Capitulo 19
Mis habitaciones
eran sorprendentemente cómodas.
A diferencia del
resto de la casa, no
parecían estar demasiado
preocupados de que
todo el mundo
que tratara con ellos supieran que eran parte de una familia muy rica y
poderosa. El lugar donde estaba mi habitación era relativamente modesto, el
único lujo real era la cama, que era enorme y con dosel y exactamente del tipo
que siempre había soñado tener. Una parte de mí se preguntaba si Peter lo había
sabido, también.
Todo el mundo parecía
saber que yo estaba allí, como si fuera alguien famoso. Había oído susurros y
risas de vez en cuando desde el otro lado de mi puerta, y cuando miraba por la ventana
a la gran bahía, podía ver algunos de los trabajadores mirándome fijamente,
como si ellos supieran que los
estaba observando. No
me gustaba ser el tema
de los chismes, pero no había
mucho que pudiera hacer al respecto, excepto
cerrar las cortinas y enterrar mi cabeza en una pila de almohadas.
El día pasó
rápidamente, y no pasó mucho tiempo
antes de que Hestia me trajera la cena.
Aún me molestaba que
ella no me hubiera advertido que era parte de esto antes, así que murmuré mi
agradecimiento sin mirarla
y me negué
a responder a
ninguna de sus preguntas. Lo que estaba haciendo no era
un secreto de todos modos.
Cuando se fue, tomé
la comida, muy preocupada por lo que fuera a pasar por la mañana para comer. Si
bien no estaba confinada en mi habitación, no tenía mucho más que hacer, al menos
por ahora, no cuando me di cuenta lo fácil que sería para mí perderme.
Pero no importa cuán
buena fuera la habitación o lo amable que fuera el personal, o incluso la comida,
lo cierto es
que yo era
esencialmente una prisionera.
Pensé en Hermes
y me pregunté cuánto
tiempo había esperado
en la puerta
y si había
ido a ver
a mi madre después. Los
seis meses parecían
extenderse para siempre
delante de mí,
sin final a la vista...
¿él cumpliría su promesa? ¿Estaría allí cuando esto terminara, o habría
cambiado?
En el fondo, yo sabía
que iba a estar allí. No merecía un amigo como él.
¿Pero mi madre
todavía estaría al final, también?
¿Mantendría Peter su
promesa? ¿Incluso era capaz de ello? Quería creerlo, creer que ese tipo de
cosas eran posibles, porque si realmente podía
mantenerla con vida, entonces tal
vez no tendría que decir adiós, sino hasta que fuera mi hora de morir, también.
O tal vez sería capaz de mantener su vida el tiempo suficiente para que se
encontrara una cura. No pude salvar a Afrodita, pero todavía había esperanza
para mi madre, y no importaba lo que me costara, valdría la pena.
No recordaba
haberme quedado dormida,
pero cuando abrí
los ojos, ya
no estaba en la
Mansión Eden. En
lugar de eso estaba tumbada en una manta en medio de Central Park, mirando
hacia un cielo despejado de verano, el calor del sol en mi cara.
Me senté, confusa, y miré
a mí alrededor. Había una cesta de
picnic junto a mí, y
otras personas estaban esparcidas por el césped disfrutando de sí
mismos. Sheep Meadow.
Era mi lugar favorito
en todo el parque, a la vista del lago, pero lo suficientemente lejos de lo peor
de las trampas para turistas, así no se
sentía artificial. Mi madre y yo no habíamos podido venir
aquí en años.
Empecé a ponerme
de pie, decidida
a averiguar qué
estaba pasando, cuando mi boca cayó abierta.
Mi madre, viéndose
más saludable de lo que la veía desde hace diez años, mucho antes de que el
cáncer la afectara, caminó hasta la
suave pendiente, llevaba una falda larga y
una blusa que fluía, que no había visto desde que ella adelgazó
demasiado como para usarla.
— ¿Mamá?
Ella sonrió... una
sonrisa real, no una débil sonrisa o el tipo de sonrisa que ponía cuando estaba
tratando de ocultar la cantidad de dolor que tenía.
—Hola, cariño. —Ella
se sentó a mi lado y me besó en la mejilla.
Todavía vacilé un
momento, demasiado aturdida para
moverme, pero cuando finalmente asimilé
que ella estaba allí, sana y brillante y siendo mi madre de nuevo, eché los
brazos alrededor de ella, abrazándola con fuerza e inhalando su familiar olor.
Manzanas y fresas.
Ya no era frágil, y
ella se abrazó a mí con la misma fuerza.
— ¿Qué está pasando?
—le dije, tratando de mantener mis ojos secos.
—Vamos a tener
un picnic. —Ella me soltó y comenzó
a desempacar la canasta. Estaba llena de mis comidas favoritas de
cuando era niña, sándwiches de mantequilla y mermelada de maní,
mandarinas en rodajas,
macarrones con queso
envasados en recipientes
de plástico, y un
budín de chocolate
suficientemente grande para
atender a un
pequeño ejército. Lo mejor de todo, sacó una caja de baklava tal y como
ella siempre lo hacia. Lo observé con asombró, preguntándome lo que había hecho
para merecer un sueño increíble,
a pesar de que se
sentía demasiado real para ser uno.
Podía sentir cada brizna de hierba bajo mis
manos, y la
cálida brisa rozaba
las puntas de mis cabellos
contra mis brazos desnudos. Era como si estuviéramos
realmente aquí
Y entonces un
pensamiento se infiltró a través de mi mente, y la miré con suspicacia.
—¿Peter te ha traído
aquí?
Su sonrisa se
ensanchó.
—Es adorable, ¿no?
Tragué una bocanada
de aire, y todos los malos pensamientos que había tenido acerca de Peter salieron
volando de mi cabeza. Él
mantuvo su promesa.
Más que eso,
realmente podía hacerlo.
— ¡Es un sueño,
entonces? ¿O es que... es real?
Ella me
dio un envase
de macarrones, junto
con una mirada
que sólo mi
madre podría hacer.
— ¿Hay alguna regla
que yo no conozca que diga que no puede ser ambas cosas a la vez?
Un sentimiento de
esperanza irracional me llenó.
— ¿Es verdad lo que
él dice?
— ¿Y qué sería eso?
—dijo, desenvolviendo un sándwich.
Solté todo lo que
había sucedido desde que llegamos a Eden. El ver a Peter, después de casi
chocar contra una
vaca imaginaria... la
noche en el
río y la
forma en que aparentemente había resucitado a Afrodita...
el trato que había hecho, y la forma en que Hermes había tratado
de pararme, la
visita de Peter,
y la muerte
de Afrodita al
día siguiente, mi decisión de ir a la Mansión Eden para tratar de salvarla, y finalmente el
trato que había hecho con Peter. De repente, quedarme con él durante seis meses
no parecía tan malo, no,
si podía ver a mi
madre todas las noches.
Continuará...
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