Capitulo 31
Hera y Artemisa me ayudaron a estar lista en la mañana; Afrodita
siempre se sentaba en la orilla de mi cama, hablando animadamente sobre su última conquista.Después de
unas pocas semanas de salir con el guardia,Dionisos, ella lo había dejado.
—Su nombre es Apolo —dijo
ella, tan entusiasmada
que difícilmente podía
sentarse quieta—. Él es maravilloso, alto e inteligente y dice que tengo los ojos más bonitos que alguna vez ha
visto.
En el espejo vi la
expresión de Artemisa volverse dura.
—Aléjate de él —espetó ella. Traté de volverme
para poder verlas a las dos, pero Hera me sostuvo de los hombros, no había
terminado con mi cabello.
—¿Por qué? —dijo
Afrodita con arrogancia—. ¿Es él tu novio?
Artemisa entrecerró
los ojos.
—Él es mi gemelo.
Suspiré, si tenía que
pasar por esto los próximos cinco meses, iba hacer algo drástico.
—¿Y? —Dijo
Afrodita cruzando sus
brazos—.Le gusto a él, y a mí me gusta. No veo elproblema.
Cómo Afrodita podía ver a la cara a Artemisa y no acobardarse.
No tenía ni idea. Pero Afrodita iba a ser Afrodita no importa cuánto tiempo
Artemisa la mirara.
—Si lo lastimas, te
cazaré y te mataré otra vez, y esta vez me aseguraré de que no tengas una
pequeña y bonita vida a la cual volver —gruñó Artemisa.
Yo iba a abrir mi
boca para preguntarle a Artemisa que
pasaba si ella lo intentaba, pero Afrodita interrumpió antes de tener
oportunidad.
— ¿Y que si él me
lastima?
— ¿Entonces estoy
segura que algo habrás hecho para merecértelo?
De ahí en adelante,
Afrodita y Artemisa apenas podían soportar estar en la misma habitación,no las
podía culpar.
Lentamente me
acostumbré a mi nueva realidad, y Peter tenía
razón. Una vez
que aceptaba que tal vez esto no era una gran broma, las cosas se
pusieron más fáciles y yo no me agotaba constantemente tratando de racionalizar
lo incomprensible.
Mientras aún no me
gustaba la idea de los guardias y de Hera probando mi comida —un trabajo que Artemisa
animaba a Afrodita a tomar—pretendiendo que estaba atrapada en el siglo XVIII
me ayudó a llegar a un acuerdo con lo que pasaba a mi alrededor, con excepción
de mi extraña relación con Peter. Mientras las semanas pasaban, las noches
rápidamente se convirtieron en mi parte favorita del día, ayudada por el hecho
de no tener que escuchar a Artemisa y Afrodita discutiendo todo el tiempo.
Hablábamos de lo que había hecho en el día, aunque él intentara distraerme,
nunca se escapaba de mi atención que nunca hablábamos de cómo su día había ido.
Le enseñé a
jugar mi juego
favorito de cartas,
y él parecía
disfrutar aprendiendo, preguntándome cortésmente
y no interrumpiendo mis
incoherentes respuestas. Algunas veces despertaba con el suficiente
coraje para también preguntarle, las cuales
respondía vagamente, en
todo caso, aún
se rehusaba a
decirme cuales eran
las pruebas, pero para
darle crédito, parecía ansioso
por mantenerme lo
más cómodamente posible.
Todo sobre mi día era
programado. Media hora para el desayuno, el cual siempre estaba lleno de
mis comidas favoritas.
No ganaba peso
lo cual sólo
me daba una
excusa para comer tanto
como quisiera. Después del desayuno
tenía cinco horas de lecciones, donde estudiaba Mitología, Arte,
Teología, Astronomía… cualquier cosa que Atenea creyera que necesitaba aprender.
