Peter está de rodillas y
me agarra del culo para elevarlo y poder penetrarme una vez y otra y venga más.
Cuando ya no siento las piernas me mueve dándome la vuelta
rápidamente, poniendo mi culo en pompa. A cuatro patitas me la clava tan hondo
que golpeo la pared porque el embiste hace mover hasta el cabecero donde estoy
apoyada. Me da uno, dos azotitos en el culo al ritmo de sus frenéticas caderas.
Sus gemidos se oyen tanto o más que los míos. Menudo espectáculo. Pero nos da
igual, estamos desatados y no tenemos vecinos.
–Te gusta que te folle
así, ¿eh? Te gusta que te dé fuerte.
–Sí, sí, fóllame así,
más, más.
Tengo una bestia dentro
que no puede parar. Joder con las bolitas chinas. En menos de un suspiro me
deshago en otro orgasmo. Dios, este hombre va a agotar mis reservas. Se me
nubla hasta la vista y baja un poco el ritmo. Me coge de la cintura y se apoya
en mi espalda. Nos movemos despacito, como bailando con las caderas, me gira
suavemente la cara y me besa con ternura.
Despacito. Jadeamos. Despacito. Nos
besamos.
Sale de mí, me tumba
boca arriba y se echa encima de mí. Abro las piernas para dejarle entrar pero
en lugar de eso me besa muy dulcemente. Le acaricio el pelo con ternura. Me
mira y sonríe descaradamente con su media sonrisa de malote. Algo trama. Se
levanta. Se pone de rodillas frente a mí y comienza a tocarme con sus dedos
todo el sexo. Su erección está brillante de mí. Con cuidado va de mi clítoris a mi vagina a… mi
ano. Lo unge con mis fluidos hasta que un dedo se cuela dentro. Le miro con
deseo. Sé lo que viene y estoy ansiosa y nerviosa a partes iguales. Quiero
hacerlo solo si es con él. Peter interpreta correctamente mi mirada y mueve más
y más su dedo, abriéndome, hasta que introduce otro.
–Tócate, nena.
Al momento mis dedos están
dándome placer. Gimo. Él hace lo propio y toca su erección mientras yo le
observo muerta de deseo igual que él me observa a mí. Cuando considera que
estoy lista, abre sus rodillas quedando a una altura más baja y abriéndome las
nalgas se hunde poco a poco en mi retaguardia. El gemido que da se ha oído en
todo el vecindario, seguro. Madre mía, solo oírle gritar me pone a cien. Es un
gemido tan varonil, tan lleno de testosterona que quien lo haya oído se ha
tenido que correr fijo. Su pene se adentra en mí y, en contra de lo que
pensaba, no me duele. Pero cuando llega hasta el final y empieza a entrar y
salir con un poco de ritmo noto como un pinzamiento en mis riñones. Dios, sí
que la tiene grande. Cojo aire con los dientes apretados.
–¿Te duele, cariño? ¿La
saco?
–No; no, espera. Solo
un poco más despacio pero sigue, sigue por favor.
Sonríe como diciendo
esta es mi chica y continúa metiendo y sacando lentamente su centro de placer
en mi trasero.
Poco a poco me voy
relajando y comienzo a disfrutar del nuevo placer que se abre camino. Es…
diferente. Morboso. Íntimo. Y como Peter parece un experto en artes amatorias,
pone una mano en mi vientre, estira la otra para coger mis amadas bolitas que
habían quedado tiradas en la cama y me las mete lentamente otra vez.
Madre.Mía.De.Todos.Los.Santos. Y encima me acaricia el clítoris. SÍ, QUIERO.
