilloso día.
Besos
@heartespos