viernes, 26 de septiembre de 2014

Capitulo 28



Fui instruida para asentir con mi cabeza a cambio, una vez y tan regiamente como fuera posible. Estaba demasiado asustada para hacer algo más.
—Mis súbditos —dijo Peter—. Algunos pidieron venir para poderte conocer, y otros han sido buenos conmigo en el pasado.
—Oh, ¿están muertos?
—Sí, aunque obviamente no en la forma en que tú lo defines.
Yo  los  observaba,  fascinada,  tratando  de  adquirir  cualquier  indicio  de  que  no  eran exactamente  iguales  a  los  vivos.  Algunos  bailaban  arcaicamente,  pero  aparte  de  eso,  no pude encontrar una sola diferencia. Mirando alrededor, mis ojos se posaron en Afrodita. Por lo menos se veía feliz de estar allí.
—Y uno de ellos me quiere muerta —dije. Peter se puso rígido junto a mí, y esa fue toda la confirmación que necesitaba.
—No te preocupes  —dijo—. Estás a salvo conmigo.
—¿Sabes  quién  es?  —dije  y  él  negó  con  la  cabeza—.  ¿Qué  pasa  con  la  persona  que  se supone que se hará cargo por ti si yo fallo? ¿Podría ser él? ¿O ella?
Él hizo una mueca. 
—De alguna manera creo que no. —Y eso fue todo lo que diría sobre el tema.
Era casi medianoche cuando Peter  se levantó y todos se callaron. Mi espalda me estaba matando, y aunque no había dado un paso en horas, me dolían los pies por los tacones que Hera me había obligado a usar. Estaba preparada para que todo esto terminara, pero en lugar  de  llevarme  hacia  la  puerta,  Peter  nos  guió  de  regreso  hacia  el  escenario.  Mis piernas  temblaban  debajo de mí,  y  era  un  milagro  que  lograra  mantenerme  en posición vertical.
—Esto será fácil —dijo en voz baja—. Todo lo que tienes que hacer es decir sí y aceptar las semillas.
Desconcertada,  lo  seguí  hacia  arriba  de  las  escaleras,  casi  cayendo  de  bruces  cuando llegamos a la cima. Por suerte me agarró y me estabilicé, esperando que él hablara.
—Mariana Esposito  —dijo  Peter  con  una  voz  atronadora  que  me  hizo estremecer—.¿Estás  de  acuerdo  en permanecer  en  la  Mansión  Eden  por  el  otoño  y  el  invierno,  para tomar las pruebas  como  te  sean  dadas por los miembros del consejo, y  que  debes pasar, para aceptar el papel como Reina del Inframundo? 
Todo el mundo dentro del salón de baile estaba en silencio. Ninguna presión ni nada. 
—Sí.
Un pequeño plato apareció en su mano, con seis semillas dispuestas cuidadosamente en el centro. Tomé la primera entre mis dedos, mirando a Peter por aprobación. Él asintió con la cabeza alentadoramente, y puse la semilla en mi boca, tratando de no hacer una mueca.
Odiaba  las  semillas… ni siquiera  comía sandía a causa  de ellas. Desafortunadamente las semillas míticas no sabían nada mejor.
Me  las  tragué  rápidamente,  tratando  de  ignorar  la  sensación  viscosa  mientras  se deslizaban  por  mi  garganta.  Tenía  nauseas,  pero  me  las  arreglé  para  mantener  la  boca cerrada. Después de que la sexta semilla fue tragada, la multitud estalló en aplausos, pero eso  no  era  nada  en comparación  con  la  manera  en  que  Peter  me  miraba,  su  expresión extrañamente  suave.  Lo  que  sea  que  esto  fuese,  significaba  más  para  él  de  lo  que comprendía.
Fue entonces cuando ellos finalmente me sacaron de mi miseria. Artemisa y Hera estaban a mi lado y me ayudaron a bajar las escaleras antes de que me diera cuenta de lo que estaba sucediendo. La multitud se apartó para dejarnos pasar, y manos que no llegué a ubicar en cuerpos  llegaban  a  través  de  las  paredes  de  hombros  y  torsos  para  tocar  mi  pelo,  mi vestido…  incluso  unos  pocos  lograron  tocar  mi  cara.  Eventualmente  mis  guardias  se unieron a nosotras, escudándome de ellos. Fue humillante.
—¡Oh,  Lali,  es  tan  lindo!  —dijo  Afrodita  frenéticamente  mientras  ella, Artemisa,  Hera y  yo asíamos nuestro camino de vuelta hacia mi dormitorio—. Dijo que su nombre es Xander, y es bellísimo e inteligente y divertido y lindo...
—Ya has dicho eso —dije, pero ella continúo como si no hubiera dicho nada.
—¡Y dijo que me mostraría algunos trucos de magia alguna vez! Quiero decir, sé que la magia es una actividad que le gusta a los geek, pero aun así es en cierto modo divertido, ¿sabes? De alguna manera tonta.
Artemisa habló  sin  parar  durante  tanto tiempo que  cuando  llegamos  a mi habitación,  incluso Hera  parecía  menos  que  entusiasta.  Por  suerte  Artemisa,  quien  me  estaba  empezando  a gustar más y más, vino a mi rescate.
—Lali  necesita  dormir  —dijo  ella,  bloqueando  el  camino  de  Afrodita  dentro  de  mi habitación—. La puedes ver mañana.
Afrodita entrecerró los ojos, y sentí una pelea avecinándose. 
—¿Quién lo dice?
—Yo  —dijo Artemisa,  irguiéndose  en  toda  su  estatura,  era  unos  buenos  quince  centímetros más  alta  que  Afrodita—.  Artemisa  tiene  cosas  más  importantes  de  las  que  preocuparse  que escucharte parlotear acerca de Xander. Y Xander tiene cosas más importantes que hacer que escuchar.
Artemisa dijo la última parte un poco más fuerte de lo estrictamente necesario, haciendo a su voz  resonar  hacia abajo  por  el  pasillo.  Oí  una  tos  avergonzada  en  la  distancia, y  me  las arreglé para reprimir una sonrisa.
—Lo  siento,  Afrodita  —dije,  destrozada  entre  querer  ser  una  buena  amiga  y  querer  que  mi cabeza  dejara  de  martillear—.  Podemos  hablar  de  eso  mañana,  ¿está  bien?  Realmente estoy cansada.
Artemisa miró a Afrodita. 
—Lo que sea.
Después  de  que  Afrodita  dejó  el  lugar  furiosamente  en  una  rabieta,  Artemisa  y  Hera  giraron hacia mí a la expectativa. Suspiré. 
—Ustedes, también, chicas. Puedo desvestirme, lo prometo. Aprendí a hacerlo hace años.
Artemisa resopló. 

—Buena  suerte  con  ese  corsé  —dijo  ella  alejándose  sin  decir  otra  palabra.  Hera  se ofreció a quedarse y ayudar, pero la ahuyenté también. En el peor de los casos, usaría unas tijeras contra la maldita cosa. Tal vez eso detendría a Artemisa de tratar de forzarme dentro de otro por un tiempo.

Continuara...

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