viernes, 11 de julio de 2014

Prólogo


¿Cómo pasó esta vez?
Peter se tensó con el sonido de su voz, y apartó sus ojos del cuerpo sin vida
en la cama el tiempo suficiente para mirarla. Demeter estaba de pie en la puerta, su mejor amiga, su confidente, su familia en todos los sentidos, excepto por la sangre, pero incluso su presencia no ayudó a frenar su temperamento. 
—Se ahogó —dijo Peter, volviéndose hacia el cuerpo—.  La encontré  flotando en el río esta mañana.
No oyó a Demeter moverse hacia él, pero sintió su mano en su hombro. 
—¿Y todavía no sabemos…?
—No. —Su voz fue más fuerte de lo que él pretendía, y se forzó a  suavizarla—. No hay testigos, no hay huellas, no hay rastros de nada que indique que no saltó en el río porque quería.
—Tal vez lo hizo —dijo Demeter—. Tal vez entró en pánico. O tal vez fue un accidente.
—O tal vez alguien le hizo esto. —Él se alejó, paseando por la habitación en un intento de llegar lo más lejos del cuerpo como fuera posible—. Once chicas en ochenta años. No me digas que fue un accidente. Ella suspiró y rozó las yemas de sus dedos a través de la pálida mejilla de la chica. 
—Éramos tan cercanos a ésta, ¿no?
—Bethany —espetó Peter—. Su nombre era Bethany, y ella tenía veintitrés años. Ahora por mi culpa, ella nunca presenciará los veinticuatro.
—Ella nunca los hubiese tenido si hubiera sido la elegida.
La  furia  se  levantó  dentro  de  él  y  amenazó  con  rebosar,  pero  cuando  la  miró  y  vio compasión en sus ojos, su ira se evaporó.
—Ella debería haber pasado —dijo él firmemente—. Debería haber vivido. Pensé…
—Todos lo hicimos.
Peter se hundió en una silla, y ella estaba a su lado en un instante, frotando su espalda con el tipo de gesto maternal que él esperaba de ella. Él enredó sus dedos en su oscuro cabello, sus hombros encorvados con el peso familiar del dolor. ¿Cuánto más de esto tenía que soportar antes de que ellos finalmente lo liberaran? 
—Todavía hay tiempo. —La esperanza en la voz de Demeter le apuñaló, más doloroso que cualquier otra cosa que hubiese sucedido esa mañana—. Aún tenemos décadas…
—He terminado. 
Sus palabras resonaron en la habitación mientras ella se detuvo junto a él, su respiración de repente irregular y desigual. En los segundos que le tomó a ella responder, él consideró aceptarlo  de nuevo,  prometiendo  que  lo  intentaría  de  nuevo,  pero  no  pudo.  Muchas  ya habían muerto. 
—Peter, por favor —susurró ella—. Quedan veinte años. No puedes haber terminado.
—No hará ninguna diferencia.
Ella se arrodilló frente a él y tiró sus manos hacia su rostro, forzándole a mirarla y ver su miedo. 
—Me prometiste un siglo, y me darás un siglo, ¿entiendes?
—No voy a dejar que otra muera por mí.
—Y yo no voy a dejar que desaparezcas, no así. No si tengo algo que decir al respecto. 
Él frunció el ceño.                                                
—¿Y qué vas a hacer? ¿Encontrar a otra chica que esté dispuesta? ¿Traer a otra candidata a la mansión cada año hasta que una pase? ¿Hasta que una logre pasar la Navidad?  
—Si  tengo  que  hacerlo.  —Ella  estrechó  sus  ojos,  con  una  determinación irradiando  de ella—. Hay otra opción.
Él apartó la vista. 
—He dicho que no. No estamos hablando sobre eso de nuevo.
—Y  yo  no  voy  a  dejarte  ir  sin  dar  pelea  —dijo—.  Nadie  más  podría  sustituirte  sin importar lo que diga el consejo, y te amo demasiado para dejar que te rindas. No me dejas otra opción. 