Soñar despierta no
era una opción,
era su única
estudiante, y ella parecía desarrollar una falta de
compasión sobre lo que yo estaba y no estaba interesada en aprender. Aun así
había algo bueno: al menos Cálculo no estaba en el Plan de estudios.
Pasamos una
cantidad excesiva de
tiempo en las
Olimpiadas, los dioses
griegos que dominaban el universo
y que regían mi destino.
—Mucha gente
comúnmente piensa que eran sólo doce —dijo Atenas—. Pero si miras con cuidado a
través de toda la historia, hay catorce. La
importancia de ese
número no se perdió, catorce
olimpiadas y catorce tronos.
Ellos serían los que
decidirían mi destino
y, por eso,
presté extra atención
a la lección
sobre ellos, como si sabiendo todo lo que podía de alguna manera me
daría una ventaja.
Aprendí sobre Zeus y
Hera y sus hijos; los hijos que Zeus tuvo con otras mujeres, así como Atenea
que surgió de su exuberante cabeza; sobre Deméter y su hija, Perséfone; y sobre
el papel que Hades juega. Éste era Peter, como mi madre lo había mencionado y
era extraño balancear la mitología con
el conocimiento de que para estas personas, esto era historia.
Que aparentemente
Peter había hecho
todas estas cosas.
Pero entre más
aprendía más fácil se volvía
aceptarlo, y una vez Irene estaba segura de que sabía todo lo que se podía
sobre los miembros del consejo, nos movimos a otros mitos. Sin embargo las
olimpiadas siempre estaban presentes en las historias y no ayudaban a calmar
mis nervios.
En las tardes, me
permitían hacer lo que
quisiera. Algunas veces me
quedaba adentro y leía o pasaba tiempo con Afrodita,
y otras veces salía y exploraba
los jardines. Más allá
del elaborado jardín había
un bosque salvaje
y se extendía
a través de
la otra propiedad, escondiendo el río que
sabía que estaba
allí. Me quedé
a la vista
de la mansión,
no queriendo llegar a ninguna parte cerca del agua. Ya había tenido
suficientes emociones allí para retenerme por mucho tiempo.
Al final de octubre,
me encontré con Poseidón el jefe de los establos, él era un hombre brusco que
no hablaba muy seguido, y su cabello era salvaje, haciendo que se viera
intimidante, pero se veía apasionado por sus caballos.
—Los caballos
tienen tanta personalidad
en ellos como
las personas —dijo
con brusquedad mientras me presentaba a los quince caballos en el
establo—. Si no conectas con ninguno de ellos no trates de forzarlo, es como
forzar una amistad, incómodo e inútil, y los harás a los dos miserables.
Mientras recuerdes eso deberás estar bien.
Sus caballos eran
poderosos y rápidos, y con mi suerte me caería y me rompería algo, así que aunque
me gustaba pasar tiempo con
ellos, acicalándolos, nunca
pregunté si podía montarlos. Al principio Ppseidón se
rehusaba a dejarme cerca de cualquiera de ellos con un cepillo, pero
no lo tomé
personal. Él no
dejaba que nadie
se acercara a
ellos; incluso permitirme verlos
dentro de los establos era mucho más de lo que Afrodita conseguía. En mi tercer
intento, sin embargo, de mala gana accedió a dejarme cepillarlos, siempre y
cuando él estuviese supervisando.
Yo tenía la
sospecha de que Peter
tenía algo que
ver con el cambio de corazón,
pero no pregunté. Por el resto del otoño, fue como pasé mis tardes, y aunque el
clima se volvía frío, permanecía caliente en los establos.
Hola! perdón por la demora pero aquí ya están los nuevos capitulo, si comentan mucho subo el otro en poco tiempo ya lo tengo preparado, y mil gracias por los comentarios aunque sea pocos para mi son muy importantes!
~ Nicky
1 comentarios:
Mass quieroo mass me encantaaa :) @zairasantos7
Publicar un comentario