lunes, 6 de octubre de 2014

Capitulo 32


Mientras pasaban las semanas, me sentí más y más cómoda en mi nuevo hogar. El resto del  personal  no  se  me  quedaba  viendo  mientras caminaba,  y  lentamente  todos  nos acostumbramos  los unos  a  los  otros.  Era  casi  pacífico, con  mis  mañanas  con Atenea,  mis medios días con Poseidón y Afrodita, y mis tardes con Peter. Y mis noches… yo vivía por mis noches,  cuando  le  contaba  todo  lo  que  pasaba  a  mi  mamá,  y  ella  estaba  allí  para escucharme. Más  allá  de los  setos,  ella  estaba  muriendo, pero  dentro  de  mis  sueños ella estaba muy viva, y quería mantenerlo de esa forma tanto tiempo como fuera posible. Sabía que  no  sería  capaz  de  escapar  de  la  oscura  realidad  que  me  esperaba  una  vez  esto terminara,  pero  por  ahora,  podría  fingir  que  vivir  en  Eden  significaba  permanecer intocable del mundo real.
Era  mitad  de  noviembre  cuando Atena  anunció que  mi  primera  prueba me  sería  dada el siguiente  lunes.  Para  el  momento  en  que  dejé  la  habitación,  estaba  casi  enferma  de ansiedad, y debí haberlo demostrarlo.
—¿Lali? —dijo Hera en una voz preocupada mientras yo cerraba la puerta de tras de mí. 
—Hay una prueba —dije temblando—. El lunes.
Artemisa parecía menos que preocupada.
—¿Nunca has tomado una prueba antes?
Negué con la cabeza. Artemisa no entendía.
 —Prueba —repetí—. La clase de  prueba en  la que  todo  mi  futuro cuelga  de  un hilo, si fallo…
Los ojos de Hera se agrandaron.
—Oh, esa clase de prueba.
—Sí. —Comencé a caminar en dirección a mi habitación, no interesada en el almuerzo. Mi apetito había desaparecido.
—Uh… ¿Lali? El comedor está en esa dirección. Hicieron pollo frito para ti.
Podía escucharla trotar para mantener mi paso, pero no me hizo ir más despacio. 
—Necesito estudiar. 
Si fallaba todo lo que había hecho habría sido inútil, mi madre moriría, Peter perdería su lugar de reinar lo que sea que el reinaba, y la muerte de Afrodita hubiese sido para nada. No iba dejar que eso pasara.
Pasé los siguientes dos días con mi nariz metida profundamente en un libro de mitología
—o “historia”  como todos parecían llamarlo, e Ateneas se aseguraba que  supiera cuando la historia era real o un mito—, incluso Peter me dejaba sola en las noches. En lugar de ir al comedor, las comidas me eran traídas, pero comía tan rápido que no tenía sabor. Dormía exactamente  ocho  horas  ni  un  minuto  más,  pero  incluso  cuando  dormía  mi  madre  me interrogaba sobre el material que  estudiaba. Memoricé las doce labores de Hércules,  los nombres de nueve Musas, y la plaga soltada cuando Pandora abrió su caja, pero aún había cientos  de  historias.  El  rey  Midas  cuyo  toque  convertía  todo,  incluso  su  hija,  en  oro. Prometeo quien robó fuego de los dioses, se lo dio a los humanos y fue castigado por ello. Ícaro que voló para escapar de su prisión, sólo que voló tan alto que la cera que sostenía sus  alas  se  derritió.  Los  celos  de  Hera,  la  belleza  de  Afrodita,  la  ira  de  Ares…  nunca terminaban, y me sumergí tanto en eso que todo comenzó a mezclase, pero tenía que pasar.
—Te estás lastimando.
Salté cuando escuché la voz de Peter detrás de mí. Era domingo en la noche, menos de doce  horas  antes  de  tomar  el  examen,  y  aún  tenía  unos  cuantos  capítulos  difíciles  por revisar.  Si  no  usaba  cada  minuto  que  tuviera  —y  me  saltaba  el  desayuno  la  siguiente mañana— no podría lograrlo.
—Estoy  bien  —murmuré,  dándole  sólo  un  vistazo  antes  de  volver  al enorme  libro que Ateneas me había dado. Estaba a punto de leer sobre el Minotauro, pero las palabras nadaban frente a mí y tenía que entrecerrar los ojos para concentrarme. Mi cabeza me latía y mi estómago se sentía enfermo, pero tenía que hacer esto.
—Si no lo supiera mejor, te confundiría con uno de los muertos —dijo Peter, con su voz en mi oído. Cerré mis ojos, sin atreverme a moverme, no cuando él estaba tan cerca. Podía sentir el calor irradiando de su cuerpo, mucho más caliente que el frío de mi habitación, y el  deseo  de  cerrar  la  distancia  entre  nosotros  me  abrumaba.  Me  estremecí,  usualmente cuando no  estaba  tan cansada,  era mejor ignorándolo. Estaba aquí  por mi madre  no por Peter.
En  lugar  de Peter tocándome, escuché  el  susurro  de  las  hojas,  y  cuando  miré  el  libro estaba cerrado y empujado a un lado y Peter se sentó frente a mí.
—Si no lo sabes ahora, no lo aprenderás a tiempo para tu prueba.  —Su voz era gentil—.Necesitas dormir.
—No puedo —dije miserablemente—. Tengo que pasar.
—Pasarás, lo prometo.
Dejé mi asiento.
—¿Qué, ahora puedes predecir el futuro también? No puedes prometerme eso. Voy a fallar tan espectacularmente que van a venir en medio de la prueba y me van a llevar. Tal vez nunca me volverás a ver.
Él se rió entre dientes y resoplé indignada.
—Nunca he visto a nadie estudiar tan duro para una prueba como tú los has hecho durante este fin de semana. Si no pasas, pues no hay esperanza para ninguno de nosotros.
Antes de poder señalar exactamente cuán mala era mi suerte, la puerta de mi habitación se abrió. Afrodita saltó al interior seguida de cerca por Heray un hombre que no reconocía.
—¡Lali!  —dijo  ella,  salto  hacia  a  mí.  Le  di  a  Peter  una  mirada  de  disculpa,  pero  a  él parecía no importarle. En su lugar, estaba observando al hombre que acababa de llegar, el cual estaba vestido en un uniforme negro y miraba hacia el piso, como si quisiera estar en cualquier lugar menos aquí.
—Afrodita, se supone que estoy estudiando —dije, pero esto no la detuvo de todos modos.
—Vamos, has estado estudiando toda la semana, tienes que divertirte en algún momento.
—Sacó el labio inferior en un puchero—.  Todos en los jardines se están divirtiendo, hay música y nado y toda clase de cosas. Aún necesito enseñarte como, ya sabes.