—No lo harías.
Ella se quedó en silencio. Empujando silla a un lado, Peter se levantó, apartando su mano de la de ella.
—¿Podrías hacerle eso a una niña? ¿Traerla a este mundo sólo para forzarla a todo esto?
—Él señaló hacia el cuerpo en la cama—. ¿Podrías hacer eso?
—Si eso significa salvarte, entonces sí.
—Ella podría morir. ¿Entiendes eso?
Sus ojos brillaron, y ella se puso de pie para enfrentarse a él. 
—Entiendo que si no lo hago, te perderé.
Peter se apartó de ella, luchando por mantenerse a sí mismo unido. 
—Eso es un gran sacrificio.
Demeter giró su cara para que le afrontara. 
—No —espetó ella—. No te des por vencido.
Él parpadeó, sorprendido por la intensidad de su voz. Cuando abrió su boca para contestar, ella lo detuvo antes de que pudiera hablar. 
—Ella podrá elegir, lo sabes tan bien como yo, pero pase lo que pase, ella no se convertirá en eso, te lo prometo. —Demeter hizo un gesto hacia el cuerpo—.  Será joven, pero no será tonta. Peter se  tomó un momento para  pensar  en algo para contestar  y, cuando lo hizo,  sabía que él se aferraba a una falsa esperanza. 
—El consejo nunca lo permitiría.
—Ya  les  he  preguntado.  Mientras  esto  caiga  dentro  del  límite  de  tiempo,  me  han  dado permiso.
Él apretó sus dientes. 
—¿Se lo pediste sin consultarme primero?
—Porque  sabía  lo  que  dirías  —dijo—.  No  puedo  perderte.  No  podemos  perderte.  Somos todo lo que tenemos, y sin ti… por favor, Peter. Déjame intentarlo. Peter  cerró  sus  ojos.  No  tenía  otra  opción  ahora,  no  si  el  consejo  accedía.  Trató  de imaginarse cómo podría lucir la chica, pero cada vez que trataba de formar una imagen, el recuerdo de otro rostro entraba en su camino. 
—No podría amarla.
—No tendrías que hacerlo. —Demeter le dio un beso en la mejilla—. Pero creo que lo harás.
—¿Y por qué lo crees?
—Porque te conozco, y sé los errores que cometí antes. No los repetiré una vez más.
Él  suspiró,  su  resolución desmoronándose  mientras  ella  le  miraba  fijamente,  con  un silencio suplicante. Sólo eran veinte años; él podía hacerlo hasta entonces si eso significaba no lastimarla más de lo que ya lo hacía. Y esta vez, pensó, mirando el cuerpo en la cama una vez más, no repetiría los mismos errores tampoco.
—Te extrañaré cuando te vayas —dijo él, y sus hombros cayeron con alivio—. Pero esta será la última. Si ella falla, terminé.
—Está bien —dijo ella, apretando su mano—. Gracias, Peter.
Él asintió,  y ella  lo soltó.  Mientras  caminaba hacia la  puerta,  ella también miró  hacia  la cama,  y Peter  se  juró  a  sí  mismo  que  esto  no  volvería  a  suceder.  Sin  importar  lo  que sucediera, pasara o fallara, esta viviría. 
—Esto  no  es  tu  culpa  —dijo  él,  sus  palabras  se  desplomaron  antes  de  que  pudiera detenerse—. Lo que pasó… yo lo permití. No tienes la culpa. 
Ella hizo una pausa, se enmarcó en la puerta, y le dio una sonrisa triste.
—Sí, la tengo.


Antes de que él pudiera decir otra palabra, ella ya se había ido


continuará..

Re contra sorry por no haber subido antes, pero la verdad es que no tenia tiempo estoy de vacaciones y tengo muchos amigos que me necesitan jajaja  (me creo mil, no mentira) prometo mañana subir ya el primer capítulo. Besos!

1 comentarios:

laliitersiempre 12 de julio de 2014, 3:58  

Me gusto mucho!1
Espero el primer capítulo!

Publicar un comentario

:3

:3

Wonderland life Designed by Ipietoon © 2008

Back to TOP