Tengo todo mi sexo ocupado con algo y no puedo más que, evidentemente, morirme
ante el orgasmo; no, ante el ORGASMO más intenso que he tenido en mi vida. El
que más. Y ya van unos cuantos de gran calibre. Es tan fuerte y tan inabarcable que me quedo muda y totalmente quieta,
como muerta. Lo absorbo y lo absorbo y lo siento como si fuera el movimiento de
una lenta estrella fugaz que se eleva y eleva y cuando parece que se va a
apagar, continúa iluminando el cielo con su estela. En este caso la estela es Peter sacándome las bolas de nuevo, llevándome al Nirvana directamente. No dejo
de mirarle con los ojos nublados de placer. Sigue moviéndose dentro de mí una y
dos veces más hasta sacarla y correrse sobre mi depilado pubis y mis labios.
Estelitas que me da mi chico. Me excita tanto eso que involuntariamente muevo
mis caderas. Él me pilla enseguida y restriega la punta aún erecta por todo mi
sexo manchado. Me recuerda al primer contacto sexual que tuvimos. Gimo un poco
de nuevo y ante mi sorpresa, penetra mi vagina de nuevo. Hola infección, qué
tal. Y cuando pienso que ha sido su pequeña estela hasta bajar por completo su
erección… me penetra otra vez. Y otra. Y otra más. Y lo siento tan duro otra vez
que le miro alucinada. POR DIOS Y TODOS LOS SANTOS.
– ¡Joder cómo me pones,
La; no puedo parar de follar contigo!
– ¡Ni yo!
Saco la poca fuerza que
me queda y con las piernas le muevo hasta quedar yo encima de él. Pobrecito,
vamos a darle un descanso. Se me pasa por la cabeza que siendo que ha eyaculado
dos veces ya, igual no hay una tercera… qué poco conozco a mi hombre. Arriba
estoy en mi salsa. Revivo. Dios mío lo que consigue hacerme Lanzani. Yo que era
de un polvito, como mucho dos, y ya no podía más; y aquí estoy, moviendo la
cintura y las caderas como una loca encima del obús de mi novio buscando mi
¿quinto? Orgasmo. Y llega, ya lo creo que llega. Solo hace falta que me ponga
de cuclillas encima de él para que un, vale un pequeño, orgasmo réplica me
llegue y él se deshaga de nuevo conmigo. Caigo en su pecho sonriendo. No puedo
más.
Me besa el pelo, la
cara, los labios. Muy lento, muy bonito. Le quiero tanto… Me abraza y yo le
acaricio la nuca y su sedoso pelo. Nos balancea ralentizado, saboreándome;
saboreándole. Es tanta la dicha que siento que hasta me duele.
–Te quiero tanto,Lali.
–Y yo a ti. Mucho, mi amor.
Sí. Nos ponemos
empalagosos after sex; qué pasa.
–Nunca pensé que pudiera
querer así, que encontraría a alguien a quien querer así. Eres única, Lali.
Única.
–Y tú. Me llenas. Me llenas
completamente y me haces feliz.
Intento no llorar pero
es imposible cuando se pone así de dulce con su vozarrón de macho ibérico y su
ronquedad después de haber follado como un semental.
–Y tú a mí. Por eso quiero
que vivamos juntos, que construyamos una vida juntos. Lali, me he dado cuenta
de que, pase lo que pase, tú ya nunca saldrás de mí, porque yo ya no puedo
vivir sin ti.
Sonrío como una idiota entre lágrimas de
amor y ahogo una risita histérica de felicidad empalagosa mientras él ríe en
mis labios tarareando el «No puedo vivir sin ti» de Coque Malla.
Ni que decir tiene que
decidimos, por el bien de nuestra higiene, darnos una ducha para quitarme su
jugo de amor que me recorre medio cuerpo y limpiar de paso las bolitas. Nos
enjabonamos como tontos sin parar de decirnos cositas cursis. Tan cursis, tan
cursis que mejor no las cuento.
Caemos a peso plomo en
la cama rendidos, agotados, extasiados, abrazados y enamorados.
Esto es todo por hoy espero que os haya encantado, es un placer que sigais leyendo mi blog, muchisimas gracias, Feliz año nuevo, que logreís alcanzar vuestras metas este año y las del año pasado jajaja
Besos
@onlyesps_