lunes, 4 de agosto de 2014

Capitulo 22


—Cierra tus ojos —murmuró, y lo hice. Poco después, sentí una brisa fresca en mi mejilla, y mis ojos se abrieron. Estábamos afuera, en medio de un sutil y bien cuidado jardín, con fuentes tranquilas dispersadas por las flores y setos. Un camino de piedra conducía desde donde estábamos hasta la parte posterior de la mansión, el cual se alzaba en la distancia, a unos  ochocientos  metros  de  distancia.  Cerberus,  el  gran  perro  del  bosque,  trotó  hasta saludar a Peter, y él le dio una buena rascada detrás de las orejas.
Mi estómago descendió hasta mis rodillas, y cualquier color que quedaba desapareció de mis mejillas. 
— ¿Cómo has…?
—Con tiempo —dijo. Aturdida, me senté en el borde de la fuente—. Dijiste ayer que no querías hacer esto, y no te culpo. Sin embargo, ahora que el trato está hecho, no se puede deshacer.  Mostraste  coraje  la  noche  que  salvaste  la  vida  de  tu  amiga,  y  te  pido  que  lo encuentres dentro de ti una vez más.
Suspiré, tratando de encontrar un poco de aquel supuesto coraje que él estaba convencido que tenía. Todo lo que podía encontrar era miedo. 
—En Eden, dijiste… dijiste que si leía el mito de Perséfone, entendería lo que querías —dije con voz temblorosa—. Mi amigo, Hermes, me dijo que ella era la Reina del Inframundo, y lo leí en un libro cuando yo tenía… —Negué con la cabeza. Eso no era importante—. ¿Es verdad?
Asintió.
—Ella era mi esposa.
— ¿Era? ¿Ella existió?
—Sí —dijo, con voz más suave—. Murió hace muchos años.
— ¿Cómo?
La expresión de Peter estaba en blanco. 
—Se enamoró de un mortal, y después de que él murió, decidió unírsele. No la detuve.
Había muchas partes de aquella  declaración, que no entendía,  y  no estaba segura de por dónde comenzar. 
—Pero ella es un mito. No es posible que realmente existiera.
—Tal vez —dijo, con su mirada distante—. Pero si esto está pasando, ¿quién puede decir qué es posible y qué no lo es?
—La  lógica  —dije—.  Las  leyes  de  la  naturaleza.  La  racionalidad.  Algunas  cosas simplemente no son posibles
—Entonces dime, Lali… ¿cómo salimos?
Miré a mi alrededor una vez más, medio esperando a que se desvaneciera como una ilusión elaborada. 
— ¿Me noqueaste y me trajiste aquí? —ofrecí débilmente.
—O quizás había una trampilla que no pudiste ver.  —Él alcanzó a tomar mi mano y me puse  rígida.  Suspirando, cepilló  sus  dedos contra  los  míos y  luego  se  apartó—.  Siempre hay  una  explicación  racional,  pero  a  veces  las  cosas  pueden  parecer  irracionales  o imposibles si no conoces todas las reglas.
— ¿Y  qué?  —dije—.  ¿Me  estás  diciendo  que  un  Dios  Griego  acaba  de  construir  una mansión en el corazón de los bosques en un país al otro lado del mundo?
—Cuando tienes eones para vivir, el mundo se convierte en un lugar mucho más pequeño —dijo—.  Tengo  casas  en muchos  países,  incluyendo  Grecia,  pero  prefiero la  soledad  de aquí. Es tranquilo, y disfruto de las estaciones y del largo invierno.
Me quedé muy quieta, sin saber qué decir a eso.
— ¿Podrías  tratar  de  creerme?  —Dijo  Peter—.  Sólo  por  ahora.  Incluso  si  eso  significa apartar todo lo que has aprendido, ¿podrías hacerme el favor de tratar de aceptar lo que te estoy diciendo, sin importar lo improbable que pueda parecer?
Presionando los labios, miró mis manos. 
— ¿Es esto lo que haces? ¿Jugar con la ficción?
