martes, 15 de julio de 2014

Capitulo 14


Cuando  la  medianoche  llegó  y  sonó  el  timbre,  estaba  hecha  un  ovillo  en  la  cama  de  mi madre, aún vestida. Tardé dos timbrazos en decidirme a responder, e incluso entonces, me tomé  mi  tiempo  para  salir  de  la  cama  y  hacer  mi  camino  escaleras  abajo.  Llevando  la almohada de mi madre contra mi pecho, abrí la puerta, esperando que fuera Hermes.
Era Peter.
Mi estómago cayó a mis rodillas, y la niebla que aturdía mi mente se despejó.
—Hola,  Lali.  —Su  voz  era  como  miel,  y  de  repente  fui  consciente  de  qué  tan  mal  me veía—. ¿Me recuerdas?
¿Cómo podría olvidarlo?
—Sí —dije bruscamente—. Eres Peter. 
—Lo soy.
 Había algo triste detrás de su sonrisa, algo que relacioné con todo demasiado bien.
—Éste es mi Valet, Zeus.
Miré al segundo hombre, con la mano aún en el picaporte. Era mayor, su cabello gris y su piel aceitunada y su pálido rostro estaban elaborados. 
—Hola —dije dudando.
—Hola, señorita Esposito. —Sonrió cálidamente—. ¿Podemos entrar?
Ya no tenía sentido que me preocupara porque me secuestraran. Afrodita tenía razón; si ese era el  plan  de  Peter,  ya  estaría  en  la  parte  trasera  de  una van con las  manos atadas  en  la espalda. Además, ya no importaba. Con un asentimiento, abrí la puerta lo suficiente para que pasaran.
Nerviosamente los guié a la sala. Después de encender las luces, me senté en la mecedora, dejándoles el sofá. Peter se sentó como si fuera su casa y, en la luz, era más sencillo ver su rostro. Se veía tan joven y hermoso como antes. 
— ¿Sabes qué día es?
Ya ni siquiera sabía qué mes era, pero sólo había una razón para que Peter viniera a mi casa. 
—Es el… equinoccio de otoño, ¿cierto?
—Muy bien —respondió—. Leíste acerca de Perséfone, ¿no?
Mi boca se secó, y asentí.
— ¿Y estás preparada para cerrar el trato?
Los miré insegura. Quizás sí me secuestrarían después de todo. 
—No estoy segura de cuál sea nuestro trato.
Esta vez habló Zeus. 
—A  cambio  de  la  vida  de  tu  amiga,  has  accedido  a  pasar  el  otoño  y  el  invierno  en  la Mansión Eden. Todos los otoños e inviernos, si todo marcha bien.
Lo miré.
— ¿Disculpe?
—Como nuestra invitada de honor, por supuesto —añadió—. Serás tratada con el mayor cuidado y respeto, y tendrás todo lo que puedas pedir.
—Espera.
Me puse de pie muy rápido, y me  mareé.  Me estabilicé, rehusándome a temblar frente a ellos. 
— ¿Quieres decir que por el resto de mi vida tendré que pasar seis meses con ustedes? ¿Ese fue el trato?
—Sí —dijo Peter. Alzó la mano para silenciar a Walter y él, también, se levantó—. Soy consciente  de que no  será sencillo,  y enfrentarás ciertos… desafíos. Pero te aseguro  que haré todo lo posible para asegurar tu seguridad y felicidad. Y los otros seis meses del año, puedes  hacer  lo  que  te  plazca.  Puedes  tener  una  vida  totalmente  diferente,  si  quieres… tendrás libertad total. Y mientras estés conmigo, serás tratada como una reina. Haré todo
lo que esté en mi poder para hacerte feliz.
Hablaba en serio, de eso me pude dar cuenta. Centrándome en una palabra en particular, recordé el mito, y mi sangre se heló.
—Reina  —dije, escupiendo la palabra con amargura—.  ¿Significa que quieres que sea tu esposa?  —Peter  frunció  el  ceño—.  No  te  estoy  proponiendo  matrimonio,  Lali.  Con  la muerte de tu madre, pronto no tendrás nada a lo que aferrarte aquí, y te estoy ofreciendo una oportunidad de una vida que posiblemente no puedas imaginar.
Me ericé. ¿Cómo sabía de mi madre? 
— ¿Qué obtienes a cambio? No voy a dormir contigo si eso es lo que piensas. No soy ese tipo de persona.
Él y Zeus intercambiaron miradas divertidas. 
—Te aseguro que todo lo que quiero es el placer de tu compañía. Del tipo platónico.
De  alguna  manera  no  creí  que  eso  fuera  todo  lo  que  él  obtenía,  pero  no  había  punto siquiera en fingir que era una opción. No estaba a punto de pasar seis meses del resto de mi vida con un extraño, sin importar lo que me ofreciera.
—No —dije—. Gracias por la oferta, pero estás loco, y no. Ahora si no te importa, tengo que dormir.
No discutieron. Zeus  se levantó para unírsenos a Peter y a mí, y los guié a ambos a la puerta  principal,  manteniéndola  abierta  para  que  no  tuvieran  excusas  para  quedarse.
Mientras Peter salía, se detuvo, su cuerpo a menos de treinta centímetros de distancia del mío. Era realmente hermoso y, teniéndolo tan cerca, era difícil recordar porqué pasar seis meses con él era tan malo.
— ¿Entiendes lo que pasará si no respetas el final de nuestro trato?
Ah, claro. Porque no importa lo hermoso que sea, aún seguía estando loco. 
—No lo sé, y no me importa —dije firmemente—. Ahora por favor vete.
—Te daré hasta la medianoche  —dijo él, uniéndose a Zeus en el camino del frente—.
Pero me temo que ya no puedo esperar. No te apresures en despreciar mi oferta, Lali. Ésta es la única oportunidad que te queda.
En lugar de responder, cerré la puerta, intentando ignorar el fuerte temblor de mis manos.

Continuará... 

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