La  posibilidad  de  forzarme  a  nadar  fue  suficiente  para  alejarme  de  la  idea,  y  no  estaba segura  de  que  sería  capaz  de  llegar  allí  de  todos  modos,  y  mucho  menos  hablar  de disfrutarlo. El hecho de que fuera una fiesta más o menos garantiza que no lo haría. 
—Estoy  realmente  cansada  —dije  mirando  de  Afrodita  a  Hera,  quien  se  mantuvo  en  la puerta y mirando a Peter.
—¿Y qué? Puedes dormir después —dijo Afrodita—. Eres inteligente, pasarás, además tienes que conocer a Apolo …
—¿Ustedes dos no se han conocido?  —Peter  sonaba sorprendido.  Se  puso de pie. Hizo señas al hombre que estaba en el fondo para que se acercara. Apolo se movió secamente, y tenía una mirada sobre él, que dejaba claro que se tomaba a sí mismo muy en serio—. Lali, éste es Apolo,  mi maestro de guardia. Es su trabajo vigilar  todo  lo  que  pasa  en el lugar.
Apolo, ésta es Lali Esposito.
—Un  placer  —dijo Apolo inclinando  su  cabeza  en  una  reverencia.  Le  di  una  sonrisa cansada y le ofrecí mi mano. Él la apretó ligeramente, como si tuviera miedo de romperla.
Su palma era más suave que la mía.
—Encantada de conocerte también —dije—. Afrodita habla demasiado sobre ti.
—No lo hago —protestó Afrodita. Miró a Apolo y frunció el ceño—. No.
—Lo hace —dije y Apolo sonrió. No había parecido entre él y Artemisa. Hasta donde podía ver.
—Vamos, vayamos —dijo Afrodita en un arrebato, tirando de su brazo.
Sintiendo que había herido su orgullo, cuando ella me miró al salir, le di un encogimiento de hombros a modo de disculpa.
—Iré a la próxima, lo prometo.
—Como  sea  —dijo  ella,  jalando  a  Apolo. Él  logró  hacer  una  leve  reverencia  hacia  la dirección  de Peter antes  de  salir,  dejándome  sola  con  Peter y Hera,  la  cual permanecía en la puerta.
—Supongo que te veré mañana. —Sus mejillas brillando de un color rojo.
—Hasta  mañana —dije  forzando una  sonrisa. No  estaba  engañando  a  nadie.  Incluso  yo podía escuchar el nerviosismo en mi voz.
Una  vez  que Hera se había  ido  y cerrado  la puerta, Peter se puso de pie  y  cruzó la habitación hacia el gran ventanal. Mientras él miraba hacia la noche que parecía tinta, hizo una seña para que me le uniera.
—Peter, no puedo —dije con un suspiro—. Tengo que estudiar.
—Le pediré a Atenea que no te haga un examen de las últimas cien páginas —dijo Peter—. Ahora ven y siéntate conmigo, por favor.
—No  creo  que  ella  acceda  a  eso  —murmuré,  pero  hice  lo  que  me  pidió.  Mis  pies  se arrastraban contra la alfombra y mi cabeza se sentía tan pesada para mi cuerpo, pero de alguna forma llegué al otro lado de la habitación sin colapsar.
Una vez que estaba allí, él envolvió sus brazo a mi alrededor, y otro estremecimiento de placer  bajó  por  mi  espalda.  Era  el  mayor  contacto  que  había  tenido  con  él  desde  que llegamos, y era lo suficientemente fácil recostarme contra él y dejar que soportara mi peso.

—Mira  hacia arriba  —dijo él,  sus  brazos  ajustados  alrededor  de  mis  hombros  mientras descasaba contra él. Volví mi cabeza hacia el candelabro, pero la luz de éste era muy débil para que yo pudiese ver. Él rió entre dientes-. No, el cielo. Mira las estrellas.

Continuará... 

3 comentarios:

Anónimo 6 de octubre de 2014, 21:25  

Masss me encantaaa espero que lali supere la prueba :) @zairasantos7

Rory 11 de octubre de 2014, 7:30  

GRACIAS no queria quedarme con la intriga de como termina!.
Yo la leo siempre, x ahi no comento siempre xq tengo un bebé y a veces solo hago tiempo de leerla. Excelente la nove!.

GRACIAS de ♥.

Rory♡

Anónimo 12 de octubre de 2014, 17:28  

Me encanta<3 Nickky, ya lo sabes jajajaja ME ENCANTA TU NOVELA!! by: Tu Paulii

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