—No. —Podía oír una sonrisa en su voz—. Pero podría hacerlo, si lo deseas. A ver si de esa manera se hace más fácil para ti.
Esto no iba a desaparecer. Incluso si todo era un gran truco, si todo estaba planeado desde el principio para hacerme quedar como una tonta o sin importar cuál era su fase final, de modo que todo lo que podía hacer era esperar por la línea final.
Pero la imagen de Afrodita yaciente en un charco de su propia sangre con el cráneo aplastado flotó en mi mente, al igual que la sensación de la brisa fresca contra mi mejilla cuando sólo unos momentos antes, habíamos estado en el corazón de la mansión. Y mi madre, viva y sana en Central Park, sin importar lo que estaba pasando, tarde o temprano tendría que enfrentar el hecho de que era algo que nunca había experimentado antes.
—Bien —dije—. Pretendamos que esto es realmente es el Paraíso y todos están muertos, y Artemisa y Hera tienen un millón de años, y que eres realmente quien dices ser…
—No  pretendo  ser  alguien  salvo  yo  —dijo,  con  la  comisura  de  su  boca  tirándose  hacia arriba.
Hice una mueca. 
—Bien, entonces pretendamos que todo esto es real, que la magia es posible y que existe el hada de los dientes. Y en alguna parte abajo de la línea no me golpeé la cabeza y no estás certificadamente demente. ¿Qué tiene que ver tu esposa muerta conmigo?
Peter se quedó en silencio durante un buen rato. 
—Como he dicho, ella eligió morir en vez de quedarse conmigo. Yo era su marido, pero ella simplemente lo amó más.
A juzgar por su expresión de dolor, no había nada de simple en ello, pero no lo presioné. 
—Sabes  que  luces  demasiado  joven  para  haber  estado  casado,  ¿verdad?  —dije  en  un intento lamentable por aligerar el ambiente—. ¿Cuántos años tienes de todos modos?
Las comisuras de sus labios se tiraron de nuevo. 
—Soy  más  viejo  de  lo  que  parezco.  —Después  de  un  momento,  agregó—: Ella  pudo amarme, pero nunca fue su elección. Mi último regalo para ella fue dejarla ir.
Hubo una nota de tristeza en su voz que entendí muy bien. 
—Lo siento —dije—. De verdad. Sólo… sigo sin entender por qué estoy aquí.
—He estado gobernando sólo durante casi mil años, pero hace un siglo, accedí a sólo un centenar  de  años más  antes  de  que mis  hermanos  y  hermanas  me  quitaran el reino.  No puedo manejarlo sólo, ya no. Hay simplemente muchas  cosas para que las haga  solo. He estado buscando una compañera desde entonces, y tú eres la última, Lali. Esta primavera, la decisión final será tomada. Si eres aceptada, gobernarás conmigo como mi reina por seis meses al año. Si no, volverás a tu antigua vida sin recordar estos momentos.
—¿Es  esto  lo  que  le  sucedió  a  las  otras?  —dije,  obligando la pregunta  más allá  de  mis labios secos.
—Las  otras...  —Él  se  enfocó  en  algo  a  la  distancia—.  No  quiero  asustarte,  Lali,  pero nunca te mentiría. Necesito que confíes en mí, y necesito que entiendas que eres especial.
Me había rendido antes de que tú llegaras.
Junté las manos para impedir que temblaran. 
— ¿Qué pasó con ellas?
—Algunas de ellas se volvieron locas. Otras fueron saboteadas. Ninguna de ellas llegó al final, y mucho menos superaron las pruebas.
— ¿Las pruebas? —Lo miré—. ¿Sabotaje?


Continuará…

0 comentarios:

Publicar un comentario

:3

:3

Wonderland life Designed by Ipietoon © 2008

Back to